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jueves, 18 de febrero de 2021

Una Villana Perfecta Para Un Tirano - Capítulo 19

Capítulo 19. Un Poco Extraña


Cecile se quedó recostada riendo, pero de repente escuchó una voz grave detrás de ella. "¿Qué estás haciendo?"

"¡Uaaagh!"

Como se movió sorprendida, salpicó agua que borró las palabras en la pared. Cecile miró hacia atrás y gritó: "¡Su, Su Majestad! ¿¡Por qué has venido...!?"

"¿En qué lugar del palacio imperial no puedo entrar?"

"Ah, ya veo". Al darse cuenta de que había hecho una pregunta tonta, Cecile extendió discretamente la mano hacia un lado para agarrar una toalla.  Se había mirado a sí misma antes de entrar en el baño. Dejando a un lado las marcas en su cuerpo, su frente, que había golpeado contra el suelo la noche anterior, tenía un bulto negro y azul.

'Qué vergüenza...'

Por alguna razón, sintió el doble de vergüenza al mirar al Emperador parado orgullosamente frente a ella. Necesitaba algo con lo que cubrirse. Pero en el momento en que su mano estaba a punto de agarrar la toalla fuera de la bañera, la mano de Estian se movió más rápido. Le arrebató la toalla que Cecile pretendía agarrar y la arrojó lejos. Ella vio cómo la toalla golpeó una maceta en la esquina del baño, volcándola.

"Lo siento."

Ella no sabía qué error había cometido, pero viendo la maceta rota, tuvo la sensación de necesitar pedir perdón, aunque para ello debiera atribuirse la culpa. Estian sacudió la cabeza ante su disculpa y dijo: "Está bien. La próxima vez, no intentes cubrirte cuando estés delante de mí."

"Lo entiendo. Pero en realidad no llevo conmigo nada peligroso. Las asistentes me revisaron antes de entrar."

Recordó la conversación que mantuvo con las asistentes antes de entrar en la habitación nupcial el día anterior. Ella había preguntado.

¿Por qué me ponen esta ropa tan reveladora?  ¿No hay nada que cubra un poco?

Y a eso las asistentes respondieron, con elegancia.

Nadie sabe lo que tienes si lo escondes

Desde ese momento, ella supuso que al Emperador le preocupaba que escondiera algo en su atuendo.

Cecile se levantó de un salto de la bañera y levantó los brazos para demostrar su inocencia. Sus pechos quedaron al descubierto, pero a ella no le importaban esas cosas. De todos modos, la noche anterior había mostrado todos sus rincones y grietas; ¿Qué sentido tenía esconderse ahora? Estian se mordió los labios cuando vio que Cecile se levantó, luego buscó a su alrededor. Vio una toalla grande, que pronto agarró y arrojó sobre Cecile. "He cambiado de opinión. Puedes taparte."

"......"

Dice una cosa en un momento y otra al siguiente. Al parecer, había juzgado que ella no ocultaba nada. Sin saber cuándo volvería a cambiar de opinión del Emperador, Cecile tomó rápidamente la gran toalla que le estaba dando y la envolvió alrededor de su cuerpo antes de mirarlo nuevamente. De repente, él extendió una mano. Pero cuando Cecile dio un paso atrás, sorprendida por el repentino movimiento, su mano se detuvo.

"Sólo intento comprobar dónde te has hecho daño. He visto al médico de la corte esperando fuera, pero he pensado que lo mejor sería que yo mismo echase un vistazo primero". Una vez dicho esto, el Emperador volvió a extender la mano. Cecile cerró los ojos al sentir el toque frío de sus dedos en la frente, una sensación que contrastaba con el calor que había sentido dentro de la bañera. Si el Emperador le apretaba la frente con su monstruosa fuerza, ella se despediría de este mundo en ese mismo instante. Estaba llena de tensión, pero su toque resultó inesperadamente cauteloso y suave.

"Se ha hinchado más de lo que estaba por la mañana. El hematoma también ha empeorado". Musitó.

Cecile no lograba entender por qué el Emperador se interesaba por su frente.

'Oh, tal vez...'

Había visto a las asistentes sorprendidas mientras ella entraba en el baño. Parecía que pensaban que la lesión de su frente también había sido causada por el Emperador. Bueno, eso lo explicaba todo. Quería echar un vistazo, ofendido por la falsa acusación. Después de todo, lo etiquetaron como un golpeador de mujeres.

"Entonces, me voy."