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lunes, 2 de enero de 2023

enero 02, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 447

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 447. También Lo Odio (2)



'¿El asunto a discutir podría estar a un nivel similar al del nido?'

Pensé mientras lo miraba con curiosidad. Sin embargo, el asunto era más serio de lo que esperaba.

"Es un problema relacionado con el fenómeno de la disminución del maná."

Heinley había evitado este tema todo lo posible, incluso después de que descubrí su implicación en el fenómeno de la disminución del maná. Confesó su responsabilidad, pero eso fue todo. Tampoco hice más preguntas.

Era la primera vez que sacaba este tema por su cuenta, por lo que, naturalmente, me puse nerviosa.

"¿Qué pasó?"

"Como Reina sabe, yo no provoqué el fenómeno de la disminución del maná. Lo que hice fue acelerarlo un poco."

No creo que lo haya acelerado sólo 'un poco'.

"Lo sé."

Sin embargo, simplemente asentí. Decidí dejar pasar su pequeña excusa esta vez. Lo importante ahora no era si lo había acelerado poco o mucho.

"Las piedras de maná son necesarias para provocar el fenómeno de la disminución del maná. Así que en cuanto renuncié a la guerra, con la ayuda de mi tribu y de los caballeros clandestinos, recuperé todas las piedras de maná que eran fáciles de obtener."

"Ya veo."

"Pero no todas las piedras de maná han sido recuperadas. De hecho, no es posible recuperar en pocos días todas las piedras de maná que hemos estado ocultando durante años."

"Entonces..."

"El Emperador Sovieshu parece haber deducido tras el incidente del Collar de Maná que el fenómeno de la disminución del maná está relacionado con las piedras de maná. Ha prohibido temporalmente el uso de piedras de maná a los magos de su país y de la academia."

"¿Qué tan malo es?"

"Dado que tiene sospechas, continuará con la investigación en esa dirección. Incluso los eruditos de la academia cooperarán."

No lucía bien. Sin darme cuenta, había entrelazado mis manos, por lo que Heinley levantó las cejas y puso una mano sobre las mías.

"No tienes que preocuparte demasiado, Reina."

"Pero si te descubren..."

"Es por eso que te lo cuento ahora, Reina."

"¿?"

"Hay más piedras de maná que necesito recuperar para evitar ser descubierto."

"Ah."

"Así que yo..."

"Está bien. Dímelo."

"Puede que deba marcharme por unos días."

¿No lo veré durante varios días?

"¿No será peligroso?"

"Estaré bien."

Mientras lo miraba con preocupación, Heinley también puso su otra mano sobre las mías y las apretó.

"Lo siento, Reina. No quería que te vieras involucrada por estar a mi lado."

Sacudí la cabeza. Debería ser yo quien más lo lamentara. En vez de mirarlo a los ojos, miré al suelo. Sentía la boca seca.

Si Heinley no hubiera renunciado a la guerra por mí, no habría tenido que recuperar las piedras de maná... no le había dejado otra opción.

"Lo siento de verdad, Reina. No estés nerviosa. De todos modos, no estaré demasiado lejos mientras el Emperador Sovieshu permanezca aquí."

***

Cuando Heinley me habló del problema relacionado con el fenómeno del maná, lo lamenté tanto que no pude pensar en los inconvenientes que se derivarían de su ausencia.

Una vez que volví a mi oficina y me senté en el escritorio, me vino a la mente el hecho de que, mientras Heinley estuviera ausente, el canciller y yo tendríamos que dividirnos sus tareas.

Podría darse el caso de que me lo impidieran por estar embarazada, pero ¿y si tuviera que lidiar con ello?

He cumplido con mis deberes de emperatriz desde que estaba en el Imperio Oriental, por lo que, incluso después de llegar aquí, pude adaptarme sin mucha dificultad.

Las veces que Sovieshu estuvo fuera para realizar inspecciones, tuve que trabajar un poco más de lo habitual. Sin embargo, nunca abandonó su puesto de forma inesperada ni durante mucho tiempo. Antes de marcharse, Sovieshu se ocupaba de las tareas que podían realizarse con antelación.

Pero dado que el caso de Heinley era diferente, resultaba difícil determinar con certeza cómo manejarlo. No sabía cuántas piedras de maná no se habían podido recuperar, pero por el matiz de sus palabras no parecía que fuera a marcharse sólo una o dos veces ni cuántos días serían...

"Su Majestad."

"..."

"Su Majestad Navier."

¿Cuánto tiempo estuve sumida en mis pensamientos? Fue la voz de uno de mis ayudantes al otro lado de la puerta lo que me hizo despertar.

Cuando hice sonar un par de veces la pequeña campana sobre el escritorio, mi ayudante entró rápidamente. Sostenía en sus manos una bonita caja dorada con una expresión incómoda.

"Su Majestad. El Emperador Sovieshu me pidió entregar esto a la Emperatriz."

La caja era de tamaño medio.

¿Sovieshu me envió esto? Mientras mantenía una cara inexpresiva para ocultar mi desconcierto, mi ayudante dejó la caja sobre el escritorio. Cuando le indiqué que saliera, se inclinó torpemente.

Tan pronto como salió mi ayudante, arranqué el envoltorio inusualmente brillante, dejando al descubierto una elegante caja de madera marrón oscura.

Al abrir la tapa, encontré una tela suave color crema en el fondo de la caja junto con tres melocotones grandes colocados encima. También había una nota roja en el borde interior de la caja.

— Los compré pensando en ti.

Puse la tapa en su sitio y me llevé la mano a la frente. Sabía que se había vuelto loco, pero quedé atónita al descubrir que se había vuelto más loco de lo que pensaba.

Me había preocupado inútilmente por las duras palabras que le dije anoche. Actuó como si estuviera profundamente arrepentido, pero ¿me envía melocotones al día siguiente? ¿Se está burlando de mí?

Enfurecida, arranqué una hoja de papel de la primera libreta a mi alcance y vertí allí mi ira con una tosca caligrafía.

***

La caja fue devuelta a Sovieshu.

Fue traída por el ayudante de Navier. Con una educada disculpa, diciendo que lo apreciaba mucho, pero que había razones por las que no podía aceptarlo.

En cuanto el ayudante de Navier se marchó, Sovieshu abrió la caja. Aunque pensó que no la aceptaría sinceramente, se la quedaría de todos modos por respeto entre países vecinos. Le entristeció un poco que la hubiera devuelto de inmediato.

