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jueves, 16 de julio de 2020

No Quiero Ser Amada - Capítulo 56

Capítulo 56. Su Majestad, Por favor Salga


Después de que Basil se excusó, Rihannan inducida por la necesidad de hacer algo, desempacó su equipaje. Le resultaba relajante y no le quitaba mucho tiempo. Apenas terminó, estiró sus brazos y rodó las cortinas, para mirar el profundo mar azul. No se le ocurrió otra cosa que perder el tiempo mirando el paisaje que la tranquilizaba, pero después le dolió la cabeza y procedió a sacar una botella medicinal de su equipaje. Por el momento, no tenía otra opción que depender de los medicamentos.

Mientras abría la tapa, la puerta se abrió de repente. Ella se sorprendió cuando algo la embistió.

"¡Ahh!"

Cayó al suelo, mientras un gran peso presionaba sobre su cuerpo. Sus muñecas estaban fuertemente sujetadas por un hombre que no era desconocido para ella.

"...¿Su Majestad?"

Rihannan se dio cuenta de la identidad del asaltante inmediatamente. Era Igor, con un rostro severo y desconcertante. Mientras ella se quedaba atónita, Igor reforzó su control sobre ella.

Rihannan entró en razón e intentó apartarlo, pero Igor no se movió. En cambio, él empujó su mano contra el suelo y la miró con una cara llena de desesperación.

"¿Qué estabas a punto de hacer?", dijo.

"¿Qué quieres decir?" Rihannan respondió.

Igor se dio cuenta rápidamente de su abrupto discurso informal, pero no había tiempo para explicaciones. Sus profundos ojos violetas brillaban. Gruñó, como si estuviera preparado para cualquier cosa que ocurriera. "No dudaste en traer una sirvienta contigo. ¿Fue el contrato simplemente un truco?"

Rihannan trató de deshacerse de él, pero todos sus intentos resultaron inútiles. Más bien, se sentía sofocada por la presión sobre ella.

Rihannan frunció el ceño "...¿Qué pasa?"

Igor se rió entre dientes. "No me hagas reír. Si hubiera pensado matarte, lo habría hecho en el momento en que pusiste un pie en mi territorio. ¡No dejaré que mueras antes que yo!"

Sus ojos se agrandaron, sorprendida por su repentina reacción. A diferencia de sus palabras amenazantes, parecía estar al borde de las lágrimas.

"...¿Igor?"

Rihannan susurró su nombre inconscientemente, e inesperadamente, la histeria y la locura se desvanecieron lentamente de su rostro. Sus labios se curvaron pero una voz fuerte detrás de él interrumpió sus pensamientos cuando iba a decir algo.

"¡Su Majestad!"

Basil entró por la puerta abierta, con su espada desenvainada, pero se encontró a su amo y a su nueva ama tirados juntos en un enredo. Bajó su espada y se haló el cabello.

"Su Majestad, ¿Qué... qué está haciendo...?"

Igor emitió un débil suspiro y liberó su control sobre Rihannan. Mientras él se alejaba lentamente de ella, Basil se acercó rápidamente a Rihannan y la ayudó a levantarse.

"¿Está herida en algún lugar, Dama Rih... um... está bien, señorita?"

"Sí, estoy bien. Gracias." Rihannan asintió con la cabeza y se frotó la muñeca.

"Me disculpo sinceramente por la acción de Su Majestad. No suele comportarse de esta manera, pero no entiendo por qué..."

Basil se detuvo en medio de sus palabras porque la voz de Igor sonó fríamente. "Basil, tengo algo que hablar con la Condesa. Salga un momento."

Pero Basil sacudió la cabeza. "No puedo hacer eso. ¡Más bien, debería salir usted, Su Majestad!"

Igor lo miró amenazadoramente, pero Basil no cedió a pesar de sus manos temblorosas y dijo: "¿Por qué debes tratar a tu futura esposa como un pirata...?"

"No es eso..."

"¡No pongas excusas! ¡Lo vi con mis propios ojos!" 

Basil tragó nerviosamente. '¿Debería decirlo? ¿Debería? ¡Maldita sea! ¡Lo diré!' 

"La vi... la escena en la que Su Majestad la atacó como a una bestia!"

Igor gruñó. Sus labios se separaron, listos para responder, pero una voz suave dijo: "Basil, por favor salga."

"Yo... dije que no..."

Basil se dio la vuelta, dándose cuenta de que la voz no provenía de Igor sino de Rihannan.

"Creo que tenemos un malentendido. Me gustaría hablarlo. ¿Está bien si podemos tener privacidad, por favor, Basil?"

"...¿Está segura?"

Rihannan asintió y sonrió ligeramente.

La cara de Basil se suavizó. "Entonces... si insistes..."