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sábado, 22 de octubre de 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 436

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 436. ¡Mira Aquí! ¡Mira! (1)



Como esperaba, me sentí mejor al ver a Heinley.

Estaba blandiendo una espada contra un gran muñeco de madera en el campo de entrenamiento. Cada vez que la espada de madera chocaba contra el muñeco se producía un leve ruido.

Mientras lo observaba, Heinley pareció notar mi presencia, así que bajó su espada y me miró. Justo entonces el viento sopló con fuerza, lo que sacudió su cabello que tanto me gustaba.

Cuando lo saludé con la mano, Heinley me sonrió tan cálidamente que recuperé la calma. Corrió hacia mí inmediatamente y me preguntó.

"¿Has venido a verme?"

"Así es."

'¿Es real lo que acabo de escuchar?'

Heinley pareció sorprenderse momentáneamente por mi respuesta genuina, pero enseguida sonrió más cálidamente.

"He venido a verte."

Al repetirlo, preguntó con nerviosismo mientras tiraba de un mechón de su cabello.

"Estoy empapado de sudor. ¿Debería ir a tomar un baño?"

"Te ves bien."

"¿Me veo bastante bien así?"

Oh, fue un error. Sólo intentaba decir que no era necesario que tomara un baño.

Justo cuando entendí el cambio en la sonrisa de Heinley, se quitó la camisa, dejando al descubierto su firme pecho y abdomen.

Su sonrisa se convirtió en un, 'quiero burlarme de ti, quiero burlarme de ti', así que deliberadamente puse la mano en la espada que sostenía y me di la vuelta.

"¿Puedo intentarlo yo también?"

"¿Sí?"

Heinley me entregó la espada en un momento de confusión, pero luego preguntó tardíamente sorprendido,

"Espera, ¿acaso quieres golpearlo... con la espada...?"

Señaló con la boca el muñeco de madera.

"Así es."

Lo golpearé pensando que es Sovieshu.

"¿No sería riesgoso en tu estado actual?"

"Sólo lo golpearé casualmente."

"¿Sucedió algo tan malo como para que quieras blandir una espada... casualmente?"

"..."

"Ese parece ser el caso."

"Sí."

En vez de dar más explicaciones, agarré la espada con fuerza y me dirigí hacia el muñeco de madera.

Acto seguido, aplasté la cabeza del muñeco de madera con ambas manos sobre la empuñadura de la espada.

***

"Mira atentamente. Este eres tú. Piensa en este muñeco como si fueras tú. Eso es lo que quiso decir."

"¿En serio?"

"¡Por supuesto! Incluso le envió señales a través de la pintura, pero Su Majestad no las captó. Así que está enojada."

"¿Reina es una persona tan ruda...?"

"Todo el mundo tiene un lado rudo. Puede que parezca muy amable por fuera, pero a veces me vienen a la mente pensamientos muy rudos cuando veo a Su Majestad."

"¡!"

"¡Tienes que trabajar más duro! ¡Tienes que trabajar más duro! Eso es lo que pienso."

Cuando McKenna, que hablaba entusiasmado mientras movía las manos, cambió nerviosamente sus palabras, Heinley sonrió con serenidad y lo elogió.

"Eres tan lindo, McKenna."

McKenna puso una cara sombría y preguntó, "¿Estás bromeando?"

Heinley sacudió la cabeza con una suave sonrisa.

"Es verdad. Hablo en serio."

A McKenna se le puso la piel de gallina y se frotó los brazos.

"No digas cosas repugnantes. Es incómodo."

Heinley resopló, luego se cruzó de brazos y volvió a ponerse serio.

"En definitiva, parece que ha ocurrido algo..."

Al escuchar esto, McKenna se sintió aliviado y bajó las manos de sus brazos. A continuación, dijo en voz más baja que antes, "Podría ser..."

"No es la pintura."

Heinley lo cortó rotundamente, a lo que McKenna respondió, "No hablo de la pintura". Y se apresuró a añadir.

