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jueves, 2 de abril de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 50

Capítulo 50. No Llores Reina (1)




Los regalos de amigos y familiares comenzaron a llegar cinco días antes de mi cumpleaños. Mi familia ya tenía dinero, pero después de convertirme en emperatriz viví un estilo de vida aun más lujoso. Por supuesto, gran parte de mi riqueza se destinaba a diferentes proyectos de asistencia social y subsidios estatales, y no solía comprar cosas para mi propio placer. Debido a esto, la mayoría de los regalos que me dieron fueron más significativos que caros. Especialmente el que me envió mi madre...

"La duquesa debe haber estado preocupada por usted, Su Majestad."

Sonreí incómodamente cuando la Condesa Eliza examinó el regalo de mi madre, una revista semestral llamada La Trang, que contenía retratos de los actores más populares de la época. Mi madre me envió una que mostraba solo actores masculinos. No tenía la intención de herir a Sovieshu, pero quizás pensó que tomar a mi propio amante me tranquilizaría, y los actores eran una elección popular entre los nobles.

"Ah, este es maravilloso. Mira a este hombre, Su Majestad. Sus hombros son muy anchos."

"¿No es este mejor? Ese tiene malos rumores."

"¿Qué rumores?"

"Su sexualidad es aparentemente bastante extraña. Bueno... Al— Hmm. Los mantendré anónimos. Una baronesa dijo que ella y ese actor intentaron jugar con fuego, y ella terminó casi ardiendo de verdad."

<< Nota: 'Jugar con fuego' puede referirse a un corto pero apasionado romance. >>

"¿En serio?"

... Las damas de compañía parecieron disfrutar del regalo más que yo.

Por otro lado, mi padre me había enviado los últimos vestidos de moda, así como libros, telas y joyas raras del extranjero.

También hubo un regalo anónimo... llamado el "Elixir Del Amor".

... Era demasiado incómodo para que yo lo usara.

***

Faltaban dos días para mi cumpleaños.

La mayoría de los regalos ya habían llegado, y mañana por la mañana me iría a la villa real. Hice una maleta para dos días y puse varios libros en mi cama. Mientras decidía cuáles llevar, escuché el sonido de las alas golpeteando en el aire.

¿Reina?

Me apresuré hacia la ventana entreabierta y la abrí aún más.

Era Reina, pero no podía entrar fácilmente en la habitación como de costumbre. Su pequeña cabeza se movía dentro y fuera del marco de la ventana, y cuando miré por encima lo vi llevando una gran caja atada con una cuerda.

"¡Reina!"

Sorprendida, extendí la mano y Reina entregó la caja y entró volando por la ventana. Cayó sobre mi cama y jadeó.

"¿Trajiste esto tú solo?"

Sopesé la caja que trajo Reina. Era bastante pesada incluso en mi mano, y me sorprendió que la llevara él mismo. Era un pájaro grande, pero seguía siendo un pájaro. Reina levantó la cabeza, asintió impotente y luego volvió a caer.

"El príncipe Heinley ha ido demasiado lejos. Debió haber venido en persona o pedirle a alguien más que la trajera aquí."

– !

"¿Por qué sacudes la cabeza? ¿El príncipe Heinley no te obligó a hacer esto?"

– …

"¿No te gusta que diga cosas malas sobre el Príncipe Heinley?"

Él asintió.

"Está bien... seré amable."

Reina no tenía energía para levantarse, y se acomodó con un aleteo. Le di una palmadita en el trasero, se sobresaltó tanto que se sacudió, pero luego se quedó sin fuerzas como si se sintiera débil de nuevo. Me senté junto a Reina y puse la caja en mi regazo. ¿Qué demonios envió el príncipe Heinley?

"Ah."

Dentro había un gran pastel, y en la tapa de la caja había una carta. La abrí para leer el contenido.

–  Creo que soy bueno cocinando. Espero que alguien me haga un cumplido.

Reina se levantó y se sentó en silencio junto a mí, y lanzó una mirada en mi dirección. Puse una mano sobre el hombro de Reina, sumergí un dedo de mi otra mano en el glaseado y lo coloqué entre mis labios. Tenía un sabor simple y dulce de crema fresca sin ningún tipo de grasa.

"¿Hizo la crema solo?"

– ?

"Está deliciosa."

Me reí, Reina sacudió su cola y frotó su cabeza contra mi brazo.

"Debe haber sido pesado. Gracias por traerme esto, Reina."

–  ¡Gu!

"Le agradeceré al Príncipe Heinley por separado."

– ¡Gu!

"Tu dueño es una persona muy agradable."

– !

"Jaja, ¿por qué estás tan avergonzado?"

Coloqué el pastel a un lado, luego puse a Reina en mi regazo y besé su frente. Se convirtió completamente en piedra. Su reacción me pareció tan divertida que lo asfixié con más besos aquí y allá.

Luego, llevé el pastel a la mesa, corté un trozo y lo coloqué en un plato. Pronto descubrí que el pastel no era el único regalo.

"Ah..."

Solté un jadeo involuntario. Incrustado en la esponjosa masa suave había joyas de varios tamaños y colores. Saqué una y descubrí que era un diamante de color azul. Sentí un pinchazo, me di vuelta y vi a Reina parpadeando hacia mí con sus grandes ojos púrpuras, como si estuviera preocupado por mi reacción. Se veía tan serio que no pude evitar responder honestamente.

"Es un poco demasiado."

– !

Era aceptable recibir regalos aún más extravagantes que esto de una delegación extranjera. Pero el príncipe Heinley había dado esto como un amigo. Por supuesto, el costo no era un problema para él, pero el significado del regalo era ambiguo.

Puse la joya a un lado, y cuando vi a Reina lo miré sorprendida y lo abracé.

"¿Por qué lloras, Reina?"