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jueves, 3 de septiembre de 2020

Dama A Reina - Capítulo 117

Capítulo 117. [Historia Alternativa] Capítulo 9. Ella Es Tu Destino




"Santo cielo. ¿Te enamoraste de ella sin siquiera saber quién era?" Wilter miró a Rothesay con lástima y este último esquivó su mirada.


"No tuve tiempo para preguntarle su nombre. Se fue de inmediato," -dijo Rothesay débilmente-.


"¿Cómo la conociste?"


"Hubo un pequeño... accidente en el camino. Ella estaba en el otro carruaje."


"Oh, esto es algo romántico." Wilter se quitó la toalla mojada que tenía en la frente y miró a Rothesay con interés. "¿No tienes alguna pista?"


"Ella tiene cabello rojo ardiente--"


"Deja de hablar así. ¿Acaso estás escribiendo una novela?"




"Cabello rojo, ojos dorados," -dijo Rothesay-.


"Lo simple es lo mejor," Wilter sonrió y luego ofreció una solución. "Escúchame, Ro. Tengo una buena idea."


"¿Cuál?"


"Pronto será el Día Nacional de la Fundación. ¿Cierto?"


"Sí."


"La mayoría de las mujeres jóvenes estará ahí. Como en cualquier fiesta social, es un buen lugar para ellas para encontrar esposo," -dijo Wilter con ojos brillantes-.


"Eso supongo," -respondió Rothesay confundido-.


"Así que, deberías ir esta vez."


"Pero no estoy seguro de que pueda encontrarme de nuevo con ella allí."


"Pero si estás encerrado en tu habitación todo el tiempo, ni siquiera tendrás oportunidad alguna de encontrarte con ella. Las posibilidades serían iguales a cero."




Wilter tenía razón. Rothesay asintió en señal de aprobación. "Ha pasado un tiempo desde que fui a una fiesta como esa."


"¿Estás fanfarroneando, mocoso?" -dijo Wilter con voz ronca-. "Si hubieras asistido más regularmente a fiestas, puede que la hubieras conocido antes."


"Quizás," -dijo Rothesay con voz apagada-. "Ella estará allí, ¿cierto?"


"Sí. A menos de que ella sea más recluida que tú," -se burló Wilter-. "Algo más preocupante: ¿qué tal si ella ya está comprometida con alguien? O quizás sea una mujer casada."


"Hmm..." -tarareó Rothesay-. Wilter hizo esa pregunta sin darle mucha importancia, pero Rothesay estaba verdaderamente preocupado por eso.


Wilter fue sorprendido por la seriedad inesperada de su amigo. "¿Por qué das eso por hecho ahora? No conoces nada acerca de ella."


"Tienes razón," -dijo Rothesay-, y luego habló con voz clara. "Voy a comenzar por el Día Nacional de la Fundación."


*


"¿Dónde está ella...?"


Rothesay no había asistido a una fiesta en un largo tiempo, por ende, todo le parecía extraño y desconocido, incluso aunque había asistido a unas cuantas antes. Ahora que el poder Imperial había cambiado de manos, puede que el estilo de las fiestas también haya cambiado. A la última que había asistido fue a la de la coronación de Lucio.


Wilter golpeó a su amigo en el costado. "¡Deja de mirar a todas partes! Pareces bizco."


"Cállate," -dijo Rothesay sin rodeos-.


"¿Cómo vas a encontrarla entre esta multitud? ¡Es más fácil encontrar un oasis en el desierto!"


¡O encontrar una aguja en la playa!


Rothesay dejó a su amigo con su constante mar de quejas y se movió hacía el otro lado de la fiesta solo. Pensó que podría encontrarla, no, él se aseguraría que la encontrara. Ella tenía una apariencia que destacaba.


Especialmente su cabello. Rothesay recordaba con claridad su cabello rojo. Era algo que podía ser visto desde lejos. Así que, solo tenía que buscar un poco más. Solo un poco más...


"¡Ah!"


Alguien cayó al piso con un grito. Al mismo tiempo, Rothesay sintió que algo impactaba con su cuerpo y tropezó hacía atrás. Sorprendido, miró hacía la persona con la que había chocado.


'¿Huh...?'


Alguien que lucía familiar, no, alguien que Rothesay realmente quería ver estaba en el suelo.  Ella probablemente había estado sosteniendo un cóctel, ya que algunas partes de su vestido se veían mojadas y oscurecidas, pero por fortuna su copa no se había roto.


"Urgh..." -murmuró ella irritada mientras miraba el desastre-.


Si el destino existía, entonces esto era obra de él.


