Capítulo 176. Funeral (1)
Aunque intentó encontrar personalmente un Tomari que pudiera contrarrestar la extraña poción, fue difícil encontrar uno que realmente pudiera hacerlo. Todos intentaron engañarlo con antídotos falsos. Byun Gyeongbaek chasqueó la lengua mientras miraba por la ventana.
"¿Por qué el cielo está tan oscuro...?"
Unas nubes oscuras cubrían el sol, creando un ambiente sombrío aunque era mediodía. Un cielo gris apropiado para un funeral. Tenía este color desde el día en que Byun Gyeongbaek vino a la capital.
Cuando terminara el funeral, Byun Gyeongbaek tenía que hacer lo que la Princesa le había ordenado y regresar rápidamente.
Byun Gyeongbaek había escrito toscamente una carta para enviársela a la Princesa, luego la ató a la pata del ave mensajera que vino desde Kurkan y la hizo volar. Después, se vistió con una traje negro y se dirigió al palacio real.
Se estaba llevando a cabo el funeral del Rey. Todos los nobles de Estia se reunieron en el lugar del funeral, que se realizó en un terreno descampado detrás del palacio real, donde se ubicaba el cementerio real y solo se enterraba a la realeza.
Fue un funeral perfecto en términos del entorno, la gente vestida de negro y un clima sombrío. Después de avanzar un poco con la ceremonia, siguieron las ofrendas florales para el Rey.
Byun Gyeongbaek fue el primer noble en poner flores. Con un crisantemo blanco en la mano, se acercó al ataúd donde yacía el cuerpo.
Extrañamente, el cuerpo del Rey acostado entre flores blancas, parecía más vivo que cuando estaba vivo. Viendo el cadáver con una túnica ceremonial e incluso con una corona en la cabeza, tuvo una mala sensación.
"......"
Byun Gyeongbaek frunció el ceño discretamente mientras colocaba las flores y regresó a su asiento. Mientras los otros nobles ponían flores, echó un vistazo hacia adelante.
Vio a la Reina que tenía un vestido negro. Su expresión, vislumbrada bajo el largo velo negro de su sombrero, no se veía tan triste.
Desde el principio él no esperaba que la Reina llorara la muerte del Rey. Ella estaba loca por su hijo. Seguramente estaba contenta por el hecho de que el Príncipe Heredero finalmente heredaría el trono.
Por cierto, el Príncipe Heredero no estaba presente. La colocación de flores estaba a punto de terminar, así que pronto sería el momento de pronunciar el discurso fúnebre. Pero él no sabía dónde demonios estaba.
Justo cuando comenzó a quejarse en su interior, se escucharon murmullos desde atrás. Byun Gyeongbaek miró hacia atrás por reflejo y no pudo creer lo que veía.
El Príncipe Heredero caminaba lentamente. Llevaba brillantes joyas de oro sobre la túnica, y una capa roja que se extendía hasta el suelo. El Príncipe Heredero llevaba una magnífica túnica real en medio de una multitud vestida de negro.
Pero había algo más sorprendente que eso. Byun Gyeongbaek murmuró entre dientes.
"¿Cabello rubio...?"
En lugar del cabello plateado que simbolizaba a la familia real de Estia, el Príncipe Heredero tenía un deslumbrante cabello rubio. Mientras todos estaban paralizados por el desconcierto, él llegó al ataúd.
Mirando el cadáver con los ojos entrecerrados, el Príncipe Heredero arrojó un crisantemo blanco. Luego, sacó la corona que llevaba el Rey muerto y la colocó en su cabeza.
El Príncipe Heredero se giró lentamente para mirar a los nobles. Frente a ellos, que seguían paralizados, dijo. "Escucha Estia."
Byun Gyeongbaek se estremeció de miedo. Un humo negro salió de los pies del Príncipe Heredero. Su voz, que había sido clara, sonó de forma extraña y retorcida.
<Soy de la verdadera línea de sangre de Estia.>
<Saluden a su nuevo Rey.>
<Adórenme.>
Apenas terminó de hablar, un humo negro se elevó y cubrió completamente al Príncipe Heredero. Los ojos de los nobles se agrandaron ante la escena. Su cabello dorado, se había vuelto plateado.
"¡Oh...!"
En ese momento, se escuchó un grito de felicidad. Las miradas de los nobles se movieron hacia el sonido.
El humo negro que envolvía al Príncipe Heredero fluyó hacia la Reina. El humo negro se arremolinó y retiró el velo que cubría la cara de la Reina. Se reveló su rostro lleno de éxtasis.
"Ah, finalmente..." La Reina, que tenía la cara sonrojada, comenzó a inhalar el humo negro. Cuando todo el humo desapareció sin dejar rastro, la Reina se rió alocadamente.
En ese momento, todos los presentes en el funeral comenzaron a correr y a gritar.
"¡Kyah!"
"¡¡Ahhhhh!!"
Byun Gyeongbaek también corrió frenéticamente entre los nobles que huían. Pero cuando miró hacia atrás porque sentía una sensación espeluznante, sus ojos se agrandaron.
Humo negro se extendía desde el cuerpo de la Reina hacia todas las direcciones. Cuando el humo negro tocaba a las personas que huían, éstas se detenían inmediatamente.
Todas las emociones desaparecían de sus rostros. Convertidos en muñecos se arrodillaban en el suelo, inclinándose cortésmente hacia la Reina.
"¡Qué es esto, maldición...!"
Byun Gyeongbaek corría desesperadamente para salvar su vida. Sin embargo, tampoco pudo evitar el humo negro. Sintiendo como si alguien agarrara su cerebro y lo sacudiera, la conciencia de Byun Gyeongbaek se cortó.
Pronto, el lugar quedó en silencio. Habían estado gritando mientras huían, pero ahora estaban arrodillados en el suelo con los ojos desenfocados. En el inquietante silencio, los hombros de Cerdina temblaron.
"Hm, jaja, jajaja...." Ella estalló en risas frente a los numerosos nobles que inclinaron la cabeza ante ella. "¡Jajajaja!" Había creado la casa de muñecos perfecta. Cuando la risa maníaca se detuvo, Blain abrió la boca.
"Ahora tienes que cumplir tu palabra, madre."
Cerdina sonrió ampliamente mientras miraba a su hijo con la corona.
"No lo he olvidado, Blain." Ella se acercó a Blain, se agachó y le besó la parte superior del pie. Luego, susurró dulcemente. "Mi amado Rey."