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martes, 29 de junio de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 330

Capítulo 330. McKenna No Tiene Prejuicios (1)



Mientras esperaba el regreso del caballero, estaba tan nervioso que tenía los labios secos. Incapaz de sentarse, deambulaba entre el salón y la habitación de la bebé, examinando de vez en cuando la cara de la princesa.

El tiempo pasó muy lentamente. Pero a diferencia del impaciente Sovieshu, la bebé dormía cómodamente.

"Su Majestad."

Finalmente, escuchó una voz pesada que lo llamó.

Unos instantes después, el caballero entró con un hombre que llevaba a un niño pequeño en sus brazos.

Aunque el hombre que trajo el caballero no era el Vizconde Roteschu, tampoco era una cara completamente desconocida.

"Debes ser..."

Sovieshu recordó al hombre que acudió a la sala de audiencias para pedir que el niño fuera bendecido. Sí. Era el mismo hombre que había llevado en sus brazos al primer hijo de Rashta.

"Alan Rimwell, Su Majestad. El hijo del Vizconde Roteschu."

Pero no fue este hombre al que llamó.

"¿Te mandé a llamar?"

Alan respondió con voz temerosa a las palabras de Sovieshu.

"Mi hermana no ha vuelto en varias semanas... mi padre está ausente por eso."

"¿Hermana? Ah. Sí, tu hermana."

Sovieshu, que estaba a punto de reprender a Alan, se ablandó con su explicación. Ciertamente, el Vizconde Roteschu debía estar muy ocupado ahora.

'Está bien.'

De todos modos, no había mucha diferencia que viniera el Vizconde Roteschu o Alan. Sovieshu lo pensó y ordenó.

"Acércate con el niño."

Alan miró aterrado a Sovieshu y retrocedió dos pasos, sobresaltado ante la repentina orden.

"¿Qué?"

Abrazando al niño firmemente, Alan preguntó,

"Para qué, para qué..."

Encontró extraño que de repente le pidiera traer al niño. Pero encontró esto aún más extraño.

"Tengo algo que comprobar."

Alan retrocedió medio paso más y las cejas de Sovieshu se alzaron en consecuencia.

No pretendía hacerle daño al bebé, sólo quería mirarlo de cerca por un momento. ¿Por qué huía?

En un principio, Sovieshu no tenía ni idea de Alan. El Vizconde Roteschu dijo que no sabía quién era el padre del niño. Tanto Alan como el Vizconde Roteschu sólo cuidaban del hijo de Rashta.

Pero esa actitud temerosa de proteger al bebé parecía lo suficientemente extraña como para levantar sospechas.

"Te pedí que te acercaras."

Sovieshu repitió la orden pausada y claramente.

Sólo entonces, Alan se dio cuenta de que no podía oponerse al emperador, así que se acercó lentamente y le entregó el bebé.

'Qué joven tan extraño.'

Sovieshu aceptó el bebé, disgustado con Alan por tratarlo como una plaga.

Pero en cuanto vio al bebé, los pensamientos de Sovieshu sobre Alan desaparecieron. Su rostro se volvió más oscuro. El bebé se parecía más a Glorym de lo que recordaba. Entonces, surgió una leve sospecha.

'¿Cómo pueden ser tan parecidos? ¿Es el padre de este niño el mismo que el de Glorym...?'

Sovieshu se apresuró a exclamar en su interior que no.

'Es absurdo. Así es. No es de extrañar que Glorym no se parezca a mí. Glorym y este niño sólo se parecen a Rashta. Debido a los tiempos, es imposible que el primer hijo de Rashta y la princesa sean del mismo padre.'

Sovieshu hizo todo lo posible por pensar de forma positiva.

No tenía otra opción. De hecho, la mejor manera de disipar esta duda sería ir al templo y hacerse una prueba de sangre. La realización de una prueba de sangre era algo vergonzoso, incluso para los nobles que consideraban natural tener concubinas.

Además, tendría que ir en persona a hacerse la prueba de sangre. ¿El emperador iría al templo con su hija para hacerse una prueba de sangre? Esto destruiría por completo la imagen de la familia imperial.