"¿Está bien, mi señora?" -dijo Rothesay con voz temblorosa-.


La mujer lo escuchó y naturalmente levantó la cabeza, y Rothesay sintió que su corazón latía con suma fuerza.


"¡Oh!" -exclamó ella después de reconocerlo-. "¡El carruaje de ese entonces! ¿Cierto?"


Ella me recordaba.


Rothesay sonrió, pero no dijo lo que pensaba en voz alta.


"Tome mi mano, por favor, mi señora," -dijo Rothesay con voz amable-, y le ofreció su mano.


"Ah... Sí."


La mujer tomó su mano y se levantó. Quizás no pesaba mucho, pero Rothesay no sintió mucha fuerza venir de parte de su mano. '¿Por qué está tan delgada?' -se quejó Rothesay en su mente-.


"Me disculpo, mi señora. Debería haber sido más cuidadoso, pero en lugar de eso le causé un inconveniente," -dijo Rothesay suavemente-.


"Oh, no, buen señor. Yo también debí haber estado más atenta de mis alrededores. Ahora entonces..."


¡No! Rothesay gritó en su mente. Ella trataba de irse de nuevo. Si la dejaba ir ahora, él sería el idiota más grande del mundo. No podía dejarla ir esta vez. Al menos... al menos ella tenía que saber cuál era su nombre. Rothesay rápidamente le agarró el brazo.


"Espere, por favor."


¡Bien hecho, Ro! Mientras Rothesay admiraba su propio coraje, la mujer se quedó mirándolo con una expresión indescifrable. Rothesay le habló con una sonrisa gentil.


"Creo que esto estuvo destinado a pasar."


"..."


"¿No hay un dicho que dice que incluso el pasar al lado de alguien es considerado parte del destino?" Rothesay decidió presentarse a sí mismo con voz temblorosa. "Soy Rothesay Aile Le Braddington."


"Yo soy... Petronilla Laura Le Grochester."


Petronilla.


Incluso su nombre era hermoso. Pero Grochester, ¿dónde había escuchado ese apellido antes...? Rothesay le dio vueltas a ese nombre en su cabeza una y otra vez, y se sorprendió al darse cuenta de que ella era la hermana gemela de la reina. Era también la hija de un marqués.


Petronilla, quien había terminado de presentarse, comenzó a alejarse. Rothesay se sorprendió tanto que olvidó sus modales y la agarró de nuevo.


"Discúlpeme, mi señora."


"..."


La había agarrado, pero no tenía otra opción. ¿Qué hago? ¿Qué debería decir? Rothesay sacudió a su cerebro en busca de una excusa apropiada. Entonces, su vestido mojado llamó su atención.


"Su vestido está manchado..." -señaló-.


"..."


"Me sentiría culpable si la dejo irse así."


"No, no hay problema. Estoy bien..."


"Pero yo no," -insistió Rothesay-.


"Estoy bien," -repitió ella-.


"Eres bastante testaruda, señorita."


"Sí, supongo que ese es el caso."


"No soy una persona sospechosa..."


"Nunca he dicho que lo fueras, señor."


"Entonces, ¿por qué sigue evitándome? Estoy actuando de esta forma porque me siento verdaderamente arrepentido, mi señora."


"Está bien, señor. Entonces, ¿qué es exactamente lo que a usted le gustaría hacer por mí? Estoy bastante curiosa al respecto."


Las palabras de Petronilla hicieron que la sonrisa de Rothesay se volviera más brillante. ¡Lo hice! ¡Creé una conexión!


"Por ahora, permítame compensarle por su vestido," -dijo Rothesay-, tratando de esconder la emoción en su voz.


"... Es un color oscuro, así que, creo que será..." Petronilla se detuvo. "Sí, entonces envíelo al Marqués Grochester, por favor."


"Tengo una petición más."


"¿Y cuál es?"


Rothesay se arrodilló frente a Petronilla. El campo de visión de Rothesay bajó y miró a Petronilla hacía arriba por primera vez.


"¿Me permitiría un baile, mi señora?" -preguntó-.


"... ¿Disculpe?"


Rothesay supo inmediatamente que Petronilla estaba desconcertada. Sin embargo, sus sentimientos por ella eran más importantes que su vergüenza. Rothesay repitió su pregunta.


"Le pregunté si podría permitirme un baile, mi señora."


"Yo..." Petronilla dudó en responder, mientras Rothesay esperaba pacientemente por ella. Esperar era su especialidad. Lo importante era como ella respondería. Mientras la respuesta fuera "Sí", entonces él podría esperar cientos o incluso miles de años.


"Yo... no tengo interés en eso."


