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miércoles, 8 de julio de 2020

Dama A Reina - Capítulo 56

Continuación de la advertencia de contenido de abuso y pensamientos suicidas. Por favor, salte este capítulo si no desea leer este tipo de cosas.

Capítulo 56. Hace Diez Años, El Día Que Ella Murió


Era algo cruel, pero él podía hacerlo. El asalto continuo rompía el sentido del bien y del mal de una persona, y cuando se golpeaba el cuerpo, la moralidad era inútil para salvarlos.

Para el chico de entonces, esa idea era su mecanismo de defensa. Creía que realmente podría morir si Alisa le pegaba más.

"Su Majestad... pe-pe-perdóneme", -se las arregló para decir con sus labios magullados-.

El azote se detuvo inmediatamente. Eso no significaba que su cuerpo no doliera como el infierno, y el dolor a menudo llegaba tarde.

La sangre goteaba de las heridas del chico, y Alisa sonrió dulcemente. "¿Debo parar?"

"Perdonadme, Majestad... por favor perdonadme..."

"Entonces, ¿matarás por mí?"

Ella puso una espada larga en su mano. Casi la dejó caer, pero no quería saber qué tipo de castigo le infligiría si lo hacía. Apretó su mano en el mango de la espada.

La Reina Alisa se inclinó y cantó con una voz melosa. "¿Quieres que me detenga?"

"Heug... sí, Su Majestad. Por favor", -suplicó el chico-, pero Alisa actuó como si no le importara lo que él dijera.

"Entonces mata".

"......"

"Tienes un minuto para quitarle el aliento a esa mujer".

"Ah..." El niño miró a su madre desesperada, pero ella parecía completamente tranquila, como si no acabara de hacer una locura al ordenarle a su hijo que matara a alguien. El corazón del niño se hundió mientras consideraba sus opciones. Si no mataba a la mujer, los castigos seguramente comenzarían de nuevo, y tal vez realmente moriría. No quería sufrir más ese terrible dolor.

"Eu-heuheuheug".

Lentamente levantó la hoja del suelo, un sonido se desprendió de su garganta el cual no sonaba ni a humano ni a bestia. Sus piernas temblaban violentamente de dolor, y se preguntaba si un hueso estaba fracturado.

Las mejillas del chico estaban manchadas de lágrimas y sangre mientras se acercaba a la mujer atada a la silla. Ella estaba cubierta por la tela blanca, pero también parecía conocer la muerte inminente que tenía ante ella. El paño blanco estaba mojado donde sus ojos estarían.

"Lo siento", -dijo el chico-. Quería vivir. Quería vivir. Lo sentía. Nunca podría perdonarse por haberla matado. Nunca...

*Apuñalar* 
*Apuñalar*
*Apuñalar* 
*Apuñalar*

Perdió la cuenta de cuántas veces pasó su espada por el cuerpo de la mujer. Parpadeó mientras la sangre salpicaba su cara. No fue hasta que el paño blanco se empapó de rojo que finalmente se detuvo, entonces dejó caer la espada con una mirada en blanco en su cara. La hoja cayó y salpicó sangre en el suelo. La sangre también manchó las piernas, la cara y el cuerpo del chico.

Volvió los ojos hacia Alisa, con la boca abierta como un tonto aturdido.

Ella estaba sonriendo. El chico sintió que se había vuelto loco. Pensó que Alisa también debía estar loca.

La mujer estaba muerta. La había matado después de que Alisa se lo ordenara. Aunque Alisa no lloraba ni reía, tenía una amplia sonrisa en su rostro. ¿Estaba feliz de que una persona acabara de morir?

El chico habló con una voz rajada. "Ahora..."

"......"

"Perdonadme..."

"Lucio". Alisa se rio un poco y se acercó a él.

El chico ya no tenía fuerza en sus miembros. Si ella decidía pegarle ahora, él realmente sentía como si fuera a morir o tal vez quería hacerlo. Miró fijamente a Alisa con ojos ahuecados mientras avanzaba hacia él. Su sonrisa era aterradoramente hermosa.

"Felicitaciones. Por fin le has quitado la vida a alguien".

"......"

Estaba celebrando algo que una madre nunca debería celebrar con su hijo. Con sus palabras, el niño comenzó a sollozar. Alisa frunció el ceño como si encontrara el ruido irritante. Sin embargo, esperó pacientemente, y cuando su llanto se calmó, volvió a hablar.

"Lucio".

"......"

"¿Le podrías quitar la tela que la cubre?"

"......"

"Ahora".

Eso era lo último que el chico quería hacer. Sin embargo, ya había matado a una persona, y no había nada peor que pudiera suceder en este momento. Estiró sus temblorosos dedos, y retiró la sábana manchada de sangre.

El cadáver tenía los ojos vidriosos y las lágrimas manchaban sus mejillas. Las otras damas de compañía a su alrededor parecían enfermas, pero el chico, responsable del asesinato de esta mujer, no sintió nada. Su mente ya estaba completamente abrumada, y todo lo que quedaba era el vacío.

"Ella está muerta", -dijo entumecido-.

"Sí, está muerta", -dijo Alisa con una sonrisa-. 

"Lucio", -dijo luego con voz amable-.

"......"

"Lucio".

"... Sí."

"¿Sabes quién es esta persona?"

