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viernes, 5 de mayo de 2023

mayo 05, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 482

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 482.  Cambio (1)



"¡Su Majestad, todo el mundo desea desesperadamente ver a los bebés!"

"Nobles y ciudadanos por igual no paran de enviar regalos."

"Una vez que la noticia se extienda por todo el país, ¿se reunirá todo el mundo aquí para verlos?"

Mientras escuchaba la charla de mis damas de compañía, acaricié con cuidado el pecho del príncipe. Sorprendentemente, en el transcurso de un día, las arrugas de los bebés se habían atenuado. Tal como había dicho Heinley, ahora parecían ángeles. Aún les quedaban algunas arrugas, pero el médico del palacio dijo que desaparecerían en poco tiempo.

"También tenemos que pensar en nombres."

Suspiré, a lo que la Condesa Jubel asintió. 

"Tendrá que discutirlo con Su Majestad."

"Supongo que sí. Y tendremos que encontrar pronto una niñera."

Me fijé en la princesa en brazos de la Condesa Jubel. Estaba recorriendo la habitación con la mirada sin siquiera llorar. Sabía que en realidad no estaba pensando en nada, pero verla fruncir el ceño y entrecerrar los ojos la hacía parecer muy lista.  

Por otro lado, el príncipe parecía más lento. Aunque sólo era un recién nacido, ya lo notaba. 

Incluso McKenna había dicho con confianza,

"Su cara es la de Su Majestad Heinley, pero su personalidad es completamente diferente."

Estaba a punto de pedirle a la Condesa Jubel que cambiáramos de bebé, cuando oí que llamaron a la puerta. Era Heinley. Las damas de compañía le saludaron. Él tomó a la princesa en brazos de la condesa, luego despidió a las damas. 

"¿Heinley?"

Me sorprendió que hiciera eso. A continuación se acercó a mí.

"Mi Reina, yo cargaré al príncipe."

"¿Los cargarás a los dos tú solo?"

"Sí. Es hora de que se transformen en pájaros. He consultado los registros para asegurarme, y ahora es el momento."

"¿Pero y si se te cae uno mientras intentas sostener los dos a la vez?"

"Está bien. Entonces sígueme con el príncipe."

Heinley fue al dormitorio principal y colocó el nido en el centro de la cama. Luego acostó a la princesa y le tocó la barriga con los dedos. Parecía que intentaba hacerle cosquillas. En un abrir y cerrar de ojos, se hizo lo bastante pequeña como para quedar enterrada en el pañal blanco. 

"Heinley, la princesa..."

Antes de que pudiera terminar mi pregunta, un chirrido salió del interior del pañal. Poco después, un pajarito de plumas doradas asomó la cabeza. Heinley lo agarró enseguida para que no fuera engullido.

"Trae al príncipe aquí, Mi Reina."

Le entregué al príncipe sin pensarlo, y también lo convirtió en pájaro. Acto seguido, Heinley se convirtió en Reina en un parpadeo. 

Saltó a la cama y recogió a cada pajarito por el pescuezo. Los colocó en lados opuestos del nido. Los pajaritos chirriaron en señal de protesta. 

Mis bebés... ¿se convirtieron en pájaros?

Aunque sabía de antemano que esto ocurriría, no dejó de ser impactante. Ver a mis bebés transformarse era completamente distinto a ver a mi esposo hacer lo mismo. Nerviosa, me acerqué a ellos. Los pajaritos batieron sus cortas alas y abrieron sus picos hacia mí. 

Cuando intentaron abandonar el nido, Reina los empujó dentro nuevamente. Luego se agachó y envolvió sus alas alrededor de ambos, apretándolos contra su pecho. ¿Estarán bien así? 


***

No todo el mundo disfrutaba de la nueva dicha. Mientras Navier observaba cómo su esposo cuidaba de sus bebés recién nacidos, su ex esposo, Sovieshu, bajaba apresuradamente las escaleras para encontrarse con un niño llamado Ahn.

Sovieshu nunca había deseado ver a Ahn, pero una chica llamada Rivetti pronto se lo llevaría. Esta era la primera vez que realmente había pensado en el chico. ¿Podría haber una pista de sus recuerdos perdidos en la relación entre Ahn, Rivetti y Navier? 

El carruaje de Rivetti debía partir a las cinco de la tarde. Esta era la última oportunidad que tenía Sovieshu de ver juntos al niño y a Rivetti. Pero justo antes de llegar al punto de encuentro, una voz suave y tímida lo detuvo. 

"¿Su Majestad?" 

En lo que Sovieshu se dio la vuelta, vio a un niño. La mirada del chico estaba decaída, sus hombros huesudos encorvados.

"¿Quién eres?"

Preguntó Sovieshu. No reconocía al niño. Por otra parte, los niños crecían rápidamente en uno o dos años, y Sovieshu no recordaba los últimos cinco años de su vida. Probablemente, este niño era muy pequeño hace cinco años. No había forma de que Sovieshu lo reconociera. 

"Este es el Príncipe Sheir, Su Majestad."

Le informó el Marqués Karl. 

"¿Este es Sheir?"

"Sí. Pedí que lo trajeran pasado mañana, pero parece que lo trajeron antes."

El chico juntó las manos y se inclinó hasta el punto en que Sovieshu pudo ver la coronilla de su cabeza. Esa fue la primera impresión del Sovieshu del día de Sheir— la parte superior de su cabeza. No podía ver su rostro correctamente, lo que le frustraba. 

'¿Este chico realmente está siendo educado para ser el próximo emperador?'

Aunque era una medida temporal, sólo hasta que se casara, parecía obvio que este chico no debía ocupar el trono, ni siquiera temporalmente. 

A pesar de su frustración, Sovieshu contuvo sus verdaderos sentimientos. Por ahora, el chico era necesario. Le dio unas palmaditas en el hombro con una sonrisa forzada. 

"Creciste tan rápido que casi no te reconozco. ¿Cómo has estado?"

A pesar de su tono amistoso, el chico se retrajo aún más. Manteniendo la sonrisa con dificultad, Sovieshu apretó el hombro del chico y lo soltó. Luego, sin mirar atrás, se dio la vuelta y se dirigió hacia donde esperaban Rivetti y Ahn. 

Rivetti estaba sentada en la misma postura y con el mismo atuendo que el día de su llegada. Se levantó de inmediato en cuanto entró Sovieshu. 

"Su Majestad."

Por supuesto, algunas cosas eran diferentes esta vez. La expresión de Rivetti y el pequeño que estaba a su lado. 

Sovieshu frunció el ceño, y de repente se tambaleó. 

"¡¿Su Majestad?!"

Rivetti lo llamó de nuevo, pero esta vez sorprendida. Instintivamente, ella extendió las manos para sostenerlo. Sin embargo, el Marqués Karl estaba un paso por delante. Con la ayuda del Marqués, Sovieshu consiguió sentarse en el sofá. 

Con los ojos bien abiertos, Rivetti se cubrió la boca con ambas manos. Pero sus ojos se fijaron en el Marqués Karl. Hacía un momento, cuando el Marqués alcanzó a Sovieshu, ella había visto una expresión de esperanza cruzar su rostro. 

'¿No se suponía que era un leal súbdito del Emperador Sovieshu?'

Ella lo miró con consternación y confusión. El Marqués, tal vez al sentir su mirada, la miró directamente. 

Apresuradamente, ella abrazó a Ahn y actuó asustada. 

"¿Qu-Qué hacemos? ¿Está enfermo Su Majestad?" 

Ahn, que había crecido mucho últimamente, aceptó el abrazo de Rivetti sin oponer resistencia. El niño parecía deprimido, no como el chiquillo infantil que solía ser. Incluso Rivetti pensaba que el niño se comportaba de forma extraña. ¿No eran los niños de su edad ruidosos y bulliciosos como animales? Sin embargo, Ahn permanecía sumamente callado. 

Debía de estar asustado por venir de repente a un sitio desconocido. Sin embargo, ni siquiera el miedo se reflejaba en su rostro. Había actuado igual cuando ella fue donde los sirvientes a recogerlo. Se quedó allí de pie, como un muñeco sin alma.

Pero ahora no tenía tiempo de preocuparse por Ahn. Aunque el Marqués Karl le resultaba sospechoso, no le prestó atención y se centró en el Emperador,

"¿No deberíamos llamar al médico?" 

Justo entonces, Sovieshu rompió a llorar. 

"¿Su Majestad? ¡Su Majestad!"

Esta vez, el Marqués Karl exclamó, con una expresión debidamente sobresaltada. Rivetti abrazó aún más fuerte a Ahn. 

Con voz ronca, el emperador murmuró,

"Mi bebé, mi bebé."

"Mire hacia aquí, Su Majestad. ¡Su Majestad!"

El Marqués señaló a Ahn.

Rivetti tenía la certeza de que el emperador había reaccionado así tras ver a Ahn, aunque no sabía por qué. Era posible que Ahn le recordara a su propia hija, la cual había muerto a manos de unos ladrones. No obstante, se había revelado que en realidad no era su verdadera hija. Pero hasta ese momento, la había llevado con él a todas partes y la adoraba. 

Lo curioso era que el Marqués Karl debía haberse dado cuenta. Aun así, todavía no había echado ni a ella ni a Ahn.

De repente, los sollozos del Emperador Sovieshu se interrumpieron y bajó las manos. Cuando levantó la cabeza, su expresión era fría.

miércoles, 3 de mayo de 2023

mayo 03, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 481

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 481. Hijos (2)



Sentía como si el dolor del mundo entero hubiera entrado en mi cuerpo. Estaba molesta con la tribu de los pájaros. ¿Por qué no pueden nacer como un huevo? Cuando quedé embarazada, tenía miedo de que el bebé saliera en forma de huevo. Ahora que sentía estas contracciones, un huevo habría sido cien veces mejor. Así era lo mucho que me dolía.

Justo cuando el bebé finalmente salió y pensé que el dolor desaparecería.

"¡Son gemelos, Su Majestad! ¡Está dando a luz gemelos!"

Gritó la partera del palacio.

