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viernes, 30 de octubre de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 219

Capítulo 219. Kapmen y Heinley (2)



Sovieshu sólo regresó a su lugar después de patear la carta unas cuantas veces más. Sin embargo, seguía de mal humor.

Cuando veía la carta de Heinley, recordaba a Navier sosteniendo su mano con fuerza.

Se sentó y se recostó en su sillón.

Cuando cerró los ojos y comenzó a masajearse las sienes, escuchó la voz de Navier.

— No.

Una voz firme y fría.

— No.

No, no, no, no, no, no.

La incesante repetición de su voz hizo que le doliera aún más la cabeza.

Sovieshu abrió sus ojos de nuevo. Sólo entonces la voz desapareció.

"¿Su Majestad?"

El Marqués Karl llamó preocupado a Sovieshu.

Pero Sovieshu no respondió, simplemente suspiró pesadamente.

En el último día de las celebraciones de su boda fue a visitar impulsivamente a Navier. Cuando la vio parada frente a la puerta del Rey Heinley, de repente se arrepintió de todo.

Sentía que todo estaba mal. Una sensación de temor surgió en su interior como si el mundo fuera a derrumbarse si no hacía nada por arreglar las cosas.

No sabía por qué. Incluso ahora.

Pero en ese momento, esa sensación de temor era tan intensa que Sovieshu no pudo evitar acercarse a Navier y decir,

— Vuelve. No quiero que seas la esposa de otro hombre. Somos marido y mujer, Navier.

¿Qué cara puso Navier? Era como si estuviera un poco sorprendida.

Sus ojos se abrieron ampliamente y lo miró como diciendo, '¿De qué estás hablando?'

Luego, levantó las cejas y dijo con una sonrisa, luciendo triste.

— No.

En ese momento, esa simple respuesta lo hizo enfurecer.

El temor desconocido fue reemplazado por la ira. Así que en vez de insistir, se dio la vuelta y se fue.

Pero, ¿por qué lo recuerdo ahora con tanta tristeza?

Porque el sentimiento de vacío era mayor que el de ira.

"¿Su Majestad?"

El Marqués Karl llamó a Sovieshu de nuevo. Sólo entonces, Sovieshu dejó a un lado sus pensamientos y dijo, mirando fijamente la carta.

"Navier parece querer provocarme."

"¿Sí?"

"Es obvio que aparenta tener una buena relación con el Rey Heinley delante de mí."

"..."

"Conservemos la invitación por ahora."

Sovieshu cerró los ojos de nuevo después de indicarle que podía retirarse. Sin embargo, el Marqués Karl sólo tomó la carta arrugada y dudó en salir.

Sovieshu abrió los ojos y lo miró.

¿Qué le sucede?

Cuando sus ojos se encontraron con los de Sovieshu, el Marqués Karl expresó cuidadosamente,

"Su Majestad, quisiera comentarle algo a propósito de la donación de la Emperatriz."

"¿Navier?"

"... Rashta."

"Ah. Rashta."

Sovieshu frunció el ceño.

"Rashta, ¿qué sucedió?"

"Ella dijo en la recepción de boda que donaría 20 millones de krangs, ¿cierto?"

"Sí, así es."

"¿Es posible esa cantidad?"

"Ya confirmé esa parte con el Barón Lant. Es un pagaré imperial."

"¿Pagaré Imperial?"

El Marqués Karl preguntó desconcertado, y Sovieshu respondió como si fuera normal.

"Debe tratarse de dinero dejado por Navier."

"¿La Reina Navier?"

Los ojos del Marqués Karl se abrieron completamente, conmocionado.

¡Entonces la Emperatriz Rashta actuó como una persona bondadosa con el dinero de la Reina Navier!

"Si eso es cierto, ¿no tendría que recuperarlo, Su Majestad?"

Pero Sovieshu respondió con calma.

"Ya está hecho. De todas formas, no habrá ningún problema a menos que yo lo reporte. Olvidémoslo."

"Pero..."

"Eso también contribuirá a mejorar la imagen de Rashta."

¿Eso estaría bien? El Marqués Karl estaba preocupado.

No por este asunto, sino por Sovieshu.

Aunque parecía extraña a Navier, seguía protegiendo a Rashta.

¿Y si sus acciones actuales lo conducen a un arrepentimiento mayor en el futuro? Eso era lo que realmente le preocupaba.

***

Mientras tanto, Rashta ahora estaba saboreando la mayor felicidad.

Ella miró lentamente alrededor del Palacio del Oeste, sintiéndose orgullosa.

Elegantes escaleras arqueadas, habitaciones para sus guardias, un amplio vestíbulo, un espléndido salón y un magnífico dormitorio...

Todo esto era suyo.

En el palacio imperial, este edificio era exclusivamente para la emperatriz.

Aquí tendría a su hijo y viviría cómodamente. Después de mucho tiempo, ese niño ascendería al trono.

Cuando su hijo se convirtiera en el nuevo emperador, ella sería la madre del emperador.

¡Ella daría a luz y criaría al gobernante de este vasto imperio!

Rashta se estremeció mientras estaba de pie en la ventana, abrumada por sus emociones.

Subió desde el fondo por sí misma. Era diferente de aquellos que tuvieron la suerte de nacer en familias ricas y poderosas.

