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jueves, 8 de octubre de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 209

Capítulo 209. Reencuentro con Sovieshu (2)




Al parecer una de las ruedas de nuestro carruaje se había averiado, pero como había ruedas de repuesto, se pudo reemplazar la rueda y continuar con el viaje.

Después de eso, no ocurrió nada relevante en los días siguientes, así que llegamos a salvo al Imperio Oriental.

Para entonces, me había recuperado en gran medida del shock.

Cuando estaba a solas con Heinley, siempre me venía a la mente lo que sucedió ese día y me sentía incómoda... Sin embargo, ambos hicimos todo lo posible por mantener la compostura.

Al menos yo lo hice.

Sin embargo, cuando llegó el momento de entrar a la capital del Imperio Oriental, estaba tan nerviosa que ni siquiera podía pensar en el incidente del carruaje.

Al atravesar las murallas de la capital, dejé la ventana y las cortinas entreabiertas.

En ese estado, miré por la ventana en silencio.

Podía ver gente reunida observando los carruajes del Reino Occidental.

Deben haber escuchado rumores de que Heinley y yo íbamos a venir.

¿Creen que voy en uno de estos carruajes?

Tal vez piensen que la emperatriz, que se marchó y se volvió a casar, tiene la desfachatez de regresar.

Es natural, pero aún así es desagradable.

Cuando puse mi cabeza contra la pared del carruaje y cerré la ventana por completo, la Condesa Jubel, sentada frente a mí, dijo firmemente,

"No es tu gente. No le des importancia."

Laura añadió inmediatamente.

"Así es. Incluso si Su Majestad sólo hubiera aceptado el divorcio y viviera encerrada el resto de su vida, nadie habría hecho nada por usted, ¿no es así? No te molestes con eso."

¿Me veo muy deprimida?

Me palmee las mejillas con ambas manos, luego sonreí y respondí, tratando de parecer indiferente.

"No se preocupen, estoy bien."

***

Antes de entrar en el Palacio del Imperio Oriental.

Nos detuvimos primero en la Mansión Troby.

Tenía planeado pasar el resto del día aquí, e ir al Palacio Imperial mañana.

Mis padres y familiares, que se habían enterado de la noticia de mi llegada de antemano, se acercaron apresuradamente y me rodearon tan pronto como me bajé del carruaje.

Mi padre no pudo soportarlo y volvió a estallar en lágrimas al verme, mientras yo apenas pude contener las lágrimas.

En el momento que abracé y compartía la alegría de habernos reunido de nuevo también con mi madre, Heinley se acercó inmediatamente a mi padre, sonriendo y diciéndole, "Padre, Padre."

No sé si debería decir que fue algo bueno o no, pero... mi padre parecía haber dejado de llorar, quizá porque estaba desconcertado.

Después de quedarnos allí un rato, hablando de lo que pasó durante el tiempo en que no estuvimos cerca, nos dirigimos al comedor y seguimos conversando sobre diversos temas.

Tenía tanto que contar que no podía dejar de hablar. Heinley que estaba sentado a mi lado, me observaba en silencio como si estuviera asombrado.

"¿Por qué me mirabas así?"

Le pregunté mientras lo guiaba a su habitación después de la cena, y me dijo que fue increíble verme hablar tanto por primera vez...

Luego, tras ducharse en su habitación, Heinley fue a ver a mis padres de nuevo, intentando conseguir su objetivo.

Intercambié saludos con caras conocidas mientras recorría la mansión por primera vez en mucho tiempo, encontrándome ocasionalmente con Heinley, junto a mis padres.

Lamentablemente, mis padres parecían seguir sintiéndose incómodos estando con Heinley.

Era comprensible.

Sovieshu había sido su yerno durante mucho tiempo, pero ahora tenían un nuevo yerno completamente diferente.

Aún así, parecía que todo iba bien, así que fui de un lado a otro sin preocuparme y luego me dirigí a mi habitación para descansar cómodamente.

***

Tristemente, al día siguiente teníamos que dejar la Mansión Troby.

"Nosotros también asistiremos a la fiesta."

"Nos veremos de nuevo pasado mañana."

Mis padres también parecían tristes, pero intentaron no mostrarlo demasiado.

Heinley y yo subimos al carruaje, y nos dirigimos al palacio imperial.

Pero cuando el carruaje atravesó la entrada principal del palacio, me sentí extraña.

Estaba realmente nerviosa cuando entré en la capital del Imperio Oriental. Pero en estos momentos sólo había en mi interior un sentimiento sutil y complejo que era difícil de definir claramente. Fue como cuando recibí la carta de Sovieshu.