Mi cuerpo volvió a caer en la agonía. Ni siquiera podía ver a mi primer bebé, estaba totalmente desorientada. El dolor me invadió de nuevo, consumiéndome.

Finalmente, después de que el médico del palacio cortara los cordones umbilicales, la partera trajo a los bebés uno por uno para que yo los viera. Los bebés que no paraban de llorar ya se habían calmado.

"Felicidades, Su Majestad."

Le brillaban los ojos.

"Tiene un príncipe y una princesa realmente adorables. ¿Le gustaría cargarlos?"

Cuando extendí las manos, la partera me entregó cuidadosamente el primer bebé, envuelto en un pañal blanco.

"Esta es la princesa."

Una princesa... Ni siquiera había pensado aún en un nombre. Estaba tan desconcertada que sólo ahora me di cuenta de que eran prematuros.

"¿Están bien los bebés?"

"Aunque son un poco pequeños, están sanos, Su Majestad. Ambos están bien."

El diminuto cuerpo presionado contra mi pecho, tenía la frente pequeña y redonda, los ojos bastante arrugados, la boca firmemente cerrada, las mejillas regordetas y la nariz pequeñita. Mi bebé. Y de Heinley. ¿Nuestro?

La habitación del bebé aún no estaba lista, la ropa no estaba preparada y aún no habíamos comprado los accesorios para bebés. Por no hablar de la niñera. Todavía no habíamos encontrado una. Teníamos mucho que hacer, ¡pero el bebé ya estaba aquí!

El bebé se veía arrugado y nada bonito. Su nariz parecía perfecta, pero todo lo demás estaba tan arrugado...

"El bebé está muy arrugado. ¿Le pasa algo?"

El médico y la partera se miraron y se rieron. ¿Les resultaba gracioso que mi bebé estuviera tan arrugado?

"Han nacido demasiado pronto. Algo pudo salir mal..."

Murmuré, aún nerviosa. La partera me acercó al niño a continuación.

"Eche un vistazo al príncipe también, Su Majestad."

También parecía arrugado. En mis retratos de bebé, era tan adorable y bonita. ¿A quién se parecían, entonces? ¿A Heinley? ¿Sólo se volvió apuesto cuando creció?

En ese momento, la princesa abrió los ojos y me miró fijamente. Era casi como si me hubiera oído y quisiera protestar.

"Oh, tus ojos."

Murmuré con asombro. Esos ojos verde claro, que brillaban entre sus pliegues, eran increíblemente encantadores. Además, eran míos.

Pero aún así, está arrugada.

De repente, el pequeño príncipe lanzó un extraño grito. Miré en su dirección y vi que sacó una mano del pañal, moviendo los dedos hacia mí.

"Parece que al príncipe le molesta que sólo tenga en brazos a la princesa."

Dijo la partera. Así que le pasé la princesa a la partera y sostuve al príncipe. Sus ojos ya estaban abiertos. Volví a conmoverme, pero por una razón diferente.

"Un mini Heinley."

Este bebé arrugado tenía los ojos de Heinley. Brillaban de un misterioso color púrpura, como los de Heinley, los ojos que yo amaba. Se me salieron las lágrimas al verlos. Verme a mí misma y a Heinley en nuestros hijos fue como un milagro.

***

"Dios mío. ¿Cómo pueden existir unos bebés tan bonitos? ¿Lo ves, Mi Reina? Vaya angelitos. Ahora tengo tres ángeles."

Cuando desperté de mi sueño, la habitación había sido despejada y ventilada. De la chimenea emanaba calor. Heinley estaba sentado junto a la cama, sosteniendo a los dos bebés al mismo tiempo.

"Eso es peligroso."

Me preocupaba que se le cayera uno de ellos. Tomé a la princesa en mis brazos. Todavía sentía el cuerpo pesado, pero al menos podía moverme.

Heinley se inclinó y me besó la frente.

"Vine antes, pero no me dejaron entrar mientras estabas dando a luz. Estaba muy asustado. Debería haber estado aquí contigo. Siento haberte dejado sola..."

Sonreí.

"No te preocupes. Tampoco esperaba tener gemelos ni que nacieran tan pronto."

Mis padres tampoco. Probablemente no recibirían la noticia hasta dentro de unos días. No estaba segura de cómo reaccionarían. Probablemente se lamentarían de que ocurriera algo enorme cada vez que volvían al Imperio Oriental. O tal vez...

"Mis padres podrían escandalizarse al ver a los bebés."

"¿Ya que ahora hay tres ángeles?"

"No... porque están muy arrugados."

Pero mientras dormía, la piel de los bebés parecía haberse suavizado. No tenían el mismo aspecto que antes. Seguían arrugados, pero menos. Pasé el dedo suavemente por la frente de la princesa.

"Dios mío. No importa cómo los mire, todo lo que veo es un par de ángeles perfectos. ¿Cómo puedes decir que están arrugados, Mi Reina?"

"¿No te parecen arrugados?"

Entrecerré los ojos mirando a los gemelos. Heinley acarició la frente del príncipe.

"Es la personificación de un ángel. Nunca he visto un bebé más hermoso en mi vida."

"Bueno, esta es la primera vez que veo a bebés recién nacidos..."

"Lo mismo para mí, por supuesto."

Heinley no dejaba de murmurar sobre lo hermosas que eran las cejas, los ojos, la nariz, las fosas nasales, los labios y las uñas de nuestros bebés. Al cabo de un rato, me susurró al oído,

"Mi Reina, mantén lo siguiente en secreto del príncipe, los ojos de la princesa son un poco más encantadores. Creo que porque son como los tuyos."

Sonaba apenado por el príncipe. Entonces Heinley lo acarició, elogiándolo por ser el bebé más lindo de todo el mundo.

Apoyó la nariz en el pañal y respiró hondo.

"Mi Reina, esto es un milagro. Estaba seguro de que nadie tan encantador como tú podría existir en el mundo. Sin embargo, hoy triplicaste mis bendiciones."

Eso fue tan vergonzoso. Sintiéndome incómoda, mantuve la cara seria y miré a mi hija. ¿Me estaban engañando los ojos? A pesar de las arrugas, realmente parecía un ángel.

***

lunes, 1 de mayo de 2023

mayo 01, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 480

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 480.  Hijos (1)



"¿Su Majestad? ¿Hice algo malo?" 

No podía dejar de mirar a Mastas durante mi entrenamiento mágico. Después de todo, algún día podría llegar a ser de la familia. ¿Debo fingir ignorancia hasta que ella misma me lo diga? Con una sonrisa furtiva, seguí intentando producir hielo de la nada. Mi maná se sintió extraño cuando circuló. Creé una fina capa de hielo y sentí como si sostuviera un cristal congelado. 

¡Lo estoy consiguiendo! Entonces oí un crujido. Sobresaltada, miré hacia abajo y vi que el hielo se había hecho añicos al caer al suelo. 

Volví a intentarlo. Esta vez la extraña sensación fue más pronunciada. Debía de ser a esto a lo que se refería Dolshi. En aquel momento, sus regaños parecían no tener sentido. Pero al final resultó ser útil. 

Hablando del diablo, Dolshi apareció.

"Hola, dama de nombre gracioso."

Había advertido con antelación a mis damas de compañía quién era Dolshi en realidad. Les dije que debían comportarse con cautela cerca de él. Ahora, Rose, la Condesa Jubel, Lady Laura y Mastas retrocedieron. 

"Hablemos de ese pájaro azul."

Cada vez que me visitaba hablábamos de eso.

"¿Otra vez?" 

"Escucha. Kapmen me dio esa poción otra vez. Dijo que cualquier pájaro azul que mirara resolvería el problema. Así que eso hice. Pero no resultó, se sentía completamente diferente. Ninguno se asemejaba a ese pájaro celestial."

Me mordí el labio inferior para contener una carcajada. 

"Por cierto, el maná está fluyendo a tu alrededor de una forma extraña."

Dolshi puso cara de sorpresa. 

En realidad, dudaba que le importara. Pero había propuesto cambiar de tema, así que le seguí la corriente.

"Por fin estoy obteniendo algunos resultados."

"Dios mío, qué increíble. Debes ser un genio."

Cielos, al menos podría intentar sonar sincero. De todos modos le mostré mi progreso. 

Dolshi aplaudió.

"Bien, bien."

Luego chasqueó la lengua.

"Si ya puedes hacer esto, entonces puedes usar una piedra de maná ahora. Te ayudará. Aunque, estoy seguro de que no notarás la diferencia entre una piedra de maná y una roca."

"¿Cómo puedo hacerlo?"

"Cuando tomes una piedra de maná, imagina que el maná recorre tu cuerpo. Una piedra de maná te permitirá absorberlo, como hacen los humanos con los sorbetes. Su maná pasará a través de ti y podrás usarlo en tu magia."

"¿No tiene otros efectos?" 

"¿Te refieres a controlar la fuerza de tu poder o administrar el maná?"

Se encogió de hombros.

"Cuanto más grande sea la piedra de maná, mejor."

Después de que Dolshi se marchó, me dirigí al dormitorio matrimonial. En cuanto Dolshi mencionó una 'gran piedra de maná', pensé en nuestra cama.

Por lo que sabía, era la piedra de maná más grande del mundo. Pero justo cuando puse la mano sobre la cama, recordé algo que Heinley me había dicho, acerca de los potenciales problemas que podría causarme. 

Desconfiada, decidí no usar la cama. En cambio, busqué una gran piedra de maná en el almacén.

Tal como esperaba, cuando sostuve la piedra, sentí una sensación extraña, como un zumbido en el oído. Me quedé un momento memorizándolo.

¿Será porque había estado practicando?

Luego cambié la piedra a mi mano izquierda. 

Por último, intenté hacer hielo de nuevo. Fue excepcionalmente fácil. Hice una bola de hielo del tamaño de un puño en mi palma. A continuación, hice un carámbano. 

¡Increíble! Esta es la razón por la que los magos llevan piedras de maná. También hice una flor y un libro de hielo. Las formas eran irregulares, pero aun así fue un logro increíble para mí. Ahora sólo tenía que intentar derretir el hielo. 

