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lunes, 21 de septiembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 10

Capítulo 10. La Damisela En Apuros (2)


"¡Ya lo sé! Coloquen el escudo alrededor del carruaje, ¡ahora!"

Después de dar sus órdenes, la miró y le gritó agudamente.

"¡No salgas del carruaje!"

Entonces, cerró bruscamente la puerta del carruaje sin esperar su respuesta. En ese mismo momento, un rugido ensordecedor sacudió la tierra...

Maximillian se cubrió los oídos en defensa del monstruoso sonido. Cada vez que la tierra temblaba, el carruaje se tambaleaba bajo sus pies.

En una terrible conmoción y miedo, se agachó en el suelo y no se atrevió a mirar por la ventana. Recientemente, había escuchado vagamente sobre frecuentes avistamientos de monstruos cerca de su casa, pero hace menos de una hora que salieron del castillo de su padre, así que no entendía qué estaba pasando. Max cerró los ojos con fuerza, mientras todo su cuerpo temblaba terriblemente.

"¡Haz que se detenga!"

Se tragó un sollozo. El carruaje se agitó violentamente tras el clamor de alguien. Luego le siguieron los rugidos de las bestias y los gritos de los caballeros que casi sonaban inhumanos y bárbaros a sus oídos. Abrumada por el cambio repentino de los acontecimientos, hundió su cara profundamente en su falda buscando refugio.

A su alrededor, se escuchaban también continuos sonidos apagados que parecían chocar con algo que resonaba. 

'¿Qué podría ser eso?'

Pensó de inmediato, así que vacilante, levantó la cabeza lentamente por miedo a chocar con el techo del carruaje y fue sorprendida con una visión que seguramente la perseguiría durante toda su vida— enormes ojos verdes llenos de una enorme sed de sangre que la observaban desde fuera de la ventana del carruaje.

En un acto de reflejo, gritó e intentó acercarse al otro lado. Pero era demasiado tarde...

Su pequeño cuerpo se volteó en el aire, su mundo se puso patas arriba cuando el carruaje perdió el equilibrio. Gritó a todo pulmón y lo intentó una vez más... pero no pudo.

El vehículo dio un pequeño salto en la dirección opuesta y Max fue arrojada hacia la puerta, ahora abierta de par en par. Y en poco tiempo, se encontró besando el suelo; cayendo sobre las rocas.

Ante el peligro, Max se puso terriblemente pálida, completamente aturdida por estar fuera de su refugio. Con la poca fuerza que pudo reunir, intentó volver a subir al carruaje, pero sus piernas parecían no responder, su cuerpo, abrumado por el giro de los acontecimientos, estaba débil y entumecido.

Miró a su alrededor en busca de ayuda. Pero todos estaban ocupados luchando contra los gigantes grises.

Finalmente, se arrastró de rodillas e intentó subir al carruaje por su cuenta. Pero mientras lo hacía, un ogro la vio y empezó a acercarse a la que ahora era una damisela en apuros.

Las fuertes pisadas se hacían cada vez más intensas y claras... Al darse cuenta de esto, Max gritó en voz alta, pese a que le dolía la garganta por el fuerte impacto de la caída, grito desesperadamente. Sin embargo, este grito sólo añadió combustible al fuego, pues el gigante comenzó a avanzar aun más rápido en su dirección.

Y justo antes de que el monstruo pudiera alcanzarla, un destello de luz pasó por sus ojos y el cuerpo del gigante cayó al suelo con un fuerte golpe que hizo temblar la tierra.

"¡Señora! ¡Entre ahora mismo al carruaje! ¡Hay un escudo aquí donde estará segura!" Miró hacia atrás abruptamente sobre su hombro y vio a un hombre de complexión delgada, llamándola con desespero.

"Son ogros de la montaña. No se preocupe, no le pasará nada malo a Lord Calypse. ¡Quédese dentro!"

"Oh, yo, yo... no quería salir..."

Max se quejó en pánico. La orden de Riftan de no salir del carruaje resonó en su mente. No quería ser un estorbo para los caballeros.

"¡Señora! ¡Le repito, entre! Por favor!"

Luego de esas palabras el hombre se perdió en el caos del campo de batalla. Ella quiso decirle lo que pasó, pero no era el momento de poner excusas. En cambio, se dispuso a subir al carruaje con un andar tambaleante— cuando oyó otro golpe.

Inconscientemente girando la cabeza hacia la fuente del sonido, Max vio brotar sangre como una fuente del corte de la parte superior del cuerpo de un ogro. Su estómago, que había estado tenso durante los últimos días, se retorció dolorosamente.

Trató de contener la bilis que subía por su garganta, pero sin éxito, terminó vaciando su estómago en el suelo sin ninguna vergüenza. La monstruosidad de la vista ante sus ojos le hizo vomitar en el mismo lugar donde estaba.

"¡Señora Calypse!"

El hombre gritó sorprendido. Ella se arañó el cuello desesperadamente; mientras que de sus ojos brotaban lágrimas de dolor.

"¿Está usted bien?"

Jadeando para respirar, trató de encontrar consuelo tocándose la espalda, pero las náuseas que ya habían empezado eran difíciles de parar.

"¿Qué está pasando?" Una voz familiar llegó a sus oídos.

Max levantó la cabeza ante la voz asustada de Riftan. Quien estaba parado junto al cuerpo del ogro, mirándola con preocupación.

Instintivamente, Max se echó hacia atrás, la apariencia ensangrentada de su esposo la asustó. Mientras él se acercaba, manchas de sangre de color rojo oscuro teñían el suelo que sus pies tocaban.

La afilada espada que antes brillaba en azul era ahora de color rojo escarlata. La armadura blanca y plateada se volvió oscura por la espesa y negra sangre del ogro.

Se veía horrible, como un león en el infierno. Max retrocedió, perdió el equilibrio y tropezó con la pared del carruaje. A su vista, su figura se sacudió como un sueño difuso y pronto se distorsionó extrañamente. Ella se sintió mareada.

Poco a poco, todo fue devorado por la oscuridad y los sonidos que la rodeaban se desvanecieron.

Y antes de que se diera cuenta, estaba profundamente inconsciente.