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sábado, 8 de octubre de 2022

octubre 08, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 31

Capítulo 31. Primera Cita


Acostado de lado, Raphael apoyó su barbilla en la mano y miró la cara dormida de Annette. Después de haber sido zarandeada por Raphael tantas veces, dormía como un tronco. A diferencia de Raphael, que tenía problemas para dormir, ella podía quedarse dormida en cuanto su cabeza tocaba la almohada.

Extendiendo la mano, le tocó la frente y el cuello para comprobar su temperatura por costumbre. No había fiebre. Era difícil comprobar su mano derecha debido al vendaje, pero a juzgar por su muñeca, no había ninguna hinchazón nueva.

Lamentó haberla sometido a un esfuerzo excesivo tan pronto como se había recuperado de la fiebre. Se reprendió a sí mismo por no controlar sus deseos cuando sabía que ella era delicada, y que no era seguro tratarla con brusquedad. La próxima vez tendría más cuidado con ella. Sus ojos todavía estaban un poco hinchados por el llanto. Mirarla así causó que le doliera el pecho, como si una pequeña espina se hubiera alojado en su corazón.

Los profundos ojos azules de Raphael se movieron lentamente sobre su silueta dormida. Incluso dormida, se veía perfectamente, tumbada de espaldas con las manos apoyadas en el estómago. Le irritaba, pero le hacía sonreír al mismo tiempo. Cuando se dio cuenta de que le estaba sonriendo a ella, instantáneamente endureció su rostro.

Joder.

Quería zarandearla en la cama, era normal que un hombre hiciera eso con su mujer, y luego se fuera sin mirar atrás. Estaban casados, además sin ningún sentimiento de por medio. Entonces, ¿por qué miraba la cara de esta mujer dormida sonriendo como un idiota?

Raphael se pasó las manos por la cara, frotándose los ojos hasta que le picaron, pero aún así encontró su rostro lo suficientemente hermoso como para hacerle maldecir. Las débiles manchas de lágrimas en sus mejillas, sus labios hinchados, el cabello rubio sobre sus mejillas... todo era tan bonito.

¿Qué demonios estoy haciendo?

Raphael estaba muy confundido.

Incluso ahora, cuando recordaba todos los insultos que le había dicho su padre, apretaba los dientes de rabia. El Duque Bavaria, el linaje más vil de los aristócratas, era el peor socio posible para el ilegítimo Raphael. Pero, ¿por qué la hija de ese hombre le parecía tan condenadamente bella?

Avergonzado, ahogó su cara en las sábanas, gimiendo.

"Mmm... ¿Raphael?"

La pregunta somnolienta provino de Annette, que estaba con los ojos entreabiertos mientras su mano se movía en su dirección, acariciando su hombro descubierto.

"Está bien, Raphael...", ella balbuceó, claramente inconsciente. "Nadie te hará daño... te protegeré..."

Después de un s3x0 vigoroso, su voz estaba un poco ronca. Raphael frunció el ceño mientras ella pronunciaba las inexplicables palabras, preguntándose el motivo, pero Annette no estaba en condiciones de dar explicaciones. Incluso semiconsciente, repitió las palabras de consuelo, como si las hubiera dicho muchas veces antes.

"No has hecho nada malo... no estés triste... la guerra ha terminado, así que sólo... duerme..."

Su voz se apagó. La pequeña mano de ella se desprendió de su hombro. Él miró su cara durante un rato, desconcertado. Luego se dio cuenta de lo que significaba.

Ella sabía de su maldito sonambulismo.

Sus ojos se oscurecieron. Había pensado que ella no tenía ni idea, pero ahora recordaba la mañana en que la encontró en su habitación. Luego hace unos días, cuando se encontró dormido en su cama. Sería una tonta si no lo supiera, y debió de mentir para proteger su orgullo. Ella sabía que a él no le gustaba que los demás conocieran sus debilidades. Ella había cerrado los fingido no saber nada, para que él no se preocupara.

"Haa."

Se le escapó un suspiro abatido. De todas las personas, esa maldita mujer de Bavaria había descubierto la debilidad que él había intentado ocultar con tanto empeño. Y estaba claro que se compadecía de él por ello.

Estaba todo perdido. Y aunque un latigazo de orgullo herido le hizo enrojecer brevemente, no fue suficiente para hacer estallar su temperamento. De hecho, se sintió menos patético de lo que hubiera esperado. Viéndola dormir a su lado tan indefensa, no sintió el impulso de retorcer su esbelto cuello para ocultar su secreto para siempre. En lugar de eso, sólo se sentía caótico.

Sacando su brazo de debajo de ella, se levantó para salir de su habitación. No quería ver su cara cuando sus pensamientos eran tan complicados. Pensaba que había recogido un pequeño trofeo llamado Annette Bavaria, pero se encontró con que vacilaba entre sus manos.

La sombra de una bestia atormentada se paseaba por el pasillo.

Parecía que tampoco iba a dormir fácilmente esta noche.

***

Incluso en mi segunda vida, el sol de la mañana sigue saliendo. Y otro nuevo día ha comenzado.

Annette no tenía un horario particular hoy. Después de lavarse y cambiarse rápidamente, fue a leer un libro en el salón a la luz del sol. Era todo lo que podía hacer con su mano herida, pero no tardó en escuchar que llamaban a su puerta. Creyendo que era una sirvienta que venía a peinarla, Annette le pidió que entrara sin levantar la vista.

"¿Estás ocupada hoy?", preguntó Raphael en su lugar, apoyado en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho, como un brabucón en la calle, aunque su apuesto rostro lo redimía con creces.

Ayer ni siquiera la miraba a la cara, ¿Y ahora de repente aparecía para preguntarle eso?

"No, nada importante", dijo Annette, parpadeando sorprendida. "¿Qué pasa?"

"Nada. Quiero que me acompañes a un sitio, si puedes."

No ofreció ninguna pista sobre dónde, a pesar de hacer semejante petición de la nada. Ella se sorprendió tanto que lo miró con los ojos muy agrandados. La boca de Raphael se secó ante su expresión.

"No está tan lejos", añadió con dificultad.

"Vale..." Ella lo miró fijamente un momento, luego sonrió alegremente. "Ahora voy a prepararme."

El hecho de que se hubiera roto la mano por su culpa se compensaba con los cuidados que le había dado cuando estaba enferma, así que Annette no vio ninguna razón para negarse. Se trataba de una rara oportunidad para salir con él, por lo que su sonrisa lo deslumbró. Cuando Annette sonreía, era casi como si brillara a los ojos de Raphael. Él se quedó congelado como una piedra durante un minuto.

La gente no brillaba, se reprendió a sí mismo. Entonces salió de inmediato. Le llevaría tiempo a ella prepararse de todos modos, así que él aprovecharía para recomponerse.

***

"¿Te vas a despertarte?"

Al escuchar la fría voz sobre su cabeza, Annette abrió los ojos. El carruaje se había detenido. Debían de haber llegado. Se dio cuenta de que había estado adormecida contra el hombro de él. Su estado de ánimo no debía ser demasiado malo, si la dejaba apoyarse en él sin apartarla.

Aunque todavía era de día, el cielo estaba nublado y las sombras que se proyectaban sobre su rostro le daban un aspecto peligroso , como un demonio o un íncubo de cabello negro que viniera a robarle el alma. Tomando su mano, Annette se bajó del carruaje. Ella miró a su alrededor.

"Raphael, ¿Dónde estamos?"

Pero una vez que las vastas cantidades de mármol blanco en la distancia llamaron su atención, ella no necesitó realmente una respuesta. El aire frío y el silencio sofocante la hicieron estremecerse en la atmósfera espeluznante. Raphael la había traído a un cementerio.

La nobleza solía tener sus propios cementerios familiares, así que era la primera vez que Annette visitaba un cementerio público. No se podía comparar con los cementerios privados, pero estaba mucho mejor mantenido de lo que ella esperaba. ¿Quizás era un lugar para la alta burguesía sin propiedades?

"Si hubiera sabido que íbamos a venir aquí, me habría puesto un vestido negro", dijo, sonriendo un poco incómoda. Era su primera salida con su esposo después de su regresión, y aunque no esperaba una cita romántica, nunca pensó que él la traería a un cementerio. Miró su vestido azul claro.

"No pasa nada. No te he avisado, ¿Cómo ibas a saberlo?". contestó Raphael, inesperadamente sensato. La verdad era que le resultaba irritante mirar a todos los que venían vestidos de negro. Annette le miró a él y luego al silencioso cementerio. Pero seguía sin entender por qué habían venido.

"¿Pero qué hacemos aquí?"

Sus ojos temblaron al hacer la pregunta sin pensar. Al pensar en viejas historias de fantasmas, casi le entra un sudor frío. Habiendo muerto ya una vez, un cementerio le resultaba muy siniestro.

Raphael se limitó a encogerse de hombros, atrayéndola con él en lugar de responder. A juzgar por su expresión, no parecía que tuviera intención de enterrarla aquí. Annette tragó saliva y lo siguió nerviosa.

"Aquí está."

Raphael se detuvo ante una lápida especialmente grande que parecía costosa. Annette entrecerró los ojos para leer el grabado. Tardó un momento en darse cuenta de quién era.

"Esta lápida es..."

jueves, 6 de octubre de 2022

octubre 06, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 30

Capítulo 30. Larga Noche


Los ojos brillantes de Raphael se estrecharon al acercarse a ella. A Annette se le secó la boca al ver el hambre en esos ojos, como si fuera un herbívoro ante un peligroso depredador, a punto de ser devorado vivo. Ella se lamió los labios nerviosa.

"Dime, Annette", dijo él, pasándole el pulgar lentamente por el labio inferior. "Si te digo que lo que quiero, ¿qué harás? Sabiendo lo que es, ¿estarás dispuesta?"

Su voz era profunda, enroscándose alrededor de ella como una serpiente, haciéndole cosquillas en los oídos. Presintiendo el peligro, ella trató de zafarse de su agarre, pero Raphael le quitó el vestido de los hombros y sus s3n0s blancos se escaparon por encima del escote. Bajó la cabeza para lamerlos.

"Ah, Raphael......."

Su intención era clara al frotar sus suaves s3n0s. Con avidez, chupó sus puntas rosadas, excitánd0la al lamer sus p3z0nes con la lengua. Cuando aplastó las sensibles puntas bajo la punta de su lengua, un pl@cer doloroso la recorrió. Era demasiado brusco, la estimulación era excesiva. Sin embargo, extrañamente, a ella le habría gustado que le doliera un poco más.

"No te retuerzas así, Annette. Te vas a hacer daño en la mano."

Una de sus manos, que agarró su mano derecha vendada, la inmovilizó contra la pared. La otra mano le subió la falda y se metió en las br@gas. Cuando sus dedos tocaron la abertura oculta entre sus pétalos, levantó la cabeza con una sonrisa malvada en su boca.

"Estás mojada", le susurró al oído. "¿Estás así de mojada sólo porque te chupo los p3z0nes?"

"Oh, no. No es así..." Intentó protestar, con la cara teñida de vergüenza, pero entonces los labios de él besaron los suyos, interrumpiéndola. Su lengua se introdujo en su boca, arañando su sensible paladar, forzando un suave grito de ella. Ella se sintió mareada. Sus rodillas se debilitaron.

La mano entre sus piernas tocó su núcl3o, y un grueso dedo se deslizó fácilmente dentro de ella, ayudado por su humedad. Luego dos dedos, luego tres, se introdujeron en su húmeda abertura, acariciando sus p@redes int3rnas. Cada vez que esos gruesos dedos se hundían en su interior, enviaban oleadas de sensaciones que palpitaban por todo su cuerpo.

Annette estaba embelesada. Un intenso pl@c3r recorrió su cuerpo de arriba abajo, y pudo escuchar los obsc3nos sonidos de sus caricias mientras cálidas lágrimas brotaban de sus rosados ojos.