Desde su infancia había tenido peleas con Navier, pero nunca habían llegado a ser serias. Por esa razón, no sabía cómo disculparse por el repentino odio de Navier, el cual era enorme.

'Navier ni siquiera ha querido hablar conmigo...'

Mientras observaba deprimido los melocotones intactos en la caja, Sovieshu notó un trozo de papel arrugado junto a la nota roja que había enviado. Una vez que sacó el papel y lo desdobló, vio varias frases escritas toscamente.

— ¿Cuántas horas han pasado desde que te hablé claramente? Si te sientes aunque sea un poco arrepentido, deberías irte. Eres realmente desvergonzado.

'¿Hace cuántas horas?'

Sovieshu no tenía ni idea de que el Sovieshu de la noche se había reunido con Navier.

Esta mañana había visto la nota dejada por el Sovieshu de la noche en la que preguntaba si quería que murieran juntos, pero nunca pensó que fuera porque se había encontrado con Navier.

Sovieshu sacó la nota dejada por el Sovieshu de la noche para examinarla, luego arrugó el papel en su mano.

¿Morir juntos? ¿No es él quien lo arruina todo cada vez que sale? Parece que hubo una conversación importante. ¿No debió al menos contarme acerca de lo que se habló? Para empezar, ¿no es su culpa que Navier nos trate con tanta frialdad? ¿No fue él quien se divorció arbitrariamente de Navier a pesar de ser un buen matrimonio?

'... Lo odio.'

***

martes, 27 de diciembre de 2022

diciembre 27, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 446

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 446.  También Lo Odio (1)


Salí al jardín antes de lo habitual porque quería dar un paseo por la mañana.

Mientras caminaba sumida en mis pensamientos, estuve a punto de caerme al tropezar con una piedra, pero Mastas se apresuró a ayudarme.

"Su Majestad, ¿está bien?"

Mastas preguntó con preocupación, después de ayudarme a recuperar el equilibrio.

"Estoy bien."

"No tiene buen semblante."

"Mi estado de ánimo no es el mejor."

"Ah, es porque es muy temprano..."

Aunque mis damas de compañía me ayudaron a cavar una trampa para atraer a Sovieshu. Mis damas de compañía no eran conscientes de las implicaciones de los rumores que habían difundido.

Lamentaba no poder ser honesta con ellas, pero no tenía elección. El asunto del fenómeno de la disminución del maná parecía tan altamente confidencial que pocos funcionarios del Imperio Occidental lo conocían.

Mastas... puede que lo sepa. Aunque era mi dama de compañía, también era un caballero de Heinley. Sin embargo, mis otras damas de compañía sin duda difundieron rumores sin saber la verdadera razón.

A mis damas de compañía sólo les dije, "creo que Sovieshu ha venido a verme con un mal propósito. Tendré que lastimarlo un poco para que se marche."

Por supuesto, mis damas de compañía no dudaron en arremangarse para ayudarme.

La Condesa Jubel, que estaba usando su abanico como si hiciera calor, dijo,

"Las palabras que uno dice para lastimar a otra persona, también lo lastiman a uno mismo. Aunque no se cumple en algunos casos, como el de mi esposo y yo, suele ser cierto."

Laura añadió con un suspiro,

"La Condesa Jubel y el Conde Jubel hacen muy buena pareja, no sé por qué se llevan tan mal."

"Laura. No olvides que tengo un abanico en la mano. Podría golpearte en la boca con este abanico."

Mientras oía discutir a la Condesa Jubel y a Laura, me detuve frente a la fuente y metí la mano en el chorro de agua disperso.

'Las palabras que uno dice para lastimar a otra persona, también lo lastiman a uno mismo...'

Tal vez sea por eso. Cuando le hablé fríamente a Sovieshu, pude sentir que cada palabra que le decía lo lastimaba y al mismo tiempo me sentía incómoda. Sobre todo porque la persona a la que le hablé fue al Sovieshu de 19 años.

***

Tras mi paseo, me dirigí directamente a mi oficina en un estado ambiguo, ni aliviada ni más incómoda.

Mis damas de compañía se fueron una tras otra para ocuparse de sus asuntos, sólo el Vizconde Langdel y otros dos caballeros seguían a mi lado.

Sin embargo, estos tres también se fueron en cuanto entré en la oficina, quedándome completamente sola en un espacio lleno de olor a papel y tinta.

Por suerte, me sentí mucho mejor cuando todo quedó en silencio. Una vez que pude enterrar mi cara en el interior de un libro y olerlo, me tranquilicé más.

"Uff..."

Tras exhalar, me quité el libro de la cara y lo cerré. Justo entonces, oí un leve 'toc' proveniente de la ventana.

Cuando volteé la cabeza sorprendida, al otro lado de la ventana estaba...

"¿Reina?"

Heinley, que estaba convertido en pájaro, tenía la boca muy abierta.

'... ¿Vio lo que acabo de hacer?'

Avergonzada, me apresuré a dejar el libro donde estaba y corrí hacia la puerta para escapar mientras oía los golpes de su pico contra la ventana.

Cuando estaba a punto de irme, miré hacia atrás y noté que Heinley no paraba de golpear la ventana con su pico para que le abriera.

No puedo hacerlo. Si le abro ahora, volverá a su forma humana y se burlará de mí.

Al sacudir la cabeza, Reina adoptó la actitud de una víctima, con los ojos bien abiertos. Luego se encorvó con una mirada lastimera y batió débilmente sus alas.

Aun así, continué sacudiendo la cabeza, por lo que Reina de repente se tocó la frente con las alas, se tambaleó e incluso simuló desplomarse en el alféizar de la ventana.

Al final, me acerqué a la ventana y la abrí. Reina entró inmediatamente y voló feliz por la habitación.

"¿Qué te hizo venir aquí así?"

Pregunté fríamente para ocultar mi vergüenza.

"¿No estás trabajando? Tienes que trabajar, no hay tiempo para andar con estos juegos."

Heinley simuló sacudir los hombros mientras se reía, a continuación corrió las cortinas de la ventana con el pico y volvió a su forma humana para responder.

"Vine porque quiero mostrarte algo. Además, hay algo sobre lo que necesito consultarte."

"¿Qué es?"

"Primero tienes que ver lo que quiero mostrarte."

