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lunes, 2 de noviembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 35

Capítulo 35. Maxi No Se Duerme


Riftan se enjabonó la mano derecha y frotó suavemente su seno con un movimiento circular. No fue una sensación desagradable, pero por modestia, Max retrocedió. Esto, sin embargo, no impidió que su mano deambulara.

Max cerró los ojos cuando sintió que le apretaba la nalga derecha. Continuó enjabonando su cuerpo y masajeando sus músculos mientras lavaba cuidadosamente el largo cabello que caía sobre sus hombros, enmarañado como una enredadera. Lentamente, su cuerpo rígido y dolorido comenzó a relajarse.

"Lávame el pelo también".

Dijo mientras enjuagaba la espuma de su cabeza. Los ojos de Max estaban medio cerrados debido al cansancio, y cuando ella no respondió, Riftan cogió la barra de jabón y empezó a frotarla sobre su pelo. Bajó la cabeza para facilitarle la tarea de alcanzar y masajear su cuero cabelludo. Max al acercarse, sintió que un aliento caliente golpeaba su rostro.

Algo avergonzada, Max comenzó a lavarle el pelo con movimientos tímidos. Para su sorpresa, Riftan se adelantó, lamiendo lentamente las gotas de agua en su clavícula con su lengua. De repente, Max tuvo un recuerdo de su infancia cuando se escabullía al jardín y jugaba con el gran perro de caza de su padre.

Lavar a Riftan ahora era una experiencia muy familiar de bañar al perro de su padre que le lamía la cara.

"Tienes jabón en los ojos".

Riftan se quejó y mientras se frotaba el jabón de la cara con las manos. Max casi se rio de su acción. Lo encontró... casi adorable.

Continuó sacando agua en el cucharón y enjuagando la espuma de su pelo mientras él cogía la tetera del estante y vertía más agua caliente en la bañera. Con cada minuto en la bañera caliente, los músculos sobrecargados de Max se sentían más débiles. Podía sentir que empezaba a adormecerse y muy pronto, sus hombros se sumergieron más profundamente en el agua. En su letargo, Max todavía podía sentir tanto la anticipación como el nerviosismo de las manos que vagaban por su cuerpo.

No podía negar que se sentía bien.

"Maxi".

En sus oídos, escuchó un gemido perezoso, como el ronroneo contento de un gato. Riftan apoyó su cabeza contra su pecho, viendo su cuerpo caído. Sintiendo una sensación de cosquilleos ardientes corriendo por su cuerpo, se apoyó contra él también, el latido de su corazón sonando como una tranquila canción de cuna a sus oídos. Mientras escuchaba el sonido, sus párpados se hicieron más pesados.

"Maxi... ¿Estás dormida?" Riftan dijo, viendo a la chica inmóvil en sus brazos.

“…”

"Oye, oye..."

“…”

"¿En serio? ¿Te acabas de dormir?"

Max apenas sintió que la sacaban de la bañera. Sintiendo el aire frío golpeando su cuerpo mojado, tembló inconscientemente. Max sintió que alguien le secaba el pelo y el cuerpo y luego la cubría con una manta caliente y ligeramente fragante. Durante todo el tiempo, pudo sentir el calor reconfortante del fuego mientras continuaba ardiendo.

Lo último que recordaba era el entusiasmo de Riftan por acariciar su cuerpo.

***

Max se agitó de repente, sintiendo el frío, y se despertó con la cabeza fría y el pelo húmedo. Frotándose los ojos, apenas podía levantar su cuerpo de la cama mientras el aire frío la envolvía. Max miró su cuerpo desnudo, apenas cubierto por la manta de cachemira. Por un momento, no pudo recordar lo que había pasado anoche o más bien en la madrugada.

"Por supuesto, llegamos a Anatol ayer..."

Mientras se bañaba con Riftan, Max recordaba haberse dormido por el cansancio que se instaló después de que mirara con asombro su nuevo hogar.

Sin embargo, la habitación estaba vacía.

Entonces vio la bata de Riftan colgada cerca de la chimenea donde solo quedaban cenizas. Max se sentó y rápidamente notó una muda de ropa de lo que parecía ser un delantal doblado en el estante junto a la ventana. Se envolvió la sábana alrededor de su cuerpo y se levantó de la cama y se puso de puntillas, tratando de llegar al estante alto, cuando de repente, hubo un golpe en la puerta.

"¿Sí? ¡¿Sí?!"

Max respondió con una voz confiada que sonaba un poco extraña, incluso para ella misma. Una voz suave respondió a través del otro lado de la puerta.

"Siento molestarla, señora. Necesito añadir algo de leña..."

"Oh, por supuesto. Y-yo... estoy despierta. P-puedes entrar".

Tras su afirmación, una criada alta y delgada abrió la puerta y entró. Aunque no era una muchacha joven, destilaba una mezcla de juventud y confianza. Max supuso que tenía unos treinta años.

"Soy Rudys Ain, a su servicio, señora".

" Ma-maximilian de Cal-Calipse. E-es un placer conocerla”.

Incluso cuando Max tartamudeaba, la criada respondió con cortesía y dijo con calma "Me enteré de que llegó muy tarde y no pudó cenar ayer. ¿Quiere que le prepare una comida?"

Max ni siquiera pudo haber adivinado que estaba hambrienta. Todo había sucedido demasiado rápido delante de sus ojos.

Recordando el estado actual de su ropa, Max dijo rápidamente, "Antes de eso, necesito vestirme".

"Por favor, espere un momento, señora. La ayudaré a cambiarse" la criada se ofreció de repente.