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sábado, 23 de mayo de 2020

Dama A Reina - Capítulo 8

Capítulo 8. Vive Como Si No Estuvieras Aquí


Patrizia tenía una mirada ausente cuándo Lucio le tendió su mano con expresión enojada.

“Levántate.” -dijo Lucio-

En ese momento, Patrizia no podía evitar preguntarse qué era lo que había visto Petronilla que hizo que se desmayara. ¿Fue acaso porque vio a este hombre, su ex esposo de su anterior vida? O fue porque...

Patrizia palideció debido al repentino pensamiento que llegó a su mente. No podía ser... Quizás, Petronilla había visto al Emperador y a Rosemond juntos.

Patrizia quería agarrar al Emperador por el cuello y exigirle respuestas, pero eso era pura fantasía. Nunca podría pasar de verdad, por supuesto, sin mencionar que era un comportamiento nada adecuado para una futura reina.

En su lugar, Patrizia no tuvo otra opción que tomar su mano. Mordió su labio al reconocer la cruel y vergonzosa verdad. Era considerado blasfemia rechazar al Emperador y la reina no podía ser irrespetuosa con su esposo y gobernante. Su parte racional le advirtió que no se dejara llevar, pero en su corazón, lo maldijo, algo que Patrizia no hacía con nadie.

“... Gracias.” -dijo finalmente Patrizia mientras tomaba la mano de Lucio para ponerse de pie- La verdad era que, Patrizia detestaba que su gratitud fuera debido a la necesidad. El Emperador no dijo nada en respuesta a sus palabras. Patrizia no esperaba una de todas formas y comenzó a cojear hacía la cama de su hermana. Cada paso era tan pesado cómo levantar plomo.

“Hermana...” Patrizia finalmente llegó a la cama en la estaba Petronilla y, una vez más, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas hasta las sábanas blancas de la cama. Se aferró a la sabana mientras lloraba silenciosamente sobre su hermana inconsciente.

Lucio, quien había estado observando a las dos hermanas, se volteó y dejó la habitación. Cuando la puerta se cerró, Patrizia finalmente comenzó a sollozar cómo una niña pequeña.

*

Afortunadamente, Petronilla recuperó la consciencia antes de medianoche. Abrió los ojos y encontró a Patrizia sobre la cama. Petronilla recordó la escena con la que se tropezó antes y una vez más, su corazón se rompió. Algo muy triste para su querida hermana.

Petronilla alargó su delicada mano y acarició con nostalgia el cabello de la durmiente Patrizia. Ella sabía que Patrizia no soñaba con un príncipe montado sobre un caballo blanco como ella, pero por lo menos... esperaba que no pasara nada desafortunado antes de que su hermana se casara. Una lágrima tan clara cómo el cristal cayo de los ojos de Petronilla y cayó en la manga de Patrizia.

“Mmmm.” -murmuró Patrizia y despertó al notar la sensación de alguien acariciando su cabeza- Petronilla se secó con rapidez los ojos y encaró a su hermana. No quería que Patrizia la viera de esa forma y se preocupara.

“¿Estás despierta, Rizi?” -dijo Petronilla con voz alegre-

“Hermana...” -murmuró Patrizia- Su voz estaba cargada de tristeza. ¿Había visto también algo terrible? ¿Había visto lo mismo que Petronilla vio? El corazón de Petronilla palpitó dolorosamente, pero mantuvo su voz normal.

“Dormiste profundamente. ¿Estabas cansada?” -preguntó Petronilla con una sonrisa-

Patrizia agitó su cabeza. “No, estoy bien. ¿Por qué no me despertaste?”

“Lucías muy calmada. No pude hacerlo.” -respondió Petronilla mientras acariciaba de nuevo la cabeza de su hermana con cariño- No podría hacer esto otra vez cuándo Patrizia se convierta en reina, así que, tenía que aprovechar este momento. “Rizi, quiero que seas feliz. ¿Eso me hace egoísta?”

“... Soy feliz.” -dijo Patrizia-

Aunque la voz de Patrizia sonaba calmada, Petronilla sintió que solo estaba actuando. Probablemente, Patrizia sabía más cosas de las que decía y el pecho de Petronilla se apretó.

