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sábado, 13 de junio de 2020

No Quiero Ser Amada - Capítulo 8

Capítulo 8. Queriendo Su Amor


Irónicamente, fue Rihannan quien se benefició del contrato de matrimonio después de la muerte de su madre.

"Tenías una opción en ese entonces. Podrías haberte negado a casarte con mi madre, podrías haber renunciado a la fama y a las riquezas para estar con tu amada. Tal vez tú y la otra persona podrían haber sido felices. Yo tampoco habría nacido."

Por primera vez, Rihannan expresó sus pensamientos en voz alta.

Su padre era un hombre egoísta. Le dieron una elección justa; por la fama y la riqueza que nunca podría conseguir en su vida, tendría que aprender a amar a la mujer con la que se casaría y olvidar a su antigua amante. Ese es el deber de un hombre, cuidar y amar a su esposa e hija incluso si su corazón estaba ocupado con otra mujer.

Era una elección fácil de hacer.

Pero no lo hizo.

Tuvo una aventura y una hija con otra mujer.

Quizás fue mejor que su difunta madre muriera antes de que supiera la verdad.

"¡Tu madre era una mujer temible que la había alejado sin que yo lo supiera! ¡Si no fuera por ella, esta niña no habría sufrido tanto!"

El Conde gritó.

Los ojos de Rihannan se fijaron en Leticia, la chica que se aferraba al Conde.

"¿Mi madre ya sabía que la niña existía?"

Ella preguntó, mirando fríamente a Leticia.

"Sí. Ella le pagó a Emily una bonita fortuna. Estaba embarazada en ese momento y cuando la encontré ya estaba muerta. Por eso Leticia, tuvo una vida miserable en un orfanato. ¡Todo esto es por tu madre!"

Rihannan apretó sus labios, recordando de repente lo que su madre le dijo.

Puso a Rihannan en su regazo. Acariciando su cabello plateado y hablando consigo misma, dijo: |Es mejor ser infeliz a su lado que estar separada y no conocerlo nunca. No me arrepiento de nada...|

Rihannan se mordió el labio.

"Si sientes pena por ella, aliméntala, vístela y dale un techo con tu propio dinero, ¡No con el de mi madre!"

"¿Cómo te atreves a hablarle de esa manera a tu padre..."

"No, nunca has sido un padre para mí. Al menos que recuerde."

Rihannan estaba afligida.


***


"Rihannan, ¿Podrías pedirle como Reina que deje entrar a Leticia al palacio?"

Y así ella lo hizo, queriendo ganarse sus alabanzas.

Después de un año de matrimonio entre Rihannan y el Rey, se extendieron rumores en la corte de que no había noticias de embarazo, porque no se llevaban bien. Además, los escandalosos rumores de que el Rey se enamoró a primera vista de la bella apariencia de Leticia en el baile real, a donde fue invitada por su hermana, Rihannan.

Y un día, su padre acudió a la luchadora Rihannan pidiéndole un favor.

"Eres la Reina del reino y aún no has tenido un hijo con el Rey. ¿No sería bueno que tu hermana pudiera hacerlo en tu lugar? Además, considerando el estatus de Leticia, sería difícil para ella tomar tu posición. No tendrás nada de qué preocuparte. Si cooperas adecuadamente con Leticia, todo será mejor y tu posición como Reina se verá aún más consolidada."


***


"Nunca has sido un padre para mí..."

Ella quería ser amada, quería su amor, caminar a su lado y que sostuviera sus pequeñas manos, que le enseñara cosas, que la mantuviera a salvo del mundo espantoso, que la guiara, que hiciera las cosas que un padre debería hacer... Pero todo lo que hizo fue dejarle cicatrices y preguntas que la perseguían por la noche.

Rihannan buscó esa clase de amor en su Padre. Ella luchó tanto para recibir un pedazo de su amor, pero el resultado final fue su perdición...

Y entonces decidió que no amaría más. No será la hija que rogará a su padre por una relación. Se merecía algo mejor que esto. Si es un amor que nunca recibirá, entonces se deshará de todo lo que queda de él.

"Lo diré otra vez, sácala de la casa. Ahora mismo. O haré que un sirviente la arrastre hacia afuera."

"Cómo te atreves..."

Ante la advertencia de Rihannan, el Conde se puso frenético.

Le gritó al viejo mayordomo que estaba a su lado.

"¡Jeffrey! ¡Agarra a esa niña y enciérrala en su habitación ahora mismo! No puedo soportar verla hablándome de esa manera. ¡No puedo creer que haya criado a una niña así! ¡Tendré que darle una buena paliza!"

Pero sus órdenes fueron recibidas en silencio. No hubo respuesta del viejo mayordomo, sólo miraba fijamente al Conde.

"Jeffrey, ¿Qué estás haciendo? ¿No me has escuchado?"

El viejo mayordomo sacudió ligeramente la cabeza.

"Pero Conde, según los documentos, es bastante obvio que la dueña de esta mansión es la Dama."