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martes, 16 de junio de 2020

No Quiero Ser Amada - Capítulo 25

Capítulo 25. El Chico y el Sol


Cucharones y platos volaron, haciendo que la posada se volviera caótica. Mientras tanto, el chico y el hombre se sentaron en un rincón donde comieron hasta saciarse.

"¡Más vale que te vigiles la entrepierna para que no te quedes sin pelotas!", dijo la mujer enfadada.

"¡Sí, te maldigo, mujer!" Un hombre maldijo y cubrió su área inferior inmediatamente.

"La joven dama casualmente está dejando la propiedad y pronto abordará el barco hacia Crichton", dijo la mujer. "¿Qué dices si vienes conmigo? Le diremos a la joven en persona cómo escupes sobre la tumba de su madre."

"¡Escupo en la tumba de tu madre!", respondió el hombre.

El chico se congeló, incluso el tenedor se le cayó de las manos. 

Luego, se levantó y se acercó a la mesa ruidosa.

"¿Qué has dicho? La joven, ¿Se va de Arundell?" preguntó el chico con ansiedad.

El hombre y la mujer pusieron expresiones de desconcierto ante el repentino suceso, pero aun así, le dijeron lo que sabían.

"Chico, lo escuché de un pariente que trabajaba en la mansión", dijo el hombre.

"La joven vendió algunas propiedades y tierras. Luego, reservó un boleto de ida y vuelta desde el Puerto de Salerno a Crichton. Ellos salen esta tarde..." añadió la mujer.

Pero antes de que pudiera terminar, el chico salió corriendo de la posada. El sirviente del chico, se atragantó con su comida porque no tenía más remedio que seguir al chico.

"Su Majestad, ¿A.... a dónde vamos?"

No importa cuántas veces lo haya preguntado, el chico no le dio ninguna respuesta. El extraño cambio del chico también lo confundió. Era terco, y tenía un temperamento un poco desagradable, pero nunca trató a sus subordinados con frialdad hasta ahora.

El hombre estaba realmente al límite de su capacidad.

En el momento en que llegaron al puerto, el barco ya había abandonado el muelle. El chico saltó de su caballo y protestó para que los marineros trajeran el barco de vuelta. Por supuesto, los marineros no escucharían a un niño haciendo berrinches.

¿Quién seguiría las órdenes de un niño?

El chico estaba amargado e irritado; no dudó en amenazarlos.

Pero un niño es un niño y con su corta edad sólo podía llegar hasta cierto punto.

Los rudos marineros se enfurecieron y el hombre tuvo que intervenir para proteger al joven rey.

Y aquellas acciones previas los llevaron a su situación actual; ambos solos en el puerto.

El hombre suspiró y pasó sus dedos por su cabello revuelto. El joven rey salió del palacio sin avisar. Estaba seguro de que el palacio real había sido desmantelado. El joven rey desapareció repentinamente, y no sería exagerado que la Reina movilizara inmediatamente una tropa pensando que su hijo había sido secuestrado.

Pero al recordar al hombre sus costumbres como un tigre, su cara se puso roja inmediatamente.

Estaba seguro de que la Reina le cortaría la cabeza de un solo golpe. No, en realidad, eso sería una muerte honorable. Ser cortado en pedazos y luego alimentar a los cerdos sería una muerte vergonzosa.

"Su Majestad, deberíamos contactar con el palacio real, o dirigirnos hacia la capital inmediatamente. Y cuando se encuentre con la Reina, debe hablar bien de mí, de lo contrario, ¡Moriré!"

A pesar de la seria petición del hombre, fue ignorado. El chico observaba fijamente el mar en silencio.

'Su... Su Majestad, ¿Me está escuchando? ¿Por qué me trata como si fuera invisible? Oh, soy hombre muerto. La Reina tomará mi cabeza...' el hombre pensó con tristeza y lloró de pena.

"Basil", dijo el muchacho.

El hombre, Basil, rápidamente levantó la mirada con alegría. El joven rey por fin ha entrado en razón.

"¡Sí! Su Majestad, ¿Vamos a volver al palacio?" Basil sonrió ampliamente.

"¿Estás loco?" Igor chasqueó su lengua. "¿Por qué no vuelves solo?"

"Pero... Su Majestad..."

Basil sintió una puñalada en el corazón, su sugerencia había sido ignorada completamente. Sin embargo, él no podía rechazar la orden del joven rey. Le ordenó que se fuera. Basil se dio la vuelta y se alejó un poco de Igor.

Con Basil apartado, Igor miró fijamente el barco que parecía un punto en el horizonte. Las olas azul oscuro se movieron y borraron la única evidencia física del barco. Igor no vio nada más que un interminable mar azul y un cielo blanco.

Igor apretó sus labios suavemente y suspiró.

"Haaa..." Mientras exhalaba, varios aves volaron por encima, y antes de que se diera cuenta, un color oro anaranjado se extendía por todos los cielos.

Igor miraba el mar, perdido en la percusión rítmica de las olas que se agitaban en el puerto. Sus ojos estaban fijos en el horizonte, su rostro brillaba con los últimos rayos naranjas antes de que el atardecer llamara a las estrellas.

A medida que la oscuridad iba aumentando, un sonido triste sonó en el aire. Era la canción de una mujer que echaba de menos a su amante que se había ido al mar.

Igor miró el cielo, contemplando las densas nubes y las aves que deambulaban libremente por los cielos.

El chico miró su mano, en ella había una brillante pluma dorada.

Cuando despertó de un profundo sueño hace unos días, los pensamientos y sentimientos de encontrar la pluma recorrieron su cabeza incesantemente.

Su pulgar alisó las puntas de la pluma que tenía un color rojo mientras sus ojos violetas. Y entonces, en su cara apareció una nueva determinación.

El joven rey se dio la vuelta y gritó en voz alta: "¡Basil, volvamos al palacio!"