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viernes, 25 de junio de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 328

Capítulo 328. Trae A Su Primer Hijo (1)




El viejo Duque Zemensia se encontraba en una encrucijada.

Tenía que elegir entre él o su hija.

Si tomara la decisión pensando sólo en su propia vida, no habría dudado. Por supuesto que salvaría a su hija.

El problema era que si admitía que había preparado intencionadamente comida para dañar a la familia imperial, también toda su familia estaría en peligro. Su esposa, su hijo, e incluso sus dos encantadores nietos...

"Su Majestad es realmente despiadado."

El viejo duque murmuró conmocionado.

Aunque había preparado comida perjudicial para el bebé en su vientre, ni siquiera sabía con certeza si estaba embarazada.

Incluso si hubiera estado seguro de que estaba embarazada, no habría sido con la intención de que se la comiera.

Sólo quería que el Emperador y la Emperatriz sufrieran una pequeña humillación pública. Quería que todos se dieran cuenta de que la cubierta dulce del emperador no era más que veneno.

No era algo bueno. Pero después de descubrir que su hija estaba encerrada en una mansión desolada como si fuera un animal. ¿No era esta venganza un poco más ligera en comparación con el sufrimiento que experimentaba su hija?

Esto no era más que una pelea habitual entre nobles de la alta sociedad. Sin embargo, este despiadado emperador amenazó con acabar con la vida de un ser humano para apaciguar su momentáneo disgusto.

¿Cómo puede ser tan indiferente cuando se trata de una vida humana?

Al viejo Duque Zemensia, acostumbrado al indulgente y bondadoso anterior rey, el Emperador Heinley le parecía un tirano despreciable que devastaría el país.

Hubiera preferido que Heinley empuñara la espada. Pero este emperador lo forzó a sostener la espada y a elegir a quién apuñalar. ¿No era eso de un ser despiadado?

Cuando sus ojos se encontraron, las comisuras de la boca del emperador se elevaron suavemente.

La expresión del viejo duque se deformó.

Con esa cara, el Emperador hacía que las personas pensaran, 'Su Majestad está siendo demasiado suave'.

¡Con esa cara!

Pero tenía que elegir. Tenía que elegir entre sacrificar a Christa o a su familia.

"Esa carta... no fue escrita por mí."

La sangre rojiza corría por sus ojos.

"Es una lástima."

El Emperador Heinley añadió entre dientes, "Es verdaderamente una lástima," y apartó con una mano la estatua que estaba sobre el escritorio.

La estatua se rompió en pedazos al caer al suelo.

* * *

Mi padre, que había dejado de llorar, ahora estaba completamente absorto en elegir un regalo para el bebé.

Antes de darme cuenta, los diseñadores estaban aquí, y la ropa de bebé de moda llenaba la habitación. Además, había muchos álbumes con diseños de ropa de bebé.

Mientras los miraba detenidamente, apenas conseguí escapar de la envolvente tentación.

Como el médico del palacio me recomendó que debía descansar bien, ahora no tenía nada que hacer. Lo mismo pasó ayer. Pero me hacía sentir mal que Heinley estuviera afuera trabajando mientras yo me divertía y estaba a gusto.

"¿Su Majestad?"

Sin embargo, la expresión de McKenna frente a la oficina era extraña. Además, cuando me vio, se puso sospechosamente nervioso y sonrió torpemente.

"Bueno, Su Majestad está muy ocupado en este momento. Parece que tiene mucho trabajo que hacer. Hmm... De todos modos, el bebé ya ha sido anunciado. Oh, ¿qué es eso? ¿Es ropa de Su Majestad Heinley?"

"Es ropa de bebé."

"Vaya, la ropa de bebé es de tamaño similar a la de Su Majestad Heinley. Uh, entiendes lo que quiero decir, ¿cierto? Cuando está en forma de pájaro."

No. Creo que la de Heinley es más grande. En cualquier caso, era una comparación absurda aunque sea para fingir.

'¿Por qué está haciendo esto?'

Cuando vi al hombre que salió por la puerta de la oficina instantes después, supe la respuesta a esa pregunta.

El viejo Duque Zemensia...

Se trataba del padre de Christa, el hombre que ayer nos atacó duramente en público por ocultar el hecho de que estaba embarazada en un intento de engañar a los nobles.

A McKenna le preocupaba que me encontrara con él.

El viejo Duque Zemensia, que dio unos pasos lentamente, miró en mi dirección.

Sus ojos se fijaron en mí, y en la canasta con ropa de bebé que sostenía.

Entonces, sus grandes ojos se entrecerraron y su rostro se tornó amenazador.

Me miró fijamente como si fuera el enemigo que había echado a Christa. Una vez que McKenna tosió, agitó su capa con fuerza y se marchó de mala gana.

El Vizconde Langdel, que estaba detrás de mí, murmuró en voz baja,

"Su mirada no es buena. Hay que reforzar su guardia por el momento, Su Majestad."

"Sí..."

Me pregunto si Heinley lo presionó severamente por lo de ayer. Su expresión se volvió totalmente feroz en un día.

Mientras miraba su espalda distante, la puerta se abrió y Heinley salió.

"¡Reina!"

Llamándome afectuosamente, se apresuró a llegar a mi lado, levantó el vestido amarillo y rojo que había en la canasta y me preguntó.

"¿Es mía?"

¿Qué estaba pasando? ¿De qué hablaron para que los dos actuaran de forma tan extraña?

* * *

Nota: Un capítulo corto, pero el próximo será mucho más largo.