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lunes, 18 de mayo de 2020

Dama A Reina - Capítulo 3

Capítulo 3. Nombre Tabú


“La señorita Raphaella del marqués Bringstone, la señorita Greta del conde Arjeldo, la señorita Barbara del marqués D’ival, la señorita Patrizia del marqués Grochester y, por último, la señorita Tricia del duque Vasi. ¿Por qué querías que te dijera eso?” -dijo un hombre con desaprobación- La mujer que lo había estado escuchando le sonrió de forma encantadora.

“¿Por qué?” “¿No se me permite preguntar?”

“¿Por qué querías saberlo?”

“¿Por qué no?” -dijo la mujer con indiferencia- “¿No debería tu amante conocer los nombres de las candidatas a reina?” 

Rosemond siempre llenaba sus oídos con dulces palabras y a menudo las cosas acababan de esta forma, pero su lado caprichoso era parte de su encanto.

El emperador Lucio sonrió de forma gentil. “¿Por qué? ¿Estás celosa?”

“¿Acaso eso importa? Solo soy una amante sin nombre” -respondió Rosemond con una mueca- Rosemond había estado a su lado desde hace casi un año, pero no había sido reconocida como una concubina oficial, debido a que el puesto de reina seguía vacante.

“Te daré el título de concubina tan pronto como la reina sea elegida.” -dijo Lucio con voz comprensiva- “¿Eso será suficiente para ti?”

“... No lo sé.” -respondió ella- La verdad era que Rosemond no tenía ningún problema con su posición actual, pero decidió pretender que estaba enojada. No recordaba desde hace cuánto tiempo había estado con Lucio.

“Sabes que eres a la única que quiero.” -dijo Lucio con voz coqueta-

“No lo sé. Tienes que expresarlo mejor.” -dijo Rosemond enfurruñada- “Su Majestad Lucio, yo no tengo un título e incluso las sirvientas me ignoran. No tienes planeado dejarme de esta forma para siempre, ¿verdad?”

La expresión de Lucio lucía atormentada por sus palabras. “¿Quién te está tratando de esa forma?” -dijo con voz feroz-

Una sonrisa apareció en la cara de Rosemond. No había sirvienta lo suficientemente descarada como para ser tan irrespetuosa con la amante que había estado con el Emperador desde hace un año. Por supuesto, el Emperador Lucio no sabría sobre este hecho. Rosemond se aclaró la garganta y rápidamente cambió de tema.

“Entonces, ¿es una promesa? Me pone triste ser ignorada.”

“No te preocupes, Rose.” -murmuró Lucio, mientras acariciaba el cabello rosa de Rosemond- “Puede que seas una baronesa, pero, al final, serás reina.”

“Oh, Dios.”

La cosecha fue mucho mejor de lo que Rosemond esperaba. La boca de Rosemond comenzó a ancharse hasta formar una gran sonrisa y dejo escapar una pequeña risa. Nunca esperó que Lucio abordara el tema del puesto de reina. “Dices eso, pero aún no has visto a ninguna de las candidatas a reina.” -dijo Rosemond-

“Las candidatas no tienen elección sobre este asunto, yo seré quién elija a la reina. Puede que no sea posible ahora, pero algún día, definitivamente...”

Lucio bajo su cabeza hasta que sus labios tocaron el suave cuerpo de Rosemond y comenzaron a recorrerlo. Ella dejo salir un suave gemido. Su contacto se fue volviendo más y más impaciente.

“Haré que te acuestes en la cama de la reina.”

Oh, eso fue un pensamiento emocionante. El placer que podrían compartir en la cama de la reina. Rosemond dejo salir una risa coqueta y, con entusiasmo, agarró los firmes hombros de Lucio.

*

“Hemos llegado, señorita Patrizia.”

Patrizia le sonrió amablemente al conductor del carruaje. “Gracias.”