Heinley agarró las cortinas de la ventana con una amplia sonrisa.

"Te esperaré aquí afuera, ¿puedes seguirme, Reina?"

Una vez que asentí, Heinley se convirtió en pájaro, abrió la ventana con el pico y salió volando.

Entonces batió las alas frente a la ventana como diciendo 'por aquí'. ¿Qué será? No podía imaginarlo, pero de todos modos salí y rodeé el edificio para acercarme a Reina.

Reina, que volaba en círculos, me hizo una señal para que la siguiera y empezó a volar hacia alguna parte.

Heinley voló por el sendero estrecho que había detrás del edificio donde se encontraba la sala de veladas. Después de caminar por el estrecho sendero durante un rato, el espacio se abrió en un instante para revelar una amplia zona llana.

No había ni un solo edificio con paredes y techos en la zona llana, pero, curiosamente, unos anchos pilares se hallaban esparcidos en el lugar.

'¿Por qué me trajo aquí?'

Aunque soy de mente abierta, ¿qué querría que viera en esta zona? Mientras miraba a mi alrededor con desconcierto, Reina voló hasta lo alto de uno de los pilares y señaló algo con las alas.

Me quedé mirándolo mientras me preguntaba qué era eso...

"¿Es un nido?"

Parecía un nido hecho de ramas entrelazadas. Como si hubiera oído mi murmullo, Reina asintió y se posó en el nido con los ojos entrecerrados. Una sonrisa se dibujó en su cara.

"No puede ser. ¿Me trajiste hasta aquí sólo para presumir tu nido?"

Ni siquiera podía ver bien el nido desde donde estaba. Sólo que los bordes del nido y el pilar estaban repletos de joyas....

Cuando pregunté sorprendida, Reina saltó del pilar y se metió en unos matorrales. Al cabo de un rato, salió en su forma humana vestido con unos pantalones negros y una camisa blanca.

"Un nido para nuestro bebé, Reina."

"..."

"¿Qué te parece? Reina. ¿Te gusta?"

La mirada de Heinley al hacer la pregunta parecía muy orgullosa, así que no podía contestarle si estaba loco.

Sin embargo, no podía decir que me gustaba aunque fueran palabras vacías, así que tenía que encontrar la manera de hacerle entender que 'no me gustaba'.

"¿No es demasiado... alto?"

A decir verdad, no me gustaba en absoluto. ¡¿Quiere que nuestro bebé duerma en esos trozos de madera?!

"Es normal. A los bebés de nuestra tribu les encantan los sitios altos, Reina. Los bebés más valientes hacen berrinches para que sus nidos sean construidos en sitios muy altos."

"Si se cae—"

"Volará."

"... Si el bebé se cae de ahí, morirá. Ni siquiera los pájaros pueden volar cuando son bebés."

"Los pájaros de nuestra tribu aprenden a volar más rápido que los pájaros normales, Reina. Aprenden a volar antes que a hablar, así que no tienes de qué preocuparte."

Hizo un nido en un pilar más alto que yo, ¿cómo quiere que no me preocupe? ¿No es absurdo?

Pero si me enojo ahora, podría parecer que no comprendo mucho sobre la tribu cabeza de pájaro.

Entonces... ¿debería aceptar que nuestro bebé durmiera en un sitio tan alto? No quería eso.

Como si no pudiera soportarlo más, la mirada orgullosa de Heinley se borró y su estado de ánimo cambió a uno más serio.

"Por otro lado, Reina. Hay cosas que deberíamos discutir seriamente."

"Creo que esto también requiere una discusión seria."

"¿Hay más decoraciones que quieras añadirle?"

"El problema no es la decoración..."

¡Es alto! ¡Muy alto! ¡Demasiado alto!

Me dolía la cabeza. Gracias a esto, desapareció el sentimiento de culpa por haberle dicho deliberadamente cosas crueles a Sovieshu.

Al cabo de un rato suspiré, me senté en una roca que me llegaba a las rodillas y pregunté.

"¿De qué quieres hablar seriamente?"

sábado, 24 de diciembre de 2022

diciembre 24, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 52

Capítulo 52. Fiesta De Pareja (2)


¿Estará bien vestirme así?

Annette miró detenidamente su vestido. El vestido, de tela azul de alta calidad salpicado con polvo de diamantes, brillaba como una estrella en el cielo nocturno. Llevaba el cabello rubio trenzado a un lado y decorado con un ramillete de rosas azules. Los tonos eran suaves, pero los detalles le daban un aspecto bastante colorido. Parecía un vestido adecuado para reunirse con el benefactor de Raphael.

Le dije que fuera primero.

Aunque había aceptado asistir a la fiesta a petición de Raphael, le resultaba incómodo estar sola con él en el carruaje. Ella siempre se volvía débil cuando se trataba de Raphael, con quien había estado casada durante cinco años en su vida anterior. Si él no la hubiera cuidado cuando estuvo enferma en su vida anterior, ella lo habría dejado hace mucho tiempo. Ella temía que si volvía a acercarse mucho a Raphael, se enamoraría de él.

Por eso Annette le sugirió que fueran por separado. Afortunadamente, Raphael no tenía experiencia en asistir a una fiesta de pareja, así que aceptó con agrado su petición. 

Seguramente ya había llegado al baile. Pero ella no podía ver a Raphael. Un hombre con un aspecto tan prominente como él debería ser fácil de encontrar.

"¿Annette Bavaria?"

Justo entonces, alguien gritó su nombre. Ella parpadeó al mirar al extraño caballero. El hombre, que vestía un traje azul oscuro y llevaba un bastón de caoba en una mano, parecía bastante mayor. Pero su barba bien cuidada y su sólida complexión corporal le daban un aspecto muy sofisticado.

"Oh, puedo notar que no sabes quién soy. Suelo estar mucho tiempo en el extranjero. Soy el Conde Harold Evans. Es un placer conocer a una gran dama como usted."

El caballero que se presentó fue muy cortés a pesar de su edad. Annette tuvo una impresión muy positiva de Harold por eso. Ella agarró suavemente las manos de Harold.

"Oh, así eres el Conde Evans. He escuchado hablar mucho de usted. Soy Annette Bavaria Carnesis."

Harold Evans era considerado como el hombre más misterioso entre la generación anterior de Annette. Nadie sabía exactamente sobre su vida en detalle o qué asuntos hacía en el extranjero. Pero todos los rumores sobre Harold eran asombrosos. Había perseguido a traidores, atrapado a muchas personas que habían escapado a otros países tras cometer delitos graves, entre otros.