"Annette, haaa..." Raphael le lamió las lágrimas, luego la cargó para llevarla directamente a la cama. Ella pensó que la acostaría, pero no lo hizo. Sentándola en su regazo, se quitó la toalla revelando su er3cción.

"Levanta el tr@ser0, Annette". Le mordió ligeramente las orejas, con una voz cargada de deseo. Annette vaciló. Pero antes de que pudiera hacer algo, las grandes manos de él la agarraron por la cintura para levantarla. Introdujo su p3n3 en su abertura, dejando que se hundiera lentamente. La estrecha entrada de ella se estiró a su alrededor mientras su grueso gl@nde.

"Es demasiado pequeño, maldita sea", refunfuñó él, empujando con avidez su gran p3n3 dentro de ella. Su posición sentada lo hizo sentir más profundo que de costumbre. Ella se sintió llena de él. Se tocó el vientre con la mano.

La visión le hizo cerrar los ojos y apretar los dientes, como si estuviera luchando por contenerse. Su virilidad se hinchó, tanto que Annette sintió que iba a reventar.

"Me estás volviendo loco", dijo Raphael, y una serie de palabrotas escaparon de su boca maligna mientras empezaba a pen3trarla salvajemente. Su grueso p3n3 se sintió aterrador al llegar hasta la raíz, su deseo se clavó profundamente en ella, llenando con fuerza su estrecho canal. La visión de Annette vaciló cuando un pl@cer familiar surgió de su interior.

"¡Ah... sí... ummmmmm...!"

Cada vez que empujaba su grueso p3n3 dentro de ella, su carne húmeda recibía empujones, provocando dulces escalofríos en su cuerpo. Su duro gl@nd3 se introdujo profundamente dentro de ella, provocando que chispas blancas brillaran en sus ojos. El pl@cer era tan abrumador que Annette no podía ni siquiera emitir un sonido. Las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas.

"Annette, mira esto", le susurró Raphael al oído, levantando las comisuras de su boca en una sonrisa diabólica. "Mira cómo me succionas con tanta hambre."

Bajo su mirada lujuriosa, ella negó con la cabeza, escapándosele un pequeño gemido.

"Mentirosa", susurró él con maldad, luego la agarró por el tr@sero y la penetró más rápido.

Cada vez que su cuerpo se sacudía de arriba hacia abajo, la base de su grueso p3n3 le acariciaba el cl!t0ris. Las piernas le temblaban. Sus entrañas se apretaron con avidez, aferrándose a él, sin permitirle salir de ella mientras él empujaba violentamente, haciéndola g3mir entrecortadamente.

"¡Ahhh...uhh, uhhh, nngh...ahhhh!"

Su cabeza cayó hacia atrás mientras ella se venía, un terrible org@smo sacudió su cuerpo, con electricidad que se extendía desde sus piernas hasta la parte superior de su cabeza. Incluso mientras alcanzaba el cl!m@x, su p3n3 hinchado seguía introduciéndose en ella, presionando su interior. Su tierna carne interior se vio sacudida por el dolor y el pl@cer mientras él la p3n3traba con fuerza. Le gustaba tanto que se sentía como si flotara, como si fuera a caer. Más lágrimas corrieron por sus mejillas mientras resistía impotente, asustada por estas sensaciones, y lo único de lo que podía depender era del hombre que tenía delante.

"¡Raphael, Raphael...!"

Desesperadamente, trató de rodear su cuello con los brazos. Sintiendo su angustia, Raphael inclinó la cabeza para ayudarla a que lo alcanzara. Se sintió tan bien viendo sus delgados brazos alrededor de él.

Annette se sacudió de arriba hacia abajo, jadeando para respirar. El movimiento de su p3n3 dentro de ella, empujando sin piedad, la llenaba de un terrible pl@c3r. Se sentía tan bien que pensó que iba a perder la cabeza.

Cara a cara, Raphael agarró su tr@s3ro, separando para hacer que sus labios v@g!nales se separaran, profundizando la sensibilidad de sus paredes internas. ]Su polla se hundió aún más con fuerza.

"Estás apretada por dentro otra vez, Annette. ¿Te gusta tanto?"

"No... sí... ¡ahh! Ah, ummmmm...!"

Sus piernas temblaban, tensadas por el pl@cer asfixiante. Su segundo org@smo fue tan intenso que se le curvaron los dedos de los pies. Estaba tan caliente por dentro que él casi se fundía en ella. Pero Raphael la giró cuando ella terminó de venirse. Le gustaba estar de cara a ella, pero ver sus bonitos ojos llenos de lágrimas le hacía sentir una punzada en el corazón.

De espaldas a él, Raphael la volvió a p3netrar con fuerza. Las caderas de ella se levantaron, tratando de escapar de la abrumadora estimulación, pero él la agarró por la cintura.

"¡Huh, ah, uh...uh, uh!" Ella gritó ante el pl@cer impulsivo, gritos lastimeros que sacudieron su cuerpo. La cabeza de Raphael se inclinó, lamiendo su cuello y hombros, como un lobo que tranquiliza a su compañera. Toda su piel sensible se estremeció. Las caricias de su p3n3 en todas sus zonas de pl@cer la marearon.

Los dedos de Raphael frotaron su hinchado cl!t0ris rojo, oculto en su vello púbico, mojado con sus fluidos y su s3m3n. Por reflejo, ella se apretó su interior. Cada vez que sus dedos rodeaban su cl!tris, ella gritaba con fuerza. Sentía como si se estuviera derritiendo por dentro debido a la estimulación.

"Oh, maldición, maldición, está caliente... me estás volviendo loco, Annette."

miércoles, 5 de octubre de 2022

octubre 05, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 29

Capítulo 29. Gracias

Inesperadamente, no dijo nada. Tras asegurarse de que ella estaba despierta, se marchó al instante. Dejó el anillo en un estante al azar al salir, como si no significara nada para él. A juzgar por su indiferencia, no tenía ni idea de lo que era..

¿Dónde lo ha encontrado?

El corazón de Annette latía con fuerza. Probablemente lo había encontrado por accidente y luego se había puesto a jugar con él por aburrimiento, pero ese pequeño acto casi le había parado el corazón.

Ahora que él se había ido, se levantó con las piernas temblorosas para recuperar el anillo, y se fijó por primera vez en el vendaje de su mano. Al mirarlo detenidamente, recordó el dolor en su mano la otra noche.

Oh, no. Supongo que me la he roto de verdad.

Annette suspiró, recordando que había presumido ante Railin de poder bordar, traducir o ser escritora fantasma. Con la mano así herida, se sintió desanimada. Si la lesión persistía, le resultaría difícil hacer cualquier trabajo.

Pero tardaría al menos unos meses en prepararse para su partida. Annette recogió el anillo con la otra mano, esperando que sus dedos se curaran antes, luego lo escondió en lo más profundo de su joyero.

Llamaron a la puerta. La asustada Annette escondió rápidamente el joyero, asustada.

"¿Quién es?" Preguntó.

"Señora, es Ellie, he escuchado que estaba despierta. ¿Necesita... ayuda?"

Era la voz cautelosa de una sirvienta. Annette no estaba segura de cuánto tiempo había estado inconsciente, pero le parecía más de un día.

Las sirvientas de Carnesis la examinaron rápidamente, luego fue a prepararle un baño, recomendándole que comiera algo sencillo para que el agua caliente no la mareara. Mientras esperaba a que se calentara el baño, Annette consumió una sopa ligera acompañada de un zumo de frutas.

"¿Cuánto tiempo he estado enferma?"

"Dos días y medio, dama."

"Oh, no."

Había estado inconsciente mucho más tiempo del que esperaba. Su cuerpo, que había pasado tanto tiempo postrado en la cama en su última vida, ya le había fallado en ésta. Fue algo deprimente. ¿Y si volvía a ocurrir lo mismo?

Annette se esforzó en calmarse, removiendo en silencio su sopa con la cuchara. Pero las sirvientas se lo tomaron de otra manera, intercambiando miradas significativas. Al notar el desconcierto de Annette, la sirvienta bajó la voz para susurrar.

"Cuando la dama estuvo enferma, el señor se quedó a tu lado todo el tiempo para cuidarte. No se movió de tu lado en dos días. Tienes mucha suerte de tener un esposo así."

La cuchara de Annette se quedó congelada. Las sirvientas se taparon la boca y rieron con gusto ante su expresión incrédula. Mirar la buena relación entre los dos recién casados hizo que las jóvenes sirvientas se emocionaran.

Annette sólo estaba mareada, perdida en sus recuerdos. Ciertamente cuando finalmente se despertó, la primera persona que vio fue Raphael, pero se había encogido de hombros como si fuera una coincidencia. Pensó que pasaba por su habitación para ver cómo estaba, no esperaba que se sentara con ella durante dos días y medio.

¿Por qué lo haría?

Annette siempre había pensado que la había cuidado en su última vida porque le tenía cierto afecto. Por mucho que la odiara, se habían mezclado sus cuerpos durante cinco años, así que era natural que tuviera algún sentimiento por ella. Tenía una personalidad áspera, pero no era un mal hombre. Había sido un esposo leal hasta el final. Traducción ReinoWuxia

Pero fue lo mismo incluso ahora, cuando no había habido tiempo para construir esa relación. La odiaba. Se lo había dicho hace sólo unos días. No había habido mucha intimidad, ni afecto en absoluto, pero aun así, se había ocupado de ella.

Sólo podía significar una cosa.

Supongo que Raphael simplemente... se compadeció de mí.

Annette se hundió en la bañera, suspirando por dentro. Las sirvientas la ayudaron a bañarse, teniendo cuidado de que su mano vendada no tocara el agua. Era cierto que su mano rota y la fiebre resultante habían sido causadas por Raphael, pero ella no podía culparlo por ello; no había sido intencional, él no sabía nada al respecto.

¿Qué podía hacer? Sólo podía fingir que estaba agradecida por sus cuidados. Cuando pensó en encontrarse con esos ojos azules brillantes, su corazón se hundió. Annette se sumergió en el agua tibia aromática hasta que se le pusieron los dedos blancos. Le costó salir del agua.

***

Toc toc.

"Raphael, ¿estás ahí?" Preguntó Annette con cuidado. "Si no te importa, me gustaría hablar contigo."

Tenía la costumbre de retorcer sus manos cuando estaba nerviosa, pero su vendaje la detuvo. Mirando al suelo, ella esperó su respuesta. Al cabo de un rato, escuchó una voz muy grave a través de la puerta.

"Pasa."

Annette respiró profundamente antes de abrir la puerta, preparando su corazón para ser herido de nuevo. Ella entró aparentemente serena.

No fue difícil encontrarlo, incluso en la gran habitación. Parecía que acababa de salir del baño, porque sólo llevaba una toalla enrollada en la parte inferior del cuerpo. Se desplomó en el sofá como una gran pantera negra.

Sus ojos bajo las gruesas pestañas negras eran fieros, el azul profundo la escudriñaba minuciosamente.

"Ahora tienes mejor aspecto. Supongo que vivirás, ¿no?"

Habló con sarcasmo. Pero sabiendo que él la había cuidado, Annette no se molestó. Cautelosamente, se acercó mientras él se estiraba en el sofá.

"Supe que me cuidaste mientras estaba enferma. Gracias, Raphael."

Conociéndolo bien, ella sabía que no debía agradecerle directamente lo que había hecho. A Raphael no le gustaba que lo descubrieran siendo amable. Aunque siempre tergiversaba sus palabras, Annette estaba mejorando en la comunicación con él. Con el rostro apacible, Annette expresó por fin toda la gratitud que no había podido transmitir en su última vida.

"Muchas gracias."

Raphael no dijo nada. Sus ojos se posaron en el vendaje que envolvía su mano. Aparte de esa cosa irritante, tenía mucho mejor aspecto. Después de una comida y un baño, su rostro pálido parecía mucho más animado. Sintió un capricho perverso, después de todo su sufrimiento mientras la cuidaba. Había pasado gran parte del tiempo sintiéndose como un idiota, mientras ella dormía plácidamente para luego levantarse brillante. Raphael levantó la cabeza.