Una sirviente del palacio se acercó silenciosamente a Patrizia. “Por favor, seguidme, mi señora.” Patrizia asintió. La sirvienta la llevaría hacía su habitación, el lugar en el que ella residiría por una semana.

Comenzó a seguir a la sirvienta en silencio. Mientras más se acercaba al palacio, más incómoda se sentía.

“...”

Patrizia seguía pensando en su anterior vida. Cuando Nilla fue elegida reina, invitó a Patrizia y a su madre a su habitación. Era la misma habitación a la que Patrizia se estaba dirigiendo justo ahora.

El extraño malestar de sus viejos recuerdos hizo que frunciera el ceño, pero logró cambiar su expresión en poco tiempo. No podía evitarlo, pero ella estaba obsesionada con su anterior vida y su parecido con la realidad.

Finalmente, los pasos de la sirviente se detuvieron y se quedó quieta frente a la habitación. Una mujer estaba esperando en el corredor y cuando Patrizia vio su cara, estuvo a punto de estallar de risa.

‘Mirya.’

“Mi nombre es Mirya. Estaré a su servicio, candidata a reina señorita Patrizia.”

Mirya había sido la dama de compañía de Petronilla. Había defendido la inocencia de Petronilla hasta el final, pero la pobre mujer perdió la vida en la horca. Patrizia sintió un inexplicable apretón en el pecho.

La pobre mujer que solía ser la dama de compañía de su hermana era ahora la suya. El simple hecho de recordarlo hizo que Patrizia se sintiera afligida, pero no dejo que se notará en la superficie. “Es un placer conocerte, Mirya.”

Por supuesto, Patrizia ya no era su yo de 22 años, sino su yo de 19 años, la cual era ahora candidata a reina. No podía comportarse de forma descuidada. Cuando Patrizia entró en la habitación, Mirya la ayudó a ponerse un vestido reservado para las candidatas a reina. Al mismo tiempo que la dama de compañía trabajaba, comenzó a explicar el horario que Patrizia debía seguir.

“Las candidatas a reina se quedarán aquí por una semana. Habrá un total de tres pruebas y cada ronda tendrá lugar cada dos días a partir de mañana. ¿Tiene alguna pregunta?”

“Ninguna, Mirya. Gracias.” -dijo Patrizia- Ella ya había experimentado de manera indirecta el proceso de selección una vez, así que no tenía dudas.

Luego, Mirya comentó que Patrizia debía haber caminado por mucho tiempo y le aconsejó que descansara. Entonces, se fue con las demás sirvientas.

Ahora que estaba sola en la habitación, Patrizia se sentó en la cama. No quería acostarse, pero desde que hizo contacto con el suave colchón, tuvo el deseo de hacer exactamente eso. Patrizia se acostó boca arriba y se quedó mirando el techo.

“Rosemond...” -murmuró- Ese nombre seguía siendo tabú. Patrizia recordó a esa mujer de su anterior vida.

Rosemond Mary la Phelps. Aunque era la concubina no oficial del Emperador, poseía el título de baronesa. En ese tiempo... fue la baronesa Phelps la que llevó destrucción a Patrizia y a su familia. Patrizia se frotó los ojos.

Había otra razón por la cual ni ella, ni Petronilla querían aplicar para candidata a reina. Había un rumor que decía que Rosemond había sido la amante del Emperador desde que él había ascendido al trono hace un año. El rumor resultó ser cierto, quedó demostrado cuándo Petronilla se convirtió en la reina. Ese hecho probablemente no ha cambiado. No había mejor arma que tener el favor divino del Emperador. Eso ya había sido comprobado una vez con la muerte de la familia Grochester en su anterior vida.

Si, por alguna razón, Patrizia tuviera la mala suerte de convertirse en reina, entonces haría todo a su alcance para conservar su vida. Ignoraría al Emperador y a su concubina lo más que pudiera. Su meta final era mantenerse con vida.

