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domingo, 31 de mayo de 2020

Dama A Reina - Capítulo 16

Capítulo 16. Cállate


‘... ¿Qué está pasando?’


La cara de Rosemond se endureció cuando probó la comida. La masticó varias veces más para asegurarse de que lo que estaba experimentando no era solo un engaño de su mente. El filete no sabía a cerdo. Se puso otro trozo en la boca con una mirada incrédula. Todavía sabía a carne de vaca. Sus cejas se arrugaron cuando juzgó la situación.


Tal vez sólo había recibido el filete de carne de vaca, y los filetes de cerdo le fueron servidos a las distinguidas invitadas. Sin embargo, las mujeres que probaron los filetes parecían satisfechas.


"Oh, tal como dijo Su Majestad, el filete es delicioso. No sabía que la carne del Imperio Mavinous podía saber tan bien."


"Me alegro de que lo disfrutes. ¿Es de su gusto, duquesa Verika?"


"Sí, Su Majestad. Gracias por preguntar. No he comido un filete como este en mucho tiempo."


Las invitadas estaban disfrutando de sus bifes de carne, y ni una sola persona en la habitación se quejó de que la carne fuera de cerdo. La cara de Rosemond se blanqueó al darse cuenta, y Patrizia la miró con una curiosa expresión en su rostro.

Nota: Bife = Bistec.

"Baronesa Phelps, ¿qué pasa? Estás pálida", -dijo Patrizia-.


"A-ah... no me siento bien. Le pido perdón, Su Majestad." Los ojos de Rosemond estaban llenos de miedo.


"Oh, siento oír eso", -dijo Patrizia con una voz generosa-. "¿Por qué no sales a tomar un poco de aire? Vuelve cuando te sientas mejor".


"... Entonces por favor discúlpeme." Rosemond ocultó su vergüenza lo mejor que pudo y salió tranquilamente de la habitación.


Patrizia vio a la concubina irse, y luego se volvió para entretener a sus invitadas. 


*


Rosemond pisoteó el suelo de mortificación por el desastre.


"¿Qué diablos pasó?" -le gritó a Glara-, que la había acompañado. "¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué resultó de esa manera?"


"M-Mi señora... no lo sé. Hice todo lo que me ordenó. Incluso vi cuando la carne de vaca fue intercambiada por la carne de cerdo con mis propios ojos." Glara también estaba molesta. Comprobó todo lo que Rosemond le había ordenado hacer hasta el último detalle. No pasó nada por alto. Pero entonces, ¿por qué...?


Glara miró suplicante a Rosemond. "Lo siento mucho, mi señora. Yo no sería descuidada al cumplir sus órdenes. Debió haber sido..."


"Entonces, ¿por qué salió mal, hmmm? ¿Alguien podría haber cambiado el cerdo por la carne de vaca en tan poco tiempo?"


"Sí", -dijo una tercera voz-, y Rosemond y Clara dejaron de hablar. Se voltearon en dirección del sonido, y vieron a la Reina Patrizia acercándose a ellas con una expresión fría como la piedra en su cara.


Rosemond enderezó sus hombros. "¿Por qué está aquí en lugar de entretener a las invitadas, Su Majestad?"


"Les dije que tenía que ocuparme de algo. No tardaré mucho de todos modos."


"Entonces, puedes seguir en lo tuyo", -dijo Rosemond con una sonrisa-. Patrizia le devolvió la sonrisa, pero luego su cara se contorsionó furiosamente.


*Bofetada*
 
Bajo la luna llena, el áspero sonido del golpe rasgó la oscuridad. Rosemond miró a la Reina con una mirada incrédula, su mano envuelta encima de su mejilla maltratada. Rosemond tembló de rabia y miró a Patrizia como si fuera a matarla.


"T-tú-"


*Bofetada*


Patrizia abofeteó a Rosemond de nuevo sin dudarlo ni un momento.


"Estás loca, Rosemond. Debes haberlo estado desde que te convertiste en concubina".


"¿Qué? Tú realmente..."


*Bofetada*


Fue el tercer golpe. Rosemond apretó los dientes mientras sostenía su mejilla completamente roja, pero se negó a soltar un solo gemido de dolor.


"¿Estás tan loca, Rosemond? Bueno, vienes de una familia de clase bastante baja, y entiendo que no recibiste una educación adecuada en tu hogar, pero, ¿no deberías saber que hay que respetar a la Luna y al Sol del Imperio? Un niño de diez años lo sabría. ¿En qué te convierte eso?"


*Bofetada*


La sangre comenzó a fluir de la mejilla de Rosemond y manchó la blanca palma de Patrizia. Patrizia miró su mano, y luego la limpió en su vestido rojo. No había planeado que esto sucediera, pero el rojo terminó siendo adecuado para la situación. Se ajustó el vestido con la otra mano.


"Todavía no sabes cuál es tu lugar. Esto es serio, Rosemond. Aún necesitas educación".


“…”
 
"Te diré esto sólo una vez, así que escucha. Soy Patrizia Lyla le Grochester, Emperatriz del Imperio Mavinous, fiel esposa del Emperador que dices amar, y futura madre real de este país."


"Ja, madre real... no me hagas reír..."


"Tú, por otro lado".