"¿Estás realmente agradecido?" Preguntó lánguidamente.

"¿Qué? Claro que lo estoy..."

Annette ladeó la cabeza confundida. Él la miraba como si estuviera pensando en engullirla.

"Te he atendido bien", dijo él, con la voz baja. "¿Crees que es suficiente con dar las gracias?"

Annette se quedó en silencio, tratando de adivinar qué podría querer.

"Yo... podría agradecértelo con un regalo", dijo con cautela. "Si quieres."

"¿Un regalo? ¿Qué me regalarías? Ya tengo un montón de tesoros escondidos."

Había adquirido un importante botín en la guerra. La riqueza no le interesaba. Mostró sus dientes blancos mientras reía de forma depredadora. Su rostro sugería que quería otro tipo de regalo.

"Entonces, en agradecimiento a tu amabilidad, te daré lo que quieras", dijo nerviosa, con los dedos retorciéndose. "Si está dentro de mis posibilidades."

Ya se sentía en deuda con él por lo de su padre, y culpable por sus planes de dejarlo, aunque él no tenía ni idea de lo que pretendía hacer. Cualquier cosa que le pidiera, ella trataría de concederla, como regalo de despedida antes de dejarlo.

En el momento en que ella dijo esas palabras, él se levantó lentamente, acercándose a ella. Los músculo de su torso, proyectaban tal poder que era casi asfixiante. Automáticamente, ella retrocedió.

"¿Ra, Raphael?"

Su espalda chocó contra la pared. Ella lo miró, con los ojos temblorosos. Lentamente, él la arrinconó, poniendo sus manos a cada lado de ella para atraparla. Raphael inclinó la cabeza para que sus rostros estuvieran al mismo nivel.

"¿Me concederás un favor?" Preguntó sedosamente. "¿Qué crees que quiero?"

lunes, 3 de octubre de 2022

octubre 03, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 28

Capítulo 28. ¿Por qué hago esto?


Recostado en una silla junto a la cama, Raphael se acarició la barbilla con inquietud. El médico casi había sido arrastrado a la mansión por sus empleados, por lo que estaba temblando mientras examinaba a Annette. Era el mismo hombre que ella había convocado antes, para probar su... inocencia.

Ante Raphael, el joven treintañero estaba tan nervioso como una rata ante una serpiente. Bajo su mirada feroz, el nervioso médico se echó atrás para expresar su opinión.

"La fiebre es por la inflamación de la fractura. La fractura ha sido inmovilizada, así que si la dama toma el antiinflamatorio que le he recetado y descansa, mejorará rápidamente."

El médico garabateó una receta, mirando a Raphael como si tuviera algo más en mente. Raphael le devolvió la mirada con fiereza.

"¿Qué estás mirando?" gruñó.

Esperaba que el hombre dijera algo como, ¿está seguro de que no ha golpeado a su esposa? Por supuesto, eso era sólo la imaginación culpable de Raphael, pero se sintió muy desagradable de todos modos. Porque existía la posibilidad...

Todo lo que Annette sostenía en esa pequeña mano eran libros. Seguramente ninguno de ellos era lo suficientemente peligroso como para romperle los dedos. Y considerando el hecho de que ella había estado bien ayer por la tarde, el culpable era probablemente él.

Los ojos de Raphael se volvieron sombríos.

En realidad, a pesar de las sospechas de Raphael, el médico no dudaba de él en absoluto. Aunque se sentía intimidado por Raphael, aún así le tendió algo con manos temblorosas. Era una carta de presentación.

"Hay una médico muy capaz cerca. Parece que la dama tiene una constitución débil, así que ¿no sería mejor para ella ser atendida por otra mujer? Si no te importa, organizaré la reunión."

A pesar de su miedo, recomendó encarecidamente a su colega, luego salió rápidamente de la mansión como si estuviera huyendo. Mirando su espalda, que se desvanecía rápidamente, parecía poco probable que volviera a poner los pies en ella. Su recomendación había sido probablemente un intento para ofrecer un chivo expiatorio para que sufriera en su lugar.

Frunciendo el ceño, Raphael estaba renuente a aceptar la carta de presentación. Como había dicho el hombre, Annette era muy pequeña y delicada. No era mala idea contratar a una mujer como médico jefe de la familia Carnesis. La mayoría de las familias nobles tenían sus propios médicos, pero Carnesis fue un título recién adquirido que se otorgó únicamente por las habilidades de Raphael, así que él fue el primer Marqués Carnesis en Deltium. Esta mansión había sido construida hacía pocos años, por lo que aún olía como una casa nueva. No había tenido tiempo de contratar un médico para ella.

Chasqueando la lengua, él puso la carta a un lado. Cuando Annette se despertara, le preguntaría qué pensaba. No se dio cuenta, pero era la primera vez que quería la opinión de ella.

***

Annette estaba confundida.

Al principio, era por por su mano rota, pero el choque de la muerte, la regresión, el matrimonio y Raphael, habían acumulado una montaña de fatiga en ella. Tras el esfuerzo de planear su salida del país, todo había explotado. Ya delicada por naturaleza, Annette se puso enferma.

Raphael se sentó en una estrecha silla junto a su cama, frunciendo el ceño. Habían pasado dos días desde que comenzó la fiebre. Todos los muebles de su habitación eran pequeños, para su comodidad, pero un hombre grande como Raphael tenía que replegarse para sentarse en ellos. Incómodo en muchos sentidos, Raphael  la miró con ironía.

Su mano derecha, fuera de la manta, estaba densamente vendada. No le gustó, así que la metió bajo la manta para no verla. Automáticamente, alargó la mano para tomarle la temperatura.

"Ese maldito charlatán", murmuró con ferocidad. "Dijo que mejoraría pronto."

La fiebre no bajaba fácilmente aunque ella tomaba la medicina prescrita. Raphael nunca había cuidado a nadie antes, pero le resultaba extrañamente familiar cuidar a Annette. Con cuidado, la despertaba, le daba su medicina y luego le limpiaba la cara con una toalla húmeda. Lo hizo todo con destreza, como si tuviera mucha práctica.

Las manos que antes sólo habían sostenido armas eran sorprendentemente hábiles para atender a alguien. Annette finalmente se estabilizó bastante. Pero había un problema...

¿Por qué estoy haciendo esto?

Era una pregunta que se había repetido innumerables veces. Si hubiera querido, podría haber hecho rotar a una nueva sirvienta cada hora, para asegurarse de que Annette recibía los cuidados más minuciosos posibles.

¿Por qué no puedo dejarla? ¿Por qué la cuido?

Con esta pregunta en mente, se encerró en su habitación y trató de beber, pero incluso en esas circunstancias, se encontró tambaleándose borracho de vuelta a su habitación. Se sentía ansioso siempre que estaba lejos de ella.  No podía explicárselo, pero no soportaba dejarla, como si ella fuera a dejar de respirar si él no estaba allí.

No sabía qué demonios le pasaba. Mirando a la enferma Baviera, que seguía teniendo un aspecto tan encantador, se preguntó si estaba perdiendo la cabeza.

Bueno, es realmente muy hermosa.

Sus profundos ojos azules recorrieron su rostro. A pesar de que no se había lavado en dos días, estaba tan guapa que le daba pena. Antes de casarse con él, había sido considerada una de las mejores candidatas a novia del Reino. Sabía que era digno de ella.

Todo era debido a esa malvada cara. Era tan ridículamente bonita, que debía ser un error que hubiera terminado con un bastardo como él.

Apretó los dientes mientras la miraba con los ojos inyectados en sangre. Ella debió percibirlo, porque frunció el ceño dormida, arrugando la frente. Un suave gemido de dolor se le escapó.

"Eh..."

Sus labios se separaron un poco, demasiado rojos para su rostro blanco. Lo hizo sentirse incómodo e irritado al verla dormir cómodamente, ajena a sus problemas. Frunciendo el ceño, se acercó para rozar esos deliciosos labios con el dedo.

Los labios de ella se cerraron, chupando suavemente la punta de su dedo. Debía de estar soñando que comía algo. Esos labios suaves como pétalos rodeaban su dedo, su húmeda lengua se movía como si estuviera chupando un caramelo. La sensación de su lengua en la punta de su dedo fue tan caliente, que sintió que se volvía loco.

Raphael se puso rígido mientras miraba esa cara inocente con sus labios envueltos alrededor de su dedo. Al ver sus labios devorándolo, quiso poner algo más entre ellos.

De repente, se le puso dura. Raphael se sacudió como si se hubiese quemado y retiró rápidamente el dedo. Salió de inmediato de su dormitorio, maldiciéndose a sí mismo sin entender su repentina ira. Tenía claro que un día Annette Bavaria iba a colarse en su corazón para quemarlo todo.

Annette, que tenía la cabeza en blanco,se despertó con la sensación de haber comido algo delicioso. Levantó los pesados párpados soltando un pequeño gemido. La brillante luz del sol de la tarde era cegadora, así que parpadeó algunas veces.

Lo primero que vio fue su habitación, con pequeñas partículas de polvo flotando en el aire. Su oído, que se retrasó respecto a su visión, escuchó un sonido extraño.

Ese...

Era un sonido metálico, un tintineo repetido al golpear repetidamente una superficie dura. 

Annette, que giró la cabeza en esa dirección, encontró a Raphael sentado con un aspecto frío. Tenía una expresión de insatisfacción. Parecía un poco incómodo en la silla color crema que le quedaba demasiado pequeña. Annette lo miró sin comprender su comportamiento.

Estaba provocando el ruido con algo en la mano .Un movimiento sin sentido. Cuando desplazó los ojos para ver qué era,  se sobresaltó.

¡Ese anillo...!

El anillo del Gremio Secreto que había aceptado de Railin. Estaba segura de que lo había escondido en un cajón, ¿cómo lo había encontrado Raphael? Se sentó automáticamente sorprendida. Raphael giró la cabeza.

"Bien. Por fin te has despertado."

Con un rostro inescrutable, se levantó de su silla.

domingo, 2 de octubre de 2022

octubre 02, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 27

Capítulo 27. Fractura


La mayoría de las aficiones de Annette requerían sus manos. Estaría en problemas si realmente se hubiera roto. Sólo se había golpeado un poco...

Mirando sus dedos hinchados, Annette se sintió profundamente agraviada. De repente, recordó las palabras de uno de sus médicos en su vida anterior, que decía que Annette tenía los huesos delgados como las aves, así que se podían dañar fácilmente.

Al parecer, tenía razón.

No podría llamar a un médico hasta mañana. Annette apartó la mirada de su mano hinchada hacia Raphael. Estaba encorvado en su cama, con los ojos cerrados y el sudor recorriendo su cuerpo. Mirando su expresión agonizante, sintió lástima porque las guerras que había luchado todavía le atormentaran tanto.

"Está bien, Raphael", dijo ella. "No eres malo. No has hecho nada malo."

Extendió la otra mano para acariciarle suavemente el cabello negro. Su cálida mano le acarició la cara, apartándole el cabello revuelto detrás de las orejas. Suavemente, le tocó la frente. Su respiración agitada comenzó a ralentizarse.

Con sus rasgos marcados, era un hombre muy guapo y masculino. Ese rostro se vería increíble si alguna vez sonriera, pero Raphael sólo fruncía el ceño cuando veía a Annette.

"Deltium está a salvo porque has luchado con valentía", susurró dulcemente, con los ojos tristes. "Ahora nada puede hacerte daño. Yo te cuidaré. No te preocupes, ahora puedes dormir bien."

Los suaves susurros fueron casi una canción. La mandíbula de Raphael había estado apretada por la pesadilla, pero ahora que se relajó, sus labios se separaron. Annette se acercó para acariciar sus fríos hombros desnudos, luego comenzó a cantar suavemente una canción de cuna.