Aunque Harold ya estaba retirado, el misterio que le rodeaba no se desvanecía. Así que Annette miró a la vieja leyenda con ojos brillantes. Al ver esto, a Harold casi se le escapa una risita de la boca.

"Eres más encantadora de lo que pensaba. Si fuera veinte años más joven, le habría hecho competencia a Raphael. Desgraciadamente no es el caso. Es bastante desafortunado."

"¿Conoces a mi esposo?"

"Sí, lo conozco. Te contaré un secreto."

Harold le dijo con voz baja, mirando a su alrededor. Annette quedó cautivada por su misterioso comportamiento y, sin darse cuenta, se inclinó más hacia él para escucharle. Entonces Harold, con semblante serio, le susurró al oído.

"Es un secreto que nunca he contado a nadie. Yo cambié las mantas en las que él se orinó."

"Raphael se orinó en la cama. ¿Perdón?"

"Era bastante adorable en aquel entonces. Ni siquiera podía decir que se había orinado, pero lloraba y se agarraba los pantalones. En aquellos tiempos, me esforzaba mucho para que no se me levantaran las comisuras de los labios. ¡Ja! No esperaba que esa cosita tan adorable se convirtiera en un tipo tan malo y aburrido. ¿Quién lo iba a decir?"

Harold fingió estar decepcionado. Al principio, Annette se alarmó ante la chocante revelación de Raphael. Pero pronto una sonrisa apareció en su rostro. En la memoria de Annette, Raphael siempre había sido un hombre grande, violento y egoísta. No podía creer que Raphael se hubiera orinado en las mantas cuando era joven. 

Annette, que había escuchado la historia de Harold, se dio cuenta de algo.

"Señor Evans, usted debe de ser el benefactor de Raphael, ¿verdad?"

En lugar de contestar, Harold se puso un dedo en los labios sonrientes. Annette se sintió rápidamente más cómoda con él. De algún modo, acabó encontrándose primero al benefactor de Raphael, de todos modos había asistido a una fiesta para conocer a Harold. Annette sintió que había cumplido pronto con la tarea de hoy, así que se relajó mentalmente. Harold, que estaba analizando las expresiones de Annette, cambió repentinamente de tema.

"¿No es una persona muy mala?"

"¿Qué?"

"No es honesto, es muy orgulloso y demasiado arrogante. Es casi como un erizo. Primero hace daño a los demás para que no le hagan daño a él. Es un tipo malo. "

Annette no sabía qué decir, así que se limitó a sonreír. De repente, el propio benefactor de Raphael empezó a hablar mal de él. Pero ella no podía refutar nada porque todo era cierto. Harold, que miró las pupilas temblorosas de Annette, se encogió de hombros.

"Si te hace enfadar, divórciate de él. Aún eres joven. No tienes por qué vivir con un tipo tan desagradable. Si estuviera en tu lugar, lo abandonaría sin mirar atrás. Así él entrará en razón."

Annette no sabía que la especialidad de Harold era exagerar deliberadamente sus declaraciones y poner a prueba las reacciones de la gente. Harold observó cómo la expresión facial de Annette cambiaba en cuestión de segundos mientras maldecía a Raphael. Vio cómo sus delicadas cejas se fruncían un poco. Pronto, Annette habló en defensa de Raphael.

"No es una mala persona. Sólo es.... un poco testarudo."

Ella se sentía mal cuando escuchaba a otras personas hablar mal de Raphael. Annette recordó la cara sincera de Raphael cuando le dijo: 'Quiero presentarte a mi benefactor'. Harold era tan importante para Raphael que incluso había doblegado su orgullo y le había dicho 'por favor'. Sin embargo, cuando conoció a Harold, éste habló muy mal de Raphael. Así que Annette estaba muy disgustada.

Pero pelearse con Harold aquí tampoco era una buena opción. Después de todo, Raphael lo consideraba su benefactor, así que se sentiría herido si ella peleaba con él. Ella decidió terminar rápidamente con esta incómoda conversación para alejarse de Harold. Le preguntó en tono suave con una sonrisa.

"¿Por casualidad sabes dónde está mi esposo? Quiero saludarlo."

Harold no contestó inmediatamente. Annette sabía cómo evitar conflictos innecesarios sin dejarse influir por sus propias emociones. Era una actitud que no correspondía en absoluto a su edad. Al menos eso le pareció a Harold. Él se acarició lentamente la barbilla y señaló a alguna parte. Era un balcón cubierto con gruesas cortinas.

"Gracias."

Annette respondió cortésmente y se dio la vuelta para ir hacia allí. Justo cuando estaba a punto de moverse, un consejo de Harold llegó desde atrás.

"Si yo fuera tú, no entraría ahí ahora."

¿De qué está hablando ahora? Annette le devolvió la mirada, pero Harold se limitó a sonreír vagamente. No parecía que preguntándole fuera a obtener respuestas. Annette se dirigió hacia el balcón donde acechaba una bomba.

Normalmente, en estas fiestas la gente salía al balcón, por lo que los anfitriones ponían cortinas para darles algo de intimidad. Y a veces en esos lugares solían producirse apasionados encuentros secretos entre una pareja o amantes secretos.

Por supuesto, era poco probable que Raphael hiciera algo así, pero también era algo que ella no podía asegurar completamente.  Después de todo era un hombre muy atractivo. Un hombre con un físico que llamaba la atención de muchas mujeres. Annette se sintió más decidida a ir al balcón que Harold le había indicado. Al escuchar el sonido de la conversación que se filtraba a través de la cortina, estaba claro que Raphael estaba allí dentro.

Sin embargo, lo estaba pasando era muy distinto a lo que Annette esperaba.

"...Ahora es mi mujer. Así que, por favor, quita tus ojos de mi esposa. Cada vez que Su Alteza se pasea alrededor de ella como un perro en celo, mi lealtad hacia usted vacila."

La voz de Raphael que venía del interior era tan fría como el acero. La boca de Annette se abrió sola al escuchar sus comentarios. Alguien a quien Raphael llamaría Su Alteza y le diría que apartara los ojos de su mujer... Sólo había una persona en todo Deltium que reunía esas dos condiciones.

¿Está con Su Alteza, el Príncipe Ludwig?

