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lunes, 15 de marzo de 2021

Bajo El Roble - Capítulo 100

Capítulo 100. La esposa de un caballero (1)


Los días más cortos y las noches más largas eran una característica del invierno. Y si uno se enfrascaba en el trabajo, la oscuridad descendía aún más pronto.

Max encendió una vela y miró hacia el oscuro exterior. Había estado ocupada todo el día, un poco cansada también, pero no escatimó en pensamientos para sí misma. Mientras contemplaba el cielo tranquilo y uniforme, sus pensamientos se dirigieron directamente a Riftan. Estaba más ocupado que nadie en el castillo.

A lo largo del día, Riftan recorría el territorio entrenando a sus soldados, y cuando eso terminaba, daba vueltas alrededor de las murallas para barrer a los monstruos y depredadores que pudieran estar escondidos. Sin embargo, sus numerosas tareas no terminaban ahí. Desde el amanecer hasta el final de la noche, estaba comprobando el progreso de las nuevas construcciones en la aldea, discutiendo los impuestos con los recaudadores o revisando la ciudad en busca de alborotadores. Lo hacía sin descanso, y aun así, no mostraba ni una sola vez cansancio.

‘¿Está hecho de hierro o algo así?’

Con el tiempo, Max empezó a respetar la tenacidad de Riftan y a admirar sus capacidades. Nunca rehuyó sus responsabilidades, por muy excesivas que fueran. La gente normal no podría seguir su ritmo de vida; habrían sucumbido hace tiempo solo de pensarlo, y mucho menos serías capaces de llevarla a cabo.

Mientras reflexionaba sobre el poderío de su marido, se sacudió las palabras de Ruth. Riftan Calipse estaba dotado de habilidades sobrehumanas. Era un bruto musculoso capaz de superar cualquier desafío que se le lanzara sin siquiera inmutarse. Había estado pensando demasiado, preocupándose por escenarios que no podían suceder.

Con eso, se tranquilizó, cenó y descansó.

A última hora de la noche, oyó a Riftan volver a la habitación. Había decidido salir a luchar dos días después. Solo de pensarlo, Max perdió rápidamente su tranquilidad. Ajeno a su ansiedad, se quitó las botas y la armadura y habló con calma.

"La compensación llegará desde Libadon mañana. Entonces podremos echar a los prisioneros directamente de Anatol. Las nuevas puertas están casi terminadas y Ruth dijo que las herramientas mágicas de defensa estarían listas mañana. Así que no será un problema si dejo el castillo por un tiempo".

"¿A-adónde vas a i-ir?" Ella se humedeció los labios secos y apenas mantuvo la calma.

"He oído que un grupo de goblins se ha instalado en la montaña. Me quedaré unos cuatro o cinco días para desarraigarlos" dijo señalando uno de los altos picos por la ventana.

Max lo miró con ansiedad "¿N-no es p-peligroso?"

Riftan parecía aturdido por la pregunta.

"Oye, ¿te está preocupando que me ataquen los duendes?" Terminó con una carcajada como si fuera absurdo. "Someter a los goblins es molesto, no peligroso. Es un poco más molesto que cazar conejos".

"S-si no son muy p-peligrosos, ¿qué tal si los d-dejamos...?"

Una mirada impaciente se instaló de repente en sus rasgos. "Es mi deber proteger esta tierra. ¿Me estás diciendo que la descuide ahora?" Dijo en un tono endurecido, haciendo que Max se estremeciera inconscientemente.

Riftan continuó "Los goblins son demonios de bajo nivel, pero son muy abundantes. Si no se erradican, se multiplican enormemente y atacan a los vendedores o ensucian los cotos de caza. Mi trabajo es evitar que eso ocurra".

"L-lo siento. Fui p-presuntuosa" Max se disculpó inmediatamente.

Riftan miró su rostro rígido y luego extendió un brazo con un largo suspiro. Max se acercó y aceptó su cálido abrazo. Le rozó la nariz en el hombro y le rodeó la mano con su espesa cabellera trenzada.

"A mí tampoco me gusta dormir en el suelo frío y sucio en vez de en una cama caliente. Pero aun así tengo que hacer lo que tengo que hacer" la engatusó suavemente.

Max acarició su espesa cabellera negra sin decir nada. Se le rompió el corazón al pensar que él dormiría bajo el frío y el viento helado.

‘Como esposa de un caballero, ¿significa que siempre tengo que estar preparada para esta soledad?’

Se preguntaba si las demás parejas aristocráticas habían mantenido una distancia adecuada entre sí porque no querían sentir tanta añoranza por el otro.

Y ahora, temía que él se hubiera acercado demasiado a ella.

🌳

Al día siguiente, y fiel a sus palabras, se levantó una nueva y enorme puerta de acero en las puertas del castillo. Tan robusta e inquebrantable que, aunque los ogros golpearan con un martillo, no se movería. A ambos lados, se instalaron las herramientas mágicas que hizo Ruth. Las herramientas mágicas que habían hecho en el montón de pergaminos durante los últimos días tenían la forma de un disco redondo de marfil, del tamaño de una calabaza.

Max, que salió corriendo hacia la puerta para ver el resultado, miró con ojos asombrados las herramientas mágicas instaladas en la torre. Varias lenguas antiguas estaban inscritas en el borde del disco y la piedra roja de maná que Ruth había mostrado estaba justo en el centro.

"¿D-de qué está he-hecho esto?"

Cuando ella preguntó, alisando la superficie del disco con sus curiosos dedos, Ruth respondió de forma insignificante.

"Está hecho con hueso de Basilisco".

Max se sobresaltó y al instante le quitó la mano "¿Hu-hueso de basilisco?" exclamó.

"Las subespecies de dragones, como el Basilisco, el Wyvern[1] y el Lagarto, tienen un poderoso poder antimágico. La mayoría de las herramientas mágicas están hechas con los huesos de estas criaturas malignas" narró con un tono perezoso.

Abrió los ojos hasta las rendijas y miró el disco liso y brillante. Como ella pensaba que era un hueso del mal, tenía un aspecto espeluznante.




[1]Un guiverno, del inglés wyvern, también escrito wivern, o dragón heráldico es una criatura alada legendaria con cabeza de dragón, del que se decía que exhalaba fuego o que poseía un aliento venenoso, un cuerpo reptiliano, dos patas o en ocasiones ninguna y una cola con púas.