Buenas noches, preciosa niña
Cuando las prímulas del atardecer están en plena floración
Cuando el anillo de plata en la ventana brilla cálido en el sol
Dormirás profundamente...

Parecía que se estaba volviendo buena en el uso de su habilidad. Raphael se quedó dormido, con el rostro relajado. Annette le tapó el torso musculoso con una manta. Era un demonio cuando estaba despierto, que sólo decía palabras de odio, pero parecía un ángel cuando estaba dormido. Mirando su cara, casi suspiró.

¿Llegaría el día en que ese rostro se desvaneciera en su memoria, de modo que ni siquiera pudiera recordarlo?

Annette sacudió la cabeza. No había forma de que pudiera olvidar esa cara. Con una sonrisa amarga, se acercó a tocar su nariz con la suya. Estaba tan profundamente dormido que no se inmutó cuando hizo contacto. Tan diferente del habitualmente vigilante Raphael.

Su habilidad parecía funcionar mejor con la gente cansada. Duraba menos de cinco minutos en alguien que no tuviera sueño, o que estuviera animado, como lo había estado Gerard.

"Buenas noches, Raphael."

Annette, que se estiró tranquilamente a su lado, cerró los ojos. Podía escuchar su tranquila respiración mientras dormía. En su última vida, nunca había dormido a su lado, pero no le pareció tan malo. Era otro recuerdo que llevarse consigo, cuando dejara Deltium.

Su mano herida palpitaba. Pensó que podría soportarlo hasta que llamara a un médico en cuanto se despertara por la mañana. Por primera vez en su vida, no se sintió sola.

A la mañana siguiente, Raphael abrió lánguidamente los ojos.

Antes incluso de levantarse de la cama, pudo sentir que estaba en excelentes condiciones. Debía haber dormido bien. Este era el mejor día para practicar con la espada, cuando podía concentrarse en fortalecer sus habilidades. Tal vez hoy podría finalmente abrirse paso hasta Maestro de Espada.

Pero pronto Raphael se congeló por la sorpresa.

¿Annette?

Estaba dormida frente a él, los delicados rasgos de su rostro blanco del tamaño de la palma de la mano parecían los de una muñeca. Sólo el radiante rubor de sus mejillas demostraba que estaba viva.

Lentamente, sus ojos se deslizaron por su rostro dormido. Su larga melena rubia y los pálidos hombros expuestos por su holgado camisón brillaban a la luz del sol. La visión le hizo sentirse incómodo, así que apartó la mirada. Cada vez que veía a Annette estos días, sentía una desagradable opresión en el pecho.

Sentándose, miró alrededor de la habitación, frotándose la frente inexplicablemente dolorida. La habitación olía a hierbas aromáticas y estaba decorada con muebles blancos. Mirando las acogedoras cortinas del color de las flores de cerezo que ondeaban junto a las ventanas, era obvio que estaba en el dormitorio de Annette.

¿Por qué me he dormido aquí?

Las cejas de Raphael bajaron sombríamente. Debió haber estado caminando dormido hasta llegar hasta su dormitorio. Hasta ahora, nunca había salido de su dormitorio, por muy mal que se pusiera. Esto no lo esperaba para nada.

Ella no lo vio, ¿verdad?

No tenía ni idea de lo que hacía cuando estaba sonámbulo. Sólo podía adivinar. A veces se despertaba con los ojos doloridos, con las manos lastimadas, y con la garganta ronca. Fuera lo que fuera lo que hacía, debía ser horrible. Fue aterradora la idea de que saliera en esa condición de su habitación. ¡Si Annette llegara a ver eso...!

Apretó los dientes.

"Despierta, Annette", dijo ferozmente sacudiéndola. Tenía la intención de preguntarle si había visto su vergonzoso comportamiento de anoche. Pero ella estaba tan profundamente dormida que no se despertó al instante ni siquiera cuando él la sacudió.

"¿Raphael?" Murmuró, pero sus largas pestañas no se abrieron. Raphael gruñó, su corto temperamento se encendió mientras tomaba su pequeño cuerpo para sacudirla.

"¡Annette, despierta ahora mismo!"

Algo estaba mal. Sorprendido, dejó de sacudirla.

"¿Qué sucede? ¡Vamos!"

Sus ojos no se abrieron. Parecía frágil e indefensa. Su corazón se hundió. Sólo entonces se dio cuenta de que ella no estaba bien.

"¿Por qué haces esto ahora?" Su enfado se convirtió instantáneamente en desconcierto. Nervioso, la examinó rápidamente. Había pensado que estaba caliente porque estaba dormida, pero ahora se dio cuenta de que estaba inusualmente caliente y sus mejillas estaban enrojecidas por la fiebre.

No sabía qué hacer. De nuevo, intentó despertarla, con más cuidado. Cuando se despertara, podría preguntarle qué le pasaba. Pero en el momento en que su mano tocó su brazo, ella lo retiró con un grito.

"¡Ah!"

Sus ojos se dirigieron a la mano de ella, tan hinchada que se preguntó cómo no se había dado cuenta antes. Al tener experiencia con las heridas, supo lo que ocurría.

"Está rota."

La fiebre podía ser un efecto secundario de una fractura. Frunciendo el ceño, le tomó la mano con cuidado para examinarla. Su pequeña mano era tan delicada que sólo se necesitaría un poco de fuerza para romperla. No parecía una rotura grave, pero su cuerpo era tan delicado que incluso esta lesión era suficiente para hacerla sufrir intensamente.

"Abre los ojos, Annette. ¿Estás muy enferma?" Agarrando sus mejillas, la sacudió ansiosamente. Las pestañas de Annette se levantaron y las lágrimas descendieron de sus ojos rosados. El dolor en su rostro hizo que su corazón se sintiera extrañamente caliente.

"Raphael..." Ella susurró. "No... me siento bien..."

Apretó los dientes. Las lágrimas que corrían por las mejillas de ella sobre su mano se sentían tan calientes como si lo estuvieran quemando. Era ridículo, que las lágrimas de otra persona le pudieran doler. Raphael se levantó de inmediato, sin saber qué estaba haciendo.

"Espera aquí un minuto, Annette."

Saliendo a toda prisa del dormitorio, bajó de un salto las escaleras y agarró a la sirvienta más cercana, rugiendo.

"¡Médico, llama a un médico ahora!"

viernes, 30 de septiembre de 2022

septiembre 30, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 26

Capítulo 26. Sonambulismo


Railin Mosley era un hombre imponente de edad desconocida. Uno de los grandes apoyos de Deltium, dirigía el Gremio Secreto, que no sólo se limitaba al contrabando. Dirigía diversas organizaciones que se ocupaban de actividades ilícitas, incluidos los gremios de la información.

Estaba acostumbrado a caminar por la cuerda floja. A pesar de su fina apariencia, era una persona audaz. Podía concluir gran parte del carácter de una persona sólo por su forma de hablar. Pero en su opinión, Annette no resultaba fácil de comprender.

Su porte elegante no mostraba ninguna emoción al hablar del contrabando. Era como una persona que ya había visto las desgracias del mundo y buscaba una salida. Pero no parecía una decisión descuidada de una joven mimada, decidida a huir.

Parecía una dama de familia noble, ¿por qué querría hacerlo?

Railin estaba muy intrigado por ella. Aunque estaba inmerso en los bajos mundos, tenía unos gustos muy particulares. Le gustaban las cosas elegantes, como a la dama sentada ante él. Su postura, los movimientos de sus manos, incluso su forma de respirar estaban llenos de gracia.

Annette había pagado una gran cantidad por adelantado a cambio de no revelar su identidad. Estaba segura de que Railin podría encontrar un buen trabajo para ella. Pero Railin no quería que su relación terminara ahí. Su negocio se ocupaba de una gran variedad de cosas; si tenía suerte, podría hacer que siguieran conociéndose.

"Entiendo", dijo, dando por concluida la reunión sin satisfacer su curiosidad. "Te enviaré información sobre algunas de las ciudades y trabajos más agradables de Osland con todos los detalles que pueda conseguir. Si cambias de opinión, o tienes más preguntas, puedes usar este anillo para ponerte en contacto conmigo."

Con una sonrisa brillante, le ofreció el anillo. Tenía una gran amatista, grabada con el logotipo de una S en oro. Era el símbolo de su gremio secreto.

Annette lo aceptó con alegría. Si iba a escapar de Deltium, tendría que sentar algunas bases. En Deltium, Annette Bavaria Carnesis tenía que desaparecer, o mejor aún, sufrir algún accidente. Así no habría persecución.

No creo que tenga que preocuparme de que nadie me busque.

Bajo el velo, ella sonrió con amargura. No había razón para creer que la familia que la había abandonado se preguntara mucho sobre su vida o su muerte. No tenía sentido pensar en ello. Arjen y Claire no se preocuparían; de alguna manera, ella se lo haría saber por separado.

Y Raphael...

Le había roto el corazón. Pensó en él anoche, que repetía borracho que la odiaba. Él era tan infeliz. Tal vez todo se debía a que se había casado con ella. Había muchas cosas que lamentaba, así como muchas cosas que había querido intentar mejorar en su relación. Había intentado llevarse bien con él, pero las cosas imposibles eran... imposibles. Traducción ReinoWuxia

Annette se mordió los labios, apretando el anillo en su mano. Si Raphael realmente la odiaba tanto, lo más bondadoso que podía hacer era desaparecer. No podría dormir por la noche, pero al menos la fuente de sus preocupaciones desaparecería.

***

Incluso después de volver a casa, Annette no podía dormir. Sus dedos recorrían la lámina de oro de su lujosa cama. Nacida en el seno de la familia Bavaria, daba por sentado estos hermosos objetos. Tenía miedo de quedarse sola, cosa que iba a ocurrir pronto.

Pensó en ir al Imperio Chapelle, donde vivían Arjen y Claire, pero si se descubría su huida, estarían en peligro. Ambos ocupaban altos cargos en el gobierno. No quería que ninguno de ellos saliera perjudicado por su culpa. Entonces, sería Osland.

Pensativa, miró por la ventana, repasando los detalles de sus planes para el futuro. Se sorprendió al notar lo alta que estaba la luna.

Debería estar durmiendo.

Acostumbrada a su rutina habitual, Annette se acostó en la cama, pero no pudo dormir. Había demasiados pensamientos dando vueltas en su mente. Tendría que pasar al menos unos meses preparando su salida de Deltium.

La noche era tan tranquila que podía escuchar el latido de su propio corazón. Annette, que estaba aturdida, de repente aguzó el oído. Parecía que algo se acercaba, justo fuera de su habitación.

¿Pasos?

El sonido de unos misteriosos pasos se extendía desde su dormitorio hasta los pasillos adyacentes. Acercándose cautelosamente a su puerta, Annette apretó el oído contra ella y cerró los ojos. No lo estaba imaginando. Había pasos fuera.

Dios mío, no es un fantasma, ¿verdad?

Annette temblaba de miedo. Por un momento se preguntó si sería una sirvienta, pero ninguna sirvienta perturbaría el sueño de su ama a estas horas, haciendo tareas fuera de su dormitorio. Y los pasos eran demasiado fuertes para una mujer.

"¿Quién está ahí?" preguntó Annette, tratando de calmar su miedo.

Por supuesto, nadie respondió. Los pasos se detuvieron en un silencio inquietante. No podía respirar. Le aterrorizaba que lo que fuera que estaba al otro lado de la puerta irrumpiera. Pero justo cuando estaba a punto de gritar, escuchó un murmullo al otro lado de la puerta.

"No... no quería dejarte... era la única manera..."

Los murmullos sonaban confusos, pero Annette reconoció inmediatamente aquella voz grave.

¿Raphael?

Su miedo se evaporó, sustituido por la preocupación. Por supuesto, seguía dolida y enfadada por el trato que le había dado, pero también estaba terriblemente preocupada por él. Parecía estar sonámbulo de nuevo, perdido en otra horrible pesadilla.

