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miércoles, 16 de junio de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 324

Capítulo 324. El Temor De Sovieshu (1)


Si fuera Evely, ¡¿no sería esa maga que el Emperador Sovieshu quería convertir en su concubina?!

El Vizconde Roteschu se levantó de un salto, emocionado.

Si esto fuera cierto, sería un gran acontecimiento.

La gente pensaría que las dos hijas de los Vizcondes Isqua se convertirían en mujeres del emperador, mientras que Rashta sentiría que todo le había sido arrebatado por Evely.

'Hay que aclarar esto primero.'

El Vizconde Roteschu decidió ser precavido. Este tipo de cosas debían manejarse con cuidado.

En cuanto dejó el orfanato, convocó al mercenario que le había presentado a Rashta y le ordenó,

"Hay una chica llamada Evely en el Palacio del Sur. La concubina potencial de Su Majestad el Emperador. Tráeme un poco de su sangre."

El Vizconde Roteschu le entregó una botella del tamaño de dos dedos, que había preparado de antemano.

Durante los días siguientes, mientras esperaba el regreso del mercenario, el Vizconde Roteschu se dedicó a buscar obsesivamente cualquier rastro de Rivetti.

***

Mientras tanto, el viejo Duque Zemensia del Imperio Occidental había dejado la capital para ir a Compshire. Fue a ver a su hija, Christa.

Si la Emperatriz Navier estuviera realmente embarazada, no podría hacer nada. Por eso, quería ver y consolar a su hija antes de pensar en sus futuras acciones.

'Debe estar muy enojada.'

Recordó la última vez que vio a su hija.

Fue en la sala de reuniones. Su hija le miró varias veces con una cara inexpresiva, pero sus ojos pedían ayuda.

El resultado podría haber sido diferente si hubiera intervenido. Pero incluso si el resultado hubiera cambiado, Christa no alcanzaría la gloria de antes. Así que el Duque renunció a Christa por su nieto con un mayor potencial.

A raíz de esto se enojó. Christa se marchó a Compshire sin siquiera verle la cara. Desde entonces, no dejó de enviarle cartas, pero no las aceptaba.

El viejo duque suspiró. Había elegido el camino más beneficioso para la familia, pero eso no significaba que no quisiera a su hija, por lo que tenía el corazón destrozado.

Finalmente, el carruaje se detuvo frente a la Mansión de Compshire.

Siendo el lugar donde las anteriores reinas pasaban el resto de sus vidas, la mansión estaba decorada espléndidamente.

Cuando el viejo duque se disponía a bajar del carruaje, se dio cuenta de que éste aún no había entrado en la mansión, por lo que volvió a sentarse y le pidió al cochero.

"Ve un poco más adentro."

Pero en vez de la respuesta del cochero, escuchó una pequeña discusión.

Cuando abrió la ventana y miró hacia afuera, vio que los caballeros, que custodiaban el perímetro de la mansión como si fueran muros, le instaban al cochero que se retirara.

"¿Qué está pasando?"

Cuando el viejo duque preguntó con dignidad, el cochero se acercó y respondió rápidamente,

"Duque. Insisten en que el carruaje no puede entrar."

El viejo duque frunció el ceño.

Había escuchado que los guardias de la Mansión de Compshire no dejaban entrar a nadie, pero ciertamente no esperaba que eso incluyera a su padre.

"¿Les hiciste saber quién soy?"

"Sí. Pero aún así se negaron."

¿Escuchó la conversación? Uno de los caballeros que había impedido el paso del carruaje se acercó al viejo duque y se disculpó con firmeza.

"Lo siento, Duque. Christa ordenó no dejar entrar a nadie."

"Yo soy su padre."

"Indicó que no se hiciera ninguna excepción, ni siquiera a los miembros de su familia."

"Ve a preguntar de nuevo."

Ante la fría orden del viejo duque, el caballero dirigió una mirada a otro caballero como si no hubiera otra opción.

El caballero que recibió la señal corrió a la mansión. Pero la respuesta que trajo fue la misma.

"Lo siento. Christa no quiere ver a nadie, ni siquiera a su padre."

El rostro del viejo duque se volvió rígido, pero en vez de gritar, preguntó con calma.

"Entonces, ¿a quién suele ver Christa?"

***

"Algo no está bien. Es extraño."

El viejo Duque Zemensia, que rentó una posada completa, murmuró al entrar en el dormitorio del piso más alto.

"¿Christa no se reúne con nadie?"

Cuando un sirviente dejó el equipaje y se retiró, el subordinado respondió una vez que cerró la puerta,

"Parece que quiere estar tranquila."