Miré fijamente los objetos que había creado. No funciona. En vez de descargar el maná, saqué más de la piedra. Más carámbanos estallaron a mi alrededor.

Jadeé y traté de imaginarme absorbiendo todo ese maná del hielo, como succionándolo de vuelta a mi cuerpo. 

Justo en ese momento, un dolor agudo me atacó por dentro. Dejé la piedra de maná y me llevé la mano al corazón. Sentí como si agujas me pincharan en algún lugar profundo. No en mi corazón, sino en otra parte... me siento mareada. 


***

— El Imperio Occidental está causando la disminución del maná. Eso significa que los magos no son invencibles. Podríamos ser capaces de cortar la fuente de poder del Imperio Oriental. 

— ¿Te complace estar sometido a países más grandes? Ahora hay dos grandes potencias a las que estar atentos. ¿Puedes lidiar con eso? ¿Por qué no aprovechar esta oportunidad para crear un equilibrio?

— P.D. Se rumorea que el Emperador del Imperio Oriental no puede tener descendencia. 

"¿Qué te parece?"

Preguntó el Rey de Whitemond a su primer ministro. Volvió a doblar la carta. El rey tenía la única copia, pero el primer ministro ya la había leído. Actualmente, eran las únicas personas en todo Whitemond que la habían leído. 

Sin embargo, fuera de Whitemond, otros habían recibido esta noticia. La Alianza del Continente Wol había enviado una carta a cada país, incluso al Imperio Oriental y al Occidental. Por supuesto, las misivas del Imperio Oriental y Occidental no incluían estos párrafos en particular. 

"¿Qué desea hacer Su Majestad?"

El Rey suspiró.

"La relación de nuestra nación con el Imperio Occidental empeoró drásticamente hace poco. Pero hemos conseguido restablecerla."

El Primer Ministro asintió.

"Ha sido difícil. Pero tenemos experiencia lidiando con este tipo de problemas."

El Rey asintió.

"Así es. Si hubiéramos recibido esta carta antes, la sugerencia podría haberme tentado. Sin embargo..."

El Rey dejó la carta y suspiró. La Princesa Charlotte ocupaba su mente. Estaba decidida a contraer un matrimonio internacional que la vinculara tanto al Imperio Oriental como al Occidental. 

"La Princesa planea casarse con Lord Koshar. Así que sería un error por nuestra parte ponernos del lado de la Alianza."

***

Tras descubrir el contenido inusual de la carta de la Alianza, Heinley se apresuró a regresar al palacio para comprenderla mejor. No sabía las intenciones de la Alianza, pero estaba seguro que los demás países del Continente Wol no recibieron una simple invitación a la ceremonia de Año Nuevo. Un país convocó una reunión de emergencia en cuanto recibió la misiva. 

Debe de ser muy serio. ¿La alianza sospechaba que él tenía que ver con la disminución del maná? ¿Qué decían? Pero a su regreso, encontró el palacio sumido en el caos. Los sirvientes corrían en todas direcciones, presas del pánico. Algunos cortesanos lloraban en los pasillos. McKenna se quedó helado al verlos. Heinley se acercó rápidamente al guardia más cercano. 

"¡Su Majestad!"

Gritó el hombre. 

"¿Qué está pasando?"

Preguntó Heinley, a lo que el caballero se arrodilló.

"La Emperatriz parece estar dando a luz antes de tiempo."

McKenna estaba sólo un paso por detrás de Heinley. El grito del caballero le hizo sobresaltarse.

"¡Con razón se le notaba tanto! ¿Qué hacemos?" 

Conmocionado, Heinley corrió hacia el dormitorio. La puerta de la habitación de la emperatriz, normalmente cerrada, estaba abierta de par en par. En el salón, Laura y Mastas se abrazaban llorando. Nian y otras mujeres de la nobleza caminaban nerviosas por el salón. El Vizconde Langdel y sus caballeros montaban guardia delante de la puerta del dormitorio. Heinley estaba a punto de entrar cuando el Vizconde le detuvo. 

"Lo siento, Su Majestad. La partera del palacio me ordenó que no dejara entrar a nadie mientras trabaja." 

McKenna se tapó la boca, tembloroso. Los labios de Heinley se estremecieron. Cuando sus manos empezaron a temblar, se apoyó en la puerta para mantener el equilibrio. 

viernes, 28 de abril de 2023

abril 28, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 479

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 479.  Antes De Lo Previsto (2)



'Es frustrante...'

Mastas caminaba sumida en sus pensamientos. Las hojas caídas crujían bajo sus pies y el viento frío le causaba dolor en las mejillas, pero no oía el sonido ni sentía el frío. Se hallaba en una encrucijada. ¿Qué debo hacer? 

Todos los días pensaba en Koshar al despertar. Antes había pensado a menudo en él, pero ahora Koshar ocupaba una mitad entera de su corazón. A pesar de su cuerpo débil, se mantenía fuerte y se negaba a ceder. 

Quizá si pudiera pasar unas semanas— o meses— sin ver su cara, la situación mejoraría. Sin embargo, Mastas era la dama de compañía de Navier. De la mañana hasta la noche, cuidaba de una mujer idéntica a Koshar. 

'Se supone que Lord Koshar se casará con la Princesa Charlotte. No puedo sentirme así.'

Pero los corazones de las personas nunca fueron fáciles de controlar. 

'Es porque Lord Koshar es muy frágil.'

Ella temía que se lastimara si le quitaba los ojos de encima. Le preocupaba que incluso el suelo blando o la suave brisa pudieran hacerle daño. Podría resfriarse con el viento. La más mínima mala pisada podría torcerle el tobillo. Una caída podría romperle los huesos. 

Pero a pesar de sus debilidades, su corazón era firme y puro. Cuando tenía intención de perseguir al rufián que insultó a la Emperatriz, Koshar la detuvo antes de que hiciera una cosa de la que se arrepentiría.

'Es el hombre perfecto. La única razón por la que aún no se ha casado debe ser porque nadie más puede manejarlo.'

De repente, vio a Koshar justo delante. Estaba apoyado contra una pared, completamente solo.

'Hmm. Algo debe preocuparle.'

Koshar miraba fijamente al suelo, pensativo. Sus mechones dorados revoloteaban con el viento, haciendo que el corazón de Mastas latiera con fuerza. Parecía como si en cualquier momento le fueran a salir alas y volar. Mastas se quedó mirándolo, embelesada. ¿Era normal llorar al ver a una persona hermosa? 

Koshar sintió sus ojos puestos sobre él, por lo que levantó la cabeza y la miró. En ese instante, Mastas tomó una decisión.

'Me le declararé. Si me rechaza, está bien, al menos habré dejado salir mis sentimientos.'

Si no decía nada ahora, una vez que él se casara, siempre se lo preguntaría. Pero eso sería una ofensa a la Princesa Charlotte. Mejor confesar ahora, antes de que se casara.

"¿Señorita Mastas? ¿Qué pasa?"

Koshar se apartó de la pared. Ella lo miró maravillada. Su sonrisa le recordaba a un lirio. 

"Lord Koshar."

Respiró hondo y se acercó a él. 

'¿Cómo debía hacerlo?'

Tenía que declararse con estilo.

"Me gustas."

Una vez que dijo esto, Mastas gritó en su interior. Pero ya era demasiado tarde.

'Debí haberlo ensayado.'

Ella debería haberse ofrecido a protegerle durante toda su vida, o al menos haberle comprado un anillo de joyas.

"¿Qué pasa si no soy la persona que crees que soy, Mastas?"

Lord Koshar continuó con cuidado.

"¿Te seguiría gustando entonces?"

Ella frunció el ceño, sin comprender.

"Por supuesto." 

"Yo—" 

"Estaría a tu lado aunque fueras un rey demonio del infierno."

Mastas hizo una mueca de dolor. 

'¡Maldición, boca! ¡Cállate!'

Sin embargo, no podía apartar los ojos de Koshar. Lo decía en serio. 

"Ah, no soy un rey demonio."

'Él está sonriendo. Me está sonriendo.'

"A decir verdad, también estoy interesado en ti, Señorita Mastas." 

"Oh. ¿En serio?"

Sus labios se separaron en shock. Él sonrió. 

"Tal vez empezó el día que me golpeaste la cabeza."

***

¡Ack! Mi hermano está abrazando a Mastas. Están a punto de besarse. ¡No quiero ver esto! 

Me alejé rápidamente de la escena, rezando para que a pesar de que ambos eran caballeros, ninguno me oyera marcharme. 

"Realmente no quiero ver cómo mi hermano tiene un romance con alguien."

Murmuré al llegar a mi habitación.

"¿Lord Koshar está saliendo con alguien?"

Laura dejó de leer un libro de cuentos y levantó la vista. Le brillaron los ojos.

"¿Es su pareja la atolondrada en la que estoy pensando, Su Majestad?" 

Guardé silencio. Me había prometido no mostrar demasiado afecto a Heinley delante de Koshar, así que me molestaba que mi hermano no mantuviera sus afectos en privado. Pero me alegraba de que pareciera feliz. Por lo visto, a Koshar sí que le gusta Mastas. Y yo que pensaba que no le interesaba el sexo opuesto. Estaba segura de que se casaría con su espada— o en un matrimonio de conveniencia. 

Oh. ¿Qué pasará con la Princesa Charlotte? Bueno, aún no ha respondido a su propuesta. Ya encontrará la manera de no herir sus sentimientos. 

***

lunes, 24 de abril de 2023

abril 24, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 478

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 478.  Antes De Lo Previsto (1)


Incluso con mi prominente barriga, me encargué de los arreglos para la vida diaria de mi primer bebé. 

Sin embargo, los nubarrones en mi cabeza no se disipaban fácilmente, por muy luminoso que fuera mi entorno. ¿Podría eliminar en secreto el nido que Heinley había construido?

Al estudiar sobre la infancia, descubrí cuán vulnerables eran los bebés. Por mucho que lo pensara, un nido seguía siendo poco conveniente. Cuanto más aprendía, menos quería a mi bebé en ese nido descuidado de Heinley. El problema era... 