Annette palideció de asombro.

sábado, 10 de diciembre de 2022

diciembre 10, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 445

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 445. Lo Odio (2)



Mi voz sonó un poco más fría de lo habitual.

Sovieshu se detuvo en seco y sus hombros se pusieron rígidos. Incapaz de relajarse en ese estado, se giró lentamente hacia mí.

Su rostro se veía oscuro porque estaba de espaldas a la ventana iluminada por la luna, lo que dificultaba leer su expresión.

Curiosamente, sólo sus labios apretados eran visibles en la oscuridad.

A medida que Sovieshu se me acercaba, su mirada también se volvía gradualmente capaz de leer.

Su mirada parecía preguntarme, '¿Por qué estás aquí?'

"Navier. Yo..."

Al acercarse, abrió la boca con vacilación.

No me moví y corté deliberadamente sus palabras desde el principio.

"¿No viniste a disculparte? ¿No viniste a asegurarte de que estaba bien? Por lo visto, también se te da bien mentir."

Ya lo había planeado. No había atraído a Sovieshu hasta aquí porque quisiera escuchar sus excusas. Intentaba crear una situación en la que sus mentiras quedaran al descubierto y se arrepintiera.

Quería que se marchara sintiéndose culpable y avergonzado. Incluso si no se marchara de inmediato, no sería capaz de andar por ahí a sus anchas.

"Navier."

Sovieshu sacudió la cabeza apresuradamente y me llamó por mi nombre.

Lo ignoré, me di la vuelta y agarré el pomo de la puerta.

Pero antes de que pudiera abrir la puerta, una mano se acercó por detrás y presionó ligeramente la puerta.

"Espera, Navier."

Al girar la cabeza inexpresivamente, vi unos ojos perturbados y unos labios temblorosos.

"¿Qué estás haciendo?"

"Navier. Vine aquí para..."

"Para investigar sobre el fenómeno de la disminución del maná. Su Majestad lleva tiempo sospechando del Imperio Occidental en ese asunto."

"Navier. Por favor."

Al ejercer fuerza con sus dedos, sus uñas chocaron contra la puerta, lo que produjo un chirrido.

Sus dedos, cuyas uñas se habían vuelto blancas por la presión, temblaban más que sus labios hace un momento.

"¿Quieres que sea realmente honesta? Su Majestad había dicho que había venido a disculparse, así que tenía un poco de esperanza."

Me quedé mirando su mano mientras le mentía.

"Jamás volvería. Aún así, estaba dispuesta a perdonar a Su Majestad."

Saqué un pañuelo del bolsillo, cubrí su mano y la apreté.

Aunque no se la apreté con fuerza, Sovieshu bajó su mano indefenso.

"Navier."

Su voz sonaba húmeda como un pañuelo sacado del agua. Podría estar llorando, pero de todos modos giré la cabeza y miré hacia la puerta mientras hablaba.

"Creía que el Sovieshu de 19 años era diferente. Parece que estaba equivocada."

"Sólo porque me preocupe por el fenómeno de la disminución del maná no significa que no me arrepienta de lo que te hice."

Cuando abrí la puerta sin responder, el Comandante de los Caballeros de Sovieshu me miró con los ojos bien abiertos.

Por su expresión, el Comandante de los Caballeros de Sovieshu también parecía preguntarse, '¿Por qué está Su Majestad aquí?'

Detrás de mí, Sovieshu se apresuró a decir,

"Por favor. Navier. Lo sabes bien. Sólo porque ame al Imperio Oriental no significa que no te ame. Sólo porque me preocupe por el fenómeno de la disminución del maná no significa que no me preocupe por ti."

"Lo sé. Nunca te importé tanto como Rashta, ¿cierto?"

Podía darme cuenta de que cada vez que hablaba era como si le clavara un cuchillo afilado en el corazón.

Recordé que el Vizconde Langdel me había dicho que Sovieshu le había dado un puñetazo a un borracho que habló mal de mí. Recordé que Sovieshu había enviado a Evely en cuanto fui herida gravemente. Recordé sus ojos oscuros cuando nuestras miradas se cruzaron al pasar en el carruaje.

Tal vez Sovieshu estaba realmente preocupado por mí como había dicho. Una persona puede responder a diferentes sentimientos al mismo tiempo.

Podría estar preocupado por mí como lo está por el fenómeno de la disminución del maná. Sin embargo, que ese sea el caso no significa que ambas tengan el mismo peso.

En mi opinión, la preocupación de Sovieshu por mí era leve. Estaba muy por detrás de su prioridad.

Eso me hizo enojar. No porque su preocupación por mí fuera pequeña, sino porque trató de ocultar su propósito poniendo por delante esa pequeña preocupación.

Si viniste aquí con un propósito, debiste dejarlo claro. No fingir que lo lamentas, no fingir que sufres, ni fingir que te arrepientes para tus propios intereses.

"Navier, no es así. Lo sabes. Me conoces bien."

"No te conozco."

"Navier..."

"No sé nada de ti. A quien creía conocer no se le ocurriría deshacerse de mí por estar enamorado de otra mujer."

"¡!"

No oí nada más detrás de mí.

Inmediatamente di media vuelta y me alejé por el pasillo. Ni siquiera mencioné que no había secretos que buscar en aquella habitación en la que Sovieshu se había escabullido. Estaba segura de que se daría cuenta sin necesidad de decírselo.

Con cada paso que daba, un suave taconeo resonaba por el suelo oscurecido. El Vizconde Langdel me esperaba al final del pasillo y, en cuanto aparecí, inclinó la cabeza tranquilamente.

"¿Terminó de hablar?"

"Vámonos."

Caminé adelante y él me siguió con cautela.

Nunca volteé la cabeza hasta que llegué a mi habitación.

***

De vuelta en su residencia temporal, Sovieshu cerró los ojos y se golpeó la cabeza contra la pared en cuanto cerró la puerta.

Aunque quería beber, ¿no hará el alcohol que reaparezcan las alucinaciones de Navier?

Sovieshu, que tenía una mano sobre su pecho, se inclinó y se mordió los labios con fuerza.

Se deslizó lentamente por la pared, con la mandíbula apretada para reprimir los gritos de dolor. Sentado en el suelo, derramó lágrimas mientras también reprimía el llanto.

Quería volver atrás en el tiempo.

'Dos años, no, sólo un año. Desearía poder volver atrás un año.'

