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martes, 25 de agosto de 2020

Dama A Reina - Capítulo 109

Capítulo 109. [Historia Alternativa] Capítulo 1. Te Nombro Cómo La Nueva Reina Del Imperio Mavinous

[Historia Alternativa 1] Los muertos viven en los recuerdos de los vivos.




Rosemond Mary La Phelps había estado últimamente por las nubes.  Eso era porque su mayor enemiga política, la antigua reina Petronilla, había sido ejecutada recientemente.


Ningún noble en su sano juicio trataría de poner a alguien más que Rosemond como la nueva reina. Por ende, a menos que algo inesperado pasara, Rosemond sería nombrada reina de Mavinous. La posición que había deseado por tanto tiempo, tanto que incluso se preguntaba si la felicidad que estaba por venir había valido todo el dolor que había sufrido. 


"¿Cuándo anunciará El Emperador a la nueva reina? Glara, él no va a dejar ese puesto vacío por mucho tiempo, así que, probablemente lo anunciará pronto, ¿no?"


"Tiene razón, señorita Phelps."


La expresión de Rosemond se endureció ante las palabras de Glara. "Glara, ¿no deberías ya estar refiriéndote a mí como Su Majestad? Si no puedes arreglar ese hábito, entonces supongo que no vas a necesitar lengua. ¿Acaso tendré que cortarla?"


Las rodillas de Glara temblaron de terror. "Lo-lo siento, mi se... no, Su Majestad. Fui una ignorante... Perdóneme," -rogó Glara-.




Rosemond suspiró con arrogancia, luciendo lo suficientemente complacida. "Bien. Tienes que ser más cuidadosa con lo que dices de ahora en adelante, Glara. ¿Entendido?"


"Sí, Su Majestad. Me aseguraré de ello."


"Sí. Espero que lo hagas." Solo entonces Rosemond estuvo satisfecha y comenzó a limar sus uñas con una expresión relajada. "Quizás Su Majestad tenga algo que decirme. ¿Te parece si vamos al Palacio Central?"


*


Sin embargo, cuándo Rosemond llegó al Palacio Central, descubrió noticias poco satisfactorias.


"¿A qué te refieres con qué no puedo entrar?" -exigió Rosemond-.


"Su Majestad está... muy cansado ahora," -respondió una dama de compañía-.


"Pero es de día."


"Su Majestad dijo que se sentía muy cansado y que tomaría una siesta. Señorita Phelps, lo siento, pero Su Majestad ordenó que no la dejáramos entrar."


"¿Qué?" -chilló Rosemond-. Esto no debería estar pasando. "Soy la persona que se convertirá en la reina de Su Majestad. ¿Pero no me dejarás entrar?"




"No desafiaré las órdenes del Emperador. Lo siento, mi señora."


"... ¡Agh!"


Un ruido familiar vino desde el interior de la habitación. La expresión de la dama de compañía se contorsionó, mientras la de Rosemond se iluminó. Esa era su oportunidad. Rosemond miró expectante a la dama de compañía, quien bajó su cabeza por la vergüenza.


Rosemond habló con voz suave. "Su Majestad está teniendo otra pesadilla."


"...Entre, por favor," -dijo finalmente la dama de compañía-. Ella no tenía otra elección en estas circunstancias. Solo había una persona en todo el imperio que podía calmar la locura del Emperador.


Rosemond caminó orgullosamente hacía la puerta y la abrió sin dudar. Le dijo a la dama de compañía que no dejara entrar a nadie y entonces entró.


"Su Majestad," -dijo Rosemond con voz ronca-. Rosemond contempló la forma afligida de Lucio frente a ella, luego caminó hacía con gracia y con sus labios formando una sonrisa. Lucio probablemente no sabía que tal feliz era Rosemond de ser la única que podía verlo así, que podía arreglarlo. Rosemond se sentó en un lado de la cama con una sonrisa.


"Eueug..."


Estaba teniendo una pesadilla. Aún no había despertado, pero su cara se retorcía de dolor. Desafortunadamente, Rosemond no sentía simpatía por su dolor, no, ella no podía entenderlo en absoluto.


"Su Majestad," -susurró con afecto mientras acariciaba su mejilla-. "¿Por qué estás tan asustado de tus sueños?"


