Reciente

sábado, 24 de abril de 2021

Padre, No Quiero Casarme - Capítulo 52

Capítulo 52. Una Visita Sorpresa


Mientras me comenzaba a doler la cabeza por leer esto, me di cuenta de dos cosas. En primer lugar, todavía tenía que devolver el colgante y darle las mancuernillas a mi padre. Y segundo, las mancuernillas eran la fuente de los rumores. Los únicos que sabían al respecto eran los caballeros que me escoltaban, el tendero y Radian, con quien me había encontrado brevemente en la tienda.

Los caballeros estaban descartados, no sólo eran nuestros subordinados, sino que también sabían que solía estar sola en casa. El tendero tampoco sería tan audaz como para iniciar dichos rumores, por miedo a que lo decapitaran. Aunque no tuviera alguna evidencia, sospechaba claramente de Radian.

'Radian. ¿Cómo puede delirar tanto para iniciar rumores sólo porque compré un par de mancuernillas?' Su reputación de serpiente era adecuada, puesto que mordía más de lo que podía masticar. 'Ahora que lo pienso, Lord Rowen puso muchas excusas. Debe haber encontrado otra compañera después de escuchar este rumor... Lo mismo sucederá probablemente si acepto las ofertas del Señor Boromir o de Lord Crocus para que sean mis compañeros'.

Mi única opción consistía en encontrar un compañero que no se dejara asustar por este rumor, de lo contrario, mi padre podría mencionar la lista de parejas para el matrimonio. 'El problema es... ¿Existe tal persona?'

Mientras me perdía en mis pensamientos, unos toques a mi ventana rompieron mi concentración. '¿Qué es?' Me giré. 

Un rostro familiar y apuesto apareció. Me miró y señaló el cerrojo de la ventana. 'Ah, el discípulo de mi padre está aquí de nuevo'. No me pareció que fuera sincero en la nota que había escrito.

'Entrando y saliendo a su antojo... qué molesto'. Suspiré y desbloqueé el cerrojo de la ventana. Inmediatamente, él abrió la ventana y entró en mi habitación. 

'Sigue siendo guapo... No, no puedo pensar en eso ahora'. Me acordé de lo que me preocupaba y abandoné mis estúpidos pensamientos. Si alguien lo veía entrando en mi habitación, el rumor podría convertirse en un hecho real. 'Bueno... esa no es la única razón. Tampoco es bueno estar cerca de él'. Por estas razones, decidí pedirle que no me visitara por el tiempo. 

"Oye, sabes que no puedes..."

Me interrumpió. "¿Dónde estabas hace un momento?", preguntó con una mirada penetrante.

'Está haciendo el ridículo'. Fruncí ligeramente el ceño. Una absurda pregunta, teniendo en cuenta que hacía tiempo que no nos veíamos. 

"Te he preguntado dónde estabas hace un momento", repitió.

Aunque quería preguntarle lo mismo, como a dónde había ido y por qué había vuelto tan de repente, no quería discutir con una persona inmadura como él. Ya tenía muchas cosas en la cabeza. 

"En los pisos de abajo", le dije.

Suavizó su expresión tensa. "Ya veo". Incluso sonrió ligeramente, para mi desconcierto. Sus emociones eran difíciles de comprender. 

'No tengo tiempo para ponerme a descifrar eso hoy... Tengo muchas otras cosas en las que pensar'. Entonces, le dije, "Si estás aquí para reunirte con mi padre, por los momentos no está..." 

Me interrumpió de nuevo. "No, se acaba de ir."

'Si no quiere reunirse con mi padre, ¿Por qué ha venido aquí? ¿Lo han vuelto a echar?'. Mis pensamientos se complicaron al tratar de pensar en posibles escenarios además de mis problemas existentes.

"¿Por qué suspiras?", él preguntó con el ceño fruncido. Aunque nos hicimos más cercanos después de pasar unos días juntos, no me sentía lo suficientemente cómoda como para contarle mis problemas.

"Es que estoy preocupada por muchas cosas", dije vagamente. 

"¿Por qué? ¿Qué pasa?"

"No es nada del otro mundo..." me detuve, esperando terminar con el asunto en ese punto.

"Cuéntame. No se lo diré a nadie más", dijo.

Cuando miré sus ojos rojos, recordé la vez que le había contado mis problemas con mi padre. '¿Me sentiré mejor como en ese entonces?'

"Entonces, por favor, prométeme que no se lo dirás a mi padre", le dije. Lo miré fijamente mientras esperaba una respuesta. 

Asintió suavemente con la cabeza. "De acuerdo, lo prometo."

"¿Cien lingotes de oro si rompes la promesa?" bromeé, contenta de que se mostrara extrañamente obediente.

Torció su expresión. "Deja de bromear y dímelo. Nunca romperé mi promesa."

Todavía estaba preocupada, pero recordé los días que pasamos juntos. Su voz firme y su mirada también me hicieron confiar un poco más en él. 'Aunque se lo cuente a alguien, lo peor que puede pasar es que me regañen'.

Cuando me decidí a decírselo, debió de pensar que aún dudaba porque me dijo, "Si digo algo, aunque sea por accidente, te daré toda mi riqueza. Así que, adelante, dímelo."

Me eché a reír porque había dicho esas palabras muy en serio. '¿Ni siquiera tiene una casa, pero apuesta todo su dinero en una promesa?' Me olvidé rápidamente de lo preocupada que estaba.

"¿Por qué te ríes?" Su cara se puso un poco roja, como si le disgustara mi humor. Apenas reprimí mi risa, pensando que se enojaría si continuaba. 

"Entonces es un trato. Si descubro que mi padre lo sabe, me aseguraré de quitarte todo lo que tienes."

Frunció el ceño. "Sí, así que dímelo rápido", dijo bruscamente, a diferencia de su tono anterior. Aunque no me gustaba su actitud, sentía que podía confiar en él.

"Bueno...", comencé lentamente.