Fue injusto. No había venido al Imperio Occidental por voluntad propia, no había venido a investigar el fenómeno de la disminución del maná con la excusa de disculparse con Navier, así que consideraba injustas todas las palabras pronunciadas por Navier.

Esto le hizo arrepentirse aún más de lo que le había hecho a Navier. Podía imaginar lo injusto que debió de ser para Navier que su hermano fuera acusado falsamente y desterrado. Lo injusto que debió ser que sospechara que ella había difundido extraños rumores sobre Rashta. Lo injusto que debió de ser cuando envió regalos a Rashta en nombre de Navier y los nobles murmuraron al respecto.

"Navier..."

Cuando abrió los ojos tras golpearse el corazón con los dientes apretados, vio a Navier sentada en la cama.

Estaba sentada en una posición cómoda y lo miraba con ojos que decían, "¿Qué estás haciendo?"

Cuando extendió la mano, ella sonrió y desapareció.


Sovieshu se levantó apoyándose en la pared y se acercó tambaleándose a la cama.

Tan pronto como se tiró en la cama, cerró los ojos y se metió entre las sábanas.

Mientras se aferraba a las sábanas y respiraba con dificultad, su ira, que no tenía un objetivo, estalló en una nueva dirección.

"Maldito crío."

El nuevo objetivo de su ira era su yo del día, el joven de 19 años que sólo causaba problemas sin tener malos recuerdos. 

Sovieshu se dirigió a su escritorio, arrancó una hoja en blanco, tomó una pluma y destapó el frasco de tinta.

[¿Qué quieres conseguir? ¿Vamos a morir juntos siendo odiados por Navier? ¡¿Estás loco?!]

Tras dejar la carta sobre el escritorio, Sovieshu salió al pasillo y ordenó llamar al Marqués Karl.

Al cabo de un rato, el sirviente trajo al Marqués Karl medio dormido.

Sovieshu, que hizo pasar al Marqués Karl a la habitación, señaló con el dedo la carta escrita por su yo del día y ordenó.

"Deshazte."

Desconcertado, el Marqués Karl se acercó con vacilación y recogió la carta.

Parecía indeciso sobre si debía romperla o no.

Sovieshu le arrebató la carta y le dio frías instrucciones.

"No te estoy pidiendo que te deshagas de esto."

Una mano grande le dio una palmada en la cabeza.

"Encuentra la manera de deshacerte de aquel que aparece en el día."

"¡!"

***

martes, 6 de diciembre de 2022

diciembre 06, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 444

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 444. Lo Odio (1)



Una vez que la sirvienta dejó la comida en el salón, la puse en el carrito y la llevé al dormitorio.

Heinley salió del baño mientras le esperaba después de poner los platos en la mesa. Estaba un poco sonrojado, pero actuó como si no hubiera pasado nada, se acercó tranquilamente y se sentó frente a mí.

Temía que se sintiera avergonzado, así que saqué un tema serio de inmediato.

"Heinley. Hoy fui a ver al amigo del Gran Duque Kapmen y me encontré con Sovieshu."

Heinley respondió mientras retiraba la tapa plateada de la comida y la dejaba a un lado.

"Ya lo sabía. No pude mantener vigilado al Emperador Sovieshu hoy, así que le pedí a un amigo que lo hiciera por mí."

"¿Un amigo?"

"Un pájaro."

"¿De la tribu... pájaro?"

"Sí."

Me había parecido extraño que no estuviera siendo vigilado. No esperaba que lo estuviera haciendo un miembro de la tribu cabeza de pájaro. Ahora que lo pienso, era el vigilante más apropiado.

No sería difícil que conociera toda la situación.

"¿Sovieshu salió a investigar sobre el fenómeno de la disminución del maná?"

"No parecía ser el caso."

"¿En serio?"

"Anduvo por lugares completamente ajenos, como si sólo hubiera salido a despejar la mente."

¿De verdad...?

"Reina, no tienes que preocuparte. Lo mantendré vigilado en todo momento."

"Es bueno oír eso."

"¿Qué hay de Reina? ¿Aprendiste más sobre tu magia hoy? ¿Fue útil?"

Las comisuras de los labios de Heinley, que había hecho una serie de preguntas, se curvaron de repente.

"¿Fue engañado por la actuación de Reina?"

"No salió como esperaba."

"Jajaja, ¿vio a través de la actuación de Reina?"

¿Qué demonios está tratando de insinuar? Después de mirarlo con ojos feroces, Heinley tosió y cambió rápidamente su discurso.

"No dudo de que haya sido engañado por tu increíble actuación."

"No creo que eso sea lo que querías decir."

"Sí, eso es lo que iba a decir."

"No, no es así."

"Reina, ¿no confías en mí?"

"Tanto como tú no confías en mis habilidades de actuación."

"..."

Heinley, que se había quedado sin palabras mientras lo miraba fijamente, se apresuró a comer un trozo de la carne de cangrejo de su plato y, de repente, fingió sobresaltarse y exclamó, "¡Ah!"

"Por cierto, Reina. He oído una cosa extraña."

"¿Estás intentando cambiar de tema?"

"No, realmente lo acabo de recordar. Es una cosa muy extraña..."

"¿Qué es?"

"Las damas de compañía de Reina han estado difundiendo extraños rumores... ¿podría ser que Reina ordenara hacer eso?"

"¿Quién te ha dicho que mis damas de compañía difunden rumores extraños?"

"En condiciones normales, nadie lo sabría. Soy una pequeña excepción. ¿No hay un dicho que dice que los pájaros escuchan en el día?"

<< Nota: El dicho completo es 'los pájaros escuchan en el día mientras que las ratas escuchan en la noche'. En nuestro idioma este dicho sería, 'las paredes tienen oídos'. >>

"¿Quiere decir que su tribu se lo contó?"

En cualquier caso, eso era cierto. Me limpié la boca con una servilleta y oculté la sonrisa que estaba a punto de surgir.

***

— Necesito que vayas a un sitio.

Cuando Sovieshu se despertó por la noche, frunció el ceño ante el gran trozo de papel encima de las sábanas.

El papel encima de las sábanas era casi del tamaño de dos manos juntas. Tal vez a su yo del día le preocupaba que no pudiera ver el papel.

Si otra persona lo hubiera escrito, uno de sus subordinados, naturalmente, lo habría guardado.

Pero nadie lo hizo. Sin duda fue porque su letra estaba en este papel.

