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jueves, 3 de septiembre de 2020

Dama A Reina - Capítulo 116

Capítulo 116. [Historia Alternativa] Capítulo 8. Pero Ella De Verdad Era Hermosa




[Historia Alternativa 2] La Rosa Violeta


"¿No te vas a casar?"


Estaba soleado cuando la Condesa Braddington le hizo esta pregunta a su hijo. Rothesay Aile Le Braddington movió su cabello marrón a un lado y respondió.


"No planeo casarme, Madre."


"¡Oh, Dios!" -exclamó la Condesa Braddington-, y colocó su taza de té en la mesa con indignación. "¿Por qué?" -preguntó la condesa sin poder comprender la actitud de su hijo-.


"Solo no me voy a casar."


"¡Eso es absurdo! ¿De verdad planeas acabar con nuestro árbol familiar?"




"Puedo adoptar o también podríamos colocar a alguien de algunas de las ramas de la familia como el nuevo líder."


"Dios," -dijo la Condesa Braddington con incredulidad-. "¿Por qué?"


"No tengo ninguna intención de contraer matrimonio."


"No, ¿por qué?"


¿Por qué? Esa fue la única cosa que salió de la boca de la Condesa Braddington. Ella no podía entender a su hijo en lo absoluto. Estaba declarando que envejecería y moriría habiendo estado soltero toda su vida.


¿Debería dejarlo llevar a una chica a su habitación? No puedes ser, ¿acaso mi hijo es...? ¿Cómo es que se llama? No lo es, ¿verdad? 


Al mismo tiempo que la imaginación de la condesa corría salvaje, Rothesay detuvo esos pensamientos con calma.


"Estoy sano, madre."


"Ehem..." La condesa tosió con incomodidad y luego habló con calma. "Entonces, ¿cuál es la razón exacta por la cual no quieres casarte?"


La Condesa Braddington estaba verdaderamente curiosa acerca de las razones de su hijo. Nunca le había mostrado una mala representación del matrimonio. Además de eso, la relación de ella y su esposo era vista como un modelo a seguir para las otras parejas de la capital. Para ponerlo simple, el Conde y la Condesa Braddington eran unos embarazosos pajaritos enamorados.




'¿Los niños de padres con un matrimonio feliz también quieren contraer matrimonio? ¿Acaso somos tan felices que causó la reacción opuesta?'


"Di algo, Ro. ¿Te hicimos algo malo? ¿Te dimos una mala impresión del matrimonio y la vida en familia--?"


"No, Madre. No es eso." Rothesay agitó su cabeza y dijo la verdad educadamente. "Cuando veía a mis padres actuar tan afectuosamente, siempre me sentí celoso. Pensé que ambos eran increíbles y realmente los respeto. Pero no me siento lo suficientemente confiado como para vivir como ustedes dos. No tengo la confianza para ser lo suficientemente devoto con mi esposa."


"..."


"Mi persona es lo más importante que tengo. También disfruto más el estar solo."


"Oh..."


La Condesa Braddington se quedó sin palabras por un momento. No sabía que decir ante tal respuesta. Su hijo le había dicho que no quería contraer matrimonio porque no quería ser egoísta y ser una carga al no poder cumplir un estándar. ¿Qué más podía decir? Ella no podía pedirle que se casara cuando haría que su futura esposa sea infeliz.


Después de reflexionarlo por un momento, la Condesa Braddington dijo algo que ella pensó que podría ser útil. "Entiendo lo que tratas de decir, cariño. Tu padre era como tú."


"... ¿Disculpa?"


"Escuché que tu padre fue reacio a contraer matrimonio por una razón parecida. Pero míralo ahora. ¿Cómo vive?"


"Eso es porque..."


Está viviendo felizmente con Madre.


Rothesay se quedó sin palabras por primera vez y la Condesa Braddington asintió con una sonrisa gentil.


"No te estoy presionando. Solo espero que no sigas pensando que no calificas para contraer matrimonio. Yo creo firmemente que tú mereces tener una buena familia más que cualquier otro."


"Para ser honesto, no estoy seguro de que pueda hacerlo tan bien como Madre y Padre."