Con cuidado, empujó la puerta. El tenue resplandor de la lámpara se iluminó en su escultural rostro. Estaba semidesnudo, con el pantalón colgando de las caderas. Debía de venir de la cama. Tenía los ojos cerrados y el sudor le corría por la cara.

"Robert, quise salvarte... pero el enemigo estaba allí... no debí hacerlo, te abandoné, lo siento..."

Las palabras tormentosas surgieron entre respiraciones entrecortadas. Luego desaparecieron, como si estuvieran enterradas en la oscura quietud de la noche. Se culpaba a sí mismo.

"Raphael, ¿estás bien?" Rápidamente, se acercó a él, hablando en voz baja. Pero no había señales de que la hubiera escuchado. Raphael seguía atrapado en su pesadilla, apoyado en la pared del frío pasillo, con el ceño fruncido. De repente, se golpeó la frente contra la pared.

"Cobarde. Debilucho. Muere. Deberías haber muerto..."

Se golpeó la cabeza con más fuerza. Lo que estaba viendo era tan terrible, pero ni siquiera los golpes contra su frente pudieron despertarlo. Iba a terminar gravemente dañado si seguía haciendo esto.

"¡Raphael! ¿Qué pasa? ¡Detente!" Annette se abalanzó hacia delante, tratando de atrapar su cabeza con la mano para amortiguar el impacto, pero en lugar de eso su mano se estrelló entre su dura cabeza y la pared. Annette reprimió un grito.

Se dejó caer en sus brazos y ella pudo sentir su torso d3snudo helado. Debía de llevar algún tiempo sonámbulo. Compadeciéndose de él, hizo todo lo posible por ayudarlo.

"Ven aquí, Raphael. Hace mucho frío y está muy oscuro aquí fuera."

Rápidamente, ella lo llevó a su habitación antes de que pudiera hacerse daño de nuevo. Su habitación estaba suavemente iluminada con lámparas y llena del aroma de hierbas, para ayudarlo a dormir bien. Quizás lo percibió incluso cuando estaba inconsciente. Su expresión retorcida se relajó.

Annette lo acomodó en su cama, luego miró su mano. Al principio, pensaba que no era grave. Pero ahora tenía los dedos entumecidos. Incluso tenía dos dedos hinchados.

Esperaba que no estuvieran rotos. Annette miró con ansiedad mientras Raphael volvía a quejarse, aún atrapado en su confusa pesadilla.

"Quería... salvarte, Robert..."

Habría estado bien que le hubiera salvado los dedos.

miércoles, 28 de septiembre de 2022

septiembre 28, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 25

Capítulo 25. Nuevo Camino


Raphael tenía verdadera curiosidad por saber qué pasaba por su cabeza. Era tan pequeña que no pudo evitar mirarla, frunciendo el ceño. Pero su rostro sólo le provocaba ansiedad a ella. Tal vez no había dormido bien la noche anterior.

"Si quieres, ¿por qué no tomas una taza de té conmigo?" Sugirió, con toda la calma que pudo, aunque sabía que él probablemente se negaría fríamente. "Es un té de hierbas, es bueno para los dolores de cabeza y la fatiga..."

Como esperaba, Raphael se encogió de hombros en silencio y se alejó. Los hombros de ella se hundieron.

"¿Qué estás haciendo?" Preguntó con dureza, sin mirar atrás. "Vamos a tomar el té."

Sus ojos se agrandaron. Se quedó mirando por un momento su ancha espalda mientras Raphael se acercaba al sofá donde ella había estado sentada.

¿Por qué estoy haciendo esto? se preguntó Raphael , confundido por sus propios impulsos. Era la hija del hombre que odiaba. No podía entender por qué se sentía culpable por haber llegado a casa borracho y haber herido sus sentimientos. Tomaría el té con ella, como un deber de esposo, luego se iría tan pronto como pudiera.

Ajena al conflicto interno de Raphael, Annette le sirvió té animada. Se alegraba de poder pasar un rato con él sin discutir. Con suerte, preguntarle si sabía lo que su padre quería de él.

Un té aromático brotaba de la boquilla de una bonita tetera antigua, su aroma a hierbas hizo que Raphael se sintiera renovado. Relajado, disfrutó del té caliente y miró despreocupadamente a Annette mientras ella sostenía su libro.

"Parece que te gusta leer", dijo, recordando cuando la había visto leyendo en el jardín antes.

"Sí. Bueno, no me gusta tanto... es que no hay muchas cosas que pueda hacer dentro de casa", dijo ella, con una suave sonrisa. "Sabes que las damas se supone que tienen la piel blanca en Deltium, ¿verdad? Por eso no salgo mucho al sol desde joven. Cada vez que salía a la calle, todo el mundo se preocupaba de que mi piel se bronceara, o de que me cayera. Hacían tanto escándalo que no podía salir mucho."

Los ojos de Raphael la recorrieron suavemente. Sus extremidades delgadas, su piel blanca como la nieve y su rostro delicado la hacían parecer una lujosa muñeca de porcelana hecha por un maestro. Pero cuando hablaba de su infancia con un rostro tan triste, se notaba claramente que era una persona viva.

Debe ser agotador, tratar de estar a la altura de las expectativas de la familia Bavaria, pensó Raphael, luego endureció su expresión. No importaba cómo había sido su vida en la mansión Bavaria, ella nunca habría sabido lo que era pasar hambre o congelarse en el frío. Pensar en su propio pasado y en toda su miseria le hizo apretar la mandíbula. Esas eran las cosas que había sufrido a causa de su baja cuna, pero el orgulloso Raphael nunca admitiría el daño, aunque muriera.

El Rey Selgratis había hecho todo lo posible por ocultar los orígenes de Raphael, así que al menos no se sabía nada de su madre. Si eso se hiciera público, todos los nobles que lo despreciaban habrían aprovechado la oportunidad para destrozarlo.

Sus dientes se apretaron, agudizando los ángulos de su mandíbula.

"No me gusta la piel blanca. Parece enfermiza", escupió, atacándola para sacudirse esa sensación de desdicha.

"Oh... ¿en serio?" dijo Annette, bajando sus ojos gentiles. Su cabeza se inclinó hacia abajo, mirando disimuladamente sus pálidos brazos. Raphael sintió una punzada.

¿Por qué seguía diciendo cosas así? De alguna manera, siempre empeoraba las cosas. Enfadado consigo mismo, Raphael chasqueó la lengua y apartó la mirada. Mirar su rostro infeliz le hizo sentirse culpable.

"Entonces, si me pongo un poco morena..." La mano de Annette se dirigió a él para llamar su atención. Sus ojos eran tímidos e inseguros. "...¿Entonces te gustaría? ¿Un poco?"

Aquellos ojos rosados lo miraron, densamente bordeados de pestañas doradas. Su corazón se aceleró ante la inocente pregunta.

"Deja de decir tonterías."

Al no recordar lo que había dicho anoche, no tenía ni idea de lo mucho que le molestaba su 'te odio'. O de que ella había reunido todo su valor para enfrentarse a él de nuevo, aun sabiendo que sólo conseguiría salir herida otra vez. Traducción ReinoWuxia

Pero la visión de sus ojos temblorosos le hizo sentir un escalofrío en el corazón. Odiaba admitirlo, pero sentía miedo. Tuvo un extraño presentimiento de que un día caería a los pies de esta pequeña mujer.

"Ya he tomado suficiente té, me voy", dijo levantándose de su asiento, dándole la espalda como si estuviera deseando escapar.

Aunque ella lo esperaba, le dolió. Al quedarse sola en la habitación vacía, Annette bajó los ojos con desánimo. Su pálida mano, que colgaba en el aire, se desplomó en su silla.

El vapor seguía saliendo de su taza de té, como si se burlara de ella. Finalmente, aceptó la dolorosa realidad.

"Supongo que no podemos... Raphael... me odia."

Lo lamentó por él. No tuvo más remedio que casarse con ella para compensar su sangre, luego se vio envuelto en todas las especulaciones sobre por qué ella no se convirtió en Princesa Heredera. Desde su punto de vista, también debió ser un matrimonio miserable. Su propia familia política lo despreciaba. Debe ser por eso que la miraba con tanto odio.

Si hubiera sido un mal hombre, ella podría haberlo odiado, tanto como cuando no sabía nada. Su reflejo en la taza de té vaciló, sonriendo y llorando al mismo tiempo. Su naturaleza no era tan mala. La dureza del mundo lo había convertido en una bestia.

Pero podía recordar haber estado postrada en la cama, con sólo Raphael a su lado hasta que murió. Puede que no la amara, pero le había sido fiel hasta el final.

No, él no era el problema. El problema eran los enemigos que le atormentaban constantemente, provocando su mal genio. Nadie creía en él, muchos de ellos utilizaban a Annette como arma contra él.

Sería más feliz sin ella.

Después de pensar en silencio durante mucho tiempo, se levantó lentamente de su asiento. Le costaría mucho trabajo, pero tendría que abrirse un nuevo camino.

***

La belleza de melena púrpura que caía en cascada por su espalda golpeó la mesa con la punta de los dedos. Su piel blanca, sus provocativos ojos felinos y un pequeño lunar junto a la boca eran encantadores. Pero la belleza no era una mujer, sino un hombre.

Sus ojos rojos como el rubí se movieron suavemente sobre Annette mientras se sentaba frente a él. Aunque se había cubierto la cara con un velo, no podía engañarle. Supo al instante que era una persona muy valiosa.

"Hmm..." Railin, el jefe del Gremio Secreto, una organización de contrabandistas, se aclaró la garganta con un par de toses educadas. "¿Buscas un trabajo de confianza en el extranjero?" Preguntó en voz baja. "¿Has pensado a qué reino quieres ir?"

"Sí. El Reino de Oslandia sería bueno, si es posible. He oído que es un lugar agradable para vivir", respondió Annette con calma. Osland tenía fama de ser seguro, con un sistema legal fiable. Todavía no se había decidido del todo, pero no estaba de más investigar. Annette era una persona minuciosa. Le gustaba estar preparada.

"Osland... es un buen lugar, aunque el cruce de la frontera es complicado, pero no imposible. ¿Qué se puede hacer?" preguntó Railin, sus ojos se curvaron con una hermosa sonrisa. "Necesitaré conocer tus habilidades para encontrarte un empleo."

Era una pregunta ofensiva para una aristócrata, que implicaba que no había pruebas de que pudiera hacer algo sin ese estatus. Pero Annette no se mostró ofendida.

"Sé leer y escribir cuatro idiomas", dijo con calma. "Deltium, la lengua oficial continental, la lengua imperial de Chapelle y la lengua oslandiana. Podría hacer traducciones."

Annette ofreció esto con valentía, sin tener en cuenta su caligrafía. No era bonita, pero no era engorrosa de leer. Annette estaba firmemente convencida de que su letra era legible. Pero tal vez era mejor comenzar con sus puntos fuertes.

"También se me da bien el bordado, puedo hacer bordado plano, tridimensional, Hardanger, cutwork y smocking. He escuchado que las modas de Osland son de alto nivel, ¿no? Y también estoy familiarizada con la gestión y la contabilidad. Estaría bien empezar en un nivel superior, si alguien estuviera dispuesto a contratarme allí, por supuesto."

"Huh". Railin la miró fijamente, levantando la barbilla. No podía ver el rostro tras el velo, pero aquella misteriosa mujer le resultaba muy atractiva. A diferencia de la mayoría de las mujeres extravagantes de la nobleza, pensó que podría ser bastante inteligente.

lunes, 26 de septiembre de 2022

septiembre 26, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 24

Capítulo 24. Te Odio


"Vamos arriba, Raphael. Dame la mano."

Annette estaba nerviosa, pero no lo demostró, tomando cuidadosamente su gran mano. Al principio, él intentó zafarse de ella, pero estaba tan mareado que pronto cedió. Annette lo ayudó a subir las escaleras hasta su dormitorio.

