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jueves, 31 de diciembre de 2020

No Quiero Ser Amada - Capítulo 208

Capítulo 208. Derechos De Sucesión 


Aunque dejó de parlotear poco después, lo hizo demasiado tarde. Dijo cosas que no debía. La cara del Conde expresaba sus nerviosismo.

"Por favor, perdóneme, Su Majestad."

Se deslizó de su silla e inmediatamente se arrodilló frente a Igor. En este punto, debía apelar al joven rey tanto como pudiera e intentar encontrar una salida a esta situación. Podría planear su próxima oportunidad después de salir de este lugar.

"Es cierto lo que has escuchado, pero nunca he aceptado ni una sola vez su sugerencia. Todo esto lo planeó completamente ella misma. Así que por favor, al menos perdóneme la vida y..."

"No te mataré. Al menos esta vez."

Al escuchar las siguientes palabras, el Conde levantó la cabeza. '¿Al menos esta vez?' Mientras el Conde se preguntaba qué quería decir con eso, los ojos púrpuras del rey se oscurecieron.

"Ya que no representas una amenaza para mí si te mantengo vivo, y como eres completamente inútil, he decidido no ocuparme de ti. Además, tampoco deseo ensuciarme las manos en este momento. Pero para que te deje ir, tendrás que confesar todo lo que sabes de Leticia."

"Todo... ¿Sobre Leticia?"

"Sólo entonces podré tener suficientes razones para dejarte libre. Si la verdad es que caíste en el encanto de una mujer malvada, entonces al menos serás capaz de ganarte algo de simpatía. Si lo haces, entonces terminaré este caso diciendo sólo que tú y tus hermanos conspiraron para robar el derecho de sucesión."

"¿Qué quieres decir con robar el derecho de sucesión?"

"Si no quieres, entonces muere."

El Conde pensó que había escuchado mal por un momento. Este rey que era conocido por ser sabio y misericordioso en todo el pueblo. Se decía que nunca tenía un motivo oculto, y que siempre se ocupaba de los problemas mediante el procedimiento legal adecuado. Debido a ese temperamento, pudo tomar el poder político de la Reina Madre sin tener que derramar una sola gota de sangre en el proceso. Incluso le dio la victoria a Arundel durante la guerra contra Chrichton, asegurándose de que hubiera un número mínimo de bajas.

Aún así, ese hombre amenazaba al Conde Clovis.

El Conde parpadeó varias veces preguntándose si tenía otra persona diferente enfrente. Sin embargo, la cara que le sonreía era definitivamente la de Igor Cheska, el rey de Arundel.

"No terminará sólo con su muerte, Conde. Reuniré a cada uno de sus hermanos con derecho de sucesión y los incriminaré de toda conspiración antes de colgar sus cuellos en el muro del castillo. ¿Cree que no haré tal cosa?"

El Conde se tomó un momento para pensar si Igor realmente podía hacer algo como eso. Pronto llegó a la conclusión de que no sería difícil para Igor.

¿Hubo algún momento en el que Igor no consiguiera lo que quería hasta ahora? Le había robado el poder político a su madre que parecía que nunca caería de su posición, y también fue el hombre que hizo que los barcos navales más poderosos de Chrichton se doblegaran inmediatamente a su voluntad.

El Conde sabía que obtener algo sin derramar ni una sola gota de sangre era el método más difícil. Por lo tanto, si Igor estaba dispuesto a dejar de usar esos métodos tan difíciles y simplemente derramar sangre en el suelo para obtener fácilmente lo que quiere, es probable que lo hiciera.

Más que nada, no había ni un solo reflejo de luz en sus ojos, oscuros y completamente desprovistos de color. El Conde, que vivió muchas experiencias a lo largo de su vida, sentía que esto podría ser una señal de su locura.

"Estoy seguro de que sabes que los nobles nunca te apoyarán una vez que sepan que colocaste un espía en el palacio para conocer cada uno de mis movimientos. Eso sería suficiente para poner a los nobles de mi lado."

Mientras el Conde lo miraba con una expresión aturdida, Igor sonrió.

"¿Qué te gustaría hacer? ¿Te gustaría que esto acabara contigo renunciando a la sucesión al trono y confesando todo lo que sabes de la mujer? ¿O te gustaría desechar tu mezquina vida por esa codicia que tienes en tu mente?"

El Conde bajó la cabeza inerte. Increíble. Sólo entonces se dio cuenta de que todo había terminado, antes de que pudiera hacer o comenzar su plan.