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jueves, 3 de septiembre de 2020

Dama A Reina - Capítulo 114

Capítulo 114. [Historia Alternativa] Capítulo 6. Estoy Embarazada De Tu Hijo




Rosemond se escabulló al Palacio de la Reina a través de un pasaje secreto que solo ella conocía. Fue diseñado para ser usado en emergencias y, por ende, era imposible el tener guardias cuidando. Rosemond dejó a Glara atrás y se apresuró hacía el Palacio Central por su cuenta. Tenía que apresurarse.


"Su Majestad..."


La líder de las damas de compañía del Palacio Central estuvo muy sorprendida de ver a Rosemond aparecer de repente con el pelo suelto sobre su cara. La dama de compañía miró a la mujer con estupefacción, pero Rosemond ignoró su mirada desconcertada.


"Su Majestad... ¿Su Majestad está adentro?" -dijo Rosemond entre jadeos-.


"... Sí, lo está," -respondió la dama de compañía-.


"Entonces, ¿por qué aún no has abierto la puerta?" -dijo Rosemond bruscamente-.


¿Piensa qué todavía es la Emperatriz? Está a punto de ser destronada,




-se quejó internamente la líder de las damas de compañía, pero sin dejar que su cara lo demostrara. "... Entre, por favor."


Tan pronto como la puerta se abrió, Rosemond corrió hacia el interior.


"Su Majestad."


"..."


Solo entonces Lucio levantó la cabeza. La pareja hizo contacto visual.


"Su Majestad," -repitió Rosemond suplicante-.


"Te escuchó. No estoy sordo."


"Su Majestad, sálveme, por favor."


"..."


Lucio miró a Rosemond con una expresión complicada. "¿Hay algo más que quieras decirme?"




"¿A qué se refiere?" -preguntó Rosemond-.


"Acerca de Petronilla," -dijo Lucio cortante-.


"Pensé que lo habías aprobado," -respondió Rosemond con confianza-. "Me prometiste hacerme emperatriz. Te creí con todas mis fuerzas... y aquí estoy, haciéndome cada vez más vieja. ¿Cómo no podría estar preocupada?"


Rosemond continuó con una fría sonrisa. "Pensé que me entendías y todavía lo creo. ¿O me equivoco?"


"Te envenenaste a ti misma y pretendiste que habías tenido un aborto de un bebé que nunca tuviste. Luego, culpaste a Petronilla. Rose, no quería ese tipo de violencia. Si la anterior reina hubiera fallado en dar a luz a un príncipe heredero, pero antes de eso hiciste... Eso pudo haber sido manejado más pacíficamente."


"... Lo siento, Su Majestad. No soy lo suficientemente paciente como para esperar por eso."


Los ojos ligeramente rojos de Lucio llamaron la atención de Rosemond. ¿Qué era lo que estaba pensando justo ahora? ¿Estaba decepcionado de ella? ¿Cómo se atreve a pensar eso?


"De todas formas, eso ya pasó," -dijo Rosemond para ponerle fin al tema-.


"... Sí," -dijo Lucio suspirando-. "Pero la situación actual no es tan buena como crees. Cuando alguien es destronado en el Imperio, la consecuencia natural es la muerte. Rose, ¿no pensaste acerca de las consecuencias que tu plan tendría si era descubierto?"


"No. Todo estaba yendo perfecto. Es solo que... las cosas comenzaron a ir mal repentinamente." Rosemond abrazó a Lucio y le susurró al oído: "Pero no importa." Como siempre, Lucio no pudo resistirse a ella. La voz seductora de Rosemond hizo estremecer a Lucio. "Ayúdeme, por favor, Su Majestad. Solo usted puede ayudarme."


"El Emperador no puede hacer todo lo que se le antoje, Rose. Tú sabes eso."


"Es algo que no te hará daño. No te preocupes." Rosemond continuó con una sonrisa. "Nadie puede ejecutar a una mujer que esté embarazada de un descendiente Imperial."


"¿Estás...?"


"Tienes la idea correcta."


Rosemond dejó caer el vestido que llevaba puesto. En un momento, el cuerpo desnudo de Rosemond estaba justo enfrente de Lucio.


"Deme su semilla, por favor, Su Majestad."


*


Unos días después, Rosemond vació el Palacio de la Reina. Era exactamente un mes antes del banquete de cumpleaños de Lucio. Dado que no tenía ningún familiar, Rosemond solo se llevó a Glara consigo y se mudó al Castillo Phelps, el cual le fue otorgado por el Emperador.