El carruaje pasó por el palacio imperial a un ritmo más lento. Esta vez abrí la ventana de par en par y miré hacia afuera.

Mientras escuchaba el sonido de los cascos de los caballos y del carruaje rodando, sentía que mi cabeza daba vueltas.

La vista exterior me resultaba tan familiar, que me perturbó. La mayoría de mis recuerdos provenían de este lugar. Sin embargo, ahora tenía que pretender que no era importante para mí...

Cuando el carruaje se detuvo, mi corazón latió con fuerza.

Manejé mi expresión tanto como pude, luego bajé del carruaje.

Fue el Conde Pirnu, el secretario de Sovieshu, quien nos recibió.

No era la única que estaba perturbada.

Cuando nos vimos cara a cara. Los ojos del Conde Pirnu también temblaban ligeramente.

"Bienvenidos, Su Majestad la Reina de Occidente y Su Majestad Heinley."

Sin embargo, me saludó con firmeza, y yo asentí lo más calmada que pude.

El Conde Pirnu dudo por un momento, entonces señalo a un lugar.

"Por favor, vengan por aquí."

Sabía exactamente a dónde nos llevaría— la habitación de la Rosa Blanca.

Ese lugar era donde se recibía a los invitados distinguidos. Fue allí donde me reuní con Heinley por primera vez.

Frente a la habitación de la Rosa Blanca se encontraban los Caballeros de la Guardia Imperial de Sovieshu.

Cuando me vieron, sus rostros se congelaron.

Sonreí, como si no me hubiera dado cuenta, y esperé a que el Conde Pirnu nos dejara entrar en la habitación.

Eventualmente, la puerta de la Rosa Blanca se abrió y se nos permitió entrar.

Dentro estaba se encontraba Sovieshu, sus secretarios, y algunos otros aristócratas.

¿Se enteró que vendría?

Sovieshu parecía completamente imperturbable.

Me fije en el asiento vació a su lado, del cual me levantaba para dar la bienvenida a los invitados distinguidos.

Dirigí mi atención a Sovieshu otra vez.

Él me estaba mirando fijamente, con una expresión decidida. Sin embargo, a diferencia de su expresión, sus ojos se veían tristes.

Nos miramos absortos por un momento. Contrario a lo que esperaba, no dijo nada.

"Su Majestad."

El Conde Pirnu lo llamó en voz baja.

Sólo entonces, Sovieshu abrió la boca como si hubiera roto un hechizo.

"Sé que ha sido un largo y duro viaje... Agradezco el gesto de amistad mostrado por parte del Reino Occidental."

Su expresión era impasible y su tono de voz sereno.

***

"¿Quién vino?"

A diferencia de Sovieshu, que logró ocultar sus verdaderos pensamientos y mantener un rostro inexpresivo, Rashta fue incapaz de hacerlo.

Mientras revisaba finalmente su vestido terminado, se quedó sin palabras al escuchar el nombre de una de las personas que asistiría a la boda.

"¿Por qué lo haría?"

El Barón Lant, quien le dio la noticia, se rió torpemente.

"Es una persona que pone los intereses de su nación en primer lugar. Como fue invitada, probablemente pensó que lo mejor era aceptar."

Una vez que el Barón Lant se retiró. Rashta se puso tan ansiosa que comenzó a morderse las uñas.

Después de un tiempo, le pidió a la diseñadora,

"También quiero que todos los accesorios sean glamurosos, desde el tocado hasta las joyas."

La diseñadora le preguntó sorprendida mientras le clavaba un alfiler a su vestido.

"¿Huh? ¿Estás segura?"

"Sí."

Rashta habló firmemente,

"Todos compararán a Rashta con la emperatriz depuesta."

"Eso es cierto, pero..."

"La emperatriz depuesta vino al país del que se marchó, ¿cuánto debe haberse preparado para mantener su orgullo intacto?"

Las palabras de Rashta eran razonables.

Sin embargo, la petición de Rashta no encajaba con la visión de la diseñadora.

"Si tu vestido es glamuroso, y tus accesorios también lo son, podrías no causar la impresión deseada."

La diseñadora le aconsejó, pero Rashta insistió,

"Es la boda de Rashta. En el día de mi boda, no quiero perder contra alguien más."

La diseñadora no tuvo otra opción que elegir accesorios glamurosos antes de irse.

Mirando el vestido colgado en la percha, Rashta se sintió un poco aliviada. Con ese vestido, estaba segura que no perdería ante Navier.

Aún así, su ansiedad no desapareció.

Después de caminar de un lado a otro por un tiempo, a Rashta se le ocurrió una buena idea.