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jueves, 18 de mayo de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 486

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 486. Mis Amados Pájaros (1)



Sovieshu miró a Sheir con apatía. Aunque tenía una sonrisa en los labios y su voz sonaba amable y suave, una persona perspicaz se daría cuenta de que sus ojos permanecían fríos.

Sheir se sentía temeroso e indeciso. Era sensible a la hostilidad de los demás como si fuera un herbívoro. Instintivamente, percibió el desagrado de Sovieshu hacia él. Puede que por eso su mirada hiciera estremecer a Sheir. Este comportamiento débil molestó aún más a Sovieshu, y al hacerlo, Sheir se encogió aún más. Era un círculo vicioso.

"Bueno, Sheir. ¿Así que deseas volver a casa?" Los ojos de Sovieshu se entrecerraron.

La niñera, que lo había acompañado a ver al emperador, apenas resistió el impulso de golpearse el pecho de frustración. Examinó a Sheir con preocupación. Había acompañado al niño en el calor del momento, cuando él dijo que necesitaba decirle una cosa al emperador. Pero no se imaginaba que le diría, 

"Por favor, envíeme a casa."

Sheir había reunido mucho valor para venir al palacio. Sin embargo, aquí estaba, rindiéndose a los pocos días. Su posición como futuro emperador estaba en juego. Era el trono del país más grande y poderoso del mundo. ¿Cómo podía renunciar a una oportunidad así tan fácilmente? Otros se dejarían la piel por ello.

Intimidado, Sheir no pudo responder.

Sovieshu se inclinó hacia delante. 

"¿Adónde irás? ¿A casa del Gran Duque Lilteang? Su estado de salud aún es delicado. ¿Qué quieres hacer, Sheir? ¿Piensas cuidarlo tú mismo hasta que se mejore?"

Incluso Sovieshu se sobresaltó. Sus palabras salieron más duras de lo que pretendía. Cerró la boca con fuerza.

Había visto una extraña ilusión recientemente, pero el recuerdo se desvaneció durante el día. De acuerdo con Rivetti, cuando perdió el conocimiento, el Marqués Karl le dirigió una mirada increíblemente extraña.

Tenía tantas cosas de las que preocuparse que le enfurecía ver al siguiente en la línea de sucesión al trono comportarse así.

"S-Sí, Su Majestad."

Sheir tartamudeó como una cabra. Estaba aún más asustado. En realidad no quería cuidar a su padre, pero pensó que sería mejor seguir la corriente al emperador. 

"Quiero ver a Padre... y a Madre."

"Si eso es todo, entonces tómate un día— o dos, si uno no es suficiente— para visitarlos, Sheir. Tu casa no está lejos, ¿cierto?"

"E-Eso es cierto, pero..."

Los ojos del niño recorrieron la habitación, incapaz de idear una excusa ingeniosa.

La razón por la que Sovieshu había ordenado a sus secretarios y nobles que trajeran a Sheir al palacio imperial era porque quería evitar que el niño fuera educado por el Gran Duque y la Gran Duquesa Lilteang. Dada la oportunidad, la ambiciosa pareja moldearía a su indeciso hijo para convertirlo en un instrumento al servicio de su voluntad.

Por supuesto, Sovieshu no tenía planes de enviar a Sheir con el Gran Duque y la Gran Duquesa. Sólo era un farol. Pero Sheir no necesitaba saber eso todavía.

A pesar de su generosa oferta, Sheir puso una expresión de incomodidad. Aunque Sovieshu ya no podía soportarlo más, lo volvió a intentar con un tono amable. 

"Quisiera enviarte a casa, Sheir. Pero los nobles y los funcionarios armarían un escándalo. Ahora mismo, eres el siguiente en la línea de sucesión al trono. No podemos permitir que te asesinen, ¿lo entiendes?"

"En-Entonces... ya no quiero ser el sucesor."

Sheir sollozó. Este inesperado bombazo silenció a todos en la oficina, incluido Sovieshu. 

"¿Lo dices en serio?"

"Sí, Su Majestad."

Sheir no era inteligente, pero incluso él se dio cuenta de lo que esto significaba. Como había crecido viendo cómo a su padre no le importaba nada el trono, él tampoco lo deseaba. Sheir sentía lo mismo por sus estudios. En vez de trabajar duro como el próximo emperador, quería pasar su vida en la comodidad de los lujos. Disfrutando de su inmensa fortuna y del honor de ser de la familia imperial.

Incluso este emperador, reconocido por su inteligencia, se había encontrado ya con muchos problemas, a pesar de llevar sólo unos pocos años en el trono. Si Sheir ocupara el lugar de Sovieshu, el niño sabía que le explotaría la cabeza. El Emperador Sovieshu ya parecía todo menos estable. Sheir no quería acabar como él.