"Todo el mundo tiene miedo antes de comenzar. Y..." La condesa respiró por un momento y luego continuó. "La mitad de los temores que tienes antes de comenzar están solo en tu cabeza."


"..."


"¿No deberías intentarlo al menos una vez primero? ¿Por qué no empiezas yendo a reuniones sociales?"


Siempre terminaba de esta forma. Era muy persistente. Rothesay sonrió con cansancio. La Condesa Braddington miró a su hijo y suspiró brevemente antes de cambiar de tema.


"Hablemos sobre eso después... De todas formas, deberías ir a la residencia del Conde Rasels."


"¿A la casa de Wilter?" -preguntó Rothesay-. El señor Wilter Rasels era uno de los pocos amigos de Rothesay. "¿Pasó algo?"


"Mientras estuviste fuera, recibí un telegrama. Decía que él estaba enfermo. ¿Por qué no vas y lo visitas?"


"Oh, Dios," -murmuró Rothesay sorprendido-. ¡Se decía que los idiotas no se enfermaban y Rothesay no podía creer que ese mocoso de Wilter no fuera un idiota después de todo!


A pesar de la broma interna de Rothesay, él estaba naturalmente preocupada por su amigo enfermo, el cual siempre poseía buena salud.


"¿Es serio?" -preguntó Rothesay-.


"Eso no fue especificado en la carta. ¿Pero no sería mejor ir y averiguarlo?" -sugirió la Condesa Braddington-.


"Eso debería hacer. Tengo que apresurarme."


"Sí. Adelante. Wilter tampoco tiene muchos amigos al igual que tú. Puede que ya esté esperando por ti."


"Ja, ja. Quizás. Volveré, madre." Rothesay tomó su abrigo con rapidez y se volvió hacía el mayordomo. "Prepare el carruaje, por favor."


*


"Vaya un poco más rápido, por favor."


Había algo de nerviosismo en la voz de Rothesay cuando habló. Era verdad que estaba preocupado. ¿Estaba su amigo enfermo de verdad?


Rothesay trató de controlar sus pensamientos con una mirada seria en su cara, cuando repentinamente, el carruaje dio un giro violento. Sorprendido, Rothesay trató de mantener el equilibrio agarrándose con rapidez de su asiento.


El conductor del carruaje debió haber tenido un accidente. Rothesay abrió la puerta y salió del carruaje incluso antes de que parara de sacudirse. Los dos carruajes parecían estar moviéndose sin control mientras trataban de evitar colisionar el uno con el otro. Según el lujoso exterior del otro carruaje, parecía que era el carruaje de un noble de clase alta como él.


"¡Ten cuidado! ¿Sabes quién está en ese carruaje ahora?"


"¡Oh, por favor, dije que lo sentía!"


"¿Cómo te atreves a levantar tu voz cuándo eres tú el que tiene la culpa aquí?"


La situación no se veía nada bien. Justo cuando Rothesay estuvo a punto de detener a ambos conductores, alguien salió del carruaje. Era una mujer con el pelo rojo y los ojos de un color dorado brillante.


   Lucía de una edad similar a él o quizás menor.


"Oh, mi señora. Permanezca adentro, por favor, es solo--"


"Está bien. No hay razón para pelear. ¿Está bien la persona en el interior?"


Rothesay no creía en el amor a primera vista, no, él aborrecía la idea. Pero tan pronto como sus ojos se posaron en esa mujer, quiso golpearse a sí mismo por siquiera haber pensado eso.


Rothesay se preguntaba si esto era a lo que la gente se refería cuándo decían "amor a primera vista."


Solo dos pensamientos ocupaban la mente de Rothesay.


El primero, que ella era increíblemente hermosa. El segundo, que él quería hablar con ella.


Era simplemente natural que lo hiciera.


"Lo siento, mi señora. Creo que mi conductor cometió un error."


"Para nada, mi señor. Estoy bien."


Ellos no se conocían, pero eso no era culpa de la mujer.