"Euugh..."


"¿Estás soñando sobre la reina Alisa de nuevo? ¿O...?


"Haa... Rei..."


"..."


"Reina..."


En el instante que esa palabra salió de la boca de Lucio, la sonrisa desapareció de la cara de Rosemond. Lucio nunca llamaba a Alisa "Reina" cuando tenía pesadillas. El nombre con el que se refería a ella había sido siempre "Madre." La expresión de Rosemond se contorsionó con furia mientras miraba cómo se movía la boca de Lucio.


"Por favor... no..."


"¡Ha!" -dijo Rosemond burlonamente-. ¿Eso era lo que pasaba? No estaba soñando con Alisa, sino con Petronilla. ¿Después de que ella muriera?


Rosemond siguió mirando a Lucio con ojos fríos. Ella no se sentía bien. Pero, ¿por qué?


"Soñando con Petronilla... ¿¡por qué estás soñando con una mujer que mataste!?"


"¡Aaaaagh!" -gritó Lucio con dolor-. Rosemond lo miró con desanimo y luego lo calmó suavemente.


"Calma, Su Majestad."


"... ¿Rose?"


"Sí, Su Majestad." La frialdad de antes fue remplazada por una amplia sonrisa. Ella le susurró: "Shhh, Su Majestad. Tuviste una pesadilla. Pero ahora estoy contigo, así que, ya puedes relajarte. Todo está bien."


"..."


"¿Fue un sueño muy malo?" Te ves muy pálido."


"... Fue acerca de la antigua Reina," -respondió Lucio con honestidad-. Rosemond ya lo sospechaba, pero eso no la hizo más feliz. Forzó una expresión neutral.


"Oh, ¿la antigua reina? ¿Qué pasaba en el sueño?"


"... Solo," -dijo Lucio evasivamente-. "No fue mucho."


"..."


Ah, esto era incluso peor. Lucio estaba guardando un secreto. Rosemond no quería que hubiera secretos entre ellos. Por supuesto, ella tenía una o dos cosas que no quería que él supiera, pero esperaba que él no tratara de ocultarle mucho a ella. Ella esperaba egoístamente por ese tipo de relación. Una relación en la que ella pudiera ocultar cosas, pero él no. Una relación en la que ella tuviera una posición superior.


"... ¿Estás seguro de que no fue nada?"


"Sí."


"Estaba preocupada. Estabas gimiendo totalmente cubierto de sudor frío."


"Bueno, ya no volverá a pasa en uno o dos días," -dijo Lucio con voz cansada y levemente nerviosa-." A Rosemond no le gustaba el extraño cambio en la atmósfera. Sus instintos le decían que se fuera, pero decidió quedarse.


"Pero, estoy contigo ahora," -dijo Rosemond amablemente-. "Olvídate de esa malvada mujer y mírame a mí ahora, ¿de acuerdo?"


"... Sí," -respondió Lucio con un suspiro-. "Sí. Lo haré."


"..."


"Mucha gente fue sacrificada para llegar hasta donde estamos, así que, debería hacerlo."


"Suenas poco sincero," -comentó Rosemond con los ojos entrecerrados-. "Pero debo estar escuchando mal, ¿cierto, Su Majestad?"


"Lo siento, estoy un poco cansado hoy. Ha sido bastante extraño desde hace un rato." El cansancio en la voz de Lucio parecía estar diciéndole a Rosemond que se fuera, entonces el humor de Rosemond se oscureció. Sin embargo, ella no quería rendirse tan fácilmente.


"S-su Majestad. Yo..."


"¿Sí?"


"¿Cuándo nombraras a una nueva reina? Ya casi ha pasado un mes desde que la anterior reina fue ejecutada."


"... No te quejes. Todo tiene que seguir un proceso."


"¿En serio? Pero... ya ha pasado un mes, Su Majestad. ¿No ha sido más que suficiente tiempo?"


"¿Piensas qué todo en el Imperio gira en torno a ti? Además de eso, hay mucho trabajo por hacer y, afortunadamente, ninguno involucra el palacio por ahora." Lucio se detuvo por un momento y luego se volteó arrepentido. "... Lo siento, Rose. Fui demasiado sensible."