“Te tengo a ti, hermana y a nuestro padre y madre.” -continuó Patrizia- “Soy feliz ahora, Nilla.”

“Rizi, lo que quiero decir es-” Petronilla intentó continuar, pero cerró la boca. Estaba siendo presuntuosa. Ahora que su hermana se iba a casar con el Emperador, era totalmente inútil hablar de su matrimonio. Sin embargo, no pudo sacudir el extraño sentimiento dentro de ella.

“No importa, Rizi. Eres inteligente, hermosa, amable y seguramente serás feliz.”

Patrizia sonrió pensando que mientras Petronilla estuviera viva, ella sería feliz. “Gracias, hermana Estoy segura de que también serás feliz.” -dijo suavemente Patrizia-

*

Petronilla volvió a casa el día siguiente. Ella quería ser honesta con sus padres y contarles todo, pero no pudo hacerlo. Las palabras sencillamente no salían de su boca. ¿Qué es siquiera lo que les diría? ¿Mi hermana se va a casar pronto, pero su esposo ya tiene una amante? Petronilla jamás se podría meter entre en su relación. Al final, Petronilla hizo lo que pudo para olvidar el incidente y enterrarlo en las profundidades de su corazón.

Dos meses pasaron. Durante ese tiempo, Patrizia estuvo ocupada con su educación real. Los estudios fueron mucho más intensos de lo que esperaba, pero lo hizo bien y nunca se quejó. Si tuviera que diferenciarse de Rosemond, entonces sería en esto. Patrizia era una noble escogida formalmente para convertirse en reina, mientras que Rosemond era una concubina. Al menos la legitimidad de Patrizia no sería puesta en duda y eso era algo directamente conectado con su orgullo.

Durante los dos meses anteriores al casamiento, Lucio nunca visitó a Patrizia. Ella se había cruzado con él una o dos veces en el palacio, pero nunca estuvieron juntos a solas. No es que le importara, por supuesto. Lo que ya sabía no podía dañarla y podía vivir con el hecho de que ella y Lucio no se amaban el uno al otro. No tenía arrepentimientos.

Así que, dos meses pasaron.

Parte 2. Reina Patrizia

¿Qué uso tenía ponerse este hermoso vestido? Patrizia miró con indiferencia al ostentoso vestido blanco de bodas. Ya sea que vistiera trapos o una bata, no había diferencia alguna, ya que el Emperador siempre escogería a Rosemond en lugar de a ella. No es como si quisiera que la escogiera de todas maneras.

“Señorita Patrizia, es hora.” -dijo Mirya- Patrizia dejó que la guiaran afuera de la sala de espera. Patrizia no estaba nada nerviosa. Después de todo, el nerviosismo estaba reservado para cuándo te gustaba alguien. Debido a que a ella no le importaba él y tampoco él a ella, esta boda era una mera obra para ser interpretada, no una sagrada unión.

Los ojos de Patrizia se enfocaron en el Emperador, quien estaba vestido con un elegante traje, pero ella no le sonrió. Él no le sonrió tampoco cuándo la vio con su vestido. Ambos se quedaron de pie el uno al lado del otro cómo muñecos, los cuales estaban cumpliendo su función en silencio.

El duque Vasi estaba oficiando la boda y la ceremonia se prolongó más y más, debido a su infinito discurso. Habló por tanto tiempo que Patrizia comenzó a tener los pies adoloridos. Patrizia salió de su trance cuándo escuchó al Emperador susurrar en su oído. “Debería decírtelo por adelantado.”

“...” Patrizia no respondió.

“No deberías esperar mi apoyo o mi afecto.”

“...” Patrizia pensó que sería liberador decirle que ya lo sabía, pero se quedó mirando fríamente al frente. Sus palabras no merecían respuesta.

Entonces, continuó. “Solo vive como si no estuvieras aquí. Estarás mejor de esa forma.”

“¿Es esa una amenaza?” Patrizia finalmente respondió.

“Eres rápida captando.” El Emperador sonrió y Patrizia cerró la boca. Mientras más hablaban, más irritada estaba Patrizia. Sería mejor concentrarse en las palabras del duque Vasi. Escuchar a ese aburrido noble fue muchísimo mejor que ese ruido que su futuro esposo hacía.

