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martes, 2 de agosto de 2022

Matrimonio Depredador - Capítulo 356

Capítulo 356. Vino (4)

Lesha clavó el cuchillo en el cuello de Herodes, causándole una grave herida. Herodes se marchó rápidamente al palacio secundario deteniendo la hemorragia con una servilleta. Fue tratado por un médico cuando llegó. La cena terminó mal.

La situación pudo volverse desfavorable para Estia desde el momento en que Lesha cortó a Herodes con el cuchillo. Pero por alguna razón, Balkat no protestó. Se quedaron callados como si hubieran cometido un error.

Los sirvientes del palacio real, que normalmente consideraban a Lesha como alguien adorable, parecían bastante sorprendidos. El simpático príncipe se había convertido de repente en una bestia que atacó a un invitado con un cuchillo.

Todos esperaban que Lesha recibiera una severa reprimenda, pero Leah no lo hizo. Lesha había arriesgado su vida por Leah desde que estaba en su vientre. Herodes debió haber alterado el vino. Ella no sabía cómo Lesha se dio cuenta, pero frustró sus planes.

El niño se acostó temprano. Leah le dio un beso en la frente.

"Gracias por protegerme."

"Ahh..."

Lesha bostezó. Susurró poniendo su mano en la cara de Leah.

"Te amo mamá."

Eran las palabras que pronunciaba con más precisión porque lo había hecho muchas veces. Lesha se quedó dormido después de su confesión de amor. Leah acarició su cabello.

Ella se levantó suspirando. Se dirigió a su habitación. Debería haber ido al salón de banquetes, pero al final decidió no asistir. De todos modos, tampoco era que el bando de Balkat estuviera disfrutando ahora mismo del ambiente festivo.

Quiso leer algunos libros porque todavía era temprano para dormir. Se fue al compartimiento de su habitación donde estaban ubicados los libros. Había un sofá del tamaño de una cama pequeña al lado de la ventana. Le gustaba sentarse a leer en ese sofá, porque se filtraba la luz del sol o de la luna a través de la ventana.

Se sentó en el sofá con el libro que había comprado en la librería el otro día. Sacó el marcapáginas para sumergirse en el libro. El libro tenía una mezcla de lenguas antiguas, lo que dificultaba la lectura si no se concentraba. De repente escuchó un ruido.

"¿......?"

Los ojos de Leah se agrandaron al mirar inconscientemente hacia la ventana. Se levantó rápidamente para abrirla. Entonces el hombre se sentó en el alféizar de la ventana.

"¡Ishakan!"

Leah exclamó su nombre. Luego se quejó.

"¿Por qué sigues entrando por la ventana?"

"Porque tengo prisa."

No entendía a qué se debía tanta prisa como para que entrara por la ventana en lugar de la puerta. Pronto Leah ladeó la cabeza.

Normalmente la habría abrazado tan pronto como llegara. Sin embargo, simplemente permaneció sentado en el alféizar de la ventana. La miraba sin mover ni un dedo.

Ella lo observó con atención. Parecía que estaba enrojecido el rostro de Ishakan, aunque ella no podía distinguir con claridad porque estaba de espaldas a la luz de la luna.

Sentía el calor que emanaba el cuerpo de Ishakan. Su temperatura corporal solía estar alta, pero ahora parecía anormalmente caliente. Cuando quiso ponerle la mano en la frente, Ishakan hizo que se detuviera.

"No me toques."

Sus labios se abrieron por la conmoción. Fue la primera vez que escuchaba un rechazo.  Ishakan sonrió ligeramente viendo su sorpresa.

"Será mejor que no me toques."

"¿De qué estás hablando? ¿Te has contagiado de alguna plaga?"

"Podría ser peor que eso."

Ishakan murmuró palabras incoherentes.

"Me lo bebí para comprobarlo. De todos modos, puedo soportar los hechizos."

Entonces Leah lo descubrió. Su entrepierna estaba abultada.

Su rostro se calentó al instante. Desconocía los detalles por los que Ishakan estaba en esa condición, pero podía suponer que había tomado alguna poción. Leah exclamó con el rostro enrojecido.

"¡Podrías haberle dicho a Morga que comprobara si había algo sospechoso!"

"Eso tardaría demasiado tiempo."

Ishakan le respondió a Leah con una mirada descontenta.

"Tenía que deshacerme de él. Siempre está cerca de ti."

Ishakan frunció el ceño en medio de la conversación. Gruñó de agonía. Se lamió los labios con la lengua mientras miraba a Leah.

"Haa... Creo que va a explotar."

Ella ni siquiera tenía que preguntar qué estaba a punto de explotar. 

"...¿Puedo ayudarte?"

"No."

"¿Por qué?"

Ishakan se rió. Dijo con fuego en los ojos.

"Porque puede ser demasiado peligroso."