Rosemond se sintió un poco aliviada por esto, pero su frustración no fue completamente apaciguada. Había jurado actuar como una santa que entendía todo acerca de él. Todavía lo necesitaba.


"... Está bien, Su Majestad," -dijo Rosemond con una dulce sonrisa-. "Puedes ser todo lo sensible que quieras. Estás sobrecargado de trabajo y tienes muchas cosas de las que preocuparte."


"..."


"Deberías descansar. ¿Te gustaría dormir un poco más?"


"No, ya debería levantarme. Tengo muchísimo trabajo que hacer."


"... Muy bien." Rosemond levantó a Lucio con cuidado, pero él tropezó un poco, cayendo en los brazos de Rosemond. Rosemond lo sostuvo y le susurró: "Su Majestad, si necesitas relajarte más, ¿qué te parecer hacer un viaje?"


"... ¿Oh?"


"Sí. Hay una fuente termal no muy lejos de la ciudad Imperial, la cual ha sido visitada por anteriores emperadores. Deberías ir."


"Esa no es una mala idea," -dijo Lucio en voz baja, mientras Rosemond le acariciaba la espalda suavemente-.


"Todo estará bien."


*


El deseo de Rosemond se hizo realidad. Unos días después, Lucio anunció ante todos que nombraría a Rosemond como la nueva reina del Imperio Mavinous. Por supuesto, Rosemond estaba encantada de escuchar esas noticias.


"Felicitaciones, Su Majestad," -dijo Glara alegremente, pero Rosemond la miró con firmeza-.


"¿Y qué? ¿No era eso lo que todos estábamos esperando?"


"Pero has pasado por mucho, ¿no es cierto, Su Majestad?"


"Eso es verdad," -murmuró Rosemond-. Ella había sido una reina de reserva. Pero, ¿no había quedado todo eso en el pasado? El futuro por venir estaba ya al alcance de su mano.


"Ahora el Imperio Mavinous es todo tuyo," -dijo Glara-.


"El Imperio le pertenece a Su Majestad. Yo solo soy su reina," -respondió Rosemond agriamente-.


"Pero, Su Majestad, ¿no fuiste tú la que dijo, 'Es el hombre que gobierna el mundo, pero es la mujer que gobierna al hombre'? Estás con el Emperador y este imperio es de él."


"¿Cómo pudiste encontrar tan halagadoras palabras?" -dijo Rosemond con voz agradable-. Era un contraste con su furia hostil de hace unos días cuando acusó a Glara de no tratarla con el suficiente respeto.


En todo caso, las dos no dijeron nada. Todo lo que importaba era el futuro. No el pasado.


*


"La Emperatriz está entrando," -anunció un sirviente-.


Rosemond entró en la catedral. Hoy era el día de su coronación. El evento estaba siendo realizado en la catedral St. East, el lugar donde la coronación de Lucio tuvo lugar en el pasado.


'¡Finalmente!'


Rosemond dio un orgulloso paso al frente con una expresión emocionada. Dentro de la atmósfera solemne de la catedral, ella brillaba intensamente. Lucía hermosa, aunque verse hermosa era su trabajo diario en el Imperio. Dejando de lado su personalidad y antiguo comportamiento, su belleza era indiscutible.


Cuando Rosemond finalmente se paró frente al hombre más poderoso del país, el sacerdote le dio la señal de que debía arrodillarse e inclinar su cabeza. Ella lo hizo.


"Rosemond Mary Astar De Mavinous."


Su apellido al fin había cambiado. El apellido Imperial de Mavinous, el cual solo la Familia Imperial podía poseer. Rosemond estaba rebosante de felicidad y sonrió. Rosemond no podía ver la cara de Lucio, debido a que su cabeza estaba boca abajo, pero seguro que también estaba contento. ¿Por qué no debería estarlo? Lucio se había ensuciado sus manos con sangre para levantarla como reina. Por supuesto que estaría feliz.


"En el nombre del Emperador, yo te nombro como la nueva reina del Imperio Mavinous."


Al escuchar esas palabras, la multitud explotó en aplausos.


"¡Larga vida a la Emperatriz!"


"¡Larga vida al Emperador!"


"¡Gloria al Imperio Mavinous!"


Todo estaba yendo bien.


Rosemond sonrió alegre.