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miércoles, 24 de febrero de 2021

Bajo El Roble -Capítulo 87

Capítulo 87. Esforzándose al máximo (2)


Max sacudió la cabeza apresuradamente cuando le vio fruncir el ceño.

La hermanastra de Max no pestañeó ni siquiera después de recibir un montón de joyas. Sería extraño que Riftan y los demás vieran que la hija favorita del duque se encogiera ante esto. Max mantuvo su rostro indiferente y recordó el comportamiento altivo de Rosetta.

"N-no. Me g-gusta". Max respondió con sencillez. Riftan pareció aliviado ante su respuesta e hizo un gesto a uno de los sirvientes para que abriera las cajas que estaban cerca de ellos.

Max trató de mantenerse reservada como todas esas princesas ricas de los cuentos. Sin embargo, no pudo evitar que su boca se abriera como una tonta cada vez que se abría un nuevo regalo.

Cuando se abrió otra caja, Riftan se acercó a ella y sacó de un joyero una horquilla de esmeralda que se introdujo cuidadosamente sobre su oreja y completó su estilo adornando su cuello con un brillante collar de diamantes.

Max miró la extravagante joya que descansaba sobre sus clavículas y se quedó sin palabras. Riftan apoyó sus labios en la mejilla de ella con cara de satisfacción, parecía que le estaba gustando lo que estaba viendo.

"Te sienta bien tal y como pensaba". Le dijo a Max con orgullo.

"G-gracias". Contestó Max.

Murmuró estas palabras con la cara sonrojada. A continuación, Max se pasó suavemente los dedos por el pelo para palpar el adorno que estaba metido entre sus rizos. Miró ligeramente el espejo que colgaba de la pared de la esquina y observó su reflejo. Por un momento, se sintió incómoda al verse adornada con tantas joyas.

Riftan la trataba como si fuera la hija real más preciada del mundo. Era agradable e incómodo a la vez. Para ser sinceros, Max se sentía como un payaso con una máscara que no le quedaba bien.

"¿Por qué esa cara? ¿No te gusta?" le preguntó Riftan al notar su expresión sombría.

Max se apresuró a corregir su expresión.

"N-no. Es muy bonita. D-debes de haber estado muy ocupado. ¿C-cuándo has encontrado tiempo para comprar t-todos estos regalos?" Le preguntó a Riftan y éste negó con la cabeza su preocupación.

"Dejaste todas las joyas y la ropa que usabas en el Castillo de Croix por mí. Por supuesto, tengo que hacer tiempo para compensarte". Respondió con una sonrisa y Max se apresuró a ocultar su rostro sonrojado. Pero el interior de su pecho le dolía como si tuviera una espina clavada.

"G-gracias por tu c-consideración". Le dijo a Riftan con sinceridad.

Riftan pareció alegrarse de su reacción y dijo a los sirvientes que organizaran los regalos ahora que ella los había visto todos.

Mientras él se ocupaba de los sirvientes, Max se quedó detrás de Riftan tratando de borrar de su mente el extraño sentimiento de culpa. Sobre todo porque no dijo ninguna mentira, pero ni siquiera con estos pensamientos pudo borrar la incómoda sensación que había en su interior.

Riftan, tras confirmar que todos los regalos estaban completos y asegurados salió inmediatamente a comprobar el estado de los prisioneros.

Cuando se marchó, Max empezó a rellenar un pedido textil inacabado que no había podido completar debido a los disturbios de ayer. Tras consultar detenidamente con las criadas, decidió bajar a la cocina para asegurarse de que la conservación de las comidas de invierno iba bien.

Cualquier castillo está destinado a estar más ocupado durante la época de finales de otoño a principios de invierno. Ya que eran las ocasiones en las que las temperaturas empezaban a bajar rápidamente, y en las que será más difícil conseguir verduras frescas.

El precio de la carne estaba destinado a duplicarse o más durante esta temporada también, por lo que los sirvientes de la cocina tenían que trabajar sin descanso para preparar carnes secas de larga duración, frutas en escabeche, salchichas ahumadas, y grandes cantidades de harina del molino, y otras existencias con el fin de preparar la comida para el ganado.