Tambaleándose, se sentó en el borde de la cama. Estaba tan borracho que no podía sostenerse. No tenía sentido intentar preguntarle nada.

Quitándole la ropa, Annette lo tumbó suavemente en la cama. Por una vez, él aceptó en silencio su ayuda. Tenía los ojos semicerrados y la cara enrojecida por la bebida. Pero incluso con eso, era tan guapo que sólo parecía erótico.

"Duérmete pronto esta noche", susurró Annette, apartando el cabello negro que había caído sobre su suave frente. "Le diré al chef que te prepare una sopa para la resaca mañana."

Parecía muy cansado. Parecía alguien que hubiera estado luchando con algo durante mucho tiempo. Mientras ella lo miraba con tristeza, él de repente la haló por su mano que lo acariciaba. Annette se precipitó hacia delante.

Su cara estaba a centímetros de la de ella. Sus ojos eran tan azules como el Mar del Norte. Parpadeó.

"Te... odio", murmuró.

Su corazón se desplomó. Ella lo sabía. Pero aún así le dolía mucho cada vez que lo decía, sobre todo cuando pensaba que esta vez se estaba llevando mejor con él. Pero eso era sólo en su mente.

Mordiéndose el labio, Annette apartó la mano para intentar levantarse. Pero él la atrajo con más fuerza por la mano contra su cuerpo hasta casi abrazarla. Levantó la otra mano para acariciar su mejilla.

"Tú también me odias", dijo.

Ella no podía entender lo que pasaba por su cabeza. Pero no tenía sentido enfadarse con una persona borracha. Annette bajó los ojos.

"No, Raphael."

Hubo momentos en su última vida en los que lo había odiado. Era un hombre temperamental con poco autocontrol, además Annette estaba emocionalmente frágil por la conmoción del abandono de su padre. Las falsas acusaciones, su repentino matrimonio con Raphael, todo había sido demasiado. El estrés la había hecho enfermar hasta que finalmente murió joven.

Pero aunque su anterior matrimonio había sido terrible, había una razón por la que ella había podido soportar sus peleas durante tanto tiempo.

Porque era la única persona que había permanecido junto a ella hasta el final.

Cuando ella estaba sana, él había sido un esposo terrible, pero irónicamente había mejorado drásticamente una vez que ella enfermó. Durante los dos años que estuvo postrada en la cama, la había cuidado fielmente. Por supuesto, su temperamento no había cambiado, a veces tiraba la sopa por la habitación, o le gritaba. Pero siempre volvía a la cama junto a ella, con el arrepentimiento en la cara, para comprobar su temperatura o ayudarla a vestirse.

Cuando recordaba eso, no podía odiarlo tanto como antes. Aunque no tuviera más remedio que casarse de nuevo con él, seguía soñando con un futuro feliz. Si era posible, con él.

"No te odio. Eres mi familia", dijo ella, acariciando su cara con una sonrisa amarga. Pero sus afiladas cejas se fruncieron. Apartó su mano, rechazando fríamente su contacto.

"No, no soy tu familia. Eres de la gran Bavaria. ¿No?" Preguntó con dureza, con la lengua aguda incluso cuando estaba borracho.

"¡Raphael!"

Sus crueles palabras le dieron ganas de llorar. Sentía un malestar indescriptible. No tenía a nadie. Su padre la había abandonado, su hermano estaba en un Imperio lejano, y su cuñada acababa de partir para reunirse con él. Raphael era todo lo que tenía, pero la odiaba.

Raphael extendió la mano para cubrir sus ojos cuando vio su aflicción.

"No me mires así, maldita sea", murmuró. "Cada vez que me miras así..."

Cerró la boca en lugar de terminar la frase por su terquedad. No quería mirar a esos ojos. Pero la palma de su mano se estaba llenando de lágrimas, así que la retiró como si le hubieran quemado.

"¿Estás llorando?" Sus ojos ebrios se dirigieron a su cara. Annette se secó tranquilamente las lágrimas, tragándose su miseria. Estaba acostumbrada a ocultar sus sentimientos como Bavaria.

"Sé por qué dices eso, Raphael", dijo. "Lo entiendo. Pero eres mi único esposo, y te considero mi preciosa familia. Lo digo en serio."

Ella sonrió con los ojos enrojecidos. Raphael la miró con desaprobación.

"Pero te odio", repitió.

Annette se sintió asfixiada. Antes de desmoronarse, salió rápidamente de la cama y volvió a su habitación. Quizás era la única que pensaba que este matrimonio estaba mejorando.

Esa noche no pudo dormir. Había estado decidida a proteger a Raphael de las maquinaciones de su padre, pero después de lo que él había dicho, se preguntó si era posible protegerlo. La única razón por la que él estaba sufriendo era por ella.

De hecho, había una respuesta obvia. Sólo que ella no había querido admitirla.

Su vida sería cómoda si ella lo dejaba. Su padre no podría usarla como excusa para exigirle cosas, y Raphael no tendría que lidiar con alguien que odiaba tanto. Sería mucho más feliz así.

Se rió con amargura. Había vivido dos vidas, pero ninguna de ellas fue pacífica. Se esforzó al máximo, pero aun así todo el mundo la trataba como un estorbo. Pensar en el rostro frío de su padre, que no había visto en tanto tiempo, sólo la hacía más infeliz.

Sí. Busquemos un destino mañana.

Ella no podía tener una nueva vida sin planificación. Aunque hubiera mejorado un poco las cosas, seguía siendo una flor de invernadero. Esta vez, antes de intentar salir del invernadero, iba a estar preparada. No se marchitaría como en su última vida.

Annette cerró los ojos húmedos, tratando de conciliar el sueño. Con suerte, mañana sería un día mejor.

***

Raphael se despertó al día siguiente agarrándose la cabeza.

Entre el sonambulismo y la resaca, no se encontraba en buena forma. Pero no podía perderse un día de entrenamiento. Todo lo que tenía, se lo había ganado a punta de espada.

Seguramente no tardaría en convertirse en Maestro de Espada.

Raphael se lavó la cara y se puso la ropa de entrenamiento, con los ojos ardiendo de cansancio. No podía permitirse el lujo de flaquear ahora, cuando estaba tan cerca de su objetivo. Conocía a varios otros espadachines que habían fracasado en esta etapa final, por eso estaba más ansioso que nunca.

Su rostro en el espejo tenía un aspecto terrible. Sus ojos azules se sentían irritados, su piel parecía sin brillo. ¿Cómo podía mirarlo una mujer como Annette Bavaria, si parecía un cadáver?

Ella también debía odiarlo.

Tuvo la extraña sensación de haberla visto antes de acostarse anoche. No recordaba nada de lo que habían dicho, pero sí que había visto caer lágrimas de sus ojos de pétalos rosados. Por reflejo, miró la palma de su mano. Su temor se agravó.

"Joder."

La verdad era que ella se comportaba mucho mejor de lo que esperaba. A pesar de provenir de la orgullosa familia Bavaria, no era para nada arrogante, y mostraba respeto a pesar del linaje de su esposo. Nunca se enfadaba, por muy malo que fuera él. Raphael realmente apreciaba su increíble paciencia. Traducción ReinoWuxia

Pero la había hecho llorar. Debió decir algo terrible cuando estaba borracho. Sonrió con amargura. A estas alturas, no tenía derecho a protestar si ella quería el divorcio.

Pensar en el divorcio le hizo sentir que su corazón se hundía.

Tal vez se sentía así porque estaba de mal humor. Pero al bajar las escaleras, sus pasos se detuvieron al ver a Annette junto a la ventana del salón, tarareando suavemente. En el momento en que ella se dio cuenta de su presencia, dejó de tararear.

¿Está enfadada?

Raphael la miró impasible. Sería natural que odiara a su esposo borracho que llegaba tarde a casa escupiendo insultos. Mientras esperaba que ella le diera la espalda, no se dio cuenta de que su puño se cerraba nerviosamente.

Pero ella se limitó a sonreír, como si no hubiera pasado nada. Cuando se levantó de su asiento y se acercó a él, no había resentimiento en sus ojos.

"Buenos días, Raphael", dijo ella amablemente. "¿Has dormido bien? ¿Cómo te sientes?"

Sus puños se cerraron con más fuerza.

¿Cómo podía esta mujer actuar como si nada?

sábado, 24 de septiembre de 2022

septiembre 24, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 23

Capítulo 23. Los Regalos son para el Destinatario


Aunque había logrado atraparlo para que tomara el té, Annette no podía obligar a Gerard a hablar. Como mayordomo experimentado de la familia Bavaria, no era un rival fácil. Evadió todas sus preguntas. Al final, su taza estaba casi vacía.

¿Qué hago?

Annette frunció el ceño avergonzada. Gerard no cedía ni a la persuasión, ni a la conciliación. Lo que sea que Allamand había planeado, Gerard no pensaba hacer nada si no estaba Raphael, y ella no podía obligarlo a hablar cuando él estaba actuando bajo las órdenes del Duque Bavaria. Ella era Carnesis ahora. No tenía autoridad para castigarlo por dar prioridad a la orden de su padre.

Por debajo de la mesa, sus dedos apretaron su falda con ansiedad.

Gerard no le dio tiempo a ella de pensar como resolver la situación. Tragándose el último sorbo de té, la miró con alivio. Bajo su cabello rubio pulcramente peinado, aquel rostro era tan sagaz como el de ella.

"Muchas gracias por el té", dijo Gerard, lo suficientemente seguro de su victoria como para despedirse. "Debo irme. Gracias por su amabilidad."

Annette se mordió los labios al verlo levantarse de su asiento. Pero en ese momento, una idea le vino a la mente.

"Tengo que pedirte un favor antes de que te vayas", dijo ella con calma, y Gerard se puso en alerta al instante. Sólo quería retrasarlo, para ver si ella podía sacarle algo. Ella no se rendiría tan fácilmente. "Sólo un pequeño favor personal. He estado aprendiendo a cantar como pasatiempo, pero no sé si soy buena, así que me daría vergüenza hacerlo delante de los demás. Pero tú me conoces desde pequeña, así que estaría bien, si fueras tú. ¿Quieres escuchar mi canción? Sólo será un minuto."

Descaradamente, utilizó la misma petición del Príncipe Ludwig en Gerard. Éste dudó ante el inesperado favor, pero no pudo negarse. Aunque seguía las órdenes de su señor, le agradaba Annette.

"...Supongo que estará bien, por un momento", dijo.

Ella sonrió con gusto. Fue la misma sonrisa de sus días de soltera, y Gerard la miró con indulgencia sin darse cuenta. Al observar esto, Annette comenzó a cantar con los ojos cerrados.

Los pétalos de la flor caen como corrientes fugaces de tiempo. Si la tragedia de su caída pudiera atrapar por un momento tus bellos ojos, con gusto caeré ante ti en innumerables ocasiones...

Era una ópera que había escuchado recientemente en la corte, aunque la canción en sí no era importante. La cantó hasta donde pudo recordar, unos treinta segundos de música, luego abrió los ojos en silencio. Efectivamente, en menos de medio minuto, Gerard se había quedado dormido en el sofá. Annette parpadeó.

Supongo que esta es realmente mi habilidad.

Pero ahora no era el momento de maravillarse. No sabía cuánto tiempo su poder podía mantener a alguien dormido. Antes de que se despertara, quería registrar rápidamente su cuerpo. Si tenía suerte, podría encontrar alguna pista sobre sus intenciones.

"Lo siento, Gerard", susurró antes comenzar a registrarlo. No había nada en el bolsillo de su chaqueta, pero afortunadamente había una carta dentro de su chaleco.

Lo abrió con cuidado. El nombre del remitente no estaba especificado, pudo reconocer la refinada letra de su padre. Era una sola frase corta.

Los regalos son para el destinatario, no para el que los da.

