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sábado, 20 de marzo de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 285

Capítulo 285. Pintura (2)



Por temor a pensar en lo que pasó con Heinley delante del Gran Duque Kapmen, conté los números repetidamente desde el momento en que apareció. 

El Gran Duque Kapmen hizo una pausa y dijo, con una cara medio sonriente y medio entre lágrimas,

"Lo siento, Su Majestad. Así me resulta difícil distinguir sus palabras."

"¿No puedes distinguirlas bien?"

"Escucho su voz interior al mismo tiempo."

Qué debería hacer. No podía dejar de contar en mi mente.

El Gran Duque Kapmen sonrió incómodamente. Pero pronto su expresión se volvió realmente seria y dijo,

"No sé qué pensamientos estás tratando de evitar que descubra, pero cuando escuches esto no podrás pensar en nada más. Uno de los tres primeros equipos que partieron para el comercio de prueba ha sido detenido en Whitemond."

Él tenía razón. Inmediatamente, no pude pensar en nada más.

"¿Qué quieres decir con eso?"

El Imperio Occidental era rico en joyas y diversos recursos naturales, siendo a su vez el país con el mayor número de minas, pero no tenía mar adyacente. El Imperio Occidental estaba rodeado por montañas y otros países.

Había muchos ríos y lagos grandes, además debido a las lluvias moderadas, no había escasez de agua, pero no contaba con una fuerza naval. Tampoco la necesitaba. Fue por estas ventajas y desventajas geográficas que el Imperio Occidental contaba con un ejército excepcional.

Por esta razón, el Imperio Occidental alquiló y utilizó varios puertos, siendo el más cercano el de Whitemond.

El Imperio Occidental llevaba más de veinte años utilizando el puerto de Whitemond, y se tenía previsto que uno de los equipos de esta misión pasara por ese puerto para ir a Rwibt. Al ser la distancia más corta, también era el equipo del que se esperaba obtener los mejores resultados.

¿Pero fueron detenidos?

"¿Hubo algún problema?"

"No conozco los detalles. Uno de mis hombres, que debía unirse al equipo y guiarlo, se enfermó en el camino y se quedó atrás por un tiempo, pero cuando llegó a Whitemond el equipo ya había sido detenido."

Me levanté del sofá apresuradamente.

"Por ahora tendré que ir a ver a Heinley."

Aunque estaba a cargo de esto, si se trataba de un problema entre países, no era algo que pudiera resolver por mi cuenta.

¿Por qué fueron detenidos? ¿No había sido Whitemond un país aliado desde que Occidente era un Reino? ¿Por qué ahora que el Reino Occidental se convirtió en el Imperio Occidental? 

Espero que el motivo por el que fueron detenidos no esté relacionado con eso... Entonces, podría resolverse fácilmente. De lo contrario...

"Reina. De hecho, iba a buscar a Reina."

Tan pronto como llegué al frente de la oficina, me encontré con Heinley.

Él estaba saliendo de su oficina junto a McKenna, que tenía una expresión muy seria. 

¿Heinley... estaba sonriendo?

¿Vi mal? Sí, creo que vi mal. Él también tenía una expresión seria.

"Reina, ¿te has enterado?"

"¿Sobre lo ocurrido en Whitemond?"

"Sí. Recibimos la información a través de un pájaro mensajero, incluso los miembros del equipo no saben por qué fueron detenidos."

***

Sovieshu, que salió vestido como un plebeyo, se detuvo frente a una tienda de camino a una inspección.

El comandante de los caballeros, que le seguía, desvió sus ojos en la dirección en la que miraba Sovieshu.

Era una tienda con vidrios transparentes, y se podía ver el retrato de una persona familiar dentro de la tienda.

El comandante de los caballeros suspiró en su interior. Esa persona era la anterior emperatriz. La Emperatriz Navier en una gran pintura.

Sovieshu se quedó inmóvil por un momento, perdido en sus pensamientos, antes de entrar en la tienda.

"¡Bienvenido!"

El propietario de la tienda se acercó corriendo emocionado cuando la puerta principal se abrió. Sin embargo, los pasos del propietario de la tienda se ralentizaron naturalmente al ver a Sovieshu.

Aunque iba vestido con ropas de plebeyo y su rostro estaba medio cubierto, había una presión que surgía naturalmente de Sovieshu.

