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sábado, 19 de septiembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 5

Capítulo 5. Recuerdos Inolvidables


"Un poco... va a doler un poco."

Los movimientos de sus dedos finalmente se detuvieron después de algún tiempo, lo que se sintió como una eternidad para Max. Agotada, exhaló profundamente, su rígido cuerpo no pudo resistir más. Riftan tomó su ropa y empujando un brazo bajo su cintura, la levantó por encima de su cabeza.

Sus cuerpos calientes hicieron contacto. Sólo entonces se dio cuenta de que la piel de él, así como la de ella, estaba resbaladiza de sudor.

La espalda del hombre brillaba dorada con la luz tenue. De repente se le ocurrió pensar que se estaba tamizando en una herrería y vio una estatua dorada. ¿Sería ésta la visión cuando viertes el líquido hirviendo del horno sobre un cuerpo? sus pensamientos resonaron sin respuesta mientras todo su cuerpo se derretía, sintiéndose como si se hubiera ahogado en una olla de oro.

"Respira. Respira profundo."

Le susurró bruscamente al oído; algo imposible de comprender en el momento en que su espalda temblaba al entrar en contacto con el roce de su piel. En un esfuerzo inconsciente, ella abrió sus piernas y se aferró de por vida a los duros antebrazos del hombre. Entonces la parte inferior de su cuerpo se hundió pesadamente entre las piernas separadas.

El dolor sordo llegó antes de que se diera cuenta de lo que estaba pasando. Max luchó inútilmente con el miedo mientras el hombre la atrapaba debajo de él con sus labios cerrados. Ella no pudo escapar; su corazón fue aplastado contra su fuerte pecho mientras se introducía más profundamente en su cuerpo. Sólo podía llorar, arañando el antebrazo del hombre sin piedad.

"Oh, duele... duele..." se quejó.

"Es porque estás muy estrecha..."

El sudor tibio bajó de su cuello y cayó sobre su cara. Mientras ella inconscientemente doblaba su cuerpo para aliviar el dolor, él tembló débilmente y agarró firmemente su cintura con ambas manos. Mientras lo hacía, se le formaron profundas arrugas en la frente.

"Por favor... quédate tranquila..." una súplica inesperada salió de sus labios.

Pero Max fue absorbida por una inmensa agonía que le destrozaba el cuerpo.

"¡Duele... duele...!"

"No te muevas, por favor... ugh!"

Podía sentir el cuerpo del hombre temblando y por un momento, dejó de respirar. Él la abrazó por la cintura, la agarró con tanta fuerza que ella sintió que se iba a romper y empezó a moverse como si ya no pudiera soportarlo más con la llegada de una segunda ola de dolor agudo.

Cada vez que su cuerpo se movía, su propio cuerpo temblaba como un barco a la deriva en un río turbulento. Su mente se enturbiaba más y más a medida que el tiempo pasaba. ¿Qué me estás haciendo? Las sábanas que apretaba con sus manos se sentían como si estuvieran a punto de desgarrarse.

"Oh, maldición..."

Max no podía entender cuánto tiempo había pasado antes de que emitiera un grito ahogado y cayera sobre ella. Respiró con fuerza bajo su cuerpo, mientras olas de vapor caliente la abrazaban, pudo sentir como los hombros de él se movían de forma irregular. ¿Qué es lo que acaba de pasar? Una extraña sensación de derrota la golpeó, mirando el techo en blanco, con los párpados temblando.

"¿Por qué... estás llorando?"

Solo después de que él se lo preguntara fue que ella notó que lágrimas caían por sus mejillas. Intentó cubrir su cara, pero sintió su lengua correr por su rostro, a lo que ella instintivamente lo apartó, pero Riftan la tomó fuertemente para que no pudiera escapar de su agarre.

"No me evites."

La mirada intensa y oscura que transmitía hizo que se le erizara la piel de la espalda. Mientras decía esto, besaba sus sienes y pómulos humedecidos por las lágrimas.

"Ahora eres mi esposa. Te guste o no, no hay vuelta atrás."

Luego tiró de su cabello para obligarla a unir sus labios con los de él en un profundo beso. Repetidamente, ella tuvo que aceptar impotente. El tiempo pasó sin que ella lo supiera…

Esa fatídica noche, no pudo contar cuántas veces lo repitieron. Después de perder el conocimiento, se despertó pasado el mediodía. Para entonces Riftan ya se había ido a la expedición, y la niñera le dijo que el sacerdote había identificado la sangre virgen en la cama y anunció que su matrimonio había sido exitoso. Tal era el rito que debía seguirse para que el matrimonio fuese válido.

Eso fue todo lo que pasó entre ellos. Perdió su virginidad con Riftan, y él se fue a las Montañas Lexos en nombre del Duque de Croix. Max aún no asimilaba la idea de que ahora eran una pareja. Ella sintió lo mismo en ese momento cuando finalmente se encontraron después de años...