Aunque Lucio trató de mantener a todos callados, la gente ya había descubierto toda la historia. Rosemond tuvo que soportar una cantidad inmensa de insultos mientras iba de camino al Castillo Phelps en su carruaje.


"¡Bruja! ¡La inocente reina murió por tu culpa!"


"No puedo creer que hayas hecho algo tan nauseabundo. ¡Serás castigada por los cielos!"


"¡La anterior reina te castigará!"


Mientras Rosemond escuchaba el ocasional grito, no puedo evitar, pero explotar de la risa. ¿Quién hubiera pensado que se volverían contra ella tan rápido? Ellos debieron haber dicho las mismas cosas sobre la anterior reina hace solo unos meses solo por las noticias que habían escuchado. Ni siquiera pensaron en investigar los detalles.


¡Tontos! Rosemond se rio para ella misma y puso las manos sobre su regazo.


'Tendré que esperar al menos un mes para confirmar que estoy embarazada.'


Hasta entonces, tenía que protegerse ella misma y cuidar de un feto que puede que ni siquiera exista. Rosemond acarició su estómago subconscientemente. Nunca pasó, pero Rosemond sintió que su bebé ya estaba dando patadas en su vientre.


"Su Majestad, no puedo creer que esté aquí. ¿Cómo puede ser esto...?" -dijo Glara entre lágrimas-.


Rosemond llegó al Palacio Phelps con un número mínimo de damas de compañía. El usual carácter controlado de Glara se había evaporado y estaba llorando a mares. Rosemond no pudo soportar el sonido de su llanto y respondió con una llamativa respuesta.


"Deja de llorar, Glara. ¡Odio ese sonido! ¿Crees qué no quiero llorar ahora mismo?" Rosemond acarició su estómago de nuevo sin razón alguna. "Nadie puede poner un dedo sobre mí, si logró quedar embarazada. ¡Las leyes imperiales estipulan que una mujer que esté embarazada de un descendiente Imperial deberá ser perdonada de cualquier delito que haya cometido sin importar su gravedad! Todo lo que tenemos que hacer es esperar un poco, Glara."


"Sí, Su Majestad. ¿Qué tan genial sería si todo sigue el plan?"


"Si lo entiendes, entonces dile al chef que prepare algo de comer. Estoy hambrienta después de haber viajado sin descanso desde Kadye hasta el Palacio Phelps."


"Sí, Su Majestad."


Glara hizo lo que Rosemond le había pedido y, después de un rato, trajo unos coloridos y deliciosos platos de comida. La cara de Rosemond se iluminó por primera vez mientras colocaban los platos enfrente de ella.


"Tantas opciones. ¿Qué es esto?"


"La mayoría de la comida son diversos tipos de mariscos de su agrado. Le pedí específicamente al chef que los hiciera para que se sintiera mejor," -explicó Glara-.


"Qué loable." Sonriendo, Rosemond levantó con cuidado la tapa de uno de los platos de plata que estaban al frente de la mesa. Pero antes de que el platillo fuera completamente revelado, Rosemond hizo un sonido de disgusto y dejó caer la tapa. Su cara se tornó pálida por las náuseas.


"¡Umph!"


"¡Su Majestad!" Sorprendida, Glara se aproximó con rapidez a Rosemond y la examinó. "¿Qué pasa, Su Majestad? ¡Su Majestad!"


"El olor... de la comida." Rosemond forzó a cada palabra a salir de su boca. "Muy desagradable... ¿De verdad hicieron eso con mariscos?"


"Sí. Por supuesto," -dijo Glara desesperada-. "Es su platillo de pulpo favorito. ¿Huele mal?"


"Eso es extraño... No hay forma de que odie un platillo de pulpo... ¡Ah!"


En ese momento, los ojos de Rosemond destellaron.  "No puede ser... No puede ser..."


"¿Disculpe? Su Majestad, ¿Qué pas?-¡ah!"


La cara de Glara se iluminó cuando se dio cuenta de lo que Rosemond estaba pensando.


Rosemond estalló en una risa alegre.


*


Incluso después del destronamiento de Rosemond, Lucio no colocó a una reina y dejó la posición vacía. La gente murmuraba que él debía de estar conmocionado debido a todo lo que había pasado. Para aquellos que habían participado en la rebelión, no importaba mucho, ya que querían que el Emperador permaneciera callado por un tiempo.


Dos semanas después, se le puso fecha a la ejecución de Rosemond.


"¿Su Majestad el Emperador no ha vuelto a sus sentidos desde que la reina fue destronada?" -preguntó Lauren-.