"¡Mi reina, Mi reina! Mira qué bonita es esta joya amarilla. ¿O encuentras más bonitas la joya púrpura?"

Cuando Heinley me extendió dos joyas para que las examinara, suspiré.

"¿Mi reina?" 

Estaba ocupado decorando su nido. McKenna también correteaba por ahí, recolectando seda para añadir a su propio nido. Como necesitaban construir sus nidos convertido en pájaros, con frecuencia veía a través de las ventanas de mi oficina a un pájaro dorado grande y otro azul más pequeño revoloteando.

"¿No podemos montar un nido después de que el bebé crezca un poco?"

"Ah, Su Majestad. El bebé necesita pasar varias horas al día en su forma de pájaro."  

"Eso he oído, McKenna. Pero mientras el bebé es un pájaro, ¿realmente tiene que estar en un nido?"

"Un nido es más cómodo en forma de pájaro."

Quise decirle que eso no era cierto, pero como yo nunca había sido un pájaro, no podía objetar. Al final, me reuní con Heinley y McKenna en mi salón para elegir la seda y otros detalles para los nidos. Heinley y McKenna necesitaban probar ellos mismos la seda, así que se transformaron y me dejaron como único humano. Mi trabajo consistía en poner y quitar la seda alrededor de sus alas mientras probaban varias opciones. 


"¿Su Majestad?"

El Vizconde Langdel llamó desde el otro lado de la puerta. 

Había enviado a todas mis damas de compañía fuera para que pudiéramos llevar a cabo esta prueba. Comprobé por última vez cómo estaban los pájaros y me acerqué a la puerta. Les había dicho a todos que, en la medida de lo posible, no me molestaran, porque estaba trabajando en algo complicado. 

"El hombre llamado Dolshi está aquí."

Dijo el Vizconde Langdel.

Oh, Dolshi. Había pedido que me avisaran cuando llegara Dolshi. Pero ahora mismo... cuando miré hacia atrás, McKenna lo oyó y se quedó inmóvil con una ramita en el pico. Encontrándolo divertido, Reina batió las alas y rodó por debajo de la mesa. 

A veces se comporta como un tonto. ¿O también sus cerebros se vuelven de pájaro cuando se transforman? 

"Vizconde Langdel, siento el estómago muy pesado ahora mismo. ¿Puede decirle que no puedo verle en este momento? No me siento bien." 

"Si, Su Majestad."

El Vizconde se inclinó.

Después de que cerré la puerta y volví al sofá, McKenna resbaló y cayó de bruces sobre la mesa. Era tierno ver a un pajarito tumbado boca abajo en línea recta. Pero en cuanto me eché a reír, Heinley le dio una patada. Acto seguido, Heinley se tumbó de la misma manera, mirándome con ojos brillantes.

Prácticamente podía oírle pensar, '¿No soy más tierno?'

Sí. Definitivamente sus cerebros se vuelven de pájaro. 

***


Después de elegir cómodas sedas y más joyas para los nidos, McKenna y Heinley volvieron a su forma humana y los tres comimos juntos. Los dos discutieron, aunque esta vez no sobre los nidos. Heinley se rió de McKenna tras enterarse de su situación con Dolshi.

"Supongo que te vas a casar, McKenna."

McKenna resopló, pero Heinley no lo dejó pasar. 

"Los dragones no tienen género determinado, ¿cierto? Además, los dos son azules. ¡Hacen buena pareja!" 

"¡¿Cómo puedes decir eso?!"

"¡Fíjate con qué seriedad va a por ti!"

"¿Qué quieres decir? ¡Ni siquiera me mira al pasar! Sólo quiere una mascota. ¡Por eso lo hace!" 

Terminamos la comida charlando entre risas, luego pedimos café y té. Salimos al jardín para disfrutar de las actividades vespertinas, disfrutamos del sol y comimos tranquilamente el postre. Heinley dijo que quería cantarle al bebé. Le cantó suavemente una canción de cuna en voz baja. McKenna gozó de un momento de paz mientras se tapaba los oídos. 

En ese momento, apareció Sir April.

"Su Majestad."

"¿Qué pasa?"

Heinley dejó de cantar. Su expresión relajada cambió a la habitual en un instante. McKenna se quitó las manos de las orejas y se levantó. 

"Ha llegado una carta de la Alianza del Continente Wol." 

"¿Una carta?" 

"Sí. Enviaron cartas a todos los países miembros al mismo tiempo. Creo que eso significa que todas dicen lo mismo."

April le pasó la carta a Heinley. ¿Qué dice? Heinley arrugó la frente mientras leía. ¿No son buenas noticias? 

Al sentir nuestras miradas sobre él, Heinley levantó la vista.

"Es una invitación formal. Este año organizarán una Ceremonia de Año Nuevo conjunta, en vez de que todos la celebremos por separado. Desean que todos los reyes y emperadores asistan." 

Todos los reyes y emperadores... No era algo inaudito. No se reunían regularmente, pero sí una vez cada tres o cuatro años. ¿Pero ahora? Hasta donde sabía, aún no era momento de reunirse para Año Nuevo. 

A mi lado, McKenna chasqueó la lengua.

"Creo que están tramando alguna cosa. Justo cuando están intentando descubrir las debilidades de nuestro país, de repente quieren organizar una reunión."

Sir April asintió. 

"Así es. Es sólo una suposición que cada país recibió la misma carta. Podrían ser todas diferentes."

Heinley deliberó sobre la cuestión con cautela. Finalmente, se levantó y me plantó un beso en la frente. 

"Mi Reina, quería quedarme contigo todo el día. Pero, ¿puedo irme un momento?" 

"Está bien."

¿Desde cuándo me pedía permiso? 

Heinley besó mi frente una vez más, puso su mano sobre mi estómago y murmuró.

"Escucha a tu madre mientras estoy fuera."

Luego, fue apresuradamente junto a Sir April y McKenna al palacio principal. 

Incluso después de que se marcharon, me quedé sentada tomando el aire fresco hasta que el sol se puso por completo. Quería dar un paseo, pero... últimamente sentía la barriga más pesada. Me costaba caminar más que antes. Era de esperar, con un bebé dentro de mí, pero a veces pesaba mucho más de lo que podría haber imaginado. A veces me asustaba. 

"Su Majestad, el aire de la noche es frío. Debería entrar ahora."

Dijo uno de mis cortesanos. 

"Sí, estaba a punto de entrar."

Sin embargo, mientras avanzaba por el camino de piedra hacia mi habitación, vi dos imponentes siluetas frente a frente. Estaban de pie cerca del palacio principal. Reconocí una enseguida. 

¿Mastas? 

Por la lanza en su espalda, estaba segura de que era ella. Y el hombre apuesto que estaba frente a ella era... 

"Lord Koshar, me gustas."

¿Mi hermano?

viernes, 21 de abril de 2023

abril 21, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 477

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 477. Cuarto Del Bebé (2)



Parecía que las hojas habían caído hace apenas uno o dos días, pero ya soplaba un viento fuerte y el aire era fresco. Sovieshu ordenó que llevaran una mesa a la terraza. Fue allí con su diario y se sentó. Un sirviente le trajo un plato hecho con castañas y azúcar en manteca de cerdo calentada, junto con una sopa hirviendo que necesitaba soplar para comer. Mantuvo abierto el diario con una mano y levantaba la cuchara con la otra.

Comer solo era aburrido, así que resultaba más pasable hacerlo leyendo algo. Pero aunque sus ojos permanecían fijos en el diario, su mente divagaba.

"Marqués Karl. De acuerdo con los registros del tribunal, esa mujer, Rashta, me habló con rudeza e hizo una declaración escandalosa. ¿Es cierto?"

Sovieshu recordó la expresión nerviosa del Marqués Karl cuando le habló de esto hace unos días. Perdió el apetito, por lo que chasqueó la lengua y cerró el diario. 

Tras aquella primera petición de que volviera a casarse o que al menos llevara a Sheir al palacio, se habían ido sucediendo peticiones similares. Esta mujer, Rashta, hizo una declaración escandalosa en un sitio repleto de personas. Con la posición de la emperatriz ahora vacía y el Gran Duque Lilteang sin mostrar mejoría, era comprensible que la gente estuviera preocupada. Desde la perspectiva de Sovieshu, no era mala idea traer a Sheir al palacio. Sovieshu no quería casarse con nadie más que Navier. Eso era aún más cierto ahora. 

<< Nota: Sheir es el hijo del Gran Duque Lilteang. El siguiente en la línea de sucesión. >>

'En un momento como éste, Sheir sería un gran escudo...'

Además, si estuviera aquí tendría la seguridad de que no caería en manos de otros. Decidido, Sovieshu dejó la cuchara y llamó al Marqués Karl. 

 "¿Qué puedo hacer por usted, Su Majestad?" 

"Trae a Sheir. Si acabaremos haciéndolo de todos modos, entonces será mejor cuanto antes sea."

El Marqués se sobresaltó momentáneamente, pero hizo una reverencia. 

"Sí, Su Majestad."

Sovieshu estaba en lo cierto. Era sólo cuestión de tiempo que lo necesitaran. La sorpresa del Marqués Karl duró poco. Además, el Sovieshu de la noche quería lo mismo.

"Por cierto, Su Majestad. Sobre la investigación del Duque Zemensia que usted ordenó..." 

"¿La completaste?"

"Mucha gente era cercana al Duque. Después de todo, su familia fue una vez la más poderosa del imperio."

Sovieshu frunció el ceño.

"Aun así, seguro que algunos eran más cercanos que otros."

El Marqués asintió.

"Sí. El Duque era cercano a su primo, el Marqués Ketron, y al Duque Liberty. Ambos también cercanos a la anterior reina."

"¿Qué hacen ellos ahora?"

"Tras la muerte de la anterior reina, el Marqués Ketron se libró de ser juzgado por su implicación en el 'intento de asesinato a la emperatriz' por parte del Duque Zemensia, ya que cambió de postura para apoyar a la nueva emperatriz. Sin embargo, mantiene un perfil bajo. Se recluye en su casa."

