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martes, 25 de agosto de 2020

Dama A Reina - Capítulo 111

Capítulo 111. [Historia Alternativa] Capítulo 3. Traición, Revolución, Golpe de Estado




Las damas de compañía podían viajar libremente entre su lugar de trabajo y su hogar.


Cuando el día comenzó a llegar a su fin, Lauren se dirigió en silencio a su residencia. Su normalmente tranquilo hogar estaba repleto de hombres de mediana edad esta noche. Después de cambiarse de ropa, Lauren entró en la habitación en la que ellos se encontraban. Un hombre la notó al entrar y la llamó por su nombre.


"Lauren."


Era su padre. Una delgada e irónica sonrisa se formó en la cara de Lauren.


"Padre, volviste temprano," -dijo Lauren-. Ella miró a las demás personas en la habitación. El padre de Lauren, el duque Witherford, respondió:


"La situación terminó de esta forma. Vinimos temprano para evitar sospechas."


"Eso fue sabio de tu parte," -comentó Lauren-.




"Cierto, ¿cuál es el estado del Palacio de la Reina?" -dijo el duque Witherford-.


La suave frente de Lauren se arrugó ligeramente. "Nada bien," -dijo-.


"¿Qué significa eso exactamente, señorita Lauren?"


"Exactamente lo que dije... Las extravagancias de la Reina solo siguen volviéndose cada vez más extremas. ¿Sabes lo que pasó hoy? Ella se cambió de vestido cinco horas después de habérselo puesto solo porque ya había salido afuera con él."


La voz de Lauren comenzó a agitarse mientras hablaba.


"Y eso no es todo. Los lujosos objetos que la Reina está comprando van en aumento, tanto en número como en valor. ¿De dónde creen que sale todo ese dinero que gasta en cosas tan frívolas, señores?  De las bóvedas del imperio. Lo que la Reina está haciendo no es nada diferente al acto de lanzar todo el imperio hacía la ruina."


"Sin embargo, ¿no está haciendo un buen trabajo?" -dijo uno de los nobles-.


Lauren sonrió con repugnancia. "Eso es verdad. No hay lugar para la duda. Ella no es solo habilidosa, sino que es una maestra manejando a la gente. Conoce cuales talentos necesitan ser usados en los lugares óptimos. Eso es algo por lo que ciertamente podríamos necesitarla."


Pero casi inmediatamente, una negativa salió de los labios de Lauren.


"Incluso así, su extravagante estilo de vida es tan horrible que es imposible ignorarlo. ¡Sin mencionar que los ciudadanos del imperio han estado sufriendo de una sequía a nivel nacional! ¿Cómo es posible que la reina de un imperio ponga sus deseos y caprichos por encima de los pobres y los necesitados?"




Todos asintieron con aprobación. Lauren continuó con voz fría.


"Ella no está en esa posición para manejar los asuntos del palacio de manera sobresaliente. Ella es la Madre del Imperio. Es difícil decir que la actual Reina está actuando de acuerdo a su rol."


"Estamos de acuerdo con usted, señorita Witherford."


"¿No es por eso que estamos hoy reunidos aquí?"


Ante esas palabras, los demás nobles asintieron. Otra persona comenzó a hablar.


"La Reina solo se preocupa por ella misma. Nuestro objetivo común es destronar a tal egoísta reina, ¿no es cierto?"


"Eso es correcto." -dijo el duque Witherford con una sonrisa irónica-. "Sin embargo, como todos sabes, para poder tener una revolución, necesitamos tener una razón válida. Si tratamos de tomar acción sin una, ¿quién va a creer que nuestro propósito es de naturaleza noble?"


"Incluso así, no será suficiente con solo la Reina, Su Gracia. Tiene que ser por algo directamente relacionado con El Emperador."


Lauren, quien había estado escuchando en silencio, interrumpió. "Eso se puede arreglar." -dijo con voz clara-. "El Emperador ordenó que ejecutaran a la antigua reina, Petronilla, y a su familia. Todo para hacer que su amante se volviera reina."


Y probablemente él no sabe qué tan tonta fue esa decisión. Lauren sonrió en secreto.