***

Ya entrada la noche, el Marqués Karl informó de los acontecimientos del día al Sovieshu de la noche.

"Su Alteza el Príncipe Sheir pidió volver a casa, porque renuncia a su derecho al trono. Oficialmente."

Dado que renunciar permanentemente al propio derecho de uno era una decisión absolutamente personal, Sovieshu no tenía nada que aceptar o hacer. Envió a Sheir a casa, pidiéndole que lo reconsiderara debido a su corta edad. Pero si el niño volvía a hacer la solicitud, Sovieshu no podía hacer otra cosa que concedérselo.

Sovieshu frunció el ceño. 

"Eso es sorprendente. Puede que el Gran Duque Lilteang no quisiera ser emperador él mismo, pero estoy seguro de que quería que su hijo lo fuera algún día."

Sovieshu no sabía que Sheir había tomado la decisión aterrorizado tras conocer a su yo del día.

"Ha sufrido mucho desde que el Gran Duque volvió del Imperio Occidental. Como un niño delicado, debe haberse asustado al verse de repente arrojado solo en el palacio imperial."

"Ya veo..." 

Sovieshu reflexionó. ¿Era esa la única razón? Mientras Sovieshu pensaba, el Marqués Karl dejó escapar un suspiro.

Cuando Sovieshu lo miró, el Marqués tomó la palabra.

"Su Majestad, sin Sheir como su sucesor, no tendrá otra opción que volver a casarse."

Sovieshu cerró los ojos. En contraste con el enérgico Sovieshu del día, no tenía esperanzas de que Navier volviera algún día. Aun así, no deseaba casarse con nadie más aparte de ella.

"Su Majestad, aunque sólo sea por el bien de nuestro pueblo y el bienestar de nuestro país, debería encontrar una nueva emperatriz."

"No lo sé."

Si lo hiciera, esta vez sería un matrimonio de conveniencia. ¿Cómo funcionaría? ¿Podría la mujer con la que se casara soportar tanto su versión del día como la de la noche? En el mejor de los casos, lo encontraría extraño y lo evitaría. ¿Y si, en vez de eso, se aprovechara de él? Incluso si la propia emperatriz no lo hiciera, su familia podría tener malas intenciones.

"Um... otra cosa, Su Majestad."

El Marqués Karl se aclaró la garganta. Esta vez, sonó vacilante.

"¿Qué pasa?"

"Es un asunto incómodo, así que preferí no decírselo a su yo del día, pero..."

El Marqués Karl volvió a cerrar la boca.

'¿Qué es?' Sovieshu se sintió frustrado. 

"Habla. No pasa nada."

El Marqués finalmente asintió. 

"Lady Navier ha dado a luz gemelos."

La expresión de Sovieshu se endureció. El Marqués Karl juntó las manos, lamentando tener que dar esta noticia. Pero había que decirlo. 

"La Alianza viene a por nosotros, así que no hay razón para que ataquen al Imperio Occidental. Y el Imperio Occidental tampoco querrá provocarnos, ya que la Alianza anda buscando puntos débiles. Además, Lady Navier puede abogar por nosotros ya que está allí."

El ceño fruncido de Sovieshu se acentuó.

"Su Majestad, sé que no estamos en buenos términos con el Imperio Occidental debido al fenómeno de la disminución del maná, pero ¿no sería mejor enviar un regalo de felicitaciones, como muestra de amistad?"

Sovieshu fue incapaz de darle una respuesta adecuada. 

"Gemelos... Navier tuvo gemelos."

Su mirada se hundió sombríamente. Emociones oscuras, demasiado difíciles de expresar, surgieron en su interior. Demasiado pesadas para llamarlas celos, demasiado turbias para considerarlas anhelo y demasiado deprimentes para llamarlas rabia.



Dado que parecía demasiado ido para hablar de un regalo, el Marqués Karl se marchó. Ahora completamente solo, Sovieshu se tumbó sobre el respaldo de la silla como si fuera ropa sucia.

Navier...

Le vinieron a la mente las comidas semanales que solían tener juntos. Extrañaba esos ojos mirándole. Incluso extrañaba su cara de enfado.

¿Cómo serán sus bebés recién nacidos? ¿Se parecerán a ella? Si bien tenía curiosidad, al mismo tiempo no quería saberlo. Una parte de su corazón no quería verlos, pero otra, ansiaba conocerlos. Y verla a ella también...

"Marqués Karl."

Salió del salón y se apresuró hacia donde esperaba el Marqués.

"Sí, Su Majestad."

"Reúne todo lo que una madre primeriza pueda desear y envía los regalos a la Duquesa Troby. Pero no menciones que los regalos son de mi parte."

Dicho esto, Sovieshu volvió a la cama y enterró la cabeza entre sus rodillas.

***