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martes, 12 de enero de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 252

Capítulo 252. Gran Plan De Rivetti (1)



En ese momento, sentí una repentina necesidad de decirle que enviara a Christa a Compshire.

Heinley no sabía cómo lidiar con Christa en esta posición, así que si le dijera esto, sin duda lo haría.

Mi boca se abrió involuntariamente. 

Afortunadamente, el hábito de pensar varias veces antes de actuar suprimió el impulso.

Calma.

Aunque enviar a Christa a Compshire por medio de una orden imperial era una forma de salir de la incómoda situación actual, no sería bueno a largo plazo. 

Había muchos nobles en el Imperio Occidental que seguían a Christa.

Además, Compshire era una ciudad tan grande como la capital, y un espléndido escenario para la alta sociedad donde se reunían artistas y juglares.

Incluso si se viera obligada a ir allí, la influencia de Christa en la alta sociedad no disminuiría.

Más bien, para reconfortar su solitario corazón, invitaría a más personas a la mansión. Su influencia en la alta sociedad aumentaría aún más.

La última voluntad del hermano de Heinley fue que cuidara de Christa aquí. Además, Heinley ya era sospechoso de la infertilidad y la muerte temprana del anterior rey. 

En tal situación, la gente podría sospechar más de Heinley si obligara a Christa a ir a Compshire. ¿Por qué desobedecía la última voluntad del anterior rey si nunca hizo nada en su contra?

Christa tenía que ir a Compshire por su propia cuenta, sin importar qué.

"¿Reina?"

Mientras estaba sentada en silencio, Heinley me llamó ansiosamente.

"¿Estás bien?"

"Estoy bien." 

Respondí con una sonrisa.

Todavía sentía un peso en mi corazón, pero también tenía la sensación de que todo estaría bien.

Recordé que al día siguiente de la recepción de boda las damas me enviaron cartas en masa.

En ese momento, estaba desconcertada, preguntándome a qué se debía. Ahora que Heinley me contó del incidente en la recepción de boda, creo saber la razón.

Tal vez la situación era mejor de lo que parecía.

Pero...

Aparte de eso, ¿por qué me sentía tan incómoda? 

***

Después de que terminé de mover los libros de cuentas y los documentos que estaban en mi habitación a la oficina.

Salí de la oficina cuando llegó la hora de comer.

Habiendo trabajado todo este tiempo, pensé en comer junto a mis damas de compañía.

Pero a mitad de la comida, escuché algunas noticias inesperadas.

"Es sobre lo que Su Majestad me pidió que investigara. Lo he descubierto."

La que habló fue Rose.

Dejé la cuchara y la miré fijamente.

Había ordenado a Rose investigar por qué las damas me enviaron repentinamente cartas amistosas. 

Quería confirmar con qué intenciones fueron enviadas esas cartas.

Pero no podía creer que tuviera la respuesta tan pronto.

"¿Y bien?"

"Hay un rumor que circula en secreto..."

"¿Un rumor?"

¿Por qué Rose tenía problemas para decirlo?

"¿Señorita Rose?"

Cuando la llamé por su extraño comportamiento, ella confesó con una expresión muy disgustada.

"Se rumorea que Su Majestad el Emperador y Christa mantienen una relación en secreto."

Tan pronto como terminó de hablar, hubo un tintineo.

Fue el sonido del tenedor que sostenía Laura al caer en su tazón de plata.

Cuando la expresión de Laura se volvió realmente feroz, Mastas tomó silenciosamente un cuchillo que tenía delante y lo puso en la mano de Laura.

Rose resopló y continuó hablando,

"Se dice que en la recepción, Su Majestad el Emperador permitió que Christa limpiara su frente mientras permanecía quieto. Parece que hubo más de una o dos damas que lo presenciaron."

Laura, que recobró el sentido, agarró el cuchillo con fuerza y dijo con voz severa.

"¡¿Eso realmente sucedió en la recepción, en la recepción de boda de Su Majestad Navier?!" 

Cuando Rose no respondió, Laura resopló casi escupiendo fuego por la boca.

Pero Laura se enfureció aún más cuando me vio en silencio.

"¡Su Majestad! ¡Hay que enviarla a Compshire inmediatamente! ¡No puede simplemente esperar y ver que hace el Emperador! Usted lo sabe, ¡no puede dejarlo pasar!"

"¡Señorita Laura!"

Cuando la Condesa Jubel la llamó por su nombre fríamente, Laura cerró la boca.

Sin embargo, no podía calmarse y seguía resoplando enojada.

Heinley ya me había contado de este incidente, así que deliberadamente dije con una sonrisa intentando parecer lo más tranquila posible.

"Es un malentendido. Su Majestad el Emperador ya me contó lo que sucedió ese día."

"¿En serio?"

"Por supuesto."

"Si ese es el caso me alegro..."

Laura y la Condesa Jubel todavía tenían una expresión de preocupación.

Cuando Rashta apareció por primera vez, dije que todo estaría bien. Laura y la Condesa Jubel parecían angustiadas por esos recuerdos.

"Todo está bien."

Sonreí repetidamente, intentando tranquilizarlas. 

"Definitivamente es un malentendido. Además, este incidente podría ser una bendición disfrazada."

A decir verdad, no estaba bien en absoluto.

Esa extraña y desagradable incomodidad que sentí cuando Heinley me contó lo de Christa, aún persistía. 

Pero sin duda este incidente sería una bendición disfrazada.

"¿Una bendición disfrazada?"

Mastas preguntó, desconcertada.

"Todas las damas de aquí sentían lástima por la situación de Christa, así que ni siquiera se molestaban en mirarme apropiadamente. Pero ahora me envían cartas amistosas."

Laura asintió, pero Rose refutó con una sombría expresión de preocupación,

"Pero Su Majestad. La simpatía no es el mismo que el respeto."

"Así es."

"Al final, hay un límite para el afecto que surge de la simpatía, ¿no es así? Su Majestad es la persona de más alto estatus en el imperio, así que eventualmente consideraran que no debe ser objeto de simpatía y volverán a cerrar sus corazones."

"Está bien. Al menos tendré la oportunidad de que me miren sin prejuicios."

"¡Ah!"

"Solían mirarme con desdén sin importar lo que hiciera. Puede ser temporal, pero las paredes que habían construido en sus corazones se derrumbaron. Esta es una oportunidad, y depende de mí aprovecharla."

***