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jueves, 21 de mayo de 2020

Dama A Reina - Capítulo 6

Capítulo 6. Felicitaciones, Reina.


La prueba final estaba cerca, Patrizia se había mantenido distante. Las primeras dos pruebas fueron una molestia, pero esta vez se sentía más fuerte y confiada.

Patrizia miró con calma al Emperador mientras se levantaba para anunciar la temática de la última prueba. La frialdad de sus ojos era exactamente igual a lo que ella recordaba. No había nada de calidez en esos ojos reservados únicamente para Rosemond y no para Petronilla. Patrizia se dio cuenta que estaba inmersa pensando en el pasado de nuevo y mordió su labio para detener la ira y la tristeza que hervían dentro de ella.

“Estoy a punto de anunciar la última prueba.” -dijo Lucio- No hubo palabras de ánimo para las mujeres que habían llegado tan lejos y las cuales habían completado las dos primeras pruebas. Claro que no. Patrizia suavizó su expresión; no era adecuada para un lugar con tanta gente.

“A lo largo de la historia, la Reina ha sido siempre un pilar central de apoyo para el Emperador.” -dijo Lucio- “Por eso es que la salud de la Reina es de suma importancia.”

Qué tremendo sin sentido. Patrizia apenas pudo contener una risa burlona. A él no le importaba ni un poco la salud de su emperatriz, solo le importaba su concubina. Lucio nunca visitó a Petronilla cuándo se enfermaba, pero si Rosemond tosiera, inmediatamente enviaría al doctor del palacio.

Patrizia contuvo un subidón de cólera. Solo tenía que soportar este último día.

“La vencedora de la última prueba será determinada probando la salud de las candidatas a reina.”

Eso era inusual. El Emperador no iba a elegir a alguien basándose en el intelecto, la habilidad o la apariencia, sino en la salud.

“Los doctores del palacio procederán a entrar ahora.”

Patrizia fue tomada por sorpresa por sus palabras por una sencilla razón: Esa no era la temática que ella recordaba de su anterior vida. El pasado había cambiado.

Patrizia ocultó la sorpresa en su cara. La primera y segunda prueba fueron exactamente las mismas... pero la tercera era diferente. ¿Qué significaba? Patrizia no pudo ocultar su confusión, al mismo tiempo que uno de los doctores se paraba frente a ella. ¿Qué rayos estaba pasando?

“Comiencen la revisión.”

Las otras cuatro candidatas también estaban desconcertadas por la situación, pero el Emperador y los cuatro nobles con él observaron los procedimientos con calma. Patrizia se sentó dudosa en la silla que trajo el doctor. No podía creer que esta fuera la última prueba. El doctor comenzó a revisarla haciendo que Patrizia confirmara que esta era la realidad.

Después de un tiempo, todas las revisiones concluyeron. La última prueba acabó sin que Patrizia o alguna de las candidatas dijeran nada. Tal vez, todas se sentían demasiado desconcertadas como para hablar.

“Los resultados serán anunciados esta noche, mientras tanto, las cinco candidatas esperarán en sus respectivas habitaciones.” -dijo el Emperador con voz severa- “Eso es todo.” Sin mirar atrás, el Emperador salió del salón imperiosamente.

Patrizia seguía llena de confusión mientras trataba de adaptarse a este cambió.

*

“Fue bastante lento para ser una revisión.” -murmuró Patrizia-

Después de escuchar estas palabras, Raphaella colocó su taza de té sobre la mesa. Durante su última tarde siendo candidatas a reina, las dos jóvenes mujeres estaban charlando y tomando té en la habitación de Raphaella.

“La temática fue extraña, pero el Emperador no está equivocado.” -dijo Raphaella- “La reina es el pilar de apoyo más fuerte del emperador. Pero... sigue siendo desconcertante, ¿verdad?”

Patrizia sonrió. “Eres un caballero, así que, estoy segura que recibiste el mejor puntaje.”

Raphaella sacudió su cabeza enfáticamente como si no fuera verdad. “¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?”

“Claro que ambas cosas están relacionadas. Las otras cuatro candidatas, incluyéndome, hemos dedicado nuestro tiempo libre a sentarnos en reuniones sociales y a beber té, pero tú siempre estás entrenando. Es obvio que tendrías una mejor salud que nosotras.”

Raphaella frunció el ceño y agitó su cabeza un poco menos fuerte que antes. “No digas esas cosas, Rizi. No tengo deseo alguno de ser la reina. Lo sabes.”

“Bueno... nosotras no elegimos.”

La persona que fuera elegida reina tendría que aceptar su destino. Rechazar la posición sería catalogado de blasfemia contra la Familia Imperial.

Raphaella, quien había estado mirando hacía el vacío durante un momento, volteó hacía Patrizia y habló de nuevo. “Me pregunto cuánto tiempo tardaran en anunciar los resultados.”

“Dijeron que sería esta noche, así que, quizás será en un par de horas.” -dijo Patrizia- “Y entonces... las candidatas restantes podrán ir a casa.”

Patrizia deseaba con fuerza ser una de ellas. Comenzó a jugar con su taza vacía. Sin importar cuál fuera el resultado, Patrizia sentía aliviada porque mañana por fin podría ver a su hermana.

“Ya debería irme.” -dijo Patrizia- “He tomado mucho de tu tiempo y deberías descansar, Ella” Patrizia se levantó con suavidad de su asiento.

