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jueves, 22 de septiembre de 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 21

Capítulo 21. Látigo y Gargantilla


El cuerpo de Annette estaba d3snudo. Cruzando los brazos, trató de cubrir sus pechos expuestos, pero en ese momento, algo golpeó su trasero.

"¡Ah!"

Annette se sacudió sorprendida. El látigo que Claire le había regalado estaba hecho con el cuero más suave, así que en realidad no le dolió mucho. Pero no pudo evitar sobresaltarse cuando golpeó su piel. Miró a Raphael con ojos lastimeros, pero él los ignoró.

"No te cubras", le ordenó fríamente. "Baja las manos."

Sus ojos rosados temblaron al escuchar estas palabras. Al observar su expresión de dolor, le levantó la barbilla con el mango del látigo.

"¿Aún quieres hacerte la inocente?"

Sus pen3trantes ojos le recordaron a una bestia de caza. Impotente, Annette bajó los brazos, sintiéndose como un conejo capturado. Raphael se movió lentamente a su alrededor, estudiando su cuerpo d3snudo con ojos feroces. Mientras su mirada recorría ferozmente su cuerpo, sentía como si el fuego le lamiera la piel.

Mientras inspeccionaba su delicioso cuerpo, la rodeó por la cintura con sus brazos desde atrás. Ella sintió su gran mano acariciando su s3nos. Sus manos eran tan grandes que ambas habrían abarcado fácilmente sus costillas. Inclinando la cabeza, le mordió el lóbulo de la oreja por detrás.

"Dime", susurró. "¿Alguna vez dejaste que el Príncipe Heredero chupara estos bonitos pechos?"

"¿Qué? ¿Qué demonios estás...? ¡Ahhh!"

Justo cuando estaba a punto de negarlo, gritó de sorpresa. Sus cálidas manos le agarraron con fuerza los s3nos. Sintió una sensación emocionante mientras fr0t4ba sus p3z0nes.

"Oh, Raphael..."

De repente, una de las manos de él se sumergió en sus br@g4s, rápida como una serpiente que ataca, mientras se apretaba entre sus muslos y se frotaba contra su núcleo. Instintivamente, ella intentó cruzar las piernas, pero no pudo escapar de la decidida caricia.

Lentamente, los dedos de él se deslizaron desde el perineo hasta su abertura y luego hasta su cl!t0ris, que estaba hinchando. Sus labios rojos se curvaron en una fría mueca.

"Ya estás mojada."

Annette sollozó de vergüenza. El hecho de verla así le excitó, por lo que Raphael acercó su cuerpo, acariciando con más fuerza entre sus piernas. Cada vez que sus dedos tocaban su entrada, la fuerza de sus piernas se disolvía, como si se hubiera derretido. Se retorció hacia delante y hacia atrás, pero no pudo escapar de su agarre.

De repente, sintió algo duro entre sus muslos. La parte inferior del cuerpo de Raphael estaba presionada contra ella, rozando su furiosa longitud contra ella. Annette se mordió los labios sin poder evitarlo. No sabía qué hacer con tanta estimulación por todos lados, pero cada vez estaba más mojada.

"Oh, Raphael, uh, uh..."

Cada vez que sus dedos se movían, ella podía escuchar los sonidos húmedos. Sus callosos dedos entrenados en el uso de la espada, enviaban increíbles sensaciones a través de ella cuando frotaban su cl!t0ris. Cuando él separaba sus pétalos para frotar su pequeño agujero, Annette apretaba instintivamente su interior. Su cuerpo había aprendido el pl@cer que podía ofrecer un hombre. Ahora se sentía inquieta.

Se estaba tambaleando, apenas podía mantenerse en pie. Tuvo que sostenerse en sus manos, pero aquellos dedos tenaces sólo la frotaban cada vez más rápido. El líquido resbaladizo que fluía de ella sólo facilitaba la caricia lasciva. Cuando él empezó a acariciar en circulo furiosamente su cl!t0ris, ella no pudo aguantar más. Se corrió.

"¡Ha...huh...!"

Sus piernas se desplomaron. Raphael abrazó a la esbelta mujer por detrás mientras ella se colgaba lentamente en su brazo.

En ese momento, algo se enroscó alrededor de su esbelto cuello con un chasquido. Annette tocó rápidamente el objeto que rodeaba su cuello, sintiendo el suave cuero y el metal con sus dedos. Era la gargantilla que le había regalado Claire.

Las mejillas de Annette ardían como si estuvieran en llamas. Automáticamente, le pidió ayuda.

"Ra, Raphael... quítame esto."

