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sábado, 23 de julio de 2022

Matrimonio Depredador - Capítulo 350

Capítulo 350. Banquete (4)


"...Loco bastardo."

Judia respondió histérica.

"Tú eres el que necesita hacerlo bien. Dame eso. ¿Dónde está?"

Herodes señaló la mesa de noche ante su pregunta. Había dos botellas de vidrio sobre ella, llenas de un líquido sospechoso con un brillo siniestro. Judia se guardó una de las botellas de cristal en el bolsillo.

Herodes dijo en tono burlón.

"¿Crees que tendrás la oportunidad de usarlo?"

"¡Cállate! Veremos quien lo logra primero."

Judia se marchó cerrando la puerta abruptamente. Herodes se levantó riendo. Sostuvo la botella de vidrio restante sobre la mesa. Se quedó mirándola durante un tiempo.

No imaginó que la mujer de la librería sería la Reina de Estia. No podía creer la increíble coincidencia. El destino en ocasiones era caprichoso.

No le importaba en absoluto que tuviera como esposo al Rey bárbaro, porque de todos modos tenía planeado seducirla. Afortunadamente se había ahorrado el esfuerzo de tener que encontrarla. El pequeño malentendido no sería un obstáculo.

Su cabello plateado se veía elegante iluminado por la luz de los candelabros. Sus ojos púrpuras parecían joyas. Una mujer perfecta en todos los sentidos, ninguna parte de su cuerpo resultaba decepcionante.

Herodes ahora entendía porque la llamaban el hada de Estia. Valía la pena perder su propia vida a cambio de tenerla. Por supuesto, Herodes pretendía seguir viviendo después de hacerlo.

"Judia también debe lograrlo para que eso ocurra."

Murmuró para sí mismo. Herodes se perdió en sus pensamientos durante un rato. El poder de Estia aumentaba con el apoyo de Kurkan, por lo que los reinos cercanos se vieron relativamente perjudicados.

Balkat originalmente tenía una fuerte influencia en los países vecinos, pero había perdido todo su protagonismo por culpa de Estia.

Así que Herodes deseaba que la situación fuera como antes. Estia tenía que debilitarse para que Balkat pudiera recuperar su influencia pasada. Para ello tenía que conseguir separar a Estia de Kurkan.

Esa fue la razón por la que vino hasta aquí con Judia aunque no le agradara. Sin embargo, ahora realmente sentía un deseo genuino por la Reina de Estia.

Herodes agitaba la botella de vidrio en su mano. Esperaba no usarla, pero viendo que estaba Judia actuando, pensó que debería hacerlo cuanto antes. Personalmente preferiría comerlo poco a poco, pero no estaría mal tragarlo abruptamente.

Salió dejando la botella de vidrio. Quería fumar un poco.

El jardín estaba tranquilo por la noche. Se podía escuchar el sonido de la música del salón de banquetes. Herodes tarareaba en su interior. Caminaba tranquilamente hasta que se detuvo abruptamente.

El humo de un puro llegó a su nariz. Sin embargo, nunca había olido este aroma durante toda su vida. No solo era fresco, sino también sutilmente dulce al final.

Por curiosidad Herodes miró a su alrededor buscando el lugar de donde provenía el humo. Entonces su mirada se encontró con unos brillantes ojos dorados que destacaban claramente incluso en la oscuridad.

¿Cómo es posible que no me diera cuenta?

Extrañamente no había reconocido su presencia. El hombre corpulento estaba apoyado en un árbol mientras fumaba. Exhaló el humo mirando a Herodes.

Sintió una extraña sensación. Esos no parecían ojos humanos. Un miedo espantoso recorrió su columna vertebral. Herodes lo saludó con indiferencia.

"No esperaba encontrarlo aquí Rey de Kurkan."

Ishakan esbozó una sutil sonrisa en respuesta a las palabras de Herodes. Surgió un extraño pensamiento en su mente al verlo sonreír. Quizás lo estaba esperando. Herodes habló.

"Me gustaría fumar uno también, ¿Está bien?"

Ishakan no respondió. Su silencio significaba que no lo echaría. Herodes encendió su puro. Cuando el olor de su puro comenzó a extenderse por el lugar, el silencioso Ishakan habló por primera vez.

"Ah." Sonrió mientras hablaba. "Ese era el olor."