"¿Qué hay del otro?"

"El Duque Liberty ya actuaba favorablemente hacia la emperatriz mucho antes del incidente del Duque Zemensia. ¿Tal vez porque no está emparentado por sangre? He oído que le ha ido bien desde entonces. Sin embargo, últimamente está mucho más callado."

Sovieshu se detuvo a pensar. Había muchas cosas a las que prestar atención cuando se trataba de estos nobles extranjeros. Lo que él quería era deshacerse de Heinley, no dañar a Navier. Tenía que considerar la situación desde todos los ángulos. ¿Estarían resentidos esos nobles si cometía un error? ¿O volverían a ser leales súbditos de Heinley?

"¿Qué desea hacer, Su Majestad?"

Sovieshu se golpeó la barbilla. 

"Intenta sondearlos."

"Sí, Su Majestad."

El Marqués se despidió y se marchó. Sin embargo, regresó al poco tiempo. 

"Su Majestad." 

Sovieshu acababa de ordenar a los sirvientes que se llevaran los platos de comida sin consumir, ya que había perdido el apetito. 

"¿Qué pasa?" 

"Ha venido alguien en representación del Imperio Occidental para llevarse a Ahn." 

"¿Dónde está? Me reuniré con esa persona yo mismo."

Aunque el Emperador Heinley había mediado, esta fue una petición personal de Navier. No vendría un representante oficial. Lo más probable es que una persona cercana a Navier sea quien se ocupara del asunto. Si Sovieshu la atendía bien, tal vez llegaran a ella comentarios positivos. Sovieshu caminó más deprisa. 

El 'representante' que Navier había enviado se encontraba en una pequeña habitación cercana a la Sala de la Rosa Blanca. Cuando Sovieshu entró, el 'representante' se sobresaltó tanto al ver al emperador en persona, que se puso en pie de un salto. Su brusco movimiento hizo caer la bolsa que llevaba sobre el regazo.

"Su Majestad, es un honor. Soy Rivetti Rimwell."

'¿Rivetti Rimwell?'

El nombre le resultaba familiar. Sovieshu aceptó su saludo con aspereza.

"Tú—" 

"¿No me recuerda? Ah, bueno, sólo nos hemos visto brevemente antes. Soy la tía de Ahn. La que Su Majestad salvó..." 

Sovieshu finalmente la recordó. Su nombre aparecía en los documentos de la Corte Suprema. La hija de Roteschu Rimwell, que había sido declarada culpable de conspirar con Rashta. Conspirar para mezclar la línea de sangre de uno con la del emperador era un delito grave. Tan grave que a menudo familias enteras eran castigadas. Curiosamente, en este caso, sólo Roteschu Rimwell y Alan Rimwell fueron castigados. 

El hijo de Alan y Rashta había sido vendido como esclavo, pero no por su vinculación con este caso.

Ahn fue vendido por ser hijo de una esclava, y su padre, de la nobleza, sentenciado a pena de muerte como un criminal convicto. Simplemente se le trató como exigía la ley.

Pero, ¿por qué Rivetti Rimwell y la Vizcondesa Rimwell no fueron castigados en absoluto? Sovieshu leyó esa sección del documento de la corte, preguntándose por qué muchas veces. No encontró ninguna respuesta en su diario. El hecho de que no estuviera registrado en el diario significaba que probablemente no podían haber sido castigados. Sovieshu se preguntaba si había hecho algún tipo de trato con el Vizconde Roteschu. Ahora, una de las partes implicadas apareció en su puerta, enviada por Navier. 

'Qué asunto tan complicado. No...'

Frunció el ceño ante su siguiente pensamiento.

'Esta joven noble llamada Rivetti... no está aquí como hija de un noble. ¿Está aquí como señora del territorio de su familia?'

Su padre le había dejado su territorio. El Sovieshu de la noche había dado su aprobación. Se había preguntado por qué en ese momento, pero como no podía recordar, había pasado a otro asunto. Ahora, se preguntaba...

Si indagaba en la relación entre ella, Navier y Rashta... ¿le llevaría a sus recuerdos perdidos? 

***

Decidimos habilitar la habitación frente a la mía y la de Heinley como cuarto del bebé. Queríamos que estuviera lo más cerca posible para poder estar pendientes en todo momento. 

"¿Qué diseño le gustaría para la cuna, Su Majestad?"

Preguntó Laura.

"¿Qué tal hacer una de pino, Su Majestad?" 

Sugirió la Condesa Jubel.

"¿No sería bueno un patrón de estrellas para el móvil?"

Comentó Rose con una sonrisa.

"¡Ah! Señorita Rose, el Emperador Heinley dijo que pondría joyas en el móvil, así que olvidémonos de eso."

Señaló Laura. 

"El bebé necesita ropa cómoda, ¿verdad?"

Intervino Mastas. 

"Y si llevamos al bebé a las fiestas con nosotras, también será necesaria ropa formal."

Añadió la Condesa Jubel. 

El palacio estaba lleno de actividad estos días, en la preparación del cuarto del bebé, de los juguetes y de los accesorios. Tal vez porque una nueva vida estaba en camino, no quedaba rastro de las oscuras sombras que se habían cernido sobre el palacio.

No sólo estábamos preparando el cuarto del bebé. El palacio también necesitaba algunas reformas. Teníamos que asegurarnos de que el bebé pudiera corretear sin hacerse daño. Se colocaron amplias alfombras en los pasillos y se hicieron pequeñas sillas para cuando el bebé se cansara y necesitara sentarse. Heinley colocó más guardias en los pasillos, y mis damas de compañía decoraron las paredes. 

Era mucho más trabajo del que esperaba. 

martes, 18 de abril de 2023

abril 18, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 476

  La Emperatriz Divorciada - Capítulo 476. Cuarto Del Bebé (1)



A medida que sus preocupaciones se acumulaban, más difícil le resultaba escribir. Sovieshu miró las sinuosas letras y cerró los ojos. Necesitaba encontrar un confidente. En cuanto se dio cuenta, se sintió rodeado de enemigos. Los que seguían al Sovieshu de la noche lo vigilaban, sacaban información y la compartían. 

Eso le molestaba. No podía relajarse ni un momento. 

Además, sus dolores de cabeza empeoraban. El médico del palacio le advirtió de que tomar demasiados analgésicos era perjudicial. Había recibido tratamiento de un mago de curación sin resultados. ¿Era psicológico su dolor de cabeza? Incluso conseguir pastillas para dormir no era sencillo. ¿Cómo iba a evitar que el Sovieshu de la noche se enterara? 

Navier... no vendrá ella misma a buscar a ese niño Ahn, ¿verdad? 

Su única esperanza e ilusión, Navier, vivía en una tierra lejana. Por más optimista que pensara, sabía que Navier no vendría a buscar al niño. Sin embargo, mientras daba vueltas distraídamente a la pluma, una carta desagradable llamó su atención. Sovieshu dejó a un lado su carta y alcanzó la otra. Sintió que las letras se movían, antes de asentarse finalmente en patrones reconocibles. 

'Es una petición... me piden que acepte a otra emperatriz, por el bien de la estabilidad del país y la prosperidad de la Familia Imperial. Si eso no es posible, entonces el hijo del Gran Duque Lilteang, el siguiente en la línea de sucesión al trono, debe ser traído al palacio y recibir educación acorde.'

*** 

"Éste no es el pájaro que yo quería."

Al día siguiente de que el Gran Duque Kapmen enviara el pájaro azul de la Emperatriz Navier a Dolshi, éste lo volvió a meter en su jaula. 

"Quiero el pájaro que vi."

Kapmen caminaba por un sendero cubierto de hojas caídas. Parecía agobiado por las huellas de un amor que aún no podía borrar. Pero cuando Dolshi le abordó de repente, se molestó.

'¿Por qué tuvo que tomarse la poción?'

"¿Qué quieres que haga al respecto?"

Preguntó Kapmen con fastidio. 

"Quiero ese pájaro."

El Gran Duque sacó otra poción de amor.

"Bebe esto primero."

Dolshi aceptó el frasco, desconcertado. Kapmen señaló al pájaro azul.

"Luego míralo. Se convertirá en el pájaro que quieres."

La cara de Dolshi se arrugó como una hoja de papel.

"¿Me estás tomando el pelo?" 

Aún así, se quedó mirando la botella, como tentado. 

'Ese tonto dragón tonto.'

Molesto por tener que aguantar a Dolshi, Kapmen siguió adelante.

Dolshi miró a un lado y a otro entre la botella y la jaula. Luego siguió al Gran Duque.

"¿Qué demonios, ahora me evitas? ¿Por qué no me tomas en serio?"

'Calla.'

Kapmen se tapó los oídos. En ese momento oyó un pensamiento escandaloso.

'Quizá esos dos están enamorados el uno del otro.'

Kapmen dejó de caminar. Dolshi se aprovechó de ello y comenzó a molestarle de nuevo. Sin embargo, los pensamientos internos de la persona a la que Kapmen oía era más fuertes y bullicios que el propio Dolshi.

'El pájaro azul... es una excusa. Lo que de verdad le gusta al pelirrojo es ese hombre sexy. De lo contrario, la conversación no tiene sentido.'

Tras apartar a Dolshi por reflejo, Kapmen se apresuró a buscar a la persona detrás de esos pensamientos.

'No pueden escapar de mi mirada perspicaz. Estoy segura de que ese pelirrojo sólo está usando a ese pájaro azul como excusa para quedarse cerca de ese tipo sexy. Ja. Pero el chico sexy no se da cuenta. Todos los chicos atractivos son así. Realmente no se enteran de nada. No se dan cuenta de lo apuestos que son. '

Mientras tanto, los pensamientos internos eran cada vez más impactantes. Pero si bien el contenido en sí era desvergonzado, la voz interior sonaba tranquila e inteligente.

'¡Basta! ¡Deja de pensar tales cosas con esa voz tranquila!'

