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martes, 3 de agosto de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 346

Capítulo 346. Todavía Me Ama (1)


Aunque no había hecho nada malo, en cuanto Heinley me preguntó por la caja, respondí inmediatamente, "No es nada".

Heinley se acercó a mí sin cuestionar mis palabras y me besó en la mejilla.

"Entonces, ¿por qué tienes tan mala cara? ¿Hmm?"

No pude evitar suspirar. ¿Debería contarle primero sobre la caja enviada por Sovieshu, o debería preguntarle sobre 'eso' que intentaba desconocer?

"¿Reina?"

"Estoy pensando."

"Por tu cara no parece un pensamiento feliz..."

Heinley me miró detenidamente mientras se inclinaba hacia mí. Ciertamente no era un pensamiento feliz, así que asentí,

"Tengo dos cosas que decir."

"¿Estás pensando si deberías decirlo?"

"No, estoy pensando cuál decir primero."

Necesitaba decir las dos cosas. Así que después de pensarlo, decidí empezar por la más importante.

Con la caja que me regaló Sovieshu, sólo temía que Heinley se pusiera celoso. Resolver el asunto del fenómeno de la disminución del maná era realmente importante.

"¿Es difícil de decir?"

Heinley murmuró, y ladeo la cabeza.

"¿Qué ocurre, Reina?"

"¿Fuiste tú quien causó el fenómeno de la disminución del maná...?"

Cuando estaba a punto de decir, '¿Eres el culpable?' Elegí mejor mis palabras.

"¿Eres el causante?"

Llamarlo 'culpable' en esta situación, sería tratarlo como si fuera una mala persona.

Por supuesto, si realmente causó el fenómeno de la disminución del maná, ya había afectado a cientos de personas... Heinley sería una mala persona para ellos.

En un parpadeo, el rostro de Heinley se volvió tan frío como si estuviera cubierto por una fina capa de hielo.

"Navier."

Me llamó con voz fría. Sus ojos menos cálidos de lo habitual se fijaron en mí.

La forma en que se quedó helado, sin siquiera intentar fingir, le hizo parecer más frío de lo que podía esperar.

No es que estuviera enfadado conmigo. Es sólo que ante mi única pregunta, la máscara cariñosa y amable que siempre llevaba desapareció.

"Heinley."

Fue desgarrador ver esa mirada rígida, sin siquiera tratar de excusarse.

"Heinley."

Volví a llamarlo, y puse una mano sobre su mejilla.

"Heinley."

Lo llamé por su nombre una tercera vez y besé ligeramente su labio superior.


Sólo entonces los ojos de Heinley temblaron y parpadeó lentamente. Sus pestañas doradas subían y bajaban sobre sus ojos púrpura.

"Navier, Reina. Navier, yo..."

"No te estoy culpando."

Cuando Heinley bajó la mirada, sus ojos quedaron completamente ocultos.

"Heinley. Sólo quiero que seas honesto conmigo."

La habitación quedó en completo silencio, sólo se oía el tic-tac del reloj. Como si la realidad se hubiera desvanecido y sólo quedáramos nosotros dos en este mundo.

Sentía que no importaba lo que Heinley dijera en este momento, lo aceptaría por completo. Cuando Heinley levantó lentamente la mirada, sus ojos ocultos se revelaron de nuevo.

"Reina."

En cuanto me llamó, el ambiente envuelto en un silencio mágico y maravilloso se rompió al instante.

La realidad volvió a arrastrarnos a la habitación. De repente, la tensión despertó en mí un miedo que me hizo estremecer.

"Ahora mismo no."

Heinley primero se limitó a responder mi pregunta. Luego puso su mano sobre la mía, que estaba en su mejilla, y explicó inmediatamente.

"Los magos son los pilares que han hecho del Imperio Oriental el país más poderoso, y son el poder mismo del Emperador. Es cierto que he afectado a los magos como una forma de suprimir al Imperio Oriental. Pero ya no."

Heinley me miraba como si tuviera miedo.

"Reina, me casé contigo del Imperio Oriental. Es por ti que no pienso iniciar una guerra contra ese imperio. Lo digo en serio."

"Y Evely—"

"Es cierto que perdió su maná porque se vio envuelta en mis planes. Pero también fui yo quien le devolvió el maná. Por ti, Reina. Porque te resultaba doloroso ver a esa chica así."

No hubo necesidad de terminar la pregunta, Heinley, que parecía asustado, me lo contó todo por su cuenta.

Diversos sentimientos surgieron en mí al mismo tiempo. Sentimientos tan mezclados que resultaban difíciles de distinguir entre sí.

Me lamí los labios, sostuve su rostro entre mis manos y apoyé mi frente contra la suya.

En medio de toda esta complejidad, había dos sentimientos claros para mí.

Culpa y Gratitud.

Como me prometí a mí misma antes, no podía detener a Heinley sin una buena razón sólo porque se estuviera preparando para la guerra contra el Imperio Oriental.

Aun así, no me gustaría. Mi esposo estaría atacando a mi país, a mi familia y a mis amigos.

Afortunadamente, Heinley dijo que es por mí que no iniciaría una guerra contra el Imperio Oriental. Aunque parecía que llevaba mucho tiempo planeando esto, renunció por mí.

Se lo agradecía, pero lamentaba que su imagen como Emperador del Imperio Occidental resultara afectada por mi culpa.

Aun así, no podía decir, 'No te preocupes, ataca a mi país y a mi familia'.

Por supuesto, en un rincón de mi mente también rondaba el pensamiento de que si no nos hubiéramos casado, nos habríamos convertido en enemigos.

"Reina."

Heinley volvió a llamarme. Parecía asustado porque permanecía quieta sin decir nada.

Tenía que decir algo, ¿pero qué?

Busqué entre los diversos pensamientos que pasaban rápidamente por mi cabeza, y elegí uno.

El más apropiado para este momento.

"Gracias por pensar en mí."