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viernes, 9 de abril de 2021

Padre, No Quiero Casarme - Capítulo 18

Capítulo 18. Discípulo del Padre


Cuando la persona que escuchaba su conversación se marchó, el aire tenso se relajó ligeramente. 

'Esos pasos. Qué molestia'. El joven tenía el ceño fruncido en su apuesto rostro.

"Max."

Se volteó hacia su maestro, que acababa de llamarlo por su nombre. "¿Sí?"

"¿La llamaste de esa manera, sabiendo quién era?" Aunque la voz monótona de su maestro no era muy diferente de la habitual, tenía una mirada muy feroz. Hacía mucho tiempo que este hombre no revelaba lo que había detrás de su máscara indiferente. 

"No sé quién es ella."

Sólo había una persona que podía provocar esta reacción en su maestro. A pesar de que Max realmente sabía quién era ella, siguió mirando a su maestro con indiferencia. 

Habían pasado diez años desde que comenzó a aprender esgrima de su maestro, a la edad de doce años. Max sabía lo estricto y contundente que podía ser. Aun así, había momentos en los que su maestro suavizaba su habitualmente pétreo comportamiento... 

"Es mi hija."

Eso era sólo cuando hablaba de su hija.

Max recordó su nombre. "Jubell."

Su amo sonrió. "Sí."

Max sólo había mencionado el apodo de su hija, pero su expresión ya se había suavizado. El joven frunció el ceño. 'Es imposible de entender'.

Cuando la madre de Max murió a una edad muy temprana, su vida se vio amenazada por enemigos dentro de su propia familia. Fue el Duque Floyen, su maestro, quien lo protegió de situaciones temibles y lo enseñó a defenderse.

Ya que me consideras tu maestro, te enseñaré en secreto el manejo de la espada para tu supervivencia.

En un momento dado, Max admiraba tanto a su maestro que quería ser como él. Ahora no tenía tales aspiraciones.

'Se puso una correa por alguien como ella'. Al pensar esto, el hielo pareció cubrir los ojos rojos del joven. La comisura de sus labios fuertemente cerrados se torció.

'Nunca tendré una debilidad como tú'. Max sabía muy bien que su maestro pasaba por momentos difíciles por esta debilidad suya. 'Cuanto más apretada está la correa, más débil se vuelve uno'. 

Su maestro le preguntó: "¿Por casualidad tienes a alguien que te venga a la mente con frecuencia?"

Ante la inesperada pregunta, Max negó con la cabeza y luego frunció el ceño al recordar una experiencia desagradable. 

Oye, ¿Y tu cambio?

Su maestro suspiró ante su extraña expresión. "Vuelve antes de que sea demasiado tarde."

El joven se tapó la cabeza con la capucha de su capa y lo miró con ojos hundidos. "Cuídate."

Tras una fría despedida, Max saltó por la ventana. Su maestro lo observó, a pesar de saber que era demasiado hábil para resultar herido. 

'Es peor de lo que pensaba'. Aunque le había enseñado a Max a apreciar la vida, su discípulo se estaba volviendo cada vez más de sangre fría. No dudaba en matar a sus enemigos si era necesario, sin importar los medios o métodos.

Una sombra oscura apareció en el rostro del Duque. "Yo también solía ser igual."

El Duque Regis se había dado cuenta hace tiempo de que los débiles morían primero en tiempos de guerra. En lugar de simpatizar con ellos, no se había molestado en ocultar su repugnancia. Pero ahora el hombre de sangre fría cambiaba por culpa de una chica tan frágil que tenía que tener cuidado hasta de tocar su mano. 

Una suave sonrisa iluminó el rostro de Regis.

'No sabes nada, Max'. Para Regis, su encantadora hija era la única salvación de su aburrida vida. Quería enseñar la importancia de esto a su tonto discípulo.

'Gracias a esa niña, puedo existir como un humano, no como un monstruo'. Ella era la razón por la que podía seguir viviendo sin volverse loco.

***

Al volver a mi habitación, les dije a las sirvientas que había visto una rata.

"¿Una rata?"

"El mayordomo contrató hace poco a un controlador de plagas, así que pensé que había cazado hasta la última."

Merilyn sacudió la cabeza. "Deben haber quedado algunas porque la mansión es muy grande. Las ratas se reproducen rápidamente."

Sólo de pensarlo me temblaban las rodillas de miedo. 'Esto es terrible. Incluso ver una de ellas sería aterrador...'

Merilyn notó mi expresión de preocupación. "No te preocupes", me aseguró. "Informaré a la Señora Pérez para que no vuelvan a aparecer."

Relajé mi expresión y sonreí. 'Menos mal que no se lo dije a mi padre'. 

Si hubiera hablado con él en ese momento, me habría impedido pedir que cazaran las ratas. Pero como no sabía que había espiado su conversación, él supondría que vi una rata en otro lugar de la mansión. 

'Por fin puedo relajarme sabiendo que se encargarán de ello'.

***

"Por esta razón, he reunido a los sirvientes para atrapar ratas."

Regis suspiró al recibir este informe de la Señora Pérez, la ama de llaves. 'Parece que ha entendido mal nuestra conversación'.

El Duque se puso ansioso mientras intentaba pensar en una manera de tranquilizar a su hija.