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lunes, 3 de mayo de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 305

Capítulo 305. La Decisión de la Vizcondesa Verdi (1)


Una vez que Rashta se recuperó un poco, se celebró un banquete durante tres días y tres noches para festejar el nacimiento del primer bebé de Sovieshu.

Mientras Rashta se recuperaba, numerosos nobles e invitados distinguidos, que habían recibido invitaciones con antelación, se reunieron en el Palacio Imperial con carruajes llenos de regalos.

Estaban emocionados por conocer a la bebé nacida del Emperador y la Emperatriz, que eran admirados por su belleza.

Cuando entraron al salón de banquetes, todos quedaron muy impresionados al ver a la rumoreada Princesa Glorym.

La princesa, que se parecía a Rashta, era tan encantadora como una pequeña hada.

Se veía pequeña y frágil, quizá por haber nacido antes de tiempo, pero no parecía haber sido perjudicial para su salud.

"Es una bebé realmente hermosa."

"Ya es tan adorable, Su Majestad debe estar muy complacido."

"¡Nunca había visto a una princesa que pareciera tan lista, Su Majestad!"

Los presentes se acercaron al mismo tiempo para felicitar a Sovieshu.

Sovieshu sostuvo a la bebé en sus brazos, como una nutría orgullosa que no se separaba de su cría.

Esa actitud protectora del emperador, hizo reír involuntariamente a los presentes.

'Ahora mismo soy la única que está sufriendo.' Rashta pensó mientras contemplaba la feliz escena.

Recostada en un sillón suave, Rashta se quedó mirando aturdida a su hija en los brazos de Sovieshu desde la distancia.

Tres veces.

Después del nacimiento de la princesa, era el número de veces que había visto a su hija.

Alguien en el fondo dijo, "Los pagarés... ¡Hmm!" Entonces, se escuchó una tos seguida de voces que se reían entre sí.

Eran voces que se burlaban de ella por el incidente de los pagarés.

Rashta puso sus manos sobre su vientre, donde la inflamación aún no había bajado del todo, y apretó los labios.

Los cortesanos que se dieron cuenta que ahora Sovieshu sólo tenía ojos para su bebé, comenzaron a cambiar de actitud.

Dado que Sovieshu ni siquiera permitía que Rashta estuviera cerca de su hija, la gente pensaba que Sovieshu, enfadado por el incidente de los pagarés, había separado deliberadamente a la bebé de Rashta.

Era así incluso a los ojos de Rashta.

A pesar de que envió numerosos médicos para que se ocuparan de la recuperación de su cuerpo y personal para atenderla, se podía percibir un verdadero muro en la actitud de Sovieshu.

Pero Rashta no estaba dentro de ese muro. Sólo estaba su hija, que había sido arrebatada, y Sovieshu.

***

"Lo sabías... ¿no?"

"Entonces... era cierto."

"...nunca me agradó."

"Bueno, al final es una plebeya de una familia noble caída..."

Rashta dejó de caminar lentamente y miró hacia la dirección en la que escuchó las voces.

Si van a hablar de mí, ¡¿por qué no lo hacen en un lugar en el que no pueda escucharlos?!

Pero Rashta no sabía que en un momento dado Navier había escuchado tales murmullos, justo en la posición en la que se encontraba ahora.

Las sirvientas que estaban detrás de Rashta tampoco lo sabían.

Sólo la Vizcondesa Verdi, que tenía una expresión pálida, era consciente de este hecho.

La Vizcondesa Verdi habló con amargura, recordando los eventos del año pasado que parecían superponerse.

"Su Majestad la Emperatriz. No se preocupe. No vale la pena preocuparse por eso."

"¿Cómo no preocuparme si puedo escucharlos?"

Rashta replicó con frialdad, pero por su expresión parecía que estaba al borde de las lágrimas.

'¿Por qué está ocurriendo esto?'

El mundo había cambiado tras el nacimiento de su hija. Todo se volvieron más brillantes y animados, pero sólo su mundo se oscureció de repente.

En los días de fiesta por la celebración del nacimiento de la bebé, ella no fue el centro de atención.

La bebé recibió todo tipo de elogios por parte de los asistentes, y Sovieshu recibió todo tipo de felicitaciones, pero ella, que dio a luz a la bebé, se convirtió en el hazmerreír.

'¿Cómo era esto posible?'

Durante los meses que había llevado a su hija en su vientre, se había esforzado en cuidarla. Era como su álter ego, nacida por medio de su cuerpo. Entonces por qué...

"¿Quién crees que será la próxima emperatriz?"

"La mayoría de las jóvenes damas de la edad de Su Majestad ya están casadas..."

"Entonces, ¿las jóvenes damas de la edad de Laura serán las candidatas?"

"¿No es posible que la Señorita Evely se convierta en la Emperatriz?"

"De ninguna manera, Su Majestad no aceptará a una plebeya como Emperatriz dos veces."

"Bueno. Los plebeyos parecen no tener vergüenza incluso si son inteligentes. Sólo hay que fijarse en Su Majestad la Emperatriz. Presumiendo con los pagarés de otra persona... qué descaro."

"¿Aún no está soltera la Princesa Soju?"

Al acercarse a la dirección de las voces, Rashta se detuvo, sorprendida de que estuvieran hablando tan pronto de la próxima emperatriz.

¿Realmente son las mismas personas que decían que era adorable y encantadora sin importar qué error cometiera?

A pesar del incidente de los pagarés y del trato frío de Sovieshu, no fue precisamente eso lo que les hizo cambiar de actitud.

Ya había indicios de este desprecio desde antes.

Desde que se convirtió en la Emperatriz.

Los nobles, que habían sido tolerantes y comprensivos con todos sus errores cuando era concubina, de repente comenzaron a juzgar con dureza todo lo que hacía en cuanto ascendió a la cima.