Max fue a buscar a Rudis para que le pusiera al día de cómo iban los preparativos. Rudis comenzó a comentarle lo que habían estado haciendo.

"En invierno es difícil encontrar hierba para el ganado, así que sacrificamos a la mayoría y solo mantenemos vivos a los que podemos alimentar. Tomamos las vacas y los cerdos sacrificados de la carnicería, escurrimos la sangre, recortamos las tripas y las enviamos al castillo, la carne en la cocina se ahúma y se almacena, y los intestinos se lavan y se utilizan para hacer salchichas". Le dijo Rudis mientras caminaban por las cocinas para comprobar los preparativos.

Max escuchó la explicación de Rudis y miró a su alrededor, podía oler el fuerte aroma a aceite que los rodeaba. Estaba acostumbrada a que la cocina estuviera llena de bullicio y personal ocupado, pero desde hace unos días casi parecía un campo de batalla.

En una gran mesa colocada en la pared de la esquina, tres o cuatro sirvientes estaban haciendo salchichas con grandes cuencas y platos a su alrededor, mientras que en el otro lado un gran trozo de carne estaba siendo cortado en pequeños pedazos con una sierra y un charco de sangre manaba de él.

El olor ahumado del fuego le hizo cosquillas en la punta de la nariz. Max giró la cabeza en dirección contraria a su origen y se pellizcó la punta del puente de la nariz. Fuera de la puerta abierta de par en par, vio cuatro ollas de fuego temporales hechas de piedras. Cinco o seis sirvientes estaban colocando una gran red de alambre y ahumando un trozo de carne sobre ella. Se sintió agotada al ver la enorme cantidad de carne.

"N-nunca había visto tanta carne". Le dijo a Rudis.

"Hemos preparado suficiente comida para que nos dure un tiempo. Sin embargo, no podemos conservar la carne ahumada durante mucho tiempo, así que la mayoría de las cosas que tenemos van a estar hechas de carne seca. La cecina también es muy útil para los caballeros cuando salen en una expedición de tres o cuatro días". Le informó Rudis.

"¿Todo e-esto se va a convertir en carne s-seca?" preguntó Max a Rudis, observando el gran montón de carne.

Max miró con curiosidad la carne colgada en la pared. En la hoja de registro que le había dado Rudis, estaban meticulosamente escritos el peso de los alimentos almacenados cada año y el peso de los alimentos que se iban a almacenar este año.

"Como los caballeros vuelven de la expedición, tenemos que preparar el doble que el año pasado. En realidad, debería haberla preparado antes de que bajara la temperatura".

"¿Ll-lleva mucho t-tiempo?"

"Hay que salar y escurrir la carne durante varios días, luego cortarla en rodajas finas y secarla a la sombra durante otros días. Lleva mucho trabajo". Rudis respondió y Max se sintió repentinamente avergonzada porque parecía que los preparativos para el invierno se habían retrasado debido a las decoraciones del castillo que ella había estado haciendo.

Rudis parecía haber percibido la expresión de culpabilidad de Max y se apresuró a añadir "Pero con más manos, estaremos listos antes de que la temperatura baje más."

"¡Está bien e-entonces!" Entonces Max echó un vistazo al personal de la cocina y se dio cuenta de que, efectivamente, necesitaban contratar a más gente.

La visión de los sudorosos sirvientes que trabajaban la llenó de preocupación. El papel de la Señora era supervisar el castillo, y basándose en lo que había visto, sabía que la carga de trabajo de los sirvientes ha sido enorme.

Tal vez debería preguntarle a Riftan si podía contratar más sirvientes, pues además de hacer la comida, los sirvientes del castillo ya estaban trabajando tan duro todo el día, haciendo la ropa de invierno para los soldados, cuidando el ganado, barriendo y puliendo el castillo, que tal vez no completaran los preparativos de invierno.

"M-mañana le p-preguntaré a Aderon s-si puede o-organizar a los t-trabajadores". Max comenzó a decirle a Rudis, pero antes de que pudiera terminar su frase escuchó que había alguien llamándola. "¡Señora!"