“Voy a volver a casa mañana de todas formas, así que, quédate un poco más.” -dijo Raphaella con tristeza en la voz-

“No quiero ser grosera y mantenerte despierta...” -comenzó a decir Patrizia, pero fue interrumpida cuándo alguien abrió la puerta- No habían tocado y Raphaella miró hacía la puerta sorprendida.

La persona que había entrado era Mirya.

Patrizia la miró confundida. “¿Qué... qué pasa, Mirya?”

“Mi Señora, yo...” -comenzó a decir Mirya, pero se detuvo cuándo vio a Raphaella- Raphaella la miraba con los ojos abiertos. Después de una larga pausa, Mirya tomó aliento y continuó hablando. “Los resultados ya han sido anunciados.”

“Ah...” Patrizia y Raphaella exhalaron al mismo tiempo. Fue un poco antes de lo esperado.

Patrizia colocó su mano sobre su corazón, el cuál palpitaba con intensidad. “¿Quién es?” -preguntó Patrizia con calma, pero expectante por dentro- Mirya intercaló su mirada entre Patrizia y Raphaella. Entonces, Patrizia comenzó a sentirse nerviosa al ver su reacción.

No. No podría ser, ¿verdad...?

Patrizia mordió su labio sin darse cuenta y Mirya por fin anunció los resultados.

“Felicitaciones, candidata Patrizia.”

El corazón de Patrizia se detuvo al instante. Miró con desconcierto a la dama de compañía.

Mirya, con un tono de voz más bajo que antes, se corrigió. “No, ahora eres la Reina.”

Las premoniciones inquietantes de Patrizia no se equivocaron. Para su mala suerte.

Estaba sorprendida, pero no tanto. Tal vez, en algún lugar de su mente, había sopesado esta posibilidad. Sin embargo, lo que más la sobresaltaba era que había conseguido la posición de reina, aun cuando sus resultados de las primeras dos pruebas fueron pobres. Eso significaba que su salud le había conseguido un buen puntaje...

Sin embargo, Patrizia no podía deshacerse de sus sospechas e incomodidad. La tercera prueba fue diferente que en su anterior vida y la prueba misma no era algo comúnmente requerido en primer lugar. También estaba el hecho de que se suponía que solo lo había hecho bien en una prueba. Su salud debió haber sido increíblemente superior a la de las otras candidatas, pero eso no tenía sentido. ¿Qué tanta diferencia podría existir entre mujeres jóvenes de entre 18 y 20 años de edad, las cuales estaban en sus épocas de desarrollo? La incertidumbre pesaba mucho en el pecho de Patrizia.

Y ahora era la reina.

*

“Señorita Patrizia, es Mirya. ¿Puedo entrar?”

“Ah, entra, Mirya.”

La dama de compañía entró en la habitación de Patrizia con una expresión brillante. Por supuesto, era un honor para ella servir a la candidata que se había convertido en reina. Patrizia se preguntó si Mirya conocía sobre los rumores que circulaban por el palacio... no podía imaginarse que la dama de compañía no los conociera y Patrizia comenzó a deprimirse.

“Felicitaciones de nuevo, señorita Patrizia.” -dijo Mirya- “La primera vez que nos conocimos, tuve una buena impresión. Estoy feliz de poder seguir a tu servicio.”

En ese momento, sintió un apretón en el corazón. Mirya, la chica que había la sirvienta de Petronilla, era tan amable y leal como siempre. La expresión de Patrizia se derrumbó por un momento, Mirya lo notó y lucía avergonzada.

“Ah, debo haber dicho algo malo...”

Patrizia se acercó y, repentinamente, agarró a Mirya y la abrazó. Los ojos de la dama de compañía se ensancharon y se sintió incluso más avergonzada que antes. Patrizia se quedó pegada a Mirya por un largo tiempo antes de dejarla ir y tomar una decisión.

“Daré lo mejor de mí.” -juró Patrizia- Daría lo mejor de sí misma y ganaría. “Gracias.” -continuó Patrizia- Patrizia nunca dejaría que Mirya muriera de la misma forma que en su anterior vida.

“De nada. Muchas gracias.” -susurró Mirya con una sonrisa tierna- Mirya levantó la cabeza como si hubiera recordado algo. “Oh, señorita Patrizia. Recibí una carta del estado Grochester. A su hermana le gustaría venir y verle.”

Patrizia se detuvo por un momento. La señorita Petronilla. Patrizia ahora sería la reina de todas formas, así que, incluso si Petronilla se enamorara del Emperador, nada pasaría. Su hermana no era tan tonta como para cometer tal acto inmoral y también era tan pura como la nieve. Patrizia sonrió al pensar en que podría ver su querida hermana pronto y asintió con alegría.

“¿Hay algo más que deba hacer hoy, Mirya?”

“No por el momento, pero durante los siguientes dos meses, la duquesa Ephreney le ayudará a prepararse para su boda. En tres días más o menos, empezará a recibir clases sobre sus deberes reales. Pero por ahora, puede relajarse.”

“Ya veo.” -respondió Patrizia- Patrizia se sentía extraña, debido a que ella ahora tendría la posición que tenía su hermana en su anterior vida. Sería ella la que ahora recorrería los espinosos caminos del futuro, pero haría que todo saliera mejor para todos. Para su familia y quizás incluso para el Emperador.

Una gran sonrisa se formó en la cara de Patrizia. “Escríbele a mi hermana y dile que puede visitarme cuándo lo desee, Mirya.”