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miércoles, 3 de marzo de 2021

Una Villana Perfecta Para Un Tirano - Capítulo 39

Capítulo 39. Lo Quiero Ahora Mismo


"Su Majestad." 

Estian se giró al escuchar la voz de Cecile.

Extrañado, reflexionó. Cecile le había llamado con la voz más tierna y adorable que había escuchado hasta ahora, sin embargo por alguna razón, parecía enfadada. ¿Pero cómo? Hace un momento estaba bien, ¿Por qué de repente?

Cecile se puso de pie, se acercó al lado de Estian y se aferró a su brazo. Se había quitado la capa al volver a la habitación, así que seguía con su camisón y joyas. La verdad es que Estian no pudo evitar tragar saliva ante su actual vestimenta. Le rodeó la cintura con las manos y la atrajo hacia él. 

Justo cuando estaba a punto de moverse para besar a Cecile, sintiéndose mareado por la sensación de sus cuerpos entrelazados, ella tomó la iniciativa de acercarse y respiró cerca de su oído. Estian se emocionó, aunque se sentía desconcertado. Cecile nunca había actuado de esta manera por su cuenta.

Le parecía que la decisión correcta consistía en matar a ese Aled en este instante y luego disfrutar de una mañana calurosa. Pero justo cuando este pensamiento cruzó su mente y estaba a punto de tomarla en sus brazos... Cecile esbozó una tímida sonrisa y dio un paso atrás, apartando sus manos. Sus acciones hicieron que Estian se diera cuenta por primera vez de lo que significaba anhelar a alguien.

¿Por qué Cecile hacía esto de repente cuando siempre había hecho lo que él deseaba? Pensaba hacerle esta pregunta, pero Cecile habló primero. "Su Majestad, hay algo que quiero tener ahora."

"Esa joya que dijo Su Majestad que me traería. El Bosque de Tetin, ¿Verdad?"

En efecto, se llamaba así. Estian no tenía la intención de traerla sinceramente. Fue después de discutirlo con Kane que decidió causar alguna presión preventiva sobre el Reino de Tetin, porque habían mostrado signos de rebelión.

"La quiero. Ahora mismo". Cecile le susurró al oído. Su tono  era tan dulce que Estian no pudo hacer otra cosa que asentir con la cabeza.

***

El palacio de la Emperatriz estaba ocupado desde la mañana. Hoy era el día en que se elegiría a la dama de compañía de la Emperatriz. Las asistentes estaban agitadas, adornando a la Emperatriz durante toda la mañana. Todo tipo de vestidos, adornos y cosméticos estaban alineados en el vestidor. Incluso aquellos que podrían considerarse indiferentes a este tipo de cosas se sentirían un poco emocionados. Sin embargo, Cecile estaba sentada en medio de todo ello con una expresión inexpresiva.

"Su Majestad, ¿Le levanto un poco más el cabello?"

"Haz lo que quieras."

"Su Majestad, ¿A qué altura quiere sus tacones?"

"Haz lo que quieras."

"Su Majestad, en cuanto a la decoración del vestido..."

"......"

"Perdónenos. Lo haremos por nuestra cuenta."

Otra asistente a su lado, de gran ingenio, intervino rápidamente. Los rostros de las asistentes se volvieron aún más rígidos y sus manos más rápidas ante la actitud de la Emperatriz de considerar todo molesto. La tensión tensó sus rostros. 

'No consigo entenderla', pensaron colectivamente.

Era una Emperatriz extraña. Había seducido al irritable Tirano para que se enamorara de ella y no pudiera abandonar el palacio de la Emperatriz. En su primer encuentro con los funcionarios del imperio, había descartado los tesoros de la familia imperial como artículos de segunda mano. En esa situación, las  asistentes del palacio de la Emperatriz pensaron, '¡Parece que ahora estamos sirviendo a una loca!'

Todos las asistentes habían redactado un testamento por adelantado. Algunas incluso investigaron qué pasaría con su pensión después de la muerte. Intercambiaron información y palabras de consuelo, animándose entre ellas para intentar vivir lo mejor posible. Por mucho que buscaran en los registros de las Emperatrices anteriores, ninguna había actuado como la actual. 

En contra de su apariencia perfectamente normal, la Emperatriz era una persona que sin duda haría alguna locura en cualquier lugar donde hubieran una gran reunión.