¿Qué significaba eso? Annette lo meditó. Allamand, que valoraba su linaje aristocrático más que cualquier otra cosa, aprovechaba todas las oportunidades posibles para expresarlo. Por lo tanto, le parecía vulgar declarar lo que quería sin rodeos. Pero Annette sabía muy bien cómo pensaba su padre.

Seguro que no le gustaban los regalos que envió Raphael...

Los había devuelto, pero basándose en esta nota, parecía que su padre quería otro regalo de Raphael.

Por eso seguía enviando a Gerard. Al principio, ella pensó que era sólo para insultar, enviar a Raphael un sirviente porque un bastardo no merecía nada mejor. Pero si eso era todo lo que quería, ya lo había logrado. Su padre quería algo más.

¿Pero qué demonios podía ser?

Annette frunció el ceño. El Duque Bavaria era el hombre más rico y poderoso de Deltium. A la familia Bavaria no le faltaba nada. Pero Raphael era un aristócrata emergente que acababa de fundar su familia. Tenía algunas propiedades otorgados como recompensa por sus logros, pero nada al nivel que su padre codiciaría. Buscando en sus recuerdos de su última vida, Annette reflexionó.

"Um..."

Las delicadas cejas de Gerard se fruncieron, señal de que estaba despertando. Sólo había estado dormido cinco minutos, pero parecía que el poder de Annette no era lo suficientemente fuerte como para mantener a la gente inconsciente durante mucho tiempo. Antes de que él se despertara del todo, ella se apresuró a recolocar la carta, luego le sacudió ligeramente el hombro.

"Gerard. ¿Gerard? Despierta, ¿no dijiste que tenías que irte?"

Al escuchar su voz, Gerard abrió los ojos, desorientado. Sus suaves párpados estaban plegados en múltiples capas, por lo que sus ojos verde oscuro estaban caídos bajo las pestañas doradas. Parpadeó.

"Señorita Annette..." Sonrió somnoliento. Agarró su mano para darle un beso en el dorso. Su jovencita era tan preciosa que no podía hacer otra cosa.

Annette sonrió con amargura. Medio dormido, volvía a dirigirse a ella como a una doncella. Ignorando el error, retiró su mano y le dio una palmada para terminar de despertarlo.

"Bueno, ¿Tan aburrida fue mi canción, Gerard? Te has dormido incluso antes de que llegara al final, estoy un poco dolida", se quejó ella, haciendo un puchero. Sólo entonces se le aclararon los ojos al recordar lo que había pasado.

"Lo siento mucho, señorita..." Dijo avergonzado por haber sido tan negligente como para quedarse dormido. "...Quiero decir, Marquesa. Eso fue imperdonablemente grosero."

"No", dijo Annette con tristeza, con un rostro solitario. "Cómo puedo culpar a los demás, cuando soy yo la que no tiene talento. Gracias por escuchar, a pesar de estar ocupado. Date prisa, llegarás tarde."

"Está bien. Ya me voy."

Seguía tan somnoliento que ni siquiera intentó ofrecer una excusa. Gerard se sentía como si hubiera sido poseído por un fantasma.

No estoy tan cansado, ¿por qué me he quedado dormido? No tenía ni idea de qué hacer, y dudó un momento antes de bajar la cabeza y salir de la mansión Carnesis.

***

Esa noche, Annette esperó ansiosamente el regreso de Raphael. Había intentado recordar cada uno de los recuerdos de su vida anterior, pero la relación con su padre había sido constantemente mala. Ella no podía imaginar que Raphael le diera algo a su familia.

Lo único que podía hacer era preguntarle directamente a él. Probablemente él sabía lo que su padre quería. Se sentía avergonzada y molesta de que su familia siguiera haciéndole esto.

¿Me casaste con Raphael porque querías algo? ¿Se trata de eso?

Ella también investigaría esa posibilidad. Al principio, pensó que su matrimonio era sólo un acuerdo por las acusaciones contra ella, por lo que su padre se había visto obligado a aceptarlo. De todos modos, ella no tenía ningún valor para él si no podía convertirse en la Princesa Heredera, y si él hubiera rechazado al Rey, toda la historia del secuestro se habría extendido por todo el reino, deshonrando tanto a ella como a la familia Bavaria. Eso habría sido un desastre tan grande que ni siquiera los Bavaria podrían salvarla.

Pero, ¿Y si su padre hubiera tenido sus propios planes con su matrimonio? ¿Y si hubiera pretendido utilizarla para quitarle algo a Raphael, o utilizarla como moneda de cambio?

Annette cerró los ojos, recordando el rostro frío de su padre en su boda. Su cabeza le daba vueltas a todas las posibilidades.

¿Cuánto tiempo había estado esperando?

Un poco después de la medianoche, por fin escuchó el sonido de Raphael entrando. Rápidamente, bajó a recibirlo.

"¿Raphael? ¿Estás aquí? ¿Cómo fue tu reunión en el palacio?"

Él sólo la miró con ojos borrosos, y ella pudo oler un fuerte aroma a alcohol en su aliento. Mirándolo a los ojos, Annette se sintió repentinamente nerviosa.

viernes, 23 de septiembre de 2022

septiembre 23, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 22

Capítulo 22. Es Tan Malvado


Raphael dejó su vaso de licor.

Esta noche no podía beber como lo hacía habitualmente. Se había convertido en un hábito beber un vaso antes de ir a la cama, pero esta noche se sentía extrañamente reacio. Pensó que sería mejor beberlo lentamente.

El espumoso licor dorado fluyó por sus rojos labios. Mientras saboreaba el sabor y el aroma, su mirada se dirigió a Annette, que dormía profundamente a su lado.

Sus pálidos párpados estaban cerrados. Tenía la boca ligeramente abierta mientras dormía, con respiraciones superficiales que escapaban de sus labios separados, por lo que él pudo apreciar el rosa pálido de su interior. Parecía tan inocente que nadie sospecharía que acababa de ser c0j!da salvajemente.

En sus sueños, se aferraba a su lado, como un cachorro que busca a su madre. Sus pequeñas manos eran tan ligeras que él apenas podía sentir su peso, pero su tacto cosquilleante se extendía por todo su cuerpo. Raphael apartó su mano.

Extraña mujer.

Su rostro era increíblemente hermoso. Podía entender por qué los Bavaria eran tan orgullosos de sí mismos, como si fueran una raza aparte. El maldito Duque Baviera era de mediana edad, pero seguía siendo un hombre elegante con el cabello color platino. Su rostro por sí solo habría sido prueba de su poderoso linaje.

Sin motivo alguno, Raphael estiró la mano para tocar las redondas mejillas de Annette, donde persistía el débil enrojecimiento de su encuentro. Mirando su rostro sonrojado, pudo sentir la sangre bombeando hacia la parte baja de su cuerpo. Pero si cedía a su lujuria, realmente la lastimaría.

Tan débil. Inútil.

Raphael chasqueó la lengua. Nunca había imaginado una relación así con esta mujer. Su odio por el padre de ella era demasiado grande.

El Duque Allamand Baviera se había opuesto al nombramiento de Raphael hasta el último momento. Raphael aún podía recordar los ojos despectivos del viejo. El Duque Bavaria se consideraba superior, por lo que dejaba claro que despreciaba incluso respirar el mismo aire que un bastardo como Raphael.

Por eso Raphael no había luchado por evitar esta boda. Incluso si Annette era una mujer despiadada y tuvo una dudosa relación con el Príncipe Heredero, no le importaba. Su linaje compensaría su sangre mixta. Incluso sería divertido ver la furia del Duque Baviera al convertirse en suegro de Raphael. También ese fue el único valor de Annette para él, de todos modos, ¿Cuántas parejas en el mundo se casan por amor?

Raphael no creía en el amor. Sólo podía creer en sí mismo. Quería ascender al nivel de los nobles que lo despreciaban, y para eso necesitaba a Annette. Además de eso, no le importaba lo que ella hiciera a sus espaldas.

De todos modos, era una noble Bavaria. Se hartaría rápidamente de su repugnante esposo de bajo linaje.

Pero Annette había resultado ser diferente a lo que esperaba. Actuaba como si realmente lo respetara, y cada vez que discutían, trataba de explicar con sinceridad. Por supuesto, todavía no podía saber si ella hablaba en serio o sólo fingía.

De todos modos, no importaba.

No había nada malo en que ella fingiera que lo respetaba; era mejor para ambos. Lánguidamente, Raphael tragó más alcohol. La gargantilla seguía enrollada en su elegante cuello. Se la había dejado puesta porque estaba molesto, pero ahora no le importaba. Parecía marcarla como suya.

Raphael sonrió al pensar en su cuerpo blanco. Parecía ser cierto que ella no se había entregado a Ludwig, pero seguía siendo extrañamente molesto imaginarlos llorando mientras se despedían afectuosamente.

No podía soportar la idea de que ella estuviera con otro hombre. Había pensado que no le importaba lo que ella hiciera, pero al parecer eso no era cierto...

No importaba lo que sintiera, siempre sería el bastardo que se había arrastrado desde el fondo, y Annette era sólo la penosa prisionera en su mano.

"Ummmm..."

Tal vez sintiendo algo de su malestar, Annette gimió en su sueño. Mirando a la mujer que dormía profundamente a su lado, rozó lentamente su labio inferior con el dedo. Apretó la suave carne con la punta de sus dedos.

Murmurando en sueños, los labios de Annette se apretaron, como si estuviera besando la punta de su dedo. Se veía tan linda. Raphael sonrió. Inclinándose, le susurró al oído.

"Es mejor que te olvides de todo lo relacionado con el Príncipe Heredero, Annette. Ya no hay ningún lugar al que puedas huir."

Entonces le mordió la oreja. Esa pequeñas oreja blanca era agradables de mirar, con las marcas de sus dientes en ella. Al igual que la gargantilla envuelta alrededor de su delgado cuello.

***

Annette se sintió desolada cuando se despertó y vio que el sol de la tarde entraba por la ventana. La estricta educación de su familia hacía que siempre se despertara temprano. Dormir hasta tan tarde le recordaba lo que había hecho la noche anterior con Raphael.

Suspirando, se levantó de la cama, y de repente encontró más pruebas. La gargantilla todavía estaba alrededor de su cuello, por lo que Annette se sonrojó furiosamente al recordarlo.

Es tan malvado.

Había un cuchillo para abrir cartas sobre la mesa, así que Annette lo utilizó para cortar la gargantilla. Lamentó haber dañado el regalo de Claire, pero sabía que ésta se habría sentido satisfecha, sabiendo que el regalo había cumplido tan bien su propósito. Al pensar en Raphael, volvió a suspirar. Aunque parecía un poco menos enfadado después, le había disgustado mucho que ella se hubiera encontrado con Ludwig.

Debía hacer algo para que se sintiera mejor.

Por poco que a él le gustara, seguiría siendo desagradable que la pillara escabulléndose para tener una conversación privada con su ex prometido. Sintiéndose culpable, se vistió y bajó a buscarlo.

"¿Sabes por casualidad dónde está?" Preguntó a una sirvienta que pasaba por allí.

"El señor ha salido, dama. Dijo que iba a palacio", respondió la sirvienta, inclinando cortésmente la cabeza.

Annette asintió, pasando junto a ella con el rostro sereno. Resultaba un poco decepcionante que se hubiera ido sin siquiera dejar una nota, pero nunca le gustaba revelar su destino cuando salía. Y estaba enfadado con ella, así que probablemente había salido para descargar esa ira.

Suspirando por dentro, decidió ir al estudio y tratar de encontrar más información sobre los regresores. Pero su plan se frustró cuando vio a alguien que no esperaba, saliendo de la sala de recepción.

¿Gerard?

El hombre rubio, alto y elegante, era Gerard, el mayordomo de su familia. Había sido reprendido tan severamente en su última visita, cuando había venido a devolver los regalos de Raphael, que Annette había estado segura de que no volvería a visitar la mansión Carnesis.

