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sábado, 6 de marzo de 2021

Una Villana Perfecta Para Un Tirano - Capítulo 41

Capítulo 41. Lo Quiero Ahora Mismo


No padecía el síndrome de la princesa, puesto que antes había sido una princesa de verdad, pero su reconocido buen aspecto mejoró aún más después de llegar al Imperio. Quién sabía por qué su piel sólo se volvía más suave y su cutis mejor a pesar de las arduas noches, como si estuviera bajo un hechizo.

'Pero creo que definitivamente le gusto', pensó. Hace varios días, en la noche en que sufrió el discurso de Aled, en el momento en que se enteró de que el Emperador no pensaba tener un heredero, le pidió que le trajera el Bosque de Tetin.

'Sólo lo dije sin pensalo'. Había hablado en medio de la ira. Lo había hecho deliberadamente, porque creía que el Emperador no tenía ninguna intención de hacerlo. Incluso había intentado tontamente hacerse la coqueta, algo que nunca había hecho en su vida. Si él hubiera rechazado su petición por considerarla demasiado difícil, ella habría expresado sus verdaderos sentimientos en tono de broma, diciendo, '¿Así que todo lo que me dijiste fueron palabras vacías después de todo? A pesar de que estoy tan molesta. ¿No me abrazaras, querido?' Pero al día siguiente, el Emperador se dirigió verdaderamente a Tetin.

'Realmente no lo entiendo'. Cecile hizo un puchero. Parecía preocuparse por ella a su manera, así que ¿Por qué no quería un sucesor cuando eso solidificaría su posición? 

Pero justo cuando Cecile volvía a sumirse en la confusión, Aled apareció de repente frente a ella y, con una expresión parecía decir, '¡Por fin se han resuelto todos los misterios!', comenzó a hablarle. "Llevo unos días pensándolo, pero creo que el Emperador es impotente después de todo."

"¡Quieres hacer el favor de no hacer esto!" Cecile se puso de pie gritando ante las palabras de Aled, sorprendiendo a las asistentes para que la miraran. Sintiéndose incómoda, murmuró, "No es nada. Continúen en lo que estaban."

Las asistentes comenzaron a mover las manos de nuevo ante sus órdenes, pero pudo sentir que la miraban con nerviosismo.  Cecile cerró los ojos. Se había estado preguntando por qué el espíritu permanecía callado durante horas hasta que volvió a salir de la nada. Curiosamente, parecía que Aled era invisible para las asistentes.

"¿No he dicho que puedo leer tus pensamientos? ¿Por qué gritar de esa  manera?" Preguntó.

'¡Porque me han sorprendido tus tonterías!'

"¿Por qué crees que son tonterías? Es la única conclusión válida a la que se puede llegar después de recopilar todo lo que ha dicho y todo lo que ha pasado hasta ahora. Puede que no lo parezca, pero he leído muchas novelas humanas y por eso lo sé. Un Emperador puede aparearse cuando quiera, ¿No? Entonces, según el instinto de conservación racial de los humanos excepcionalmente fuertes, ¿No debería tener al menos cien hijos?"

'¡Su Majestad me dijo que fui la primera!'

"¿No dijo que fuiste la primero en estar encima de él? ¿Eso no significa que hubieron muchos casos en lo que sucedió lo contrario?"

'¿Es... es así...?'

Mientras la mente de Cecile volvía a caer en el desconcierto ante lo dicho por Aled, una asistente se acercó y le habló. "Su Majestad, es hora de irse."

"Bien". Cecile asintió. Ignorando al chillón Aled, se levantó para dirigirse al vestíbulo.

'No me hables a partir de ahora'.

"No quiero. ¿Por qué debería obedecerte? He nacido para hacer ruido. Oye, deberías pensarlo de nuevo. Te digo que el Emperador es..." Cecile escuchó la reanudación de las divagaciones de Aled con una oreja y la dejó salir por la otra, con la mente empeñada en encontrar rápidamente una joya que fuera el nuevo hogar de Aled sólo para poder meter ese condenado espíritu dentro.

Y entonces, una hora después...

"¡La encontré!"

Cecile soltó un grito de victoria mientras levantaba un broche de esmeralda del tamaño de un puño.