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domingo, 7 de junio de 2020

Dama A Reina - Capítulo 23

Capítulo 23. ¿Qué Está Haciendo La Reina Aquí?


No era un tema extraño. Ni siquiera era un tema absurdo. Pero para estas cuatro personas, al menos, lo era.

El Emperador.

Raphaella se sonrojó al darse cuenta de que había cometido un error. Además, ella sabía mejor que nadie que el Emperador no era dulce con su reina.

"Mis disculpas. Me equivoqué," -dijo Raphaella rápidamente-.

Era absurdo que Patrizia no pudiera hablar con sus amigas sobre su propio marido, pero dejó de lado sus amargos pensamientos y reanudó la conversación con una expresión más casual.

"¿Te equivocaste? Está bien, señorita Raphaella. Ahora es más probable que la señorita Phelps participe." Patrizia eludió el tema hablando de un tema más tabú. Por supuesto, eso no sirvió para aligerar el ambiente.

Mirya habló: "No creo que la señorita Phelps participe. Ella puede montar un caballo, pero eso es todo."

Patrizia asintió al escuchar la respuesta de Mirya. La dama de compañía era quien había estado más tiempo en el palacio, así que ella sabría estas cosas. Patrizia supuso que Rosemond podría tener algún talento, pero no parecía ser el caso.

"No sería mala idea que usted participara, Su Majestad", -dijo Raphaella-. "Esta puede ser la oportunidad de elevar su estatus."


"Bueno..." -dijo Mirya-, dándole a Patrizia una mirada de preocupación.


Sin embargo, Mirya no podía detener a Patrizia si ella quería participar en el concurso. No se burlaban de la reina del país si no era hábil en la caza, e incluso por el simple hecho de participar se la podía ver con mejor luz. Además, Patrizia podría aumentar su autoridad, la cual había sido debilitada por Rosemond.

Patrizia se preguntaba si elegir el riesgo o la seguridad. Al final, decidió pedirle a Petronilla su opinión.
 
"Nilla".

"......"

"¿Qué piensas, Nilla?"

Petronilla parpadeó como si la hubieran pillado soñando despierta, y giró la cabeza hacia su hermana.

"¿Sería mejor si me abstuviera?" -preguntó Patrizia-.

Petronilla pensó un momento antes de responder. "... No."

Patrizia se sorprendió por la respuesta de Petronilla. "¿Es por la misma razón que la de Ella?"

"Sí. Es cierto que la Baronesa Phelps disminuyó su autoridad hasta cierto punto. Creo que esta sería una gran oportunidad para recuperarla. Históricamente, sólo han habido unas pocas reinas que estaban profundamente familiarizadas con las artes marciales."

Patrizia se sonrojó tímidamente y se aclaró la garganta. "No soy tan buena. Hace mucho tiempo que no monto a caballo".

No había montado a caballo desde que regresó al pasado, y tampoco durante los últimos tres años en la última vida. ¿Cuándo se puso tan ocupada?

"Entonces vamos. Si no puedo montar un caballo, ¿puedes hacerlo por mí, señorita Raphaella?"

"Por supuesto, Su Majestad. Pero podrá hacerlo." Raphaella sonrió ampliamente y le dio una palmada en la espalda a Patrizia. "Por el bien de su dignidad, por supuesto. Pero tal vez no suceda."
 


*


Patrizia pensó que era mejor practicar para no avergonzarse en la competición de caza. Su propósito era establecer la autoridad como reina, y no podía desperdiciar la oportunidad.

"¿Por qué no practicas la equitación de antemano?" -dijo Raphaella en respuesta a la cara problemática de Patrizia-.

Patrizia miró a su amiga. "¿Practicar la equitación?"

"Hay un bosque detrás del palacio que puedes usar. Probablemente no lo conozcas. No es un área muy conocida."

"Ah..." Patrizia no sabía que existía tal lugar, incluso cuando estuvo en el palacio en su última vida.
¿Petronilla lo sabía? Después de un breve momento de contemplación, Patrizia regresó a la conversación debido al sonido de la voz de Raphaella.

"¿Te gustaría ir? Te encantará."

"¿De verdad puedo ir?"

Raphaella miró a Patrizia como si estuviera loca. "¿A qué lugar no puede ir la señora del palacio? Bueno, tal vez algún lugar al que sólo el Emperador tiene acceso. Pero no importa, no tienes que preocuparte por eso."

"Bueno... entonces no sería tan malo si pudiéramos ir allí."

"¿Quieres ir ahora?" -dijo Raphaella-, prácticamente rebotando en su asiento. Parecía más ansiosa que Patrizia.

"Debes tener muchas ganas de ir", -dijo Patrizia con una gran sonrisa-.

Raphaella dejó escapar una risa. "Oh, me atrapaste".
 
Patrizia se levantó del sofá. No tenía mucho que hacer de todos modos, y el clima era hermoso y perfecto para montar a caballo. Mirya trajo su ropa y equipo ecuestre, y Petronilla ayudó a Patrizia a vestirse.

