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martes, 16 de mayo de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 485

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 485. Un Oscuro Anhelo (2)



La Princesa Charlotte se levantó primero y se marchó. En cuanto nos quedamos solos, el Gran Duque Kapmen dijo con gravedad, 

"Esa princesa acaba de tener unos pensamientos extraños."

"¿Pensamientos extraños?"

"Puede que no signifique nada, pero... el Rey de Whitemond le envió una carta a través de una paloma mensajera. El mensaje decía que si la princesa no se casa, la paz del mundo se verá amenazada."

"¿La paz del mundo?"

Una cosa sería que amenazara la paz de Whitemond. ¿Pero del mundo? Suena exagerado.

"La princesa parecía pensar que su padre estaba inventando excusas."

"Gracias por avisarme."

Era una cuestión que merecía la pena analizar. Recientemente, Heinley había mencionado que la Alianza del Continente Wol envió al Imperio Occidental una invitación para la Ceremonia de Año Nuevo. Pero envió cartas diferentes disimuladas como invitaciones a las demás naciones. Todas esas naciones celebraron reuniones de emergencia tras recibir las cartas. Sea lo que sea que dijeran, no debía ser un asunto menor. Tal vez las preocupaciones de Whitemond tenían algo que ver con eso.

"Te lo agradezco mucho. De hecho, hay algo que me inquieta al respecto."

Dado que el Gran Duque Kapmen sabía a qué se debía porque podía leer mis pensamientos, asintió,

"Si descubro más información, te lo comunicaré inmediatamente."

"Siempre me ayudas."

"Lo hago para compensar mis errores anteriores. Así que no tienes que sentirte mal."

Tan pronto como el Gran Duque se marchó, pedí a un guardia que buscara a Heinley o a McKenna.  No mucho después, Heinley apareció.

"¿Qué pasa, mi reina?"

Le expliqué lo que el Gran Duque había descubierto, omitiendo únicamente la parte sobre que el Gran Duque Kapmen había leído la mente de la Princesa Charlotte.

"Si a Whitemond le preocupa que la paz mundial se vea alterada, entonces la Alianza del Continente Wol debe de haber sugerido todo lo contrario a la paz."

Murmuró Heinley con una expresión seria. Sus ojos púrpuras parecían más oscuros que de costumbre.

"Como no recibimos la misma carta, debe de ser a nosotros a quienes apuntan."

"Así es, Mi Reina. Necesito recuperar las piedras de maná más rápido."

***

El suave sonido del tintineo de un cuchillo y un plato resonaba en la habitación, junto con la sutil fragancia a pino. Eso, sumado al delicado revestimiento verde de la habitación, le daba un aire elegante.

Sin embargo, el hombre en el centro de la habitación parecía cualquier cosa menos elegante.

"Ya deben tener una idea de nuestras intenciones, por lo que estarán nerviosos... lo que significa que se esforzarán por borrar las pruebas."

El hombre sonrió maliciosamente, como si esto le encantara.

"¿Es posible que aún no se hayan dado cuenta?"

Preguntó su subordinado.

"Si carecen de información, no pasa nada. Sólo los convierte en blancos fáciles."

Respondió Ángel mientras masticaba una rodaja de pescado.

"Pero señor, ¿no está apuntando tanto al Imperio Oriental como al Imperio Occidental? Si las cosas siguen así—"

"Que apunte a ambos no significa que lo haga al mismo tiempo."

"Aun así..."

Su subordinado se detuvo, tragando saliva. ¿Y si enfadamos a dos grandes potencias para nada? Quiso preguntar.

"Si voy a por los dos y unen sus fuerzas, ¿entonces qué? Será difícil tener éxito, incluso con todo el apoyo de la Alianza. Por eso la mejor táctica es acabar con ellos por separado."

Ángel sonrió plácidamente y volvió a cortar su pescado. El Imperio Occidental y el Imperio Oriental no sabrían que iba a por los dos. Supondrían que sólo quería un país.

Pensaba mantener esto en secreto.

"¿Qué hay de los países que recibieron la carta? ¿Cómo reaccionaron? Ya deberíamos tener sus respuestas."

El subordinado apretó las manos. Ángel asintió,

"Hasta ahora sólo hemos recibido respuesta de Bohean Azul."

"¿De Bohean Azul? ¿No es allí donde está el Duque Elgy?"

Por primera vez en toda la comida, el cuchillo dejó de chirriar contra el plato. Ángel enarcó las cejas y se echó a reír, sacudiendo la cabeza. 

"Oh, no. El Duque Elgy es un mero peón."

***

Hilos amarillos y rosados en la punta de unas largas agujas se balanceaban de un lado a otro. El Duque Elgy y su madre tejían sin prisa.

"¿Cómo me quedó?"

Elgy le mostró una bufanda torpemente tejida. Su madre rió animadamente. Todo parecía más pacífico que nunca.

Cuando se durmió, el Duque Elgy la cubrió con una manta y salió. Sus emociones de satisfacción se tornaron repentinamente en frialdad. Intentaba controlar su enfado con su padre, sin dejar que se le notara. Pero hoy, ya no pudo reprimirlo más.

Su padre, el Gran Duque Claude, estaba fuera del edificio principal. Elgy pasó a su lado bruscamente, sin saludarle.

"¿Te das cuenta de lo que pasó por culpa de esa imprudente aventura amorosa tuya?"

Exclamó su padre, a lo que el Duque Elgy se dio la vuelta inexpresivamente.

"¿Qué quieres decir con eso?"

"Te hiciste enemigo del Imperio Oriental. Luego hiciste lo mismo con el Imperio Occidental. Ahora estamos jugando con dados amañados. Sólo podemos elegir uno o seis— nos has borrado los otros números."

Esa noche, Elgy escribió una carta apresurada. Tras investigar el molesto comentario de su padre, descubrió que la alianza había hecho una extraña sugerencia y el Rey de Bohean Azul la había aceptado.

El Rey solía apoyar la paz, pero había cambiado de postura a raíz de la disputa de Elgy con el Imperio Oriental. Preocupado porque su país se convirtiera en enemigo de una poderosa nación, el Rey decidió que lo mejor para Bohean Azul sería erradicar el Imperio Oriental.

Una vez terminada la carta, Elgy la ató a la pata de una paloma mensajera, que emprendió el vuelo. Mientras observaba a la paloma alejarse por la ventana, pudo ver la pequeña casa de su madre, normalmente oculta a la vista desde el edificio principal, al girar la mirada. Dejó escapar un suspiro.

Un niño pequeño que buscaba venganza por su madre casi mata a una mujer. Esa mujer robó el nombre de la madre, llevándola a la desesperación. Un acto llevó a otro, y la venganza del joven casi causó la muerte de una mujer conocida como...

***