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lunes, 22 de febrero de 2021

Una Villana Perfecta Para Un Tirano - Capítulo 29

Capítulo 29. Artículos Viejos


Joyas seguían siendo traídas por asistentes. Cecile tragó saliva al verlas.

'Puedo hacerlo bien. Puedo hacerlo bien. Puedo hacerlo... ¡hacerlo bien!'

Había practicado durante los últimos días para este momento, pero al mirar el deslumbrante montón de joyas, sintió que su corazón se encogía. 

'¿Cuánto vale esa gema de ahí?', se preguntó. Justo cuando ella miraba a su alrededor, un anillo con una gran esmeralda incrustada le llamó la atención. Cecile fijó sus ojos en el anillo. 'Debe ser eso'.

La Esmeralda de Aled. Era la pieza de joyería más famosa incluso entre los tesoros pertenecientes a la familia imperial. ¿Y cómo no sería famosa cuando fue un regalo que un Rey Elfo le hizo al Emperador fundador hace mucho tiempo, en los días en que los elfos de los bosques vagaban por el continente? Se trataba de una joya legendaria cuya historia alcanzaba para hacer una novela de 100 volúmenes. 

'Y lo que debo hacer a partir de ahora es...'

Cecile sintió que se desmayaba al pensar en lo que tenía que hacer. A partir de este momento, tenía que cometer un acto insensato, que nadie se había atrevido desde la fundación del Imperio.

Cecile se estremeció violentamente, mientras Estian recogía la Esmeralda de Aled y la llevaba ante ella. Luego habló en voz alta para que todos sus leales súbditos lo escucharan, "Emperatriz. En el momento en que te miré a los ojos, me vino a la mente esta gema, ya que tiene el mismo color que tus ojos. Tengo la intención de usarla como anillo de bodas. A partir de ahora, esto es tuyo. Ahora, dame tu mano."

Cecile hizo lo que él le pidió, así que extendió su mano.  Se escucharon jadeos entre los funcionarios. La Esmeralda de Aled pertenecía a la familia imperial. Era una joya que solo se transmitía de Emperador a Emperador, ¿Pero se la iba a regalar a la Emperatriz como anillo de bodas?

Estian deslizó el anillo en su dedo. Ambos formaron una hermosa escena. Tanto que si los dos no fueran el Emperador y la Emperatriz, y el anillo en el dedo de la mujer no fuera la Esmeralda de Aled, alguien podría haber aplaudido para que vivieran felices para siempre.

Los funcionarios dudaron si debían gritar que no debía hacer eso o vitorear. En medio de sus dudas, un valiente se adelantó como si hubiera tomado una decisión. Sin embargo, antes de que ese funcionario pudiera abrir la boca, Cecile hizo su movimiento primero.

Agarró el anillo de su dedo y se lo quitó, tras lo cual lanzó la Esmeralda de Aled al suelo con toda su fuerza.

¡Cling!

El tesoro imperial chocó contra el suelo, emitiendo un sonido claro y hermoso. Había puesto tanta fuerza en el lanzamiento, que el anillo rebotó hacia arriba con una velocidad vertiginosa, y se elevó tanto que casi alcanzó el techo. Los ojos de todos los presentes se movieron hacia arriba, hacia abajo, arriba, abajo, arriba y abajo, siguiendo la trayectoria del anillo. Luego, rebotando en el suelo por última vez, aterrizó dentro de un jarrón ornamental cercano. El jarrón se sacudió mientras se producían algunos ruidos en su interior. Fue un desenlace muy bueno.

"¡Felicidades!"

"¡Se lo ha puesto!"

Algunos espectadores aplaudieron y vitorearon con pesar en su interior. Pero pronto no pudieron ocultar su asombro cuando vieron que un asistente corría hacia el jarrón llorando; se dieron cuenta de lo que estaba haciendo ruido dentro de la cerámica. 

"¡......!"

Susurros silenciosos llenaron la sala. Eran tan silenciosos que incluso se podía escuchar el arrastre de un insecto, y en medio de este terrible silencio, sólo los sonidos del anillo que giraba dentro del jarrón sonaban como un trueno en los oídos de todos. Y entonces sus mentes finalmente procesaron adecuadamente lo que había ocurrido.

La Emperatriz...

Había arrojado...

El mayor de los tesoros imperiales al suelo...

Los funcionarios giraron lentamente sus cabezas hacia Cecile, que soportó sus miradas y pronunció la frase que había practicado miles de veces durante los últimos días en el palacio de la Emperatriz. "Oh, cielos. El anillo era tan pequeño que se lo llevó el viento."

"¿Qué, qué...?"

Todos los reunidos en la sala dudaron de sus propios sentidos ante lo que habían presenciado. Se frotaron los ojos, se pellizcaron el dorso de las manos y abofetearon la mejilla de la persona que estaba a su lado, pero viendo que nada pasado, supieron que definitivamente no se trataba de un sueño. El tesoro imperial había sido tratado como un simple objeto de la calle.

"¡¿Qué, qué demonios?!" Uno de los funcionarios del frente soltó un grito. Se acercó apresuradamente al jarrón que contenía el anillo y lo agitó. Un sonido bastante fuerte sonó desde el interior.

Varias personas cayeron de rodillas. La Esmeralda de Aled era como un testamento de la historia del imperio. El anillo medía unos cinco centímetros, pero ¿Qué había dicho? ¿Era tan pequeño que se lo llevaba el viento?

"Realmente..." La voz de Estian los hizo recobrar los sentidos. Contuvieron la respiración ante su mirada y su tono grave. Estian se acercó al jarrón que sostenía un funcionario y sacó el anillo.

"¡Su Majestad el Emperador! ¡La Esmeralda de Aled no puede ser tan ligera! Su... Su Majestad la Emperatriz se..."

El funcionario no se atrevió a terminar de decir, 'Su Majestad la Emperatriz seguramente se ha vuelto loca', por lo que detuvo sus palabras... pero fue en ese momento cuando la mano de Estian se movió. El anillo que tenía en la mano voló a la velocidad de la luz; se abrió paso entre los funcionarios y chocó contra la pared del fondo.

¡Crunch!

La colisión provocó un sonido como el de un golpe de madera con un martillo. Todos pudieron observar la pared agrietada y el anillo incrustado en ella. Estian contempló la escena y asintió de forma comprensiva.

"Como ha dicho la Emperatriz, muy ligero."

"......"