¿No era comprensible? Si tuviera orgullo, probablemente querría ocultarse durante un año o más.

"Duque, ¿qué piensa hacer ahora? ¿Enviará a alguien un par de veces más antes de regresar?"

Pero el viejo duque sacudió la cabeza.

"No."

"Entonces..."

"Busca a un mercenario ágil."

"¿Qué?" El subordinado se sorprendió y preguntó, "¿Planeas infiltrarte?"

"¿Crees que seré capaz de infiltrarme entre esos caballeros con este cuerpo? Por eso quiero que consigas a un mercenario ágil. Para que entre solo."

"Pero Christa no quiere ver a nadie..."

"Lo sé."

El viejo duque extendió un dedo y señaló al subordinado. Seguidamente, preguntó con una mirada de desconcierto.

"¿No es extraño? A Christa le gusta relacionarse con los demás. Cuida tanto de las personas que se descuida a sí misma."

Los ojos del viejo duque se estrecharon.

"¿Una chica así no se reúne con nadie? Puedo entender que esté enojada conmigo, pero es extraño que no quiera ver a nadie."

El hecho de que dejara el trono y se marchara a Compshire no significaba que estaría encarcelada.

Las reinas, acostumbradas a la espléndida vida en el palacio imperial, llevaban una vida suntuosa incluso después de dejar la posición de reina, y nobles tanto de su propio país como extranjeros visitaban a las anteriores reinas para presentar sus respetos.

La influencia que tenían las anteriores reinas en la alta sociedad no disminuía sólo por irse a Compshire.

¿Por qué permanecería tan callada?

Por supuesto, se retiró avergonzada, así que es posible que su comportamiento fuera diferente al de las anteriores reinas. Sin embargo, no era propio de Christa rechazar a todo el mundo. Al menos debería haber aceptado la visita de sus seguidores.

Los temores del duque se hicieron realidad unas horas más tarde.

El mercenario, que entró a toda prisa en la mansión en medio de la noche, regresó a la posada antes del amanecer e informó al viejo duque.

"Todas las ventanas y puertas de la mansión están bloqueadas. Hay unas ventanas que están situadas demasiado alto y son tan pequeñas que absolutamente nadie podría entrar o salir."

"¿Qué?"

"Había una pequeña abertura en la parte inferior de la puerta principal. Parece que la comida y la bebida se introducen por ese espacio."

El viejo duque comprendió la situación de inmediato.

'¡Heinley, ese maldito emperador ha encarcelado a mi hija!'

Sacudió las manos enojado.

Incluso después de que el mercenario se retirara, no podía ni siquiera sentarse en la cama. Se sentía afligido, disgustado e indignado, como si su cuerpo fuera a estallar si se quedaba quieto.

¡¿Cómo es posible que una chica brillante que amaba a los demás sea encarcelada y aislada?!

Le enojó que el emperador astuto como un zorro actuara así entre bastidores mientras fingía encubrir lo sucedido enviando a Christa a Compshire.

Incluso ahora, había quienes estaban preocupados porque sentían que las medidas tomadas por el Emperador Heinley habían sido demasiado suaves.

Pero lo que le enojó aún más fue que, incluso en esta situación, no tenía el poder para deshacerse de los caballeros y sacar a su hija.

Incapaz de soportar su ira, el viejo duque tiró al suelo una botella de vino que estaba sobre la mesa.

Cuando la botella se rompió con estrépito, el vino tinto fluyó por el suelo como si fuera sangre.

"Emperador Heinley, no dejaré pasar esto..."

De esa forma, el viejo duque se marchó inmediatamente de Compshire y regresó a la capital.

En cuanto regresó a la capital, lo que hizo fue conseguir una comida llamada 'Jesslen'.

Esa comida tenía buen sabor y era saludable, pero tenía un efecto negativo en el feto. Era una comida que toda mujer embarazada debía evitar.

"¿Se la dará a la emperatriz?" El subordinado preguntó sorprendido al viejo duque, "¿No es peligroso?"

Si estaba embarazada, no se la comería aunque se la enviara. En cambio, podría empezar a dudar de sus intenciones.

Enviar esto a la Emperatriz sería un apretón de manos que no funcionaría y sólo recibiría una fría mirada.

Sin embargo, el viejo duque respondió, "No."

"Pronto habrá una gran oración que será organizada por el emperador. Esta comida también se ofrecerá como ofrenda durante la gran oración."

"¿Eh?"

El viejo duque sonrió levemente,

"Tiene que comer lo que se sirve allí. Haz que alguien se asegure de que sea puesta en el altar."

* * *