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sábado, 19 de septiembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 2

Capítulo 2. Segundo Encuentro



Para limpiar la mancha, un hombre de su familia tendría que desafiar a Riftan Calypse a un duelo. Pero su padre no tenía un hijo, y ninguno de sus parientes o caballeros en servicio podían esperar enfrentarse a él.

Después de todo, ¿quién puede luchar contra el guerrero que ha derrotado a un dragón? Eventualmente, sólo podría llevar a que el honor de la familia se viera empañado nuevamente y su padre nunca, nunca la perdonaría. Tal vez ella se enfrentará a la muerte de repente, incluso antes de que el proceso de divorcio formal se llevara a cabo. Era de su padre de quien ella hablaba...

'Así que de alguna manera...'

'¿Pero me escuchará…?'

Se mordió los labios, se sentía como si estuviera en la punta de un acantilado. Su matrimonio se hizo sólo por conveniencia del Duque de Croix y sus caballeros.

Hace tres años, cuando la noticia de que el Dragón Rojo, hibernando en Aranthal, había abierto los ojos en todo el continente, Elnuma Rubén III ordenó a sus vasallos que se alzaran en armas con una acción rigurosa.

Evidentemente, el Duque de Croix también tenía que liderar a sus caballeros en la expedición. Pero su padre le pasó el deber casando a su hija con Riftan Calypse.

Ella se estremeció al pensar en los comentarios insultantes que los invitados murmuraron el día de la boda. El caballero de bajo rango, Riftan, tuvo que ser arrastrado fuera de la ceremonia ya que no podía desobedecer la orden del Duque. La ira y la humillación que sintió eran impensables. Su expresión de autocontrol era igual de temerosa.

"Si yo fuera la mitad de hermosa que Rosetta... Tal vez se sienta mucho mejor y no piense en divorciarse de mí."

A pesar de su bajo estatus, Riftan Calypse era un hombre con rasgos impresionantes. Incluso Rosetta, que se burlaba de él por su origen, se sonrojó al ver al caballero.

Riftan podría haber disfrutado de muchas relaciones románticas con bellas damas. Un hombre así podría haber escapado de tener una esposa tartamuda. Además, su estatus ya no era un obstáculo.

"En el caso de que se case con la hija del rey... no podré hacerle cambiar de opinión aunque se lo suplique."

Sólo pasaron una noche juntos. Al día siguiente, Riftan se fue con el ejército sin decir una palabra de despedida. Incluso después de eso, no le envió ni un solo telegrama. Ella se sintió dudosa de si la había considerado su esposa.

Mientras se agarraba la cara con un estado de ánimo deprimente, una voz sombría penetró en sus oídos.

"Qué espectáculo digno de ver."

Max levantó la vista sorprendida. ¿Desde cuándo un hombre gigante ha estado parado junto a la puerta mirándola?

"Mi mujer temblando, esperando que su esposo vuelva de la muerte."

El hombre se acercó lentamente, con su sarcasmo destilando. Lo miró, olvidándose incluso de respirar. Riftan Calypse, con una túnica azul oscuro y una armadura plateada, que recordaba a un monje, parecía mucho más grande y prepotente de lo que recordaba.

"No esperaba una cálida bienvenida, pero no hay razón para temblar como si hubieras visto la plaga."

Las frías palabras finalmente hicieron entrar en razón a Max. La sangre drenó de su cara al pensar que lo había ofendido tan rápido desde su reencuentro.

"Haz regresado... a salvo."

"¿Qué te puedo decir?"

Riftan parecía demasiado cariñoso ¿Lord Calypse? Pensó que se reirían de ella. Mientras murmuraba para sí misma, sintió una mirada intensa por parte de él, no entendía por qué la miraba así.

Como si no pudiera empeorar, la cara del hombre se volvió más fría por alguna razón. La tomó fuertemente del brazo y pronunció con dureza.

"Al menos finge estar feliz de darme la bienvenida."

Ella se congeló cuando sus cuerpos se encontraron a un par de centímetros de distancia, el olor del cuero, del caballo y del sudor débil que atravesaba la punta de su nariz. Su olor masculino pasó por su mente, y un recuerdo que había estado enterrado durante tres años.

Un calor misterioso brotaba de su dura y penetrante mirada. La miró como si fuera una carne cruda y él un depredador a punto de morder su comida.

Incapaz de sostenerle la mirada, dejó caer sus ojos apresuradamente, su cara ardiendo como si estuviera bajo el implacable calor del sol.

Con su corazón latiendo más rápido cada segundo, los recuerdos de su matrimonio inundaron lentamente sus pensamientos. Su esposo estaba finalmente de vuelta en casa. ¿Cómo se ocuparía de él ahora?