"Y como todos saben, los Grochesters fueron leales al imperio hasta el final. ¿Qué tan poco cuerdo uno debe estar para tomar tal decisión?"


"Eso es cierto." -dijo el Duque Witherford con una sonrisa-. "Eso es cierto, señores. La salud mental del Emperador se está deteriorando junto con su habilidad para tomar decisiones. Es por eso qué eliminó a una familia leal e instauró a horrible moza como reina."


"Una pregunta." -dijo una persona de entre los nobles-. "¿No es una situación muy peligrosa? Después de todo, tal persona está gobernando este reino."


Sonidos de aprobación se escucharon en toda la habitación.


"Estás en lo correcto. Si él está en tan mal estado, entonces es natural que alguien mentalmente sano tome su lugar."


"¡Sí!"


Mientras todos estaban hablando con emoción entre ellos, Lauren sonrió para sí misma. Eventualmente, El Duque Witherford calmó el ambiente.


"¿Cuántos soldados hemos podido reunir?" -preguntó-.


"Los suficientes, Su Gracia. Incluso con solo los guardias privados de los nobles de clase alta, tenemos una cantidad considerable. Si podemos reclutar a al menos uno de los porteros del palacio, no será difícil tomar El Palacio de la Reina."


"Hay muchas personas en el palacio que están tratando de liberarse de la tiranía de La Reina. La Reina es la esposa del Emperador, por ende, es como si ambos fueran una sola entidad. Estoy segura de que esas personas cooperaran con nosotros."


"Debo decir que esto está yendo tan bien que estoy un poco preocupado," -dijo El Duque Witherford en tono burlón-.


Lauren seguía sonriendo. "Eso es porque la situación está enormemente a nuestro favor," -dijo- "Además de eso, el doctor imperial dijo que Su Majestad se ha estado sintiendo ansioso desde la ejecución de La Reina Petronilla."


"Parece que es el momento perfecto."


Era definitivamente el momento perfecto. Lauren sonrió al mismo tiempo que otro noble comenzó a hablar.


"Aunque no me gusta demasiado la idea de que el nuevo emperador no será un descendiente directo, ¿qué más podríamos hacer? Un golpe de estado exitoso no será considerado un crimen."


"¿Un golpe de estado? -dijo Lauren interrumpiendo al noble-. Lucía casi enojada. "¿Quién se atreve a llamar a esto un golpe de estado?"


"¿Qué está diciendo, señorita Lauren?"


"Si esto sale bien, entonces ciertamente no será un golpe de estado," -dijo Lauren con énfasis-. "Esta es una revolución."


Ante esas palabras, las demás personas explotaron en risas emocionadas. Eso es correcto, esta era una revolución. Si esto de verdad tenía éxito, ¿quién sería capaz de catalogar esto como un golpe de estado? Sería algo que ciertamente les costaría sus cabezas.


"Así que, ¿cuándo lo haremos?" -preguntó Lauren-.


"Pronto," -respondió El Duque Witherford-. "Temprano en la mañana, tomaremos de regreso el trono. Cuando eso pase, todos nosotros nos volveremos revolucionarios."


"Eso es satisfactorio de escuchar. ¡Revolucionarios!" -gritaron los demás-, y esta vez, Lauren se unió a ellos.


Todo estaba yendo de acuerdo al plan.


*


La Duquesa Ephreney había estado de mal humor últimamente. A pesar de que Rosemond, a quien ella había estado apoyando extraoficialmente, fue finalmente instaurada como la reina, la duquesa no estaba satisfecha con su situación. Podía adivinar el porqué. Ella lo había estado posponiendo día tras día porque no quería admitirlo.


"Señora, venga por aquí, por favor," -dijo una sirvienta-, luego guio a la duquesa por el corredor.


No era la primera vez que La Duquesa Ephreney había estado aquí, pero la sirvienta la trató como si fuera su primera vez. Si la duquesa tenía que ser honesta, se sentía bastante disgustada. Sin embargo, aceptó que esto era probablemente por el hecho de que ella no era particularmente amistosa con Rosemond.


"Su Majestad, La Duquesa Ephreney ha llegado," -anunció la sirvienta-.


"Ah, déjala entrar," -respondió una voz-.