Eventualmente, Sovieshu enarcó las cejas, agarró el papel y leyó lo escrito.

— La ubicación es... se tiene que ir de noche, así que no puedo hacerlo yo.

Aunque se había enterado de la existencia de su otro yo por el Marqués Karl, Sovieshu nunca había intentado comunicarse con su yo del día.

No veía la necesidad de hacerlo.

Ahora, su yo del día había sido el primero en comunicarse. Sovieshu suspiró, arrugó el papel, lo dejó a un lado y se pasó la mano por la frente.

No quería hacer nada. Nada. Ni siquiera quería pensar.

En su mente nublada, apareció la vaga imagen de un hombre con chaleco blanco que lucía una joya azul en su cuello. Sentada a su lado...

"Navier."

Sovieshu suspiró de nuevo, se quitó las sábanas, se levantó y se acercó a la ventana. El hecho de que ella no estuviera lejos le producía dolor y consuelo al mismo tiempo.

'¿Había una esperanza más terrible en este mundo?'

Con los ojos cerrados, Sovieshu apoyó la frente contra la ventana.

Después de un rato, finalmente volvió a agarrar el papel, comprobó la ubicación y salió.

Si fuera simplemente una petición, no iría. Sin embargo, le inquietó la palabra 'maná' dejada en la petición.

El Marqués Karl le había informado que durante el día investigaba el fenómeno de la disminución del maná, por lo que se preguntó si había descubierto algo.

Acompañado sólo por el comandante de los caballeros, Sovieshu respiró hondo y se dirigió en secreto al sitio indicado en el papel.

Parecía ser una de las muchas habitaciones vacías del Palacio Imperial. Una habitación vacía sin ningún propósito en concreto. No había ningún caballero custodiando la puerta.

Después de ordenar al caballero de los comandantes que se quedara vigilando afuera, Sovieshu abrió la puerta y entró.

El interior estaba oscuro, sin una sola lámpara. No había cortinas, por lo que sólo la luz de la luna entraba por la ventana.

Sovieshu miró alrededor de la habitación con indiferencia.

'¿Qué podría haber aquí?'

En ese momento, una voz fría que le resultó demasiado familiar vino desde un lado.

"Sabía que el propósito de tu visita no era disculparte."


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jueves, 1 de diciembre de 2022

diciembre 01, 2022

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diciembre 01, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 51

Capítulo 51. Fiesta De Pareja (1)


Se sentía realmente extraño seguir a una mujer que era mucho más pequeña que él. Raphael miró la deslumbrante luz del sol por encima de su redonda cabeza. Sería bonito poder estirar los brazos por detrás de esa espalda. Y luego frotar sus labios contra esos cabellos dorados que contenían el calor del sol. Pero Annette, dejó de caminar de repente y se dio la vuelta, haciendo que Raphael se quedara atónito.

"¿Qué tienes que decir?"

Raphael se mordió los labios. Estaba preparado hasta cierto punto para revelar sus secretos, pero cuando estaba frente a Annette, su boca se negó a abrirse. Después de considerarlo mucho, decidió decir primero lo que quería decir.

"Annette... no lo sabía. No sabía que Ben trabajaba como tu cochero, ni mucho que fue él quien te incriminó."

A Raphael le preocupaba que Annette sospechara que fue cómplice de Ben. Después de todo, era cierto que él era el único que se beneficiaba de esta falsa acusación. 

No había ninguna Princesa en la familia real de Deltium, así que Annette Bavaria se convirtió en la mujer más noble del reino de Deltium. Al tomarla como esposa, la deficiencia en el linaje de Raphael fue compensada. Por ello, le preocupaba que Annette pudiera sospechar que se trataba de un matrimonio que acomodó a su conveniencia. Annette, que escuchaba en silencio a Raphael, respondió.

"Yo también pensé que no tenías nada que ver. El hecho de que Ivan, no... Ben comparta su sangre contigo es bastante sorprendente. Pero ahora no dudo de ti."

¿Confía en mí?

Raphael tuvo un poco de esperanza. Desgraciadamente, Annette no lo dijo porque confiara en él, como pensaba Raphael. Annette, con sus pestañas doradas bajadas, expresó con calma sus pensamientos.

"Sería demasiado exagerado llamarte cómplice..... ya que te resistías a casarte conmigo. Me odiabas mucho, así que no podías haber participado en ello. A no ser que tengas alguna extraña afición de disfrutar del sufrimiento."

La boca malvada de Raphael quedó sellada con esto. Había demasiadas fechorías de las que tenía que rendir cuentas ahora. No tenía nada más que decir porque era cierto que no quería casarse con Annette. Si su padre biológico, el Rey Selgratis no lo hubiera obligado, nunca se habría casado con Annette por su propia voluntad.

Raphael, que estaba sudando, no podía decir una palabra. En el rostro de Annette aparecieron signos cansancio. Su sonrisa amable había desaparecido.

"¿Es todo lo que tienes que decir? Entonces me iré."

Annette le dio la espalda lentamente. Su fino cabello rubio ondeaba en el aire y sus ojos rosados que parecían solitarios, le dieron la espalda. Raphael no podía dejar que Annette se fuera así.

"Espera un momento."

Afortunadamente, Annette como siempre no lo ignoró. Ella, que se dio la vuelta, lo miró con dulzura. En el momento en que sus ojos se encontraron con los de ella, la boca de Raphael se movió repentinamente por sí sola y así salió de su boca una petición de cita.

"Bueno, hmm... Si te parece bien, ¿irías a la fiesta de la semana que viene? Umm, esa fiesta de pareja en casa del Conde Lucini."

Annette no dijo nada, pero inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado. Tal vez ella estaba pensando '¿Por qué?'. En cuanto vio los ojos reacios de Annette, Raphael sintió instintivamente que sería rechazado. Su corazón se hundió. En ese momento, le vinieron a la mente las palabras de Harold.

¡No te aferres a tu orgullo!

Sí, de todas maneras ya había lanzados los dados. Tenía que obtener una respuesta de ella. Estaba dispuesto a utilizar cualquier medio posible. Raphael bajó los ojos sin darse cuenta y murmuró evitando la mirada de Annette.

"Debes asistir a la fiesta Annette. Mi benefactor estará allí. No pudo asistir a nuestra boda por alguna razón, pero quiere conocerte allí. Es una persona muy importante para mí..."