El propietario de la tienda, que había tratado con nobles en innumerables ocasiones, se dio cuenta rápidamente de que Sovieshu era un hombre de muy alto estatus y guardó silencio. A los de alto estatus no les gustaba que les hicieran preguntas primero. Era mejor dejarlos mirar libremente.

Gracias a esto, Sovieshu pudo apreciar plenamente la pintura colgada en la pared sin molestias de nadie.

En la pintura, Navier llevaba un vestido rojo, sentada con una mirada indiferente. Lo inusual era que el propio Sovieshu estaba recostado en su regazo.

Sovieshu frunció el ceño ante el dolor punzante. Sentía que le faltaba la respiración.

"¿Joven maestro?"

El comandante de los caballeros, que lo observaba atentamente, se apresuró a socorrer a Sovieshu.

"No pasa nada."

Sovieshu agitó la mano para indicar que estaba bien, y trató de aliviar el dolor golpeando ligeramente su afligido corazón.

Se había mantenido lo más ocupado posible para olvidar el sufrimiento vivido en el Imperio Occidental.

Por qué tenía que ver esto aquí...

Al recordar el insoportable sufrimiento, sintió escalofríos. Sovieshu se dio la vuelta y salió de la tienda.

Sin embargo, ni siquiera consiguió dar tres pasos afuera antes de regresar y pedir al propietario de la tienda,

"Véndame esa pintura."

Efectivamente, se trataba de una tienda de venta de pinturas, pero el propietario en principio no tenía intención de vender esa pintura.

Quería dejarla colgada en su tienda como símbolo de la misma.

Sin embargo, la intensa presión que emanaba Sovieshu era demasiado grande para negarse.

Eventualmente, el propietario de la tienda dudó y pidió una enorme suma de dinero.

"Esa pintura es muy costosa. ¿Le parece bien?"

"Eso no importa."

Sovieshu dijo con determinación. Entonces, ordenó al comandante de los caballeros que cubriera la pintura con una tela negra y la llevara a su dormitorio.

Después de terminar rápidamente el trabajo encubierto, Sovieshu regresó al palacio.

"¿Y la pintura?"

"Está en el dormitorio de Su Majestad. Lo estaba esperando para saber dónde quería colgarla."

Sovieshu hizo que colgaran la pintura donde pudiera verla acostado en la cama.

Una vez que todos se fueron. Sovieshu se sentó en la cama y miró la pintura detenidamente.

Era una pintura realmente viva y hermosa.

De repente, comenzaron a arderle los ojos, Sovieshu escupió una breve maldición y se agarró la cabeza.

Estaba bien ahora después de haber sufrido tanto en el Imperio Occidental. Por qué apareció esto de repente...

Pero a pesar del dolor, no podía apartar la mirada de la pintura.

Un día un poco caluroso en el que apenas soplaba el viento, habían ido de picnic a un campo del Palacio Imperial. Aquel día, mientras estaba recostado en el regazo de Navier, sujetó su barbilla y se burló de ella. Navier, que acariciaba el cabello de Sovieshu, tiró ligeramente del mismo como si hubiera sido un error cuando éste se burló de ella. Entonces, Sovieshu se giró y le hizo cosquillas en los pies.

Podía escuchar la voz de Navier riéndose de las cosquillas vívidamente en sus oídos...

"Maldición."

Una vez más, sus ojos se tensaron y un profundo dolor lo invadió.

Respiró hondo y se pasó las manos por sus mejillas, palpando las lágrimas que acabaron brotando de sus ojos. 

'¿Qué significa esto? ¿Por que salieron de la nada?'

Incluso la pintura se veía borrosa por las lágrimas.

Después de limpiarse toscamente las lágrimas con las manos, encontró una parte de la pintura que no le agradó.

Los ojos, los ojos de Navier. En vez de mirarlo a él, sus ojos miraban a otra parte.

"¿A dónde estás mirando?"

Preguntó Sovieshu al retrato de Navier, como si pudiera responder. Ella tenía la mirada levantada, ¿por qué Navier no me miraba?

Le resultó molesto, como si estuviera mirando a alguien más.

"Navier."

Sovieshu se acercó a la pintura, y presionó su frente contra el vestido de Navier, sollozando incontrolablemente.

"Navier. No mires a otro lado. Mírame a mí."

No hubo respuesta.

Sovieshu cayó de rodillas y al final dijo entre sollozos,

"Navier, te extraño. Navier, quiero verte. Navier, espero que vuelvas."