Gritó en su mente el Gran Duque mientras miraba a su alrededor. Era el diálogo interno más espantoso que jamás se había visto 'forzado' a escuchar. Deseaba que se detuviera. 

"¿Qué ocurre?"

"Mantente a tres metros de distancia."

Kapmen le advirtió a Dolshi. Acto seguido, encontró al culpable. 

Debajo de un gran árbol había una mujer que los miraba fijamente. Sostenía un pesado libro en una mano y llevaba gafas. El libro era un estudio en profundidad de táctica y estrategia. 

'Esa mujer... se está entreteniendo pensando en otra cosa que no es su libro.'


No sólo su imaginación y el tema del libro parecían opuestos. La expresión de la mujer era tan austera y sabía que no parecía del tipo que pensara tales disparates.

Inconscientemente, el Gran Duque caminó hacia ella. Se dio cuenta de que era el mismo lugar donde una vez había suspirado por Navier. El recuerdo de un amor no correspondido vino a su mente, pero... la mujer estaba sentada allí descaradamente. 

Sus miradas se cruzaron. 

La mujer frunció el ceño y preguntó fríamente.

 "¿Qué pasa?"

Al mismo tiempo, pensó, 

'Vaya, qué galán. Está buenísimo. Es aún más apuesto de cerca. ¡La persona más sexy que he visto en mi vida! Si un tipo como él alguna vez dijera, 'Princesa Charlotte, quiero tu amor', diablos. ¡Yo estaría en la luna!'

Las pupilas del Gran Duque Kapmen temblaron. Por primera vez, comprendió lo que significaba que alguien hablara de forma distinta a como pensaba. Había visto a personas sonreír amablemente mientras empuñaban una daga, pero nunca había visto a nadie tan serio con pensamientos tan fuera de lugar.

'¿Qué... por qué parece tan agitado? Vaya, ¿podría este tipo haberse enamorado de mí a primera vista? Tiene que ser eso.'

"No, no es eso."

lunes, 17 de abril de 2023

abril 17, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 475

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 475. Nudos (2)



¿Lo que dije ayer a Koshar fue desconsiderado con la Princesa Charlotte? Me sentí en conflicto toda la noche. Si la Princesa de Whitemond se casaba con mi hermano, su unión beneficiaría tanto a Whitemond como al Imperio Occidental. Como Emperatriz del Imperio Occidental, me debatía entre haber cometido un error o no. 

Pero cuando vi que a Koshar se le iluminaba la cara al hablar de Mastas, no pude evitar decirlo. Me preocupaba la felicidad de mi hermano. 

Antes de que me contara cómo había ido su comida con Mastas, también había visto la expresión maravillada de ella. No paraba de murmurar sobre lo débil pero fuerte de voluntad que era mi hermano. Mi cara debía de recordarle a él, porque a veces me miraba de reojo y se ruborizaba. 

No sé si sentían amor el uno por el otro, pero sí parecían estimarse mucho. Y si Koshar siguiera adelante con el matrimonio de conveniencia en medio de todo esto... ¿no haría más daño a la Princesa Charlotte con el paso del tiempo? Mi hermano haría sufrir a la Princesa de la misma manera que Sovieshu me hizo sufrir a mí. Odiaba la idea. 

Tener una amante no era nada que ocultar, pero los corazones de las personas eran otra historia. Por eso el amor causaba tantos conflictos. Los nobles se atacaban unos a otros por las amantes, incluso cuando tenían la suya propia. 

Suspiré. Darle tantas vueltas me ponía más inquieta. Debería salir y dar un paseo. En realidad... no era propio de mí inmiscuirme en los asuntos de Koshar. Entonces, ¿por qué dije eso ayer? ¿Será porque, como encontré el amor, quería lo mismo para él? Heinley siempre me miraba con ternura.

"¿Su Majestad?"

El Gran Duque Kapmen bloqueó mi camino, así que de repente choqué con él.

¡Dios mío! ¿Cuánto escuchó? Había estado vagando sin rumbo desde que salí de mi oficina; en ningún momento noté su presencia.

Sonrió. Debió de oír la última parte de mis pensamientos. Evitando mi mirada avergonzada, se rió entre dientes.

"Lo siento. No quería asustarte. Sólo me pareció que estabas más relajada."

"¿Qué quieres decir?"

"En el pasado, te empeñabas más en parecer y comportarte como una emperatriz."

¿Significa eso que ahora no parezco una emperatriz? ¿Está diciendo que he perdido mi dignidad? 

"Oh, no. No me refería a eso en absoluto."

El Gran Duque Kapmen hizo un gesto de disculpa. 

"Por cierto, ¿le enviaste el pájaro a Dolshi?"

"Sí, ya debe de haberlo recibido."

"Ya veo, espero que le guste."

Después de que nos separamos, caminé un poco más. Un caballero se apresuró a informarme de que el Imperio Oriental había enviado un emisario. Fui a mi oficina y encontré al emisario charlando con uno de mis ayudantes. No recordaba su nombre, pero reconocí su cara.

Tras un cortés intercambio de saludos, le pregunté.

"¿Qué ocurre?"

El emisario sacó un sobre bien sellado y me lo extendió.

"Esta es la respuesta a la carta del Emperador Heinley." 

Dado que la respuesta estaba siendo dada a mí en vez de a Heinley, debían haber encontrado a Ahn.

"Gracias."

Como no había más noticias, abrí la carta.

***

"¿Lo encontraron? ¿Tan pronto?" 

Como esperaba, la carta decía que Ahn había sido encontrado, junto con algunas tonterías adicionales. Rivetti se apretó las mejillas cuando le di la noticia. No sabría decir si estaba sorprendida, contenta o preocupada. Rivetti no solía revelar sus sentimientos con claridad. Era la primera vez que lo hacía desde que supo lo del Duque Elgy. 

De hecho, después de enterarse de que el Duque Elgy había llevado a Ahn al templo, Rivetti pasaba los días como si hubiera caído en un pozo. Cada vez que hablaba de él, se le helaban los ojos, como si fuera presa de un gran resentimiento, agonía y venganza. No parecía una niña bondadosa e intachable. Aun así, las sombras nunca eclipsaron del todo su rostro. Buscaba fervientemente su camino en la vida, incluso después de que su padre y su hermano murieran juntos. 

Últimamente me preocupaba que fuera a por el Duque Elgy con un cuchillo, tal vez porque era como el enemigo final. Mi preocupación sólo crecía ya que el Duque Elgy no era de los que se dejan vencer fácilmente por un cuchillo. 

"Oh."

Laura, que estaba con Rivetti, se sorprendió.

"¿Eso significa que ya volverás al Imperio Oriental?" 

"No estoy segura."

Rivetti agitó las manos. Aunque se había propuesto cuidar del único hijo de su hermano, ahora que su encuentro era inminente, parecía asustada. 

"Si trae a Ahn aquí..."

Laura se detuvo, luego suspiró y dijo, 

"Bueno, supongo que no es posible."

Ahn era exactamente igual que Rashta. Los cortesanos del palacio habían visto su cara unas cuantas veces. Además, su rostro era fácil de recordar, incluso a primera vista. Si Rivetti traía aquí a Ahn, todos sabrían que era su hijo. Ciertamente, Laura había tenido los mismos pensamientos que yo. 

Era difícil saber qué decir. El niño no podía criarse en el palacio, así que podría darle una casa fuera de la capital. Sin embargo, para Rivetti, que deseaba estudiar aquí, traer a Ahn era imposible. 

"Por ahora lo buscaré."

Rivetti continuó,

"Luego pensaré qué hacer. Estoy considerando llevarlo a Rimwell, pero me preocupa que otros lo acosen... tendré que pensarlo más."

Laura se desanimó al mirar a Rivetti, que parecía deprimida.

"¿Entonces sí volverás al Imperio Oriental?" 

"Mhm."

Rivetti respondió en voz baja, luego juntó las manos y me miró.

"¿Puedo ir?" 

"Es tu país, Rivetti." 

"Su Majestad..." 

Al ver que su expresión se volvió rígida, cedí un poco.

"Lo siento, pero el niño no puede criarse en el palacio. Sin embargo, podría conseguirte una casa no muy lejos."

Ahn era el sobrino de Rivetti, pero no era un noble. No tenía ningún papel en la sociedad. Aún era pequeño, así que si encontraba una gran mansión con un amplio patio, sería suficiente para que jugara. Una vez que creciera lo suficiente como para salir de la mansión, Rivetti podría llevarlo a su territorio. 

"Gracias. Le estoy muy agradecida. Siempre serás mi héroe, Su Majestad."

Rivetti juntó las manos en señal de agradecimiento. 

Sin embargo, yo no había hecho nada. Aún así, no lo mencioné. No porque fuera realmente el héroe de Rivetti, sino porque en este momento ella necesitaba a alguien en quien apoyarse. Ella quería confiar en mí, así que aquí estaba yo, como un pilar sólido.

"Por cierto, ¿Señorita Rivetti?" 

"Sí, Su Majestad." 

"Tengo algo que pedirle."

"¡Sí! ¡Pídame lo que sea!" 

"Aunque no has causado ningún problema, ¿podrías comportarte con mucha cautela mientras estés en el Imperio Oriental?" 

"¿Perdón?"

Sus ojos se abrieron bruscamente. Su expresión decía, ¿no confía en mí?

"No es por ti, lo que pasa es que hay asuntos delicados. Los Caballeros Transnacionales estarán por allí." 

"Pero no tengo nada que ver con ellos..." 

"Lo sé. Es sólo por si acaso."

De hecho, no era sólo por los Caballeros Transnacionales. Me preocupaba su enemistad con el Duque Elgy. Rashta estaba muerta, pero ella y Rivetti habían estado enredadas de forma negativa desde el principio. Aunque Rivetti había pasado por mucho sufrimiento, su odio por Rashta no había cambiado. 

El Duque Elgy sería un blanco tentador para su ira. Un enemigo ileso al que ella querría golpear. No quería verla enredada con él en una búsqueda de venganza. Podría salir perjudicada. 

Ajena a mis preocupaciones, Rivetti asintió con una sonrisa.