Fue una mentira descarada. En realidad, Raphael no sabía si Harold iba a asistir a la fiesta o no. Honestamente, había una alta probabilidad de que no lo hiciera. Esto se debía a que Harold no estaba casado y era una fiesta a la que había que asistir en pareja. Sin embargo, dado que el propio Harold le había aconsejado que fuera más considerado con ella, no debía quejarse por esto.

"¿Tu benefactor?"

Afortunadamente, ella se interesó en su torpe excusa. Esto se debió a que era la primera vez que Raphael le revelaba algo de su pasado a Annette. Aunque el propio Raphael no se dio cuenta, el interés de ella lo animó a hablar más. Naturalmente, la charla de Raphael se volvió un poco más persuasiva.

"Sí. Como sabes... mi nacimiento... es un poco complicado, sólo puedo llamar a unas pocas personas como familia. Pero la posición de Harold en mi vida es como Su Majestad...como una figura paterna para mí. No estaría aquí ahora si no fuera por él. Así que realmente quiero que ambos se conozcan. Es una de las pocas personas que realmente se preocupa por mí."

Originalmente, la mentira más persuasiva era una con un 50% de verdad añadida. Mientras contaba su situación real, una ligera mirada de soledad apareció en el rostro de Raphael. Annette dudó de sus ojos. Raphael, que se dio cuenta instintivamente de que tenía oportunidad, rápidamente la agarró de la mano.

"Por favor, Annette, ven conmigo. Eres mi esposa, ¿no?"

Las palabras de Raphael mencionando sus deberes como esposa fueron efectivas. Annette, que había crecido rodeada de responsabilidades desde temprana edad, se debilitó ante esas palabras. Pero no sólo dudaba porque tuviera que cumplir con sus deberes como esposa.

Ella se sorprendió mucho cuando vio que él la miraba con desesperación. No podía creer que palabras como 'por favor' pudieran salir de esos labios perversos que sólo sabían escupir palabras egoístas. Ella se dio cuenta de que aquel benefactor era realmente importante. Así que finalmente asintió.

Bueno, ya que planeo dejar a Raphael pronto, le haré un favor por última vez.

De hecho, sólo hubo una cosa que Raphael hizo mal. Y fue su negativa a hablar con ella sobre su pasado. Sin embargo, ella tampoco quería obligarlo a hacerlo. ¿Cómo podía contar sus secretos a alguien en quien no creía?

El resto de los problemas eran demasiado ambiguos como para culpar a Raphael. Sin embargo, todos estos problemas sólo se resolverían si Annette dejaba a Raphael y a Deltium. Para ello, tenía que reunirse con Celestine Keers lo antes posible. 

"¡Gracias, Annette!"

Con una amplia sonrisa, Raphael la levantó. La levantó fácilmente como si fuera una muñeca de papel. Sorprendida por esto, sus ojos se agrandaron y se aferró a su hombro con fuerza. Finalmente, después de abrazar fuertemente a Annette, Raphael la dejó en el suelo.

"Muchas gracias. Por ir conmigo."

"De nada."

Annette, que no sabía que a Raphael le iba a alegrar tanto, respondió vagamente. En ese momento, se preguntó quién sería ese benefactor por el que Raphael se comportaría así. Parecía que tendría que prestar atención al vestido que utilizaría.

***

"Eso es lo que pasó, así que por favor coopera."

"¡Bastardo desvergonzado!"

Harold, que fue involucrado en la fiesta por el repentino capricho de Raphael, estaba realmente irritado. Para empezar, no quería asistir a la fiesta. En su vida solo había asistido a una fiesta de pareja.

Es un bastardo desagradecido.

Si hubiera sabido que esto iba a pasar, no le habría dado ningún consejo. Además, el hecho de que Raphael sonreía a solas esperando a su esposa, le hizo enfadar aún más. 

"Cuando venga tu esposa, le contaré toda tu oscura historia."

"Inténtalo si puedes."

Raphael se paró frente a Harold con los brazos cruzados como una enorme barrera. Había una diferencia notable entre los dos por su altura y musculatura. Recordando los viejos tiempos cuando Raphael era un cachorro, Harold pisó con suavidad los brillantes zapatos de Raphael.

"¿Qué demonios estás haciendo viejo? ¡Es un par de zapatos nuevos!"

Raphael frunció el ceño. Rápidamente sacó su pañuelo para limpiar el zapato. Su intención de terminar rápidamente de estar reluciente antes de la llegada de Annette era realmente evidente. Harold, que se dio cuenta de esto, preguntó de repente al recordar algo.

"¿Pero por qué no has venido con tu esposa?"

"No lo sé. Me dijo que me adelantara porque tenía trabajo que hacer. Ella me seguiría pronto."

Raphael, que seguía revisando su zapato, respondió con dulzura. Harold comenzó a reírse. Cuando Raphael escuchó su risa, levantó las cejas preguntándose qué le pasaba. Harold, que había estado esperando esta reacción, trató de reprimir su risa.

"De todos modos, eres realmente un idiota. Ella no quería venir contigo, por eso te dijo que te adelantaras."

"¡No es así! Ella dijo que realmente tenía algo que hacer."

"Oh, cree lo que quieras. Debe haber inventado que tenía que hacer algunas cosas para no tener que ir en el mismo carruaje contigo."

"¡Joder!"

Raphael escupió insconcioentemente, una palabrota que había aprendido durante sus días de plebeyo. Harold sólo le había dado en un punto débil. Una sonrisa radiante volvió a aparecer en el rostro de Harold, que por fin se había vengado de que lo arrastraran a una fiesta de pareja. Esa represalia fue la mejor manera de enseñar a una bestia de cabello negro desagradecida.

Raphael frunció el ceño cuando vio la desagradable sonrisa en su rostro. Estaba a punto de decirle algo a Harold, pero una cara conocida llamó la atención de sus agudos ojos. Desgraciadamente no era la hermosa cara de Annette.

¿Por qué demonios está aquí?

El rostro de Raphael se distorsionó bruscamente. El hombre que fue saludado por todos era un hombre muy guapo. Con su cuerpo alto, su cara blanca, sus rasgos delicados como una escultura y su larga cabellera plateada, parecía un Príncipe salido de un cuento de hadas. 

¡Príncipe Ludwig...!

Los ojos azules de Raphael se hundieron con frialdad cuando se encontró inesperadamente con su hermanastro.