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viernes, 16 de abril de 2021

Padre, No Quiero Casarme - Capítulo 37

Capítulo 37. Escribir Una Carta A Mi Padre


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Me había sentido algo desanimada hasta que supe que no estábamos hablando de la misma persona. ¿En quién estaba pensando él?

En ese momento, el hombre se rió de repente. Aunque su bello rostro resultaba agradable a la vista, no me hizo sentir mejor. ¿Se está burlando de mí?

"Hey, deja de reírte y di algo", respondí con brusquedad, disgustada por su descortesía. 

Ante mis palabras, dejó de reírse y me miró. Su mirada era tan seria que me puso nerviosa.  

"¿El regalo es un conjunto de mancuernillas?", preguntó finalmente. 

"Sí, aquí están. "

Cuando le mostré las mancuernillas, frunció ligeramente el ceño.  "No son un regalo muy útil para un espadachín."

Fruncí el ceño. 'Aunque no sea un regalo para un espadachín, creo que es un regalo bastante bueno. ¿Está tratando de iniciar una discusión conmigo?'

"Debes ser muy bueno eligiendo regalos", dije sarcásticamente. 

Una sonrisa apareció en el rostro de él. 'Ciertamente es guapo, pero eso es todo lo que tiene'. Me quedó mirándola, cautivada por el raro cambio en su expresión.

"Le hice un regalo a mi padre hace un tiempo". Su sonrisa ahora era tenue en su pétreo rostro. "Parecía aburrido estos días, pero parece que ahora tiene más energía, gracias a mi regalo."

Viendo su expresión de satisfacción, supuse que era un buen hijo . Pero, ¿Qué clase de regalo ayudaría a su padre a tener más energía? 

"Entonces, ¿Qué le has regalado?" pregunté con repentina curiosidad.

"Eso no es de tu incumbencia", dijo con severidad. 

'Por supuesto, no me lo diría'. Aunque no había esperado una respuesta en primer lugar, fruncí el ceño ante su desagradable personalidad.

"Al Duque le gustará cualquier regalo tuyo", dijo.

'¿Cualquier cosa?' Eso sólo sería posible si mi padre estuviera poseído por alguien cálido y amable. Me sentí un poco ofendida por su insincera respuesta. 

'Supongo que no conoce bien a mi padre, aunque sea su discípulo'. Suspiré. 'Pero estas mancuernillas son caras... Debería dárselas a mi padre puesto que tengo que devolver el colgante de todos modos'. 

Si no le dejaba una nota, no sabría que eran de mi parte. 'Como es un adicto al trabajo, probablemente pasará por su oficina primero, ¿No?' Con esto en mente, decidí escribir una carta que explicara de dónde venían el colgante y las mancuernillas antes de dejarlo todo en su oficina. 

***

Habían pasado cuatro días desde que el Emperador llamó al Duque Floyen al Palacio Imperial. 

'¿Por qué tarda tanto, Duque Floyen?' Aunque se habían traído más refuerzos, incluido el Duque que custodiaba el Palacio Imperial, el Emperador no podía estar seguro de estar completamente a salvo.

'No puedo descuidarme', se recordó a sí mismo. Si el Duque lo traicionaba, los asesinos podrían atacarlo fácilmente. Apretó los dientes. 'Si me traicionas, todo lo que te importa se desmoronará, Regis'. 

En ese momento, el gran chambelán entró en la oficina del Emperador. "El Duque Floyen ha solicitado una reunión privada, Su Majestad."

'Por supuesto que sí'. El emperador observó su anillo con una sonrisa de satisfacción. 'Tengo mucha curiosidad por saber quién es el autor intelectual'.

"Dígale al Duque que le veré por la tarde", dijo con severidad.

Aunque no tenía nada importante en este momento, el Emperador tenía una razón para retrasar la reunión. 'Me has puesto ansioso al tardar tanto en completar la tarea, así que también te haré esperar'. 

En ese momento, el gran chambelán volvió a hablar con cuidado. "Hay otra noticia, Su Majestad."

"¿De qué se trata?", preguntó satisfecho el Emperador.

El gran chambelán tragó saliva con nerviosismo y dijo, "Varios funcionarios han firmado una petición pidiendo el regreso de Su Alteza el Príncipe Heredero."

Los ojos del Emperador se volvieron feroces. "Dámela."

El gran chambelán entregó la petición al Emperador en una bandeja dorada. Cuando la leyó, su expresión se contorsionó de ira.

"¡Estos hombres deben acabar hechos pedazos! ¿Cómo se atreven...?" Arrugó la petición y la arrojó al suelo. "¿Buscar una compañera para el Príncipe Heredero y educarlo para que se convierta en el próximo emperador? Se han vuelto locos."

Una sonrisa retorcida apareció de repente en el rostro del emperador. "Se han atrevido a firmar una petición como esa cuando todavía estoy en buena forma. Deben pensar en el trono."

El gran chambelán tragó saliva con nerviosismo. La obsesión del Emperador por el trono rozaba la locura. Hizo lo posible por no provocar más al Emperador, temiendo que su ira cayera también sobre él. 

"Trae a esos insolentes ahora mismo", ordenó fríamente el Emperador. 

"Sí, Majestad", respondió el gran chambelán con complicidad para no irritarlo más.
 
***