Curiosamente, a La Duquesa Ephreney no le gustaba la forma en la que Rosemond había hablado. Desde que descubrió que Rosemond provenía de una familia de clase baja, la miraba de forma repugnante, a pesar del hecho de que su esposo venía de una familia parecida. Quizás era porque la duquesa era la única hija de una estimada familia del imperio.


Las puertas se abrieron y La Duquesa Ephreney caminó con gracias hacía Rosemond.


"Saludos a la Luna del Imperio, Su Majestad la Reina. Gloría al Imperio Mavinous."


Aunque La Duquesa Ephreney apoyó y ayudó a Rosemond, el hecho de que la hija de una familia de clase baja fuera ahora la mujer más venerada del imperio hacía que a La Duquesa Ephreney le doliera el estómago.


Rosemond era lo suficientemente aguda para notar esto. "¿Por qué tu cara no luce bien, Duquesa?"


Sin embargo, La Duquesa Ephreney era una oponente formidable. Ella era la hija de una familia noble de clase alta, después de todo. La Duquesa Ephreney colocó una sonrisa sociable. "¿Hay alguna razón por la que debería sentirme mal?"


Ante esas palabras, Rosemond la miró mientras sonreía. "Eso es un alivio. Siéntese."


La Duquesa Ephreney se sentó y Rosemond comenzó a exponer sus quejas.


"Los fondos del imperio están completamente agotados. ¿Qué rayos pasa con los impuestos...?" -se quejó-.


"Su Majestad, aunque es bueno preocuparse por los fondos del imperio," -comenzó a decir la duquesa remarcando muy bien sus palabras-, "Su Majestad el Emperador es el encargado de los impuestos. El Palacio Interior solo debe concentrarse en cómo usar y asignar los fondos."


La duquesa no estaba equivocada, pero esas palabras era una forma indirecta de decirle a Rosemond que se estaba entrometiendo. Rosemond no dejo pasar este hecho y entrecerró los ojos mientras miraba a la duquesa.


"... Estás en lo cierto, Duquesa. Sin embargo, a lo que me refiero es que los fondos del Palacio Interior están disminuyendo."


Si estás tan preocupada por eso, ¿entonces por qué no dejas de gastar tanto en lujos? Era algo La Duquesa Ephreney quería decir, pero era obvio que a la reina no le gustaría eso. Ah... incluso al final, la anterior reina no fue así.


La Duquesa Ephreney repentinamente recordó a la reina muerta. Ella era una mujer prudente. Aunque había conocido su final, ella no fue una mala persona.


Si La Duquesa Ephreney tenía que decidir qué fue lo que causó la caída de la reina, entonces diría que fue por sus celos debido a las acciones del Emperador. Sin embargo, si La Duquesa Ephreney hubiera estado en esa misma situación, probablemente tampoco habría sido capaz de esconder sus celos. Si su propio esposo amara más a su concubina que a su propia esposa, entonces era obvio que cualquier mujer se volvería loca. Eso era sentido común. Además, si su rival amorosa en una mujer astuta y malvada como Rosemond, la muerte sería algo inevitable.


La Duquesa Ephreney se dio cuenta de que se estaba poniendo emocional y salió de sus pensamientos. Ese no era un buen tren de pensamiento que seguir. Después de todo, ella había jugado un papel en llevar a la Reina Petronilla a su muerte. El tener ese tipo de pensamientos solo sería un insulto hacía el muerto.


Aunque... estos mismos pensamientos pudiera ser la fuente de diversión de otra gente.


La Duquesa Ephreney aconsejó con cuidado a Rosemond para no ofenderla.


"Los impuestos son preocupación del Emperador, Su Majestad. Si los impuestos son demasiado bajos, entonces la reina debe ser capaz de usarlos sabiamente. No tengo duda alguna de que serás capaz de hacerlo, sobre todo teniendo en cuenta lo inteligente que eres."


Habiendo dicho esas palabras endulzadas, La Duquesa Ephreney midió la reacción de Rosemond. No parecía muy disgustada después de escuchar los cumplidos del final. Notando esto, La Duquesa suspiró para sus adentros.


Ganarse su favor era una tarea bastante complicada.