Así que, era una negativa. Pero Rothesay no se rindió. Si lo hacía, entonces todo, su primer amor, el choque, todo, habría acabado.


"¿Podría darme solo una oportunidad?" -rogó Rothesay-.


La Condesa Braddington ciertamente se sorprendería si lo viera hora, y se preguntaría si él de verdad era su hijo. Mientras tanto, Petronilla parecía sorprendida por su tenacidad.


"¿No puede darme una oportunidad?"


"¿Por qué está actuando así conmigo?"


"Yo..." La cara de Rothesay enrojeció ligeramente. "Creo que me he enamorado de usted, mi señora," -confesó-.


La situación no estaba yendo acorde a lo planeado. La cara de la mujer se tornó rígida ante sus palabras. Ante su reacción, Rothesay trató de pensar en cuantos errores había cometido durante su conversación, pero no hubo nada inusual a parte de su confesión. La ansiedad de Rothesay aumentó.


"¿Usted... está enamorado de mí?" -preguntó Petronilla-.


"Sí."


"¿De mí?"


"Sí."


"¿Por qué? ¿Lo ha olvidado, señor? Solo nos hemos visto dos veces, incluyendo hoy. Además de eso, nuestro primer encuentro solo duró un momento."


"El tiempo no importa cuando se trata de amor. Lo que importa es el destino y el corazón. ¿No lo cree?"


"Lamento informarle de que yo no creo en esa clase de cosas..."


"Pero yo me enamoré de usted a primera vista, mi señora," -declaró Rothesay-.


"¿Qué? ¿Cómo es posible...?"


"Parece que usted no cree en el amor a primera vista, mi señora."


"Me siento más inclinada a creer que es algo ridículo."


"He sido testigo de ello. Así fue como mis padres contrajeron matrimonio."


"Me disculpo sinceramente, pero no me gustan esas cosas," -dijo Petronilla con firmeza-. "Preferiría ir conociendo a alguien por un largo periodo de tiempo para poder aprender acerca de su corazón y mente..."


"Oh, querida," -murmuró Rothesay avergonzado-. Había un problema diferente. Rothesay se disculpó con ella, culpándose a sí mismo por su estupidez. "Fue desconsiderado de mi parte el no haber considerado lo que usted pensaba. Me disculpo."


"No, no tienes que ir tan lejos como para disculparte..."


"Si ese es el caso," Rothesay continuó con una dulce sonrisa, "¿Estaría dispuesta a ir conociéndome por 'un largo periodo de tiempo'?"


"Yo, ¿qué es todo esto tan de repen-?" -balbuceó Petronilla-.


"Me gustaría cortejarla formalmente, mi señora."


"..."


Todo esto pasó exactamente hace menos de una hora desde su encuentro, pero a Rothesay no le importó. Se había enamorado profundamente de ella. Incluso él estaba aterrorizado por la cantidad tan corta de tiempo en la que había pasado. Sin embargo, eso no le importaba. Su palpitante corazón claramente le estaba diciendo:


Ella es tu destino. Así que, aférrate a ella.


"Lo siento, señor, pero usted no me gusta de la misma forma."


Al final, todo lo que Rothesay había conseguido de regreso fue una negativa. Sin embargo, no se dejó a sí mismo el sentirse decepcionado. Era un hecho. Ella lo había visto por segunda vez hoy, y habían hablado por menos de una hora. Esa era suficiente razón para rendirse.


La voz de Rothesay se volvió suplicante. "Le pido que nos des una oportunidad para conocernos mejor el uno al otro."


"No entiendo por qué está siendo tan molestamente persistente, pero específicamente le dije que no estoy interesada en usted," -dijo Petronilla cortante-.


"... Es porque la amo," -dijo Rothesay sin aliento-.


"¿Disculpe?"


"Me enamoré de usted en el instante en el que mis ojos se posaron en usted."


"..."


"Y yo no tomo los asuntos del corazón a la ligera." La marca de Rothesay, una dulce sonrisa apareció en su cara. "Por lo tanto, mi señora, por favor..."


"..."


"¿Podría dejarme al menos tener un baile con usted?"


"..."


"Se lo ruego, mi señora."


"... Haah."


Petronilla suspiró, y Rothesay estaba asustado de que una negativa saliera de sus labios. Sin embargo, afortunadamente ella parecía simpatizar con él y le dio una respuesta inesperada.


"Muy bien. Pero solo por una canción."


Al escuchar esa respuesta, la cara de Rothesay mostró una gran sonrisa, como si le acabaran de decir que le regalaban el mundo entero.


"Muchas gracias, mi señora."