Rothesay odiaba muchísimo las reuniones sociales, tanto que apenas asistía a ellas. Incluso una persona que acostumbraba a asistir regularmente a reuniones sociales encontraría difícil en conocer a Rothesay.


"¿Está herido en alguna parte?" -preguntó ella cortésmente-.


Rothesay estaba emocionado de que la mujer le había hablado y él respondió sin ningún tipo de expectativa en la mente.


"Estoy bien. ¿Y usted?"


"Oh, sí, yo también estoy bien..."


Eso era un alivio. Rothesay trató de pensar en algo para alagar su conversación, pero la mujer habló primero.


"Eso es un alivio. Entonces, seguiré mi camino. Buen día."


¡No! Rothesay gritó en el interior de su mente. No podía simplemente dejar que la mujer se fuera. Rothesay reunió coraje y la llamó.


"E-espere un momento, mi señora."


Pero la mujer parecía no haberlo escuchado y entró en el carruaje. Pronto, el carruaje de la mujer se fue y Rothesay se quedó de pie aturdido.


Oh, Dios mío... ¡No puedo creer que haya perdido esa oportunidad de esta forma!  Mientras Rothesay se castigaba a sí mismo, el conductor le habló.


"Maestro Rothesay, si esperamos más tiempo aquí, el sol se pondrá. Debemos irnos ahora."


"..."


Rothesay comenzó a caminar con decepción. La mujer pelirroja que había conocido antes todavía seguía en su mente.


*


"No creo que estés tan enfermo," -dijo Rothesay rotundamente mientras miraba a Wilter tirado en la cama-. Wilter se sentó luciendo indignado ante la acusación.


"¡Enfermo! ¡Estoy enfermo!" -insistió-.


"Lo entiendo. Solo quédate callado. No luces para nada como alguien enfermo."


"Rayos..." Wilter resopló y se acostó de nuevo en su cama, entonces jaló la manta hasta la parte superior de su cuello. Rothesay suponía que él solo tenía un ligero resfriado.


"Madre lo hizo ver como si fuera algo bastante serio, así que, vine solo por si acaso. ¿Era solo un resfriado?"


"Alguien podría morir de un resfriado, Ro," -murmuró Wilter-.


"Los idiotas no se enferman, Wil."


"¿Acaso quieres morir?"


"Por lo que estoy viendo, creo que tú vas a morir primero," -dijo Rothesay riendo-. Wilter miró a su sonriente amigo y luego habló con voz rota.


"Estoy extremadamente aburrido después de haber estado acostado todo el día. ¿No tienes nada divertido que contarme?"


"Hmm..." -tarareó Rothesay-. Pensó con fuerza y pronto recordó algo, la mujer que había visto en el camino anteriormente.


"Vi a una mujer," -dijo casualmente-.


"¿Una mujer?" -dijo Wilter ligeramente sorprendido-. Ese era un tema inesperado. Rothesay y las mujeres no se llevaban bien normalmente. A diferencia de Wilter, quien siempre estaba en una relación, Rothesay no se volvía cercano con las mujeres. Wilter, por supuesto, no podía entenderlo. Por ende, el que Rothesay hablara de una mujer era algo increíblemente raro.


"¿Era linda?" -dijo Wilter de forma sugerente-.


"... Qué vulgar," -dijo Rothesay con un chasquido de lengua-, pero respondió inmediatamente. "Ella era realmente hermosa. Parecía una diosa del sol."


"... Estuve a punto de vomitar," -bromeó Wilter-.


"Pero ella era de verdad hermosa."


"... Quien tiene que ir al hospital no soy yo, sino tú, Ro."


"Yo soy normal. Ella era inusualmente hermosa."


"¿Quién es esta mujer que te puso de esta forma? ¿Existe una señorita tan hermosa en la capital?" -se preguntó Wilter-.


"La vi por primera vez hoy," -respondió Rothesay-.


"Eso es obvio. Porque nunca asistes a las reuniones sociales. ¡Es por eso que siempre te invito a que vengas a fiestas conmigo!" Las palabras Wilter eran ciertas. "Así que, ¿quién es ella?"


"..."


El problema más grande de Rothesay era que no sabía quién era.