"Me enteré de que el Emperador Sovieshu visitó la oficina de la Emperatriz Navier durante el día."

Las cejas de Heinley se alzaron como por arte de magia ante esas palabras.

"¡¿Qué?!"

Al levantarse de un salto, la silla fue empujada hacia atrás y cayó al suelo.

"Bueno, no estuvo mucho tiempo allí. Parece que salió con una mala expresión."

"¿De verdad? Entonces Reina debe haberlo tratado con mucha frialdad."

"Puede que haya sido desagradable incluso si actuó fríamente de forma adecuada."

"Sí. Es posible. Ese podría ser el caso. ¿Así que por eso blandió la espada?"

Heinley asintió varias veces, levantó la silla del suelo y se puso el abrigo.

"Entonces debo ir ahora."

"¿Adónde?"

***

Después de tomar un baño aromático con pétalos de flores, me encontré inesperadamente a Heinley en el salón.

"¿Heinley?"

¿Todavía faltan un par de horas para cenar?

Había una taza de té en la mesa frente a él. Dado que la taza estaba medio vacía, no creo que acabase de llegar.

Al mirarlo de nuevo, Heinley me saludó sonriente con la mano. De la misma manera que yo lo había saludado hace un rato.

No pude evitar sonreír también.

Cuando me acerqué y coloqué mi mano sobre la suya, entrelazando nuestros dedos, Heinley sujetó mi mano con firmeza y la besó lentamente desde el dorso hasta pasar por cada dedo.

"Hace cosquillas."

Ante mi susurro, Heinley se rió mientras volvía a besarme lentamente.

"Te dije que hace cosquillas."

Lo hizo una vez más.

Mientras mi cuerpo se retorcía y reía involuntariamente, Heinley deslizó su brazo por mi espalda, me acomodó sobre sus piernas y me abrazó con fuerza.

Recostada sobre su pecho, cerré los ojos y apoyé la cabeza cómodamente en su hombro.

... Es reconfortante.

"Reina. ¿Te acabas de bañar? Huele bien."

"¿No suelo oler así?"

"Ah. Normalmente hueles así, pero ahora es más intenso."

"Entonces no te gusta mi aroma, sino el aroma del baño."

"¿Qué?"

"Sólo bromeaba."

¿Por qué está tan nervioso?

Miré hacia arriba y levanté suavemente la barbilla de Heinley con mi mano, él dejó escapar un suspiro. Luego echó la cabeza hacia atrás e inmediatamente me mordió los dedos sin lastimarme.

"Siempre me muerdes."

"Porque soy un pájaro."

"Sólo dices que eres un pájaro cuando te conviene."

"Pero es la verdad, realmente soy un pájaro."

Eso era cierto.

"¿Nuestro bebé también será un pájaro?"

"La probabilidad de que sea un pájaro es del cien por ciento."

"..."

"¿Eh? ¿Por qué pones una cara tan seria, Reina?"

"Tengo miedo."

"¿Reina?"

Heinley sacó mi dedo de su boca y me abrazó más fuerte por la cintura.

"¿Qué ocurre?"

Heinley habló como si compartiera mi miedo. Pero a diferencia de sus palabras, sus dos brazos musculosos me mantuvieron firme.

No había pensado seriamente en esto hasta ahora.

"Si nuestro bebé se mezcla con otros pájaros.... ¿cómo podré distinguirlo?"


Pero en cuanto le confesé mi temor, la expresión seria de Heinley desapareció y se echó a reír.

"¡No te rías! Es muy serio. Todos los pájaros a mis ojos se ven iguales."

Hablé con frialdad por la vergüenza, pero Heinley no se dejó engañar y preguntó mientras frotaba su mejilla contra la mía.

"¿A mí también me confundes con los demás?"

"No, a ti no. Eres especialmente grande y encantador."

"No te preocupes, podré distinguir a nuestro hijo."

¿En serio? ¿Pero no debería poder distinguirlo yo también? Tan pronto como me puse la mano en el vientre sin motivo aparente, sentí que el bebé en mi interior también se reía.

***