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lunes, 22 de febrero de 2021

Una Villana Perfecta Para Un Tirano - Capítulo 27

Capítulo 27. Muéstrame Lo Que Prometiste


Los caballeros que se preparaban para hacer un desfile, así como los ministros que se preparaban para llevar a cabo una reunión, se quedaron sin palabras ante esta situación sin precedentes.

¿El Emperador tomándose días libres?

Esto no había sucedido nunca. Hace mucho tiempo, al día siguiente de que el Emperador obtuviera el trono, éste había apoyado la cabeza de su hermanastro, que había decapitado por traición, sobre su escritorio y había seguido trabajando. Era esa clase de hombre. Aquel día, los funcionarios de la corte vieron cómo el Emperador firmaba papeles mojando su pluma en la sangre que brotaba de la cabeza, y no se atrevieron a sugerirle que descansara un día.

En cualquier caso, aquel era el Emperador que todos conocían, por lo que todos habían presumido que se ocuparía de los asuntos nacionales desde la mañana, con luna de miel o sin ella. Así, todos los funcionarios de la corte llegaron al palacio imperial como de costumbre, sólo para descubrir que él iba a descansar. No por un día, ¡Sino por una semana entera!

"¿Qué clase de persona es Su Majestad la Emperatriz para hacer que Su Majestad el Emperador actúe de esa manera?"

Todo lo que sabían de ella era que parecía haberse vuelto loca el día de la boda.

"Ella parecía bonita, pero..."

Su rostro no era claramente visible en ese momento debido a su velo nupcial, pero el tenue contorno de su cara que se mostraba parecía corresponder a una belleza bastante refinada. Cuanto más hablaba la gente de ella, más se daban cuenta de que no sabían nada de ella.

***

Y hoy la Emperatriz, que llevaba una semana entera en su palacio, iba a hacer por fin su primera aparición oficial. Los funcionarios de la corte reunidos en el vestíbulo central del palacio imperial fijaron sus miradas hacia adelante, con la tensión visible en sus rostros. Estos hombres, que normalmente retrocedían temerosos ante la simple idea de mirar a los ojos del Emperador, se animaron a acercarse al frente con un coraje temporal. Fue entonces cuando se escucharon las trompetas que tocaban la entrada del Emperador. Todos los funcionarios enderezaron su postura y bajaron la cabeza al oírlas.

El miedo que los dominaba desde hacía tiempo hizo que sus cuerpos se movieran por sí mismos. Se escucharon dos pares de pasos acercándose a los funcionarios que estaban inclinándose. Habían estado acostumbrados al sonido de un sólo par de pasos; así que se dieron cuenta de nuevo de que el Emperador se había casado y había aceptado a una Emperatriz.

"Levanten la cabeza", ordenó el Emperador.

Los funcionarios obedecieron su orden como si la hubieran estado esperando, y a continuación sus miradas se centraron inmediatamente en la persona que estaba de pie al lado del Emperador.

"¡Dios!"

"¡Oh...!"

"¡Cielos...!"

Los funcionarios dijeron todo tipo de exclamaciones. A diferencia de la ceremonia nupcial, la Emperatriz, que estaba junto al Emperador, llevaba una corona de oro en lugar de un velo nupcial.

'¿Era tan bonita?'

Cuando vieron a la Emperatriz, con el leve rastro de una sonrisa en los labios, lo primero que les sorprendió fue su belleza. Su brillante cabello, que evocaba la imagen de la luz del sol, estaba finamente trenzado hilo a hilo en un elegante moño. Bajo su cabello de aspecto suave se encontraban sus ojos verde oscuro, que recordaban a los bosques a principios de verano, parpadeando bajo el velo de sus largas pestañas. Incluso había un sutil rubor en su piel clara e impecable, como si quisiera hacer saber al mundo que no era una muñeca, sino un ser humano.

No se sabía qué cuidados había recibido, pero la Emperatriz parecía llena de vida con su piel clara y juvenil.

"Como todos ustedes saben, he aceptado una Emperatriz. Confío en que vuestra lealtad hacia mí, que ha durado hasta hoy, se extienda también a mi otra mitad, la Emperatriz."

Todos los miembros de la corte se arrodillaron y gritaron hacia la Emperatriz.

"¡Prometemos toda nuestra lealtad a Su Majestad la Emperatriz!"

Después de prometer, esperaron la respuesta de la Emperatriz. Casi todos los funcionarios de la corte del imperio habían prometido lealtad al unísono disciplinadamente. Fue una escena que hizo que los corazones de los asistentes de la parte de atrás se aceleraran.