“Primero... veamos si puedo fallar la primera prueba de mañana.”

Obviamente, la mejor opción era no ser la reina. Sería el mejor final posible y haría que todos sus problemas se esfumaran. No quería ser, bajo ninguna circunstancia, la reina. Vivir en el palacio como parte de la Familia Imperial solo la pondría bajo un montón de estrés.

*

Todas las candidatas a reina tenían puestos simples vestidos blancos, los cuales simbolizaban su pureza e igualaba su apariencia para hacer justa la prueba. Incluso este traje tan simple solo se podía vestir si la Familia Imperial te lo permitía. Patrizia pensó que esto era conveniente. No tenía que esforzarse en elegir que vestir cada día.

La reina del Imperio Mavinous no era una simple sirvienta o una acompañante del Emperador. Ella y el Emperador eran iguales a la hora de gobernar. Debido a la importancia de dicha posición, el proceso de selección de la candidata era hecho frente a los nobles, al igual que frente al emperador mismo.

“¿Está nerviosa, mi señora?” -preguntó Mirya-

Patrizia sonrió débilmente. No estaba nerviosa. Patrizia estaba donde debía estar. Además, fallar sería lo mejor. No había razón para sentirse ansiosa, pero...

‘Ese hombre.’

El Emperador. El hombre que una vez fue su cuñado. El hombre que ordenó la destrucción de toda su familia. Patrizia no tenía una riña directa con él e incluso sintió pena por él de cierta forma. Su hermana Petronilla fue sentenciada a muerte por el cargo de causar que Rosemond abortara, además de haber intentado matar al Emperador.

Desde el punto de vista del Emperador, el castigo era inevitable. El primer cargo permitía algo de deliberación, pero el último no. Era un delito grave equivalente a la traición. Si Patrizia observaba la situación de su familia sin ningún tipo de subjetividad, su final era obvio.

Patrizia no estaba realmente enterada de lo que había pasado durante los últimos días de su anterior vida, aparte de alguna que otra información que había recolectado. Ni siquiera el marqués Grochester o Petronilla le contaron toda la verdad. Tal vez, ni siquiera ellos conocían toda la verdad.

Patrizia dejo de estar inmersa en sus pensamientos y le respondió a su dama de compañía. “Todo está bien, Mirya.” Eso ya era parte del pasado, pero ella estaba aquí ahora para cambiarlo. Patrizia ya había alterado la cadena de eventos al convertirse en candidata a reina. Y por ende... era posible que la tragedia de ese tiempo no fuera a repetirse.

“Entren.” -dijo la duquesa Ephreney seriamente- Las cinco candidatas atravesaron la puerta abierta con pasos silenciosos. Mientras caminaban hacía la corte, todos los presentes comenzaron a mirarlas.

Fue una experiencia en extremo incomoda. Patrizia suspiró para sus adentros, pero mantuvo la actitud de una noble perfecta por fuera.

“La señorita Patrizia del marqués Grochester y la señorita Raphaella del marqués Bringstone. La señorita Greta del conde Arjeldo y la señorita Barbara del marqués D’ival. Por último, la señorita Tricia del duque Vasi. Un total de 5 candidatas han entrado.”

Patrizia aborreció la sensación de ser subastada cómo si fuera un animal y se burló por dentro.

“La primera temática será anunciada por la duquesa Ephreney.”

La reina sería determinada mediante tres pruebas. El Emperador junto con dos nobles anunciarían la temática de cada prueba en orden y las evaluaciones serían discutidas por tres nobles junto con el Emperador. Otros nobles podrían desafiar la decisión tomada por los cuatro mencionados anteriormente, pero eso era algo que rara vez se hacía.

“Esta será la primera temática.” -anunció la duquesa Ephreney-

“...”

Todos los presentes estaban tensos, debido a la expectación. De repente, Patrizia recordó la primera prueba que el marqués Grochester le había contado hace tres años.