"¡Por supuesto! No se preocupe. ¡Iré y vendré discretamente!" 

***

jueves, 13 de abril de 2023

abril 13, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 474

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 474. Nudos (1)



Después que comimos, Heinley dijo que tenía un asunto que tratar y se fue con McKenna. Debería descansar hoy, ya que ayer estuvo muy enfermo. Pero él no escuchó, diciendo que debía ocuparse del problema de inmediato. Y se fue.

¿Es así como se siente? Siempre que otros me decían que descansara, yo hacía caso omiso de sus consejos y me enfrascaba en el trabajo. ¿Aquellas personas también se sentían así?

En cualquier caso, no podía permitirme descansar cuando incluso mi esposo enfermo se estaba esforzando. Ordené a uno de mis ayudantes que enviara un saludable pájaro azul al Gran Duque Kapmen, luego me dirigí a mi oficina. Tras ocuparme de algunos asuntos, subí a mi habitación para prepararme para la cena junto con mis damas de compañía. Rivetti, que estaba ocupada estudiando mientras recorría el palacio, también comió con nosotras.

"¿Cómo vas con los estudios?"

"Es más complicado de lo que esperaba. Como es un territorio pequeño, pensé que podría manejarlo bastante bien. Creo que subestimé el trabajo que conlleva."

Mientras comíamos, hablamos de varias cosas, como su territorio, la contratación de una niñera, dónde ubicar y cómo decorar una habitación de bebé. Luego recordé la pregunta que le había hecho a Heinley, sobre si el Duque Elgy odiaba a Sovieshu. Pregunté lo mismo a la Condesa Jubel y a Laura. Hay tantas opiniones como personas. A veces las mejores respuestas vienen de quien menos uno espera. 

La Condesa Jubel ladeó la cabeza.

"También me pregunto si el Duque Elgy odia a Su Majestad Sovieshu. Pero a decir verdad, ese duque..."

¿Qué? La condesa me miró, dubitativa. Dado que había sacado el tema, asentí para que continuara. Finalmente suspiró. 

"Es un hombre misterioso. Me pregunto por qué traicionó a Rashta."

Laura gritó, clavando el tenedor en el pudín resbaladizo.

"¡Yo también! Siempre estuvieron juntos, como una pareja. ¿Por qué haría eso?"

Rose y Mastas no sabían nada de Elgy ni de Rashta, así que comieron tranquilamente mientras nos escuchaban. Pero la reacción de Rivetti fue inesperada. 

"¿Qué quieren decir?"

Preguntó con los ojos bien abiertos. Parecía que escuchaba todo esto por primera vez. A Laura le sorprendió,

"¿No lo sabes?" 

"No. Pensaba que los dos eran realmente cercanos."

Rivetti evitó a Rashta y se fue a vivir a un lugar remoto. Pero una vez que abandonó la capital, una serie de acontecimientos extremos la atormentaron. Parecía que no se enteraba de nada. Incluso después de mudarse al pueblo cercano a su territorio, no prestó atención al mundo exterior. 

Laura dijo, 

"Mientras Rashta se sometía a una prueba de sangre con su hija, el Duque Elgy apareció con el hijo de Rashta. Es decir, tu sobrino."

Rivetti dejó el tenedor. 

"¿En serio?" 

Si bien Laura cerró la boca, la Condesa Jubel intervino, 

"Ese incidente confirmó el adulterio de Alan y Rashta." 

Rivetti palideció. 

Rose golpeó el costado de la condesa con el codo, sacudiendo la cabeza. La Condesa la miró extrañada, parecía pensar que era mejor que Rivetti se enterara ahora, ya que acabaría enterándose. Sin embargo, su expresión cambió al observar a Rivetti.

Rivetti se mordió los labios con fuerza y miró fijamente al filete. La expresión de su rostro era terriblemente intimidatoria. 

La Condesa le susurró a Rose,

"¿He dicho algo malo?"

Rose frunció el ceño y se puso la mano en la frente. Rivetti normalmente notaría el cambio en las personas que la rodeaban, debía de estar realmente sorprendida por la noticia. 

Sin darse cuenta de cómo las damas de compañía la miraban, murmuró,

"¿Eso significa que... el Duque Elgy era enemigo de papá y Alan? ¿Por su culpa, papá y Alan se confabularon con Rashta... y él lo usó para acusarlos?" 

***

"Por aquí."

Koshar estaba parado en la puerta principal y saludó con la mano a Mastas, que acababa de salir. 

Ella sonrió ampliamente en cuanto le vio. Su alegría provocó en Koshar una sensación extraña. La mayoría de los nobles fruncían el ceño al verle o parecían asustados. En el Imperio Occidental había más nobles que le trataban bien, pero aun así, era la primera vez que veía a alguien sonreírle tan feliz.

Por lo general, ni siquiera su familia parecía muy contenta de verle. Era el alborotador, así que aunque le amaban, también estaban constantemente preocupados por él. 

"¡Lord Koshar!" 

Mastas corrió como un caballo de carreras, por lo que olvidó dónde poner las manos. Se sacudió torpemente y luego se apresuró a mantenerlas firmes con una cara seria.

"¿Cómo está?"

Recobró la compostura, pero ya era demasiado tarde. 

Koshar estuvo a punto de reírse, pero se contuvo. Los dos se dirigieron hacia el restaurante que habían acordado visitar. Pero una vez sentados, la expresión de Mastas se ensombreció. No era una expresión forzada como antes. Parecía realmente sombría. 

"Señorita Mastas, ¿se encuentra bien?" 

Preguntó Koshar preocupado. Su comportamiento era inusual. Sus ojos se abrieron de par en par, como si acabara de despertarse, y sacudió la cabeza.

"Estoy bien. Sólo estaba pensando en alguien."

"¿Un hombre?"

"¡No! No pienso en ningún hombre aparte de ti."

Ante la respuesta de Mastas, se quedó en silencio. 

"Eso, eso no significa que siempre piense en ti. Podría decir que tampoco pienso en ti, pero sería una mentira. Bueno, no creas que me vienes mucho a la mente."

Mastas divagó, luego hizo una forma casi de pellizco con los dedos.

"Sólo esto. A veces, muy de vez en cuando, pienso en ti."

Koshar separó un poco más el pulgar y el índice de Mastas.

"Yo pienso mucho en la Señorita Mastas."

La cara de Mastas se puso roja como un tomate. Se quedó mirando, embelesada, sus dedos. 

"¿Tanto...?"

La diferencia era de menos de un centímetro, pero a ella le parecía la longitud del mar y el cielo sin fin.

Koshar preguntó mientras contenía una risita, 

"Entonces, ¿en quién estabas pensando?"

"Ah, en esa joven dama que Su Majestad lleva a todas partes. Se llama Rivetti y es como un Yorkshire Terrier."

Luego hizo una mueca y se dio un puñetazo en el muslo. Parecía que había algo en su respuesta que no le gustaba. 

Aunque Koshar no supo por qué se reprochaba a sí misma, se dio cuenta de que apretó el puño con la técnica adecuada. Cerrar las manos de ese modo eliminaba la posibilidad de que los dedos se rompieran con el impacto. Muchos caballeros no lo sabían, pero estaba claro que esta chica era muy lista. 

Cuando por fin llegó la comida, los dos comieron en silencio. 

Mastas abrió y cerró la boca repetidas veces. A Koshar le resultaba difícil saber de qué hablar con una dama noble, así que se vio incapaz de iniciar una conversación. Por suerte, a ninguno de los dos les disgustaba el silencio. Además, les permitía escuchar lo que les rodeaba. 

"¿No dijo esa santa que fuimos afortunados de que la Emperatriz Navier se convirtiera en Nuestra Majestad?"

"¿Desde cuándo Su Majestad Navier pasó a ser 'Nuestra' Majestad?"

"..."

"Antes sólo decías Su Majestad la Emperatriz Navier."

"Ah, bueno, eso era antes de acostumbrarme."

"¿Así que te acostumbraste después de un cumplido de la santa? ¿En serio? ¿Qué te pasa?" 

Koshar y Mastas escucharon una conversación sobre Navier en una mesa cercana. Los labios de ambos se curvaron en sonrisas mientras sus tenedores se movían. No conocían a esta santa, pero le estaban muy agradecidos. Comieron satisfechos, escuchando los elogios a Navier. 

Pero entonces... 

"A mí sigue sin caerme bien. A fin de cuentas, es extranjera. Cuando surja un conflicto, se pondrá del lado de su país natal. Ahora mismo, la Emperatriz Navier trabaja para nosotros, pero en una situación delicada, velará por los suyos. No es que sea algo malo. Yo haría lo mismo. Pero esa es la razón por la que no me fío—" 

Koshar no se abalanzó con puño voladores sobre la persona que estaba hablando mal de Navier. No era porque hubiera madurado, sino porque Mastas fue más rápida que él. Ella golpeó la mesa con el puño.

"¡Cuida tu sucia boca!"

Koshar la detuvo instintivamente, sintiendo por primera vez lo que sentían los demás al estar en sus zapatos.

Cuando Mastas finalmente dejó de fruncir el ceño, se miró el puño con desesperación. Poco después, Koshar dijo que estaba satisfecho con la comida y se marcharon. 

De vuelta en el Palacio Imperial, Navier le mandó a llamar y le preguntó discretamente cómo había ido la comida de hoy, a lo que respondió con sinceridad.

"Fue confortable, fresca y bonita."

Sus palabras no parecían muy significativas, pero el rostro de Navier se volvió rígido. Koshar se mordió los labios. 

'¿He dicho algo que no debía?'

Siempre decía lo que no debía. Supuso que ahora lo había vuelto a hacer. Mientras repasaba mentalmente su respuesta, su hermana dijo en voz baja, 

"Si quien te gusta es Mastas, hermano, entonces, ¿qué tal si... reconsideras el matrimonio con la Princesa Charlotte?"

lunes, 10 de abril de 2023

abril 10, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 473

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 473. Era Mi Enemigo (2)



Sintiéndose más tenso que nunca, Heinley tragó saliva. La saliva le quemaba al bajar por su garganta hinchada. No podía relajar los hombros. Cuando Navier le hizo aquel dibujo antes, no tenía ni idea de lo que significaba. Heinley pensó que ocurriría lo mismo si fuera al revés, pero Navier nunca supo que no había podido interpretar su dibujo. De hecho, había escondido el malentendido debajo de la alfombra, para nunca resolverlo.