Al escuchar la pregunta, el chico estudió a la mujer muerta por primera vez. Parecía de la misma edad que Alisa. Su rostro era hermoso, y su vestido liso y color crema indicaba que posiblemente era una dama de compañía.

"... ¿Es una dama de compañía?", -preguntó el chico con una voz sin emoción-.

"Similar a eso. ¿Qué podría ser?"

"......"

El chico no tenía ninguna curiosidad, para ser honesto, y sólo quería limpiarse rápidamente la sangre e irse a la cama. No, tal vez sólo quería morir. Sólo quería escapar de esta situación, incluso por un momento.

La lluvia se fortaleció en un diluvio, y los relámpagos se esparcieron por el cielo. Las damas de compañía movieron sus pies como si quisieran irse, pero no podían hacer nada sin el permiso de la Reina Alisa.

La lluvia era un rugido sordo en el oído del niño, y Alisa se inclinó con una sonrisa y le susurró.

"Ya que hoy es tu cumpleaños, ¿quieres que te cuente una historia divertida?"

"......"

"En realidad no te di a luz, dulce niño."

Dulce niño. El chico se dio cuenta de que ese nombre de mascota no encajaba bien entre ella y él.

Sonrió ante la asombrosa revelación de que Alisa no era su madre biológica. Sí, eso tenía que ser cierto. Sería más impactante si lo fuera. Casi se sintió aliviado.

Sin embargo, las siguientes palabras de Alisa forzaron su expresión a endurecerse.

"Tu madre está viva".

“…”

"No, ella estaba viva."

Fue en tiempo pasado. El chico empezó a temblar ante la nauseabunda verdad que se le venía encima. No, no puede ser. No tenía sentido.

"Tú la mataste".

¿Él...?

"Bien hecho".

"......"

En ese momento, una emoción que el chico nunca antes había sentido se tragó todo su cuerpo. Tal emoción era raramente sentida por otras personas, incluso una vez en su vida, pero si había una manera de expresarla...

"...¡Aaaaahhhh!"

El chico cayó de rodillas y golpeó el suelo empedrado con sus suaves puños. La sangre goteaba de sus manos mientras las lágrimas calientes inundaban sus ojos. Truenos y relámpagos retumbaron y se rompieron en el oscuro cielo sobre él. Mientras tanto, Alisa miraba la escena con una mirada complacida en su rostro.

"Aagh...aaaagh!"

Su cara manchada de sangre, se arrastró hasta su madre muerta, su verdadera madre, donde la evidencia de las puñaladas permaneció intacta en su cuerpo. Un grito inhumano salió de su boca.

"Eu...eueueg."

El calor residual del cuerpo de Janet comenzó a desvanecerse en el aire frío de la lluvia. Las lágrimas, la sangre y la lluvia comenzaron a mezclarse.

Cada posible emoción negativa que un humano podía sentir se precipitó en el cuerpo del chico. El choque de esto lo volvió loco. Había matado a una persona, y frente a la verdad de que la persona era su madre, ¿qué hombre podía permanecer cuerdo?

"Eugh...euhaaag!"

Se agarró al cadáver de Janet y se puso a llorar. Parecía un niño poseído por un demonio, y gritó tan fuerte que parecía que su garganta estaba a punto de desgarrarse.

Sus lamentos resonaron en los terrenos del palacio durante mucho tiempo. Finalmente, se desmayó de puro cansancio, y Alisa se llevó la mano a la boca y empezó a reírse de forma extraña.

"Oh, aha. ¡Ajá!" Se reía tanto que las lágrimas le brotaban por el rabillo de los ojos. Después de un tiempo, la risa se convirtió en una extraña combinación de alegría y llanto. Su expresión era inexplicable mientras miraba a la madre y al hijo caídos.

La lluvia no dejó de caer, y los truenos y relámpagos continuaron.


*


"El anterior emperador..." -dijo Lucio con voz temblorosa-. "Regresó al Palacio Imperial después de su victoria."

"......"

"Y luego le contaron toda la historia. La Reina fue destronada, por supuesto." Su voz ya no temblaba, pero estaba helada. "Sigo volviendo a visitar ese lugar cada año en el día en que maté a mi madre con esta mano malvada. Y tengo pesadillas. Pesadillas en las que vuelvo a matar a mi madre. Entonces mi madre está sonriendo y la Reina se ríe a su lado. Entonces me vuelvo loco".

El rostro de Lucio parecía estar alejado de la emoción mientras continuaba. "Hace unos días, era el aniversario de la muerte de mi madre. La que maté... mi madre biológica..."

Lucio llevaba la cara de un hombre cuyo mundo se había desmoronado. Tan pronto como terminó su historia, miró a Patrizia por primera vez. Estaba asustado. Tal vez ella lo culparía, y diría que todo lo que le pasó estaba justificado. Que realmente era un niño egoísta y sucio.

Se rio amargamente. "Un día como ese... no lo entenderías".

Luego se encontró con sus ojos. Patrizia estaba...

"Oh..."

Tenía una mirada en blanco en su cara, como si estuviera en shock.

"Me culpas a mí..." -murmuró Lucio-.

"...Ah."

"Es natural. No soy una persona, yo..." -tragó secamente-, "-Soy un monstruo."

"......"

Patrizia no dijo nada. En cambio, ella estaba...

"¿Reina?" -dijo Lucio-.

"......"

"Tú... ¿por qué estás..."

Estaba llorando.