Inevitablemente lo haría si hubiera una situación en la que tuviera que demostrarlo, pero sería vergonzoso llevar a la princesa y hacerse una prueba cuando nadie desconfiaba.

Sovieshu se horrorizó al ver a su hija reflejada en un niño extraño, así que se apresuró a devolvérselo a Alan.

Tras pedir a Alan que esperara un momento, Sovieshu entró en la habitación de la bebé y cargó a la princesa acostada en la cuna. Cuando Sovieshu llevó a la princesa, los ojos de Alan se abrieron por completo.

Sus ojos, que vagaban perdidamente por las espléndidas y antiguas decoraciones del Palacio Imperial, se fijaron ahora en el rostro de la princesa.

Sin embargo, los ojos de Alan no tardaron en detenerse en el vestido que llevaba la princesa. Una cómoda ropa de bebé confeccionada con telas de la más alta calidad, que sólo se producían unas pocas por año, y unos suaves calcetines en sus lindos pies. Los calcetines estaban adornados con perlas del tamaño de una uña.

Alan examinó al niño que tenía en sus brazos. Se esforzó por vestirlo bien, pero había una clara diferencia con la ropa de la princesa.

Incluso un niño de una familia noble ordinaria podría al menos estar al lado de la princesa. Como el Vizconde Roteschu, que manejaba la parte económica de la familia, no quería a su nieto, Alan ni siquiera podía criar a su hijo como los de otros nobles.

Además, había criado a su hijo solo, encerrado en una mansión. Dos bebés idénticos, con ropas completamente diferentes... no podía dejar de compararlos. Un fuego crecía lentamente en su interior.

Pero su mente perturbada se desmoronó ante la pregunta de Sovieshu.

"Ese niño. ¿Quién es su padre?"

Alan miró sorprendido a Sovieshu.

"¿Qué?"

"Pregunté de quién es ese niño."

"Ah, eso..."

Alan bajó la cabeza ante la feroz mirada de Sovieshu. Su padre le había dicho que el emperador no sabía quién era el verdadero padre de Ahn.

'¿Estaba haciendo esa pregunta porque había descubierto algo? ¿O sólo tenía curiosidad porque se parecían mucho?' Su mente no dejaba de dar vueltas.

Pero Alan no tardó en hablar exactamente como el Vizconde Roteschu le había pedido.

"Eso no lo sé."

"¿No lo sabes?"

"Así es. Yo, yo sólo..."

"Si asististe a la sala de audiencias para pedir que este niño fuera bendecido, debes tener un vínculo genuino. Pero, ¿no lo sabes?"

"Me encariñé con él a medida que lo criaba. Es un niño tan encantador..."

"¿Te encariñaste con él a medida que lo criabas?"

"Así es. Así es, Su Majestad."

Incapaz de superar la presión ejercida por el emperador, Alan volvió a bajar la cabeza. Su mano, con la que sostenía a su hijo, no paraba de temblar.

Afortunadamente, Sovieshu no lo retuvo mucho tiempo.

"Está bien, de acuerdo. Puedes retirarte."

"Gracias. Gracias."

Al escuchar la orden de Sovieshu, Alan se inclinó y se apresuró a salir al pasillo, sin saber de qué estaba agradecido.

En cuanto cerró la puerta, perdió la fuerza en sus piernas y casi se derrumbó. Se sentía asfixiado en esa habitación. Una vez que salió al pasillo, finalmente recuperó el aliento.

Pero Alan no se habría sentido aliviado si hubiera mirado hacia atrás aunque sea una vez antes de salir. Si hubiera visto la expresión con la que Sovieshu miraba su espalda mientras se marchaba... No sabía que Sovieshu le estaba mirando atentamente, y no sabía que Sovieshu estaba empezando a sospechar que el verdadero padre de Ahn podría ser Alan.

Sin embargo, desde el momento en que salió de la habitación donde le resultaba difícil respirar, sus pensamientos sobre Sovieshu se desvanecieron con cada paso que daba.

En cambio, su mente se llenó de pensamientos sobre Rashta y Ahn.

Alan se dirigió directamente al Palacio del Oeste y pidió al caballero que custodiaba el frente del palacio que quería reunirse con la Emperatriz.

***