Heinley amaba a Navier, pero no podían comunicarse sin palabras. Ahora no era diferente. 

Frenéticamente, le había indicado que prefería que le cuidara McKenna. Pero Navier no le entendió en absoluto. Más bien, se sentó a su lado con una sonrisa. 

"Comprendo. Cuidaré de ti. Me quedaré a tu lado todo el día de hoy, Heinley."

Le temblaron las manos. 

¿Se sentiría Navier profundamente decepcionada si supiera que su comunicación fallaba? Ella creía que se entendían con una mirada. Heinley no quería ver su decepción. Así que, aunque le dolía tanto la garganta que le costaba respirar y el cuerpo le ardía de fiebre, se esforzó por hacerse entender correctamente. 

"¿Heinley? ¿Tienes frío?" 

Navier le agarró las manos temblorosas. La preocupación cruzó su rostro helado. Sus cálidas manos envolvieron suavemente las de él. 

Heinley se aferró a sus manos y miró por encima de su hombro a McKenna. 

'Ayúdame.'

McKenna asintió sutilmente en señal de que lo entendía. 

No obstante, un minuto después, Heinley se desmayó. Cuando recobró el conocimiento, Navier lo miraba con preocupación. Al contemplar aquellos ojos fríos, rebosantes de afecto, Heinley pensó que era tonto por temer sus cuidados. Había renunciado a una guerra por la mirada de aquellos ojos. No podía creer que hubiera tenido miedo.

Culpándose de lo que había hecho antes, reunió todas sus fuerzas para sonreírle a Navier. Cuando Navier lo vio, frunció el ceño.

"¿De verdad vas a bromear en medio de todo esto?"

Heinley sacudió la cabeza. Pero debido a su enfermedad, los músculos de su cara no se movían. Relajó su sonrisa para no ofenderla. Pasaron unos treinta minutos. Heinley sintió sed, quizá porque había sudado mucho, así que levantó una mano y se señaló la garganta. 

'Agua. Por favor, tráeme agua, mi reina.' 

Cuando pronunció su deseo, Navier volvió a fruncir el ceño. 

"Realmente no puedo impedírtelo."

'¿Qué hice?'

Sin darle oportunidad de responder, ella besó su cuello. Cuando sus labios suaves y fríos tocaron su piel enrojecida, se sintió electrizado. Pero en cuanto ella se echó hacia atrás, le entraron ganas de llorar. Por encima de su hombro, vio a McKenna perplejo, con una botella de agua en la mano.

'No, no me la des. No importa. Mi Reina se avergonzaría si me entendieras.'

Heinley habló con la mirada. McKenna dejó la botella en el suelo. Aliviado, Heinley miró a Navier y le agradeció. 

Pasó otra hora. Heinley quería cambiarse de atuendo, así que agarró su ropa y la sacudió. 

"¿Tienes calor?"

Navier le abanicó de inmediato. 

McKenna, que estaba a punto de traerle ropa, se sentó a regañadientes cuando Heinley le hizo señas de que no importaba. Pasaron dos horas más y Heinley sintió hambre. Se palpó el estómago. Navier le preguntó si le dolía y se lo frotó mientras le cantaba. McKenna estaba a punto de traerle sopa, pero observó la cara de Heinley, preguntando en silencio,

'¿Qué hago?'

Esta vez, Heinley no le dijo que no importaba. Estiró la mano hacia McKenna a espaldas de Navier, moviendo los dedos con desesperación. 

'Sálvame.'


  ***

¿Dónde estoy? Miré a mi alrededor. Sin duda era el interior de un Palacio Imperial. ¿Era el Imperio Oriental? ¿O el Imperio Occidental? Por extraño que parezca, no podía distinguirlo. ¿Se ha deteriorado mi mente? 

Estaba confundida, pero no sentía miedo. No importaría aunque lo tuviera, porque mis piernas seguían moviéndose independientemente de mis intenciones. Caminé durante mucho tiempo. Finalmente, llegué a la puerta del gran salón de banquetes. Estaba ligeramente entreabierta. ¿Por qué está abierta? Normalmente estaba cerrada. Oí un ruido alborotado dentro, pero no era el sonido de la música de una fiesta. 

Tampoco era el sonido de personas charlando. Se escuchaba como una pelea... pero no estaba segura. 

Me despertó la curiosidad, así que entré sin dudarlo. Justo entonces, vi a dos enormes pájaros aleteando en medio del salón. Ambos eran hermosos pájaros de plumas doradas, que chillaban y batían las alas, sus regordetas barrigas sobresalían. Luego se encararon con los picos bien abiertos y empezaron a picotearse el uno al otro. 

'¿Qué están haciendo? ¿Quiénes son esos pájaros?'

Para ver con más claridad, me agarré a la barandilla y me incliné. Al mirar de cerca, vi una cosa brillante, dorada, entre los dos pájaros. 

'¿Qué será?'

Miré con más atención. Era una corona. Los dos pájaros se peleaban por la corona.  

"Mi Reina."


En ese momento, me interrumpió una voz. Mis ojos se abrieron bruscamente. No había Palacio Imperial, ni pájaros, ni corona. Todo lo que vi fue una suave manta... ¿de oro y marfil? 

"Mi Reina."

Al levantar la cabeza, vi a Heinley mirándome con preocupación.

'Oh, no. Debo haberme quedado dormida. ¿En qué momento?'

"¿Por qué duermes así? ¿Dónde está McKenna?"

Ah, ahora recuerdo. 

"Él parecía cansado, así que le dije que se fuera a dormir un poco."

Después de que McKenna se fue, me quedé observando la cara de Heinley mientras dormía. Debió de ser entonces cuando me quedé dormida. 

"¿Se fue porque tú se lo dijiste?"

"Él no quería irse, pero se lo ordené. Siempre está muy ocupado." 

Heinley puso una cara intimidante. Su expresión decía que, en cuanto estuviera mejor, llamaría a McKenna y le reprendería. Puse mi mano sobre la de Heinley.

"Más importante, ¿qué hay de ti? ¿Cómo te encuentras? Veo que has recuperado la voz."

"Estoy bien. Ya no me duele la garganta."

La expresión de Heinley ahora decía, sé que estás cambiando de tema, pero lo pasaré por alto. Utilizó su mano libre para cubrirse la garganta. 

"Me pasa desde que era joven. Me enfermo sólo un día y me recupero enseguida."

"Menos mal. ¿Sabes lo preocupada que estuve ayer?"
 
Asintió con la cabeza.

"Sí, lo sé. Pero no imaginaba lo bien que me sentiría con mi reina cuidándome."

"Eso no es verdad."

"Es verdad. Sentía mi vida amenazada."

¿Qué? 

Me quedé mirándole, confundida, pero Heinley evitó mi mirada y se incorporó.

"Vaya, tengo hambre."

¿Qué pasa? ¿Qué significa esto? 

***

"Debería desayunar un plato ligero. Sólo tomar sopa caliente. Puede comer un poco de pan, pero es mejor que no lo haga."

El médico del palacio dio el tratamiento y algunos consejos, luego se marchó. Una vez que trajeron la sopa de patatas y champiñones que pedí, le fui dando cucharadas a Heinley, una a una.

Era incómodo, pero... a Heinley le gustaban este tipo de cosas. 

"Esto se siente raro, mi reina."

A él le gustaba darme de comer. ¿Le parecía raro que nuestros papeles se hubieran invertido? Heinley abrió la boca. 

Para el almuerzo, el médico aconsejó una comida completa, siempre que evitara los alimentos picantes. Así que nos sentamos frente a frente en una mesa dentro del grandioso jardín otoñal. Heinley debía de estar muerto de hambre. Comió mucho más de lo habitual. Mientras comía, saqué a relucir las cosas que había querido decirle ayer. 

"Heinley, la próxima vez que llueva, cúbrete. No te quedes bajo la lluvia."

"Quise usar la fuerte lluvia como cobertura para recuperar la piedra de maná."

Las piedras de maná son un verdadero problema. Tanto para Heinley como para el país. No sabía qué decir, así que cerré la boca.

Heinley sonrió satisfecho y cambió de tema.

"De todos modos, fue agradable ver a mi reina tan preocupada por mí."

"Siempre me preocupo por ti, así que no te vuelvas a enfermar." 

Era la verdad. ¿Creía que no me preocupaba por él?

Mi respuesta le gustó tanto que no dejó de sonreír. 

Suspiré, arranqué un poco de carne de mi pescado y se la puse en el cuenco. Heinley la devoró, luego arrancó un poco de su propio pescado y me lo acercó a la boca. 

Se suponía que ahora debía cuidar de él. Estaba a punto de reprenderle de nuevo, pero me contuve. Abrí la boca y dejé que me diera de comer.

"Cierto."

Me acordé de una cosa que pensaba preguntarle ayer. Como se enfermó, no pude preguntárselo.

"¿Qué pasa?" 

Me aclaré la garganta.

"Heinley, ¿tiene el Duque Elgy algún tipo de rencor contra el Emperador Sovieshu?"

"¿Elgy?"

Sovieshu había preguntado en una carta si Elgy le guardaba algún rencor. Él había leído sobre eso en su diario. Ahora también sentía curiosidad. Cuando Sovieshu escribió en su diario, ¿acaso creía que Elgy iba tras él, y no tras el puerto? 

Heinley frunció el ceño mientras mordía el tenedor. 

"No lo sé. No estoy seguro de que le guarde rencor. Sí sé que lo odia, pero..."

"¿Pero?" 

"Odia a mucha gente."

Heinley se encogió de hombros. 

"¿Así que esto pasa a menudo?"

"Es un muñeco de vudú andante."

¿Podría su apodo ser intencionado, en vez de fortuito? 

***