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jueves, 26 de noviembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 48

Capítulo 48. Restauración Del Castillo Calipse (2) 



"Un b-beso de u-una mujer n-noble es e-el más a-alto honor que un ca-caballero puede r-r-recibir". 

Su respuesta llegó un poco más tarde, con la serenidad todavía en sus rasgos. "Vengo de un entorno humilde, así que nunca he tenido sentimientos por ese tipo de historias . Además, no me sentiría honrado de recibir un beso de una mujer que hubiera fruncido el ceño ante mi insoportable hedor cuando me acercara a ella". 

Max se sorprendió por su respuesta apática y permaneció con los ojos fijos en el suelo, lo suficiente como para hacerle un agujero al suelo.
Riftan apoyó su espada en la pared y se acostó en la cama con ella, mostrando que no tenía intención de ser sarcástico con sus preguntas sobre su vida personal, y sus predilecciones en torno a ella. Al notar que Max se tensaba automáticamente ante su  presencia, Riftan sonrió irónicamente poniendose puso de lado. 

"No te preocupes, no me burlaré de ti esta noche. He oído que estabas enfadada". 

Max asintió con la cabeza, muy rápido para ser considerada normal, su cuello se enrojeció. Mientras Riftan la agarraba y la arrastraba para que se acostara a su lado, colocó la tapa de la lámpara, apagando el fuego que brillaba a su lado. La oscuridad envolvió lentamente la habitación. Y ella escuchó los constantes latidos de su corazón empezando a relajarse, olvidando sus pensamientos. 

Otro día pasó por el Castillo Calipse de esta manera. 

*** 

El almizcle de la tierra llenó el castillo mientras el aguacero continuaba durante días. 

A pesar del tiempo, Riftan había ido por ahí inspeccionando el pueblo, la mina y las granjas. Queriendo ser responsable también, Max había pedido permiso para usar la biblioteca libremente. Se sintió confundida con todos los libros, pensando que podría dañarlos, pero pronto su miedo se convirtió en asombro mientras revisaba los estantes. 

Max encontró un libro de contabilidad escrito por el Caballero Roem, que una vez gobernó Anatol anidado entre los pergaminos. 

Se abstuvo de escarbar en libros de literatura poética de la era Roem y en su lugar abrió un libro de matemáticas. No estaba tratando de aprender nada demasiado grandioso. Lo que necesitaba hacer primero era reforzar sus conocimientos rudimentarios sobre moneda y aritmética básica. 

Pero sin alguna guía, sus esfuerzos fueron en vano, fue un reto tumultuoso para alguien sin una educación adecuada. 

"Señora, el presidente del gremio de comerciantes, ha venido a visitarla".

Max cerró el libro que estaba leyendo y salió de la biblioteca. Cuando ella siguió a Rodrigo a la sala, un hombre de unos treinta años se levantó de su asiento para saludarla. 

"Es un honor conocerla, Madam Calipse. Me llamo Aderon Thoner". El mercader inclinó la cabeza como reverencia. 

Max apenas pudo poner una sonrisa en su cara. Se le informó que el mercader vendría a ella, ahora que la lluvia ha disminuido, pero enfrentarse a él la puso extremadamente nerviosa. Quizás fue más por las decisiones que iban a caer sobre sus manos. 

Max contuvo la respiración poco antes de abrir la boca. "G-gracias por v-venir a través de la ll-lluvia". 

"No es ningún problema, Señora. Le pido disculpas por no haberla visitado lo suficientemente pronto" respondió el comerciante, sonriendo generosamente. 

Max se sentó  en la mesa que tenía enfrente. A pesar de tener suficientes oportunidades de hablar después de reunirse con él, en lugar del silencio que su padre le exigía, no debería estar demasiado nerviosa ahora. Pero no podía evitar sentirse nerviosa. 

"He oído que está planeando renovar el castillo. ¿Tiene un lugar específico con el que quiera empezar?" 

El mercader habló ante Max, quien no pudo hablar rápidamente. 

"B-bueno, q-quiero c-cambiar l-las ventanas p-primero. Los pasillos e-están demasiado o-oscuros y muchas ha-habitaciones tienen ventanas r-rotas". 

"Cambiar todas las ventanas del castillo por otras nuevas incrementará considerablemente el costo. ¿Estás pensando en el cristal de bala?" 

Max se imaginó las ventanas transparentes dentro del castillo Croix. No sabía que había diferentes tipos de vidrio. 

"El precio varía mucho dependiendo del tipo de cristal. El cristal de bóveda es el más barato, mientras que el cristal del sur del continente es la variante más cara. Si lo desea, puedo preparar algunas muestras para mostrárselas la próxima vez." 

"S-sí, m-me gustaría m-mucho". 

"¿Alguna otra cosa que le gustaría cambiar?" 

"N-necesitamos c-cortinas para l-la v-ventana y una a-araña p-para la sala de b-banquetes. T-también a-alfombras d-decorativas p-para el suelo y las p-paredes..." 

Al darse cuenta de que esto podría ser un gran negocio para él, el comerciante sonrió de oreja a oreja. Por otro lado, Max sintió que su garganta se estrechaba. Riftan dijo que pagaría cualquier precio, pero ¿realmente quiso decir cualquier cantidad? Aún sin saber si continuar con este gran proyecto, por no hablar de su ambicioso proyecto, el comerciante había empezado a apresurarse con sus planes. Ansioso por darle vida y embolsarse las exorbitantes monedas. 

"Lleva algún tiempo ordenar todos los artículos que ha enumerado. Volveré con muestras tan pronto como sea posible en el momento que le convenga. Si me permite, ¿puede mostrarme los pisos y paredes que pretende decorar, señora?" 

Max miró a Rodrigo con una ligera inclinación de su cabeza. El mercader sabría lo que el castillo necesita mejor que ella. 

Los dos dejaron la sala de estar y caminaron hasta el gran salón de banquetes del castillo. Rodrigo, un sirviente mayor, y dos guardias los siguieron por detrás. Cuando Aderón, el mercader, miró alrededor de la sala, pronto dio un largo discurso sobre qué parte de la sala necesita qué y qué artículos necesitarían para pedir más. 

Max se esforzó en recordar cada palabra que mencionó; cada pieza exótica que enumeró prometiendo exuberancia al lúgubre interior. 

"¿Qué opina de cambiar las baldosas de piedra a mármol?" sugirió, mirando al suelo con desaprobación. 

"D-deberíamos trabajar en nuestras p-prioridades p-primero..." Max empezó, tratando de no caer en demasiados detalles. 

Pero el comerciante siguió agitando sus manos por la habitación, sus palabras rápidas eran un contraste con las palabras vacilantes de Max. 

"Las paredes necesitarán ser rehechas con cal, se verán fantásticas. Obviamente, me aseguraré de que solo se utilice lo mejor en la renovación." 

"T-tendré que p-pensar en ello", respondió con una sonrisa incómoda. 

"Creo que hay que ser extravagantes. ¡Este es el castillo del caballero más grande del continente! ¿No está de acuerdo en que merece una vida digna de alabanza como su título?" El mercader respondió apasionadamente, haciendo que Max se congelara, su sonrisa superficial se torcio.