“Señorita Patrizia. ¿Juras tomar al Sol del Imperio como tu esposo y prometes servirlo, seguirlo y respetarlo?”

“... Lo juro.”

“Su Majestad, ¿promete tomar a la señorita Patrizia como su esposa, como la Luna del Imperio y respetarla?”

“Lo juro.”

Las mentiras salieron con facilidad de sus bocas. Patrizia casi explotó de la risa, pero logró contenerse.

“Por la presente, los nombro marido y mujer.”

La ridícula boda había acabado.

*

Después de que el banquete acabara, Patrizia regresó a su habitación con todos los músculos de su cuerpo adoloridos por el cansancio. No estaba acostumbrada a ir a grandes acontecimientos cómo eran las bodas.

Después de tomar un baño, quiso colapsar inmediatamente en la cama, pero Mirya la detuvo.

“Su Majestad llegará pronto.” -dijo Mirya- “Debe permanecer despierta, incluso aunque esté cansada.”

“Mirya.” -dijo Patrizia con suavidad- Patrizia no esperaba que el Emperador viniera, incluso aunque fuera su noche de bodas. Si fuera una persona digna en primer lugar, no habría tratado de manera tan cruel a mi hermana en el pasado. “Su Majestad no vendrá.”

“...” Mirya apretó silenciosamente los labios al escuchar su respuesta.

“Ahora que estamos hablando, hagámoslo sinceramente.” -dijo Patrizia- “Sé que el Emperador tiene una amante.”

“Su Majestad...” La cara de Mirya palideció. Patrizia no entendía por qué Mirya pretendía no saberlo. Mirya no era una plebeya; era una noble proveniente de la familia de un marqués que asistían a reuniones sociales, incluso aunque fuera un poco introvertida. Era un secreto a voces en la alta sociedad que el Emperador tenía una amante y uno no podía escapar de los rumores.

“No creo que los rumores sean solo eso.” -dijo Patrizia con calma- “Mirya, si vives en este palacio, entonces no hay forma de que no los conozcas, ¿verdad?”

Mirya inclinó la cabeza. “... Perdóneme.” -dijo sombríamente-

Patrizia no creía que tuviera que disculparse. “El Emperador no vendrá esta noche, ¿o me equivoco?”

“...” Mirya no podía responder. ¿Cómo podía expresar su opinión honestamente?

Patrizia entendió la posición en la que se encontraba su dama de compañía y sonrió levemente. “En su lugar, ayúdame a prepararme para dormir. No deberíamos perder el tiempo esperando a alguien que no va a venir-”

Hubo un ruido que provenía de detrás de la puerta y Patrizia paró de hablar. Una criada anunció a un visitante.

“Su Majestad el Emperador está aquí.”

Los ojos de Patrizia temblaron. ¿Qué? ¿Por qué estaba aquí? Patrizia se quedó de pie aturdida, mientras la puerta se abría y el Emperador entraba. Mirya se inclinó al instante y dijo: “Salve su Majestad.” antes de dejar la habitación con rapidez.

“Veo que todavía no estás dormida.” -dijo Lucio, mientras entraba-

Patrizia estaba a punto de ir a la cama, pero decidió decir algo placentero para sus oídos. “No tenías que venir, Su Majestad-”

“Obviamente no ibas a hacer nada importante.” -interrumpió Lucio- Patrizia estuvo de acuerdo en su interior con el comentario, pero no se arrepentía de no haber estado esperando por él. Mientras tanto, Lucio parecía feliz, porque su evaluación era correcta.

En lugar de irse, se sentó en una silla. Patrizia se preguntó si debería buscar algo de té, pero Lucio se dio cuenta de lo que estaba pensando.

“No necesito té. Solo siéntate.”

Patrizia lo hizo y se quedó mirando al hombre que había venido con ella en vez de con Rosemond. ¿Qué había venido a decir? Patrizia estaba segura de que él no estaba aquí para pasar una larga noche con ella.

“Vives en el Palacio Imperial ahora, así que, sabes cosas.” -dijo Lucio-

“¿A qué se refiere?”

“El rumor que habla de mí.”

Patrizia sonrió, debido al inesperado tema de conversación. ¿Había venido hasta aquí para hablar de eso?

“¿El rumor acerca de tu amante?”