Ellos seguían perezosamente un camino trazado durante toda su vida, pero ella no.

Salió del precipicio y subió el terreno escarpado hasta llegar a la cima.

Rashta sonrió.

Ahora era la Emperatriz, todo había terminado.

Fue su victoria, el final feliz.

¿Una emperatriz para los plebeyos? Nunca quiso ser tal cosa en primer lugar.

¿Qué hacían los plebeyos por sí mismos? Ella odiaba a los nobles, pero también odiaba a los plebeyos.

Si tuviera que elegir alguno... elegiría a los esclavos.

'¡Ahora todo depende de mí!' El poder de la Emperatriz es inmenso. 

Rashta presionó su puño contra su pecho. De lo contrario, sentía que su corazón se saldría de inmediato.

La escena de la recepción de boda.

Sólo pensar en ese momento le puso la piel de gallina.

Los gritos de alegría de los nobles...

"Todos aman a Rashta."

Una vez que se extendieran los rumores de que había donado 20 millones de krangs, su popularidad aumentaría aún más.

Le depararía un futuro rodeado de flores, seda y joyas.

Rashta se dio la vuelta, complacida. Sin embargo, su única dama de compañía, la Vizcondesa Verdi, no tenía una expresión de alegría,

"¿Qué ocurre?"

Rashta se acercó a ella en silencio, y le preguntó,

"¿Por qué no sonríes?"

La Vizcondesa Verdi respondió desconcertada, "¿Perdón?"

Rashta la miró detenidamente, inclinando un poco la cabeza.

"¿Por qué no estás sonriendo? ¿Es porque no te gusta que Rashta esté aquí?"

La Vizcondesa Verdi se sorprendió y rápidamente lo negó,

"No, por supuesto que no."

"¿Es porque recuerdas a la emperatriz depuesta? ¿Venir aquí hizo que la extrañaras?"

"No, en absoluto."

La Vizcondesa lo negó apresuradamente. Rashta la miró suspicazmente de brazos cruzados.

Cuando era una concubina, tenía que ser cautelosa con los demás. 

Una concubina no tenía poder. Incluso, legalmente no habría ningún problema si alguien la intimidara.

Sólo habían sido amables con ella por el Emperador.

Pero ahora era la emperatriz. Si alguien la molestara, estaría yendo en contra de la ley.

Ella quería probar esto lo antes posible.

"Realmente no es así, Su Majestad."

"Entonces quiero una explicación."

Rashta sonrió y levantó la barbilla de la Vizcondesa Verdi.

"¿Por qué te ves apagada en un día tan feliz?"

"¡!"

La Vizcondesa Verdi dudó, pero el estado de ánimo de Rashta era tal que si no decía la verdad, estaría en verdaderos problemas, así que finalmente confesó,

"Se supone que el salón debería estar lleno de regalos de la nobleza."

Rashta entró en pánico y respondió, "¿Qué?"

¿Regalos?

Ahora estaba en su dormitorio, pero acababa de pasar por el salón.

El salón estaba limpio y amueblado, pero no había visto ningún regalo.

Rashta fue de nuevo al salón para comprobarlo.

Como esperaba. No había ningún regalo.

"¿En serio?"

Cuando Rashta preguntó suspicazmente, la Vizcondesa Verdi respondió.

"Sólo he experimentado esto una vez en el pasado, pero estoy segura de que la mitad del salón estaba lleno de regalos cuando la Emperatriz Navier vino aquí por primera vez."

"¡!"

"Le tomó varios días revisar los regalos y escribir cartas de agradecimiento... Lo recuerdo claramente."

Rashta se congeló por completo ante las palabras de la Vizcondesa Verdi.

Sintió como si la sangre estuviera siendo drenada de su cara, volviéndose fría de repente.

¿Qué significa esto?

Durante la recepción de boda, todos los hombres quisieron bailar con ella, y todas las mujeres le hablaron amablemente.

Todos, sin importar la edad o el sexo, la elogiaron.

Pero, ¿por qué?

¿Por qué nadie envió un regalo?


Eventualmente su cara se retorció bruscamente.

La respuesta era obvia para ella.

Navier.

¿Qué hizo la emperatriz depuesta cuando estuvo en el Imperio Occidental?

Se enojó porque los ciudadanos la ignoraron y los nobles eran amables con Rashta. Es obvio que por eso esparció malos rumores sobre mí por todas partes. Además, es lo suficientemente inteligente para hacer eso.

"Es despreciable..."

Rashta murmuró, rechinando los dientes.

Al ver su reacción, la Vizcondesa Verdi dio un paso atrás desconcertada.

"Haré lo mismo."

 "¡!"

"Iré a su boda y haré lo mismo."

Un pequeño regalo apareció ante sus ojos mientras hablaba a través de sus dientes apretados. Era un regalo difícil de distinguir porque estaba sobre las suaves alfombras.

Rashta corrió rápidamente hacia allí y recogió el regalo.

Entonces juró.

No importa quién haya enviado este regalo, le ofreceré mi más sincera amistad a esta persona.

Al desenvolver el papel de regalo, encontró un anillo pequeño pero con una gran joya.

En el interior del anillo estaba escrito el nombre del Duque Elgy.