Como si el simple hecho de que se convirtiera en emperatriz fuera terrible, detallaron todas sus acciones y la destrozaron.

Bueno. Siempre fueron así.

Sólo que antes lo hacían a escondidas, y ahora lo hacían descaradamente.

Rashta corrió hacia ellos y se preguntó si debía gritarles, pero al final regresó por donde había venido.

No fue porque tuviera miedo de ellos. De hecho, fue porque temía que después de armar un escándalo, el poco afecto que a Sovieshu le quedaba por ella desapareciera.

El tiempo prometido como emperatriz era de un año. Si hubiera dado a luz a un príncipe heredero, ese período podría haberse extendido, pero ahora era imposible.

Debía permanecer lo más tranquila posible hasta encontrar la manera de no ser echada.

***

Hubo una persona que observó la escena desde la distancia.

Fue el Barón Lant.

Mientras bajaba las escaleras, vio esto a través de la ventana y chasqueó la lengua.

Aunque no pudo escuchar nada, no era difícil hacerse una idea de la situación.

Por lo visto, los cortesanos habían estado hablando sobre los rumores que circulaban, y Rashta los había escuchado mientras daba un paseo.

Al ver que su tez se volvió pálida y se marchó, era evidente que estaban haciendo comentarios realmente desagradables.

'Sólo hay sirvientas a su alrededor, así que nadie es capaz de dar un paso al frente.'

Si en vez de sirvientas fueran damas de compañía las que estuvieran a su alrededor, se habrían subido las mangas e intervenido al escuchar tales palabras insultantes.

No era porque las damas de compañía tuvieran un mayor sentido de la justicia que las sirvientas, sino porque las damas de compañía tenían el poder para hacerlo y el estatus para no ser despreciadas.

Pero las sirvientas eran diferentes. Por mucho que fueran sirvientas de la emperatriz, todos eran plebeyas.

Era imposible que una sirvienta interviniera airadamente en una conversación entre nobles, a menos que estuviera dispuesta a asumir las consecuencias.

El Barón Lant dejó los documentos que tenía en sus manos en la oficina de la secretaría e inmediatamente se dirigió donde Sovieshu.

"Su Majestad, tengo algo que decirle."

"¿Es urgente?"

"Es sobre la Emperatriz."

"No creo que sea urgente. Más tarde."

El cambio de actitud de Sovieshu hacia Rashta fue percibido incluso por el Barón Lant.

Realmente parecía ocupado, pero cuando se trataba de Rashta, Sovieshu solía escucharlo de inmediato, dejando todo de lado.

Al final, el Barón Lant tuvo que esperar un par de horas antes de poder comunicar lo que quería,

"Su Majestad, creo que debería estar más pendiente de la Emperatriz."

Sovieshu frunció el ceño mientras presionaba sus ojos cansados.

"Le asigne los mejores médicos y personal para cuidarla las 24 horas del día. El chef le prepara toda la comida y los aperitivos adecuados para una madre, y le llene la habitación de regalos de todo tipo. ¿Qué más se supone que debo hacer?"

Ciertamente, en lo material le dio en abundancia. Sin embargo, por muchas joyas y buena comida que le enviará, no significaba nada mientras Sovieshu no fuera a verla.

Y lo que es más importante—

"No la ha dejado estar con la princesa..."

El Barón Lant murmuró con impotencia y miró a un lado. 

Había una linda cuna de bebé que no encajaba con la oficina formal. 

Era evidente incluso sin mirar quién dormía en la cuna.

Ya era conocido por todos en el Palacio Imperial que Sovieshu cuidaba a la bebé de vez en cuando mientras trabajaba.

"Barón Lant. ¿Crees que Rashta, que arrancó las plumas de un pequeño y frágil pájaro para culpar a Navier, cuidará bien de su propia hija?"

Sovieshu esbozó una sonrisa amarga.

"Un pájaro y un bebé son diferentes, Su Majestad. Que uno sea bueno en la caza no significa que uno sea una persona despiadada."

"Se puede saber qué tipo de persona es observando cómo se comporta. Además, me divorciaré de ella de todos modos."

Pero contrariamente a las palabras severas, Sovieshu recordó a Rashta con su primer bebé en sus brazos.

"Su Majestad, por el bien de la princesa, déjela estar con la Emperatriz aunque sea un rato. De seguro la princesa también extraña los brazos de su madre."

Eventualmente, después de pensarlo mucho, Sovieshu envió a la bebé a Rashta por la noche.

La Vizcondesa Verdi se alegró mucho cuando un ayudante del Emperador trajo a la princesa, y la cargó rápidamente.

Estuvo al lado de Rashta durante su embarazo y su parto, por lo que se encariño con la princesa, a la que apenas había visto.

Le disgustó mucho que Sovieshu ni siquiera le dejara acercarse a la bebé. Se sentía muy feliz de poder volver a tenerla en sus brazos.

"¿Cómo puede ser tan tranquila y hermosa?"

La Vizcondesa Verdi sonreía ampliamente mientras cargaba a la bebé. Luego, se acercó apresuradamente a Rashta, que estaba acostada en su dormitorio, y le mostró a la bebé,

"Su Majestad, mire a la princesa. Un ayudante del Emperador ha traído a la princesa."

"¿Mi bebé?"

Rashta se levantó enseguida. Su rostro ensombrecido también se iluminó de inmediato.

Sin embargo, no pudo aceptar a la bebé y se limitó a apretar los puños repetidamente.

La alegría seguida de la angustia, la tristeza y el dolor surgieron en su interior.

La bebé era adorable, pero se sintió atormentada al recordar cómo su posición se había derrumbado en un instante por culpa de esta bebé.

"Su Majestad, tome a la princesa en sus brazos."