"El clima es soleado y sin nubes, ¿verdad?"

"Sí, Su Majestad. No tendrás que preocuparte por la lluvia." Mirya sonrió y colocó botas de montar en los pies de Patrizia.

Cuando Patrizia estuvo vestida, comenzó a mirarse torpemente en el espejo de cuerpo entero. Hacía tiempo que no usaba este tipo de ropa.

"Te queda bien", -dijo Petronilla por detrás-.

Patrizia se sonrojó de vergüenza. "Ha pasado tanto tiempo que se siente raro", -murmuró-. Habían pasado tres o cuatro años. De repente, pensando en sus recuerdos, sonrió y se volvió hacia su hermana. "Ha pasado menos de un año. Ahora, salgamos."


*


El sol brilló cálidamente en lo alto, y Patrizia se relajó y sonrió por primera vez en mucho tiempo.
¿Cuándo había sido la última vez que experimentó esta sensación? Desde que regresó al pasado, le había estado doliendo constantemente una espina en el costado. ¿Era su felicidad porque su hermana estaba a su lado, o era sólo satisfacción para este momento?

"Creo que puede montar este caballo, Su Majestad", -dijo Raphaella-, tirando de un caballo blanco a su lado con una mirada orgullosa. La crin blanca y pura del caballo brillaba al sol.

"No sé mucho de caballos, pero parece un excelente corcel", -dijo Patrizia con una amplia sonrisa-. "¿Cómo se llama?"

"El jefe de establo dice que su nombre es Sally. Tiene un excelente pedigrí."

"¿En serio?" Patrizia se subió con cuidado al lomo del caballo, y se encontró adaptándose rápidamente a las riendas. Tal vez fue porque no hacía tanto tiempo que su cuerpo montaba un caballo. Se volvió hacia las demás con una mirada ligeramente excitada.
 
"Seguiré adelante sola".

“¿Sola? Su Majestad, es peligroso," -dijo Raphaella con preocupación-.

Sin embargo, Patrizia sonrió como si todo estuviera bien. "Ha pasado un tiempo, y quiero correr. No soy una principiante, así que no te preocupes."

Raphaella parecía incierta. No es que no entendiera la mente de Patrizia, después de estar rodeada de criadas y damas de compañía las 24 horas del día, uno desearía estar un tiempo a solas, pero seguía preocupada. Al final, habló con una voz firme.

"Muy bien. Pero no vayas muy lejos, y vuelve en media hora. Si no vuelves, iré a buscarte enseguida."

"No te preocupes", -dijo Patrizia con voz clara-, y arrancó su caballo al galope. Raphaella miró fijamente a su figura que se alejaba gradualmente.

"¿Estará bien?"

"Sabes que Rizi no es una principiante. Necesitará un tiempo a solas también", -dijo Petronilla-.

Raphaella asintió con la cabeza. "Sí, bueno. Espero que todo vaya bien."

"Espero que tome este tiempo para liberar todo el estrés al que ha estado sometida. Me siento mal al verla trabajar tan duro estos días", -dijo Mirya-, y todas las presentes asintieron con la cabeza. Patrizia necesitaba un descanso.


*


"Woah, woah", -dijo Patrizia-, tirando de las riendas y deteniendo a su caballo lentamente. Habían estado galopando por el tranquilo bosque durante un tiempo, y el caballo se detuvo con gracia. Patrizia saltó cuidadosamente al suelo.
 
"... Bien."

Estaban en el medio del bosque donde había un poco de humedad y frío, pero a Patrizia le gustaba el aire fresco en su nariz. Pensando que no sería mala idea dar un paseo, empezó a avanzar, tirando de las riendas en su mano para que el caballo la siguiera.

"No sabía que había un lugar así", -dijo con admiración- mientras las hojas del suelo del bosque crujían bajo sus botas. Pasó tres meses como reina, y tres años como hermana de la reina. Durante todo ese tiempo, nunca supo que tal área existía.

Sonrió con ironía y acarició la melena de su caballo. El caballo relinchó contento, pero de repente le mordió la mano.

"¡Oh!" -gritó Patrizia- y retiró sus dedos. No fue muy doloroso, pero la herida era lo suficientemente profunda como para sangrar. “Maldita sea”. Una maldición salió de su boca.

"¿Todavía necesitas un entrenador? Ugh... no importa cuánto te hable..."

Saleuleug

Un extraño sonido llegó al oído de Patrizia y se puso rígida. Había alguien más aquí. ¿Quién rayos podría ser?

Patrizia movió nerviosamente sus ojos alrededor. Sólo había otra persona que podía entrar en este lugar además de ella misma.

"No me digas..." Un pensamiento repentino la golpeó. Se mordió el labio y miró a una persona que se acercaba. También llevaba ropa de equitación, y la miró con una mirada impaciente.

Naturalmente, su título salió de su boca.

"Su Majestad el Emperador..."

"¿Qué estás haciendo aquí, Reina?"

Era Lucio.