El Duque Witherford levantó su cabeza con una expresión sin emociones ante las palabras de su hija. Los dos estaban viajando en carruaje hacía la plaza Gervianen en Kadye para ver la ejecución.


"Esta ya es su segunda reina. Además, Su Majestad la amaba mucho, así que, es de esperar."


Lauren gruñó internamente. Ella no pensaba que ya fuera un hecho asegurado. Francamente, pensaba que el comportamiento del Emperador era estúpido. Solo mira lo que le pasó como resultado de no haber escogido una esposa sabiamente.


El Duque Witherford miró a Lauren como si hubiera podido leer los pensamientos de su hija. "Escoger un cónyuge es algo difícil tanto para hombres como para mujeres, Lau. Es común conocer a la persona incorrecta y arruinar tu vida."


Poco tiempo después, el Duque Witherford habló de nuevo. "Oh, parece que ya hemos llegado."


El carruaje se detuvo lentamente y los dos se prepararon para salir. Cuando la puerta se abrió, el Duque Witherford salió primero y le ofreció el brazo a su hija. Además de la pareja de padre e hija, había muchas más personas reunidas en la plaza, todas las cuales, obviamente, estaba ahí para ver la muerte de Rosemond. Muchos ya estaban abucheando, incluso aunque la criminal no había llegado aún. La plaza estaba lejos de ser solemne y parecía más un mercado.


En cierto momento, una voz ligeramente temblorosa se escuchó. "Traigan a la reina."


Un momento después, Rosemond, quien era acompañada por soldados a ambos lados, apareció en la plaza. Su presencia en la ya ruidosa plaza hizo que los gritos incrementaran en fuerza y volumen.


"¡La bruja!  ¡La bruja está aquí!"


"¡Mátenla! ¡Mátenla!"


"¡Ella mató a la inocente reina anterior!"


Rosemond lucía sorprendentemente tranquila incluso después de haber escuchados esos insultos. Se mantenía totalmente confiada, como si no hubiera hecho nada malo.


Lucio se quemaba por dentro en agonía mientras la miraba. No importaba lo que hubiera hecho, ella había sido una vez la mujer que había amado sinceramente.


Lucio abrió lentamente y comenzó a enumerar los cargos.


"Rosemond Mary la Phelps armó un complot y acusó a la anterior reina Petronilla Laura Le Grochester de asesinato. Tal conducta es extremadamente inmoral la cual no es apta para la posición de Madre del Imperio y es un peligro para el Emperador y para los demás miembros de la Familia Imperial de Mavinous. Por lo tanto, Yo, Lucio Carrick George de Mavinous..."


Lucio terminó su oración con voz temblorosa.


"... La sentencio a la pena de muerte en nombre del Emperador."


"Su Majestad."


Fue en ese momento que Rosemond llamó a Lucio con una elegante sonrisa. Lucio la miró con los ojos enrojecidos. Incluso cuando la muerte estaba próxima, su amante no mostraba rastro alguno de miedo o terror.


"No puede ejecutarme," -declaró Rosemond-.


Ante esas palabras, la plaza volvió a caer en el caos y las preguntas de "¿De qué está hablando?" llenaron cada una de las bocas presentes.


El Duque Witherford respondió en lugar de Lucio.  "¿A qué se refiere?"


Rosemond permaneció segura de sí misma. "Es exactamente como dije, señor. Nadie en este imperio puede hacerme daño. En mi vientre, un feto con la sangre de la Familia Imperial de Mavinous está creciendo."


"¡Imposible!" -gritó la multitud-.


Lucio se quedó mirando con una expresión seca y muchos gritos surgieron de todas partes. Los nobles alrededor de Lucio lucían nerviosos.


"¿Puede probarlo?" -dijo un noble-. "Si tu afirmación resulta ser falsa, entonces la ofensa de engañar a todo el imperio al igual que a la Familia Imperia será añadido a los cargos."


"Padecí de náuseas matutinas cuando estuve en el Castillo Phelps. No pude llamar a un doctor, así que, no pude confirmarlo..." Los ojos de Rosemond brillaban con intensidad. "Pero usted puede llamar al doctor del palacio para que me examine. ¿No sería mejor que todos escuchen los resultados ellos mismos?"


"..."


Eventualmente, el doctor del palacio fue invocado desde el Palacio Imperial y Rosemond fue examinada minuciosamente. y después de un tiempo, palabras inesperadas salieron de la boca del doctor.


"Ella no está embarazada."


Al mismo tiempo, un grito salió de la boca de Rosemond.


"¡Eso es imposible!"