Él la miró sin decir su palabra. Sus ojos estaban llenos de vívida lujuria, admirando su piel blanca, sus p3z0nes duros, y la gargantilla negra alrededor de su esbelto cuello. Era una visión increíblemente exc!tante.

Raphael apretó la mandíbula y la empujó contra la pared, colocándola con los brazos contra la pared. Annette no tenía ni idea de lo que él quería, así que obedeció, mirándolo con ojos ansiosos.

"¿Raphael? ¡OHHH!"

El látigo azotó de nuevo su tr@sero. No le dolió, pero todo el cuerpo de Annette se estremeció de vergüenza. Este era el tipo de cosas que se hacen para castigar a los niños pequeños. Era humillante que ella, una mujer adulta, fuera azotada en su tr@sero mientras estaba completamente d3snuda.

Annette miró a Raphael con desesperación. Entendía que estaba enfadado, pero quería que parara este vergonzoso castigo. Pero en el momento en que él vio sus grandes ojos, brillando con lágrimas, la agarró con fuerza de las caderas.

"Joder, no me mires así. Sabes cómo provocar a un hombre, ¿no?" Le increpó molesto. Como si quisiera castigarla, le separó los muslos y la pen3tró por detrás. La abertura de ella ya estaba húmeda, por lo que lo recibió sin vacilar. Sus gl@nde hinchado rozó su interior húmedo hasta adentrarse en lo más profundo.

Estaba tan excitado que enseguida agitó su cintura, acariciando sus sensibles paredes interiores con su cálida virilidad. Annette aceptó el ataque jadeando, apoyándose en la pared. Cada vez que la pen3traba por detrás, la ponía de puntillas debido a la diferencia de altura.

"¡Huh, Raphael, ah, huhhh!"

La pen3traba con tanta fuerza que parecía que su cuerpo se iba a romper, y aun así, se sentía tan bien. Le gustaba tanto que sus piernas seguían cediendo. Cada vez que sucedía, la hacía sentir que estaba en peligro de caerse, y automáticamente se aferraba a él. Detrás de ella, Raphael gimió.

"Annette, ¿te gusta tanto que te castiguen?". Reprendiéndola, le azotó el tr@sero con la palma de la mano. Hacía tiempo que había tirado el látigo. Al principio, sólo lo había hecho para avergonzarla, pero la sensación de su suave tr@sero contra su palma era increíble. Deliberadamente, la azotó unas cuantas veces más, controlando su fuerza para no lastimarla.

"Cada vez que te azoto, me aprietas. ¿Lo estás disfrutando?"

Las orejas de Annette se pusieron rojas ante su sarcasmo. Cada vez que él la azotaba, ella podía sentir cómo su virilidad se endurecía adentro, haciendo que la fricción de sus caricias fuera aún más intensa. Sus piernas se tambaleaban cuando él empujaba con fuerza contra sus puntos débiles.

"Huh, ah, Raphael, ah...!!"

Ella no podía soportarlo. La forma bestial en que él la había montado la avergonzaba mucho. Echó la cabeza hacia atrás mientras sus paredes inter!ores sufrían un violento org@smo, pero su virilidad seguía empujando dentro de ella sin pausa, provocando su pl@cer. Su rudo cl!max fue tan abrumador que las lágrimas corrieron por sus mejillas.

"¡Raphael, basta, ahh, hhhh, ahhh! Para, para, por favor."

"¿Parar? ¿Dices eso cuando me estás apretando tan fuerte allá abajo? Me parece que quieres más". Su gran mano frotó vigorosamente contra su cl!t0ris, causando un ruido húmedo entre sus piernas. Annette se mordió los labios, sintiendo su propia humedad mojando sus muslos. No pudo soportarlo. Se avergonzaba de ser tan lasciva, pero su cuerpo había aprendido el pl@cer de estas actividades carnales y sólo se calentaba, queriendo más.

Sus dedos estaban mojados mientras estimulaba su cl!toris resbaladizo. Seguía metiéndole la virilidad salvajemente. Cada vez que sacudía la cintura, su virilidad hacía que sus paredes interiores se derritieran de pl@cer.

Esa rígida virilidad nunca estaba satisfecha. Se introdujo en Annette hasta dejarla exhausta.

"¿Lo sientes, Annette? ¿Tu pequeño agujero apretando tan fuerte?"

Annette ya no podía ni siquiera gemir correctamente. No sabía si él tenía razón. Lloró ante el intenso pl@cer, mientras él pellizcaba su cl!t0ris con los dedos. Sus húmedas paredes temblaron de pl@cer y se apretaron alrededor de él.

Annette, que volvió a correrse, se desplomó exhausta.