“…”


"Usted es Rosemond Mary la Phelps, baronesa del Imperio Mavinous, una amante de mi marido, Su Majestad el Emperador. Al mismo tiempo, eres su súbdita y la mía. ¿Entiendes?"


"No lo hago, Su Majestad".


Patrizia había vuelto a girar la palma de su mano, pero esta vez no había alcanzado su marca. La mano de Rosemond agarró la muñeca de Patrizia, mientras su otra mano acunaba su mejilla sangrante.


"No entiendo, Su Majestad", -dijo Rosemond con una sonrisa burlona-. "No entiendo el hecho de que yo sea su súbdita, ni que usted sea la madre de este imperio."


Patrizia la miró fijamente. "Está bien, Rosemond. Puede ser difícil de entender si eres estúpida. Lo entiendo, y no te preocupes demasiado. Esas son cosas que aprenderás más tarde en la vida."


Patrizia se zafó del agarre, y con la otra mano, rozó la mejilla herida de Rosemond. Rosemond apartó la mano de Patrizia, pero la reina la miró con una expresión suave.


"Aunque no quieras aprender, lo harás, y no dirás nada más."


"Está demasiada confiada, Su Majestad. ¿Qué le hace creer que una reina sin el amor del emperador tiene algún poder?"


Las palabras de Rosemond no estaban equivocadas, pero Patrizia escondió su ira detrás de una sonrisa. Rosemond sintió su furia, sin embargo, y sonrió aún más. Lo que dijo fue innegable, incluso
 
para la Reina Patrizia. Sin embargo, el regocijo de Rosemond pronto se vio interrumpido por las siguientes palabras de Patrizia.


"La reina no es lo mismo que una concubina, Rosemond. Como dije antes, puedo ganar poder sin usar mi cuerpo como tú. Si todo el poder se concentrara en la amante favorita del Emperador, este país estaría arruinado."


“…”


"Lo sabes, ¿verdad?"


Era cierto. Gobernar un país no era un trabajo fácil. Durante mucho tiempo, el Imperio Mavinous fue capaz de preservar el imperio y proteger la dinastía porque no se regía por las tentaciones de los emperadores. Había un límite en lo que una concubina podía intervenir. El Imperio Mavinous dio a la reina el mismo poder que al emperador para prevenir tal corrupción.


Así eran las cosas. Rosemond lo entendía mejor que nadie, y por eso deseaba tanto convertirse en reina. Si Lucio moría y alguien más se convertía en emperador, probablemente tendrían poca simpatía por ella, especialmente si la actual Reina aún estaba viva. La concubina, que una vez había monopolizado el amor del emperador, tendría poca protección para sí misma.


"Para que hagas esto esta noche. Qué impertinente, irrespetuoso, vulgar..." -Patrizia murmuró con voz enfadada-. Se enteró del plan de Rosemond cuatro días antes de que se celebrara el banquete. No pensó que vigilar cuidadosamente los movimientos en el Palacio Bain sería tan útil. Patrizia ordenó inmediatamente a Raphaella que descubriera más de la conspiración de Rosemond e informara al chef para que guardara la carne en un lugar secreto.


Cuando Patrizia se enteró del plan de Rosemond, se sorprendió bastante. Sabía que la concubina intentaría derribarla, pero no esperaba que lo planeara tan rápida y audazmente. Al menos Patrizia lo había descubierto pronto, y había sido capaz de defenderse.


Y, aun así, Patrizia culpó a su propia complacencia. Casi cayó en una trampa. No se trataba sólo de ella misma. Si algo malo hubiera ocurrido, la alianza entre los dos imperios podría haber estado en peligro. Cuando se dio cuenta de la gravedad de las consecuencias, se sintió profundamente avergonzada.


Sin embargo, por mucho que Patrizia sintiera ira hacia ella misma, ésta se multiplicó por diez hacia Rosemond.
 

"Las concubinas han ideado todo tipo de formas de ganarse el amor del emperador, pero al menos no han hecho nada para dañar al país. ¿Quién haría tal cosa? Esto podría haber sido un desastre internacional."


"No sé de qué está hablando, Su Majestad." Rosemond cambió repentinamente su postura. Sabía que la situación actual no estaba a su favor.


Patrizia estalló en risas, pero después de terminar, su cara se volvió fría. "No pienses que podrás salirte con la tuya, Rosemond. ¿Estabas tan desesperada por derribarme? ¿Lo suficiente como para hacer este movimiento irracional? Eres aterradora, querida".


"Si lo sabe, entonces deme el puesto a mí, Su Majestad. Ya no tendría motivos para tocarte".


"No lo creo. Sabes que dejar el trono significa la muerte en este país."


No había límites de tiempo para la nobleza en este país, y la única manera de dejar la posición de uno era la muerte. En otras palabras, uno podía ser depuesto si cometía un pecado lo suficientemente grave como para ser sentenciado a muerte. Patrizia nunca podría resolver esta situación limpiamente. En cierto modo, era una lástima. No se opondría a la oferta de la concubina, si hubiera otra manera.


"Ríndete, Rosemond. Entonces al menos el Emperador pensará amablemente de ti cuando estés muerta. Es todo lo que puedo darte..."


"Cállate, Patrizia.”