Todavía no había visto a Annette. Mientras se dirigía a la puerta principal con expresión indiferente, le dijo a una sirvienta cercana, "Volveré a visitarla cuando el marqués esté presente."

Los ojos de Annette se entrecerraron. Aunque Raphael estaba ausente, la dama de la casa estaba definitivamente presente. Sin embargo, aquí estaba él, prometiendo regresar cuando Raphael estuviera disponible. Esto parecía muy sospechoso.

No intentará insultar a Raphael de nuevo, ¿verdad?

Annette tuvo un siniestro presentimiento. Si ese era su plan, ella no podía dejar que se fuera sin más. Si volvía a venir cuando ella estaba fuera y provocaba de nuevo a Raphael, sería ella la que pagaría por ello.

"¡Gerard!" Llamó, justo cuando él estaba a punto de irse. Su voz sonaba falsa incluso para sus propios oídos. "¿Qué estás haciendo aquí? Es bueno verte de nuevo."

"Saludos, Marquesa. ¿Has estado bien?"

Gerard pareció tomar una rápida decisión, y se inclinó cortésmente como si hubiera querido verla. Con ese saludo serio, ¿Quién habría imaginado que le había servido durante casi diez años?

Annette asintió con elegancia. Ella también lo conocía muy bien, y pudo ver un poco de consternación en su suave rostro.

"Fui demasiado severa el otro día, ¿no?" Preguntó, fingiendo que no se había dado cuenta. "Pero no me disculparé. No sería una buena esposa si me quedara de brazos cruzados mientras permito que alguien insulte a mi esposo. Déjame ofrecerte una taza de té, por los viejos tiempos. Ven conmigo."

Annette se giró, suponiendo que la seguiría, pero la sonrisa de Gerard se volvió rígida. Por alguna razón, no le apetecía reunirse a solas con ella.

"Ojalá pudiera, pero debo seguir las órdenes del Duque. Creo que debo irme ahora, le ruego que me disculpe."

Y efectivamente, rechazó su petición. Los ojos de Annette se agrandaron y se tapó la boca con los dedos, asombrada. Miró a Gerard afligida.

"¡Dios mío! ¿Te ha dicho mi padre que ni siquiera tomes una taza de té conmigo? ¿Te tiene tan ocupado que mi antiguo mayordomo no tiene tiempo ni de saludarme? Le escribiré ahora mismo..."

A Gerard le daba mucha vergüenza que ella apelara directamente a su padre. Ya era un desastre haberse encontrado con Annette en lugar de Raphael en primer lugar, por lo que si lo constataba por escrito, sería imposible evitar el castigo. Allamand estaba decepcionado con él por lo sucedido en la anterior ocasión. No lo perdonaría dos veces.

"Una taza de té, entonces", dijo Gerard, aceptando impotente su petición. "Gracias por su amabilidad."

Con una sonrisa victoriosa, Annette le condujo al salón. Ahora, a través de Gerard, podría averiguar qué estaba tramando su padre.

jueves, 22 de septiembre de 2022

septiembre 22, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 21

Capítulo 21. Látigo y Gargantilla


El cuerpo de Annette estaba d3snudo. Cruzando los brazos, trató de cubrir sus pechos expuestos, pero en ese momento, algo golpeó su trasero.

"¡Ah!"

Annette se sacudió sorprendida. El látigo que Claire le había regalado estaba hecho con el cuero más suave, así que en realidad no le dolió mucho. Pero no pudo evitar sobresaltarse cuando golpeó su piel. Miró a Raphael con ojos lastimeros, pero él los ignoró.

"No te cubras", le ordenó fríamente. "Baja las manos."

Sus ojos rosados temblaron al escuchar estas palabras. Al observar su expresión de dolor, le levantó la barbilla con el mango del látigo.

"¿Aún quieres hacerte la inocente?"

Sus pen3trantes ojos le recordaron a una bestia de caza. Impotente, Annette bajó los brazos, sintiéndose como un conejo capturado. Raphael se movió lentamente a su alrededor, estudiando su cuerpo d3snudo con ojos feroces. Mientras su mirada recorría ferozmente su cuerpo, sentía como si el fuego le lamiera la piel.

Mientras inspeccionaba su delicioso cuerpo, la rodeó por la cintura con sus brazos desde atrás. Ella sintió su gran mano acariciando su s3nos. Sus manos eran tan grandes que ambas habrían abarcado fácilmente sus costillas. Inclinando la cabeza, le mordió el lóbulo de la oreja por detrás.

"Dime", susurró. "¿Alguna vez dejaste que el Príncipe Heredero chupara estos bonitos pechos?"

"¿Qué? ¿Qué demonios estás...? ¡Ahhh!"

Justo cuando estaba a punto de negarlo, gritó de sorpresa. Sus cálidas manos le agarraron con fuerza los s3nos. Sintió una sensación emocionante mientras fr0t4ba sus p3z0nes.

"Oh, Raphael..."

De repente, una de las manos de él se sumergió en sus br@g4s, rápida como una serpiente que ataca, mientras se apretaba entre sus muslos y se frotaba contra su núcleo. Instintivamente, ella intentó cruzar las piernas, pero no pudo escapar de la decidida caricia.

Lentamente, los dedos de él se deslizaron desde el perineo hasta su abertura y luego hasta su cl!t0ris, que estaba hinchando. Sus labios rojos se curvaron en una fría mueca.

"Ya estás mojada."

Annette sollozó de vergüenza. El hecho de verla así le excitó, por lo que Raphael acercó su cuerpo, acariciando con más fuerza entre sus piernas. Cada vez que sus dedos tocaban su entrada, la fuerza de sus piernas se disolvía, como si se hubiera derretido. Se retorció hacia delante y hacia atrás, pero no pudo escapar de su agarre.

De repente, sintió algo duro entre sus muslos. La parte inferior del cuerpo de Raphael estaba presionada contra ella, rozando su furiosa longitud contra ella. Annette se mordió los labios sin poder evitarlo. No sabía qué hacer con tanta estimulación por todos lados, pero cada vez estaba más mojada.

"Oh, Raphael, uh, uh..."

Cada vez que sus dedos se movían, ella podía escuchar los sonidos húmedos. Sus callosos dedos entrenados en el uso de la espada, enviaban increíbles sensaciones a través de ella cuando frotaban su cl!t0ris. Cuando él separaba sus pétalos para frotar su pequeño agujero, Annette apretaba instintivamente su interior. Su cuerpo había aprendido el pl@cer que podía ofrecer un hombre. Ahora se sentía inquieta.

Se estaba tambaleando, apenas podía mantenerse en pie. Tuvo que sostenerse en sus manos, pero aquellos dedos tenaces sólo la frotaban cada vez más rápido. El líquido resbaladizo que fluía de ella sólo facilitaba la caricia lasciva. Cuando él empezó a acariciar en circulo furiosamente su cl!t0ris, ella no pudo aguantar más. Se corrió.

"¡Ha...huh...!"

Sus piernas se desplomaron. Raphael abrazó a la esbelta mujer por detrás mientras ella se colgaba lentamente en su brazo.

En ese momento, algo se enroscó alrededor de su esbelto cuello con un chasquido. Annette tocó rápidamente el objeto que rodeaba su cuello, sintiendo el suave cuero y el metal con sus dedos. Era la gargantilla que le había regalado Claire.

Las mejillas de Annette ardían como si estuvieran en llamas. Automáticamente, le pidió ayuda.

"Ra, Raphael... quítame esto."

Él la miró sin decir su palabra. Sus ojos estaban llenos de vívida lujuria, admirando su piel blanca, sus p3z0nes duros, y la gargantilla negra alrededor de su esbelto cuello. Era una visión increíblemente exc!tante.

Raphael apretó la mandíbula y la empujó contra la pared, colocándola con los brazos contra la pared. Annette no tenía ni idea de lo que él quería, así que obedeció, mirándolo con ojos ansiosos.

"¿Raphael? ¡OHHH!"

El látigo azotó de nuevo su tr@sero. No le dolió, pero todo el cuerpo de Annette se estremeció de vergüenza. Este era el tipo de cosas que se hacen para castigar a los niños pequeños. Era humillante que ella, una mujer adulta, fuera azotada en su tr@sero mientras estaba completamente d3snuda.

Annette miró a Raphael con desesperación. Entendía que estaba enfadado, pero quería que parara este vergonzoso castigo. Pero en el momento en que él vio sus grandes ojos, brillando con lágrimas, la agarró con fuerza de las caderas.

"Joder, no me mires así. Sabes cómo provocar a un hombre, ¿no?" Le increpó molesto. Como si quisiera castigarla, le separó los muslos y la pen3tró por detrás. La abertura de ella ya estaba húmeda, por lo que lo recibió sin vacilar. Sus gl@nde hinchado rozó su interior húmedo hasta adentrarse en lo más profundo.

Estaba tan excitado que enseguida agitó su cintura, acariciando sus sensibles paredes interiores con su cálida virilidad. Annette aceptó el ataque jadeando, apoyándose en la pared. Cada vez que la pen3traba por detrás, la ponía de puntillas debido a la diferencia de altura.

"¡Huh, Raphael, ah, huhhh!"

La pen3traba con tanta fuerza que parecía que su cuerpo se iba a romper, y aun así, se sentía tan bien. Le gustaba tanto que sus piernas seguían cediendo. Cada vez que sucedía, la hacía sentir que estaba en peligro de caerse, y automáticamente se aferraba a él. Detrás de ella, Raphael gimió.

"Annette, ¿te gusta tanto que te castiguen?". Reprendiéndola, le azotó el tr@sero con la palma de la mano. Hacía tiempo que había tirado el látigo. Al principio, sólo lo había hecho para avergonzarla, pero la sensación de su suave tr@sero contra su palma era increíble. Deliberadamente, la azotó unas cuantas veces más, controlando su fuerza para no lastimarla.

"Cada vez que te azoto, me aprietas. ¿Lo estás disfrutando?"

Las orejas de Annette se pusieron rojas ante su sarcasmo. Cada vez que él la azotaba, ella podía sentir cómo su virilidad se endurecía adentro, haciendo que la fricción de sus caricias fuera aún más intensa. Sus piernas se tambaleaban cuando él empujaba con fuerza contra sus puntos débiles.

"Huh, ah, Raphael, ah...!!"

Ella no podía soportarlo. La forma bestial en que él la había montado la avergonzaba mucho. Echó la cabeza hacia atrás mientras sus paredes inter!ores sufrían un violento org@smo, pero su virilidad seguía empujando dentro de ella sin pausa, provocando su pl@cer. Su rudo cl!max fue tan abrumador que las lágrimas corrieron por sus mejillas.

"¡Raphael, basta, ahh, hhhh, ahhh! Para, para, por favor."

"¿Parar? ¿Dices eso cuando me estás apretando tan fuerte allá abajo? Me parece que quieres más". Su gran mano frotó vigorosamente contra su cl!t0ris, causando un ruido húmedo entre sus piernas. Annette se mordió los labios, sintiendo su propia humedad mojando sus muslos. No pudo soportarlo. Se avergonzaba de ser tan lasciva, pero su cuerpo había aprendido el pl@cer de estas actividades carnales y sólo se calentaba, queriendo más.

Sus dedos estaban mojados mientras estimulaba su cl!toris resbaladizo. Seguía metiéndole la virilidad salvajemente. Cada vez que sacudía la cintura, su virilidad hacía que sus paredes interiores se derritieran de pl@cer.

Esa rígida virilidad nunca estaba satisfecha. Se introdujo en Annette hasta dejarla exhausta.

"¿Lo sientes, Annette? ¿Tu pequeño agujero apretando tan fuerte?"

Annette ya no podía ni siquiera gemir correctamente. No sabía si él tenía razón. Lloró ante el intenso pl@cer, mientras él pellizcaba su cl!t0ris con los dedos. Sus húmedas paredes temblaron de pl@cer y se apretaron alrededor de